INTRODUCCION A LA CUESTION LII
(CONTINUACION)
Conviene, ante todo, distinguir los varios modos como una cosa puede
estar en otra. Esto puede ser de un modo natural o de modo sobrenatural. Los
modos sobrenaturales que conocemos son tres: Dios está en el alma del justo por
la gracia santificante. En la naturaleza humana de Cristo está por la unión
hipostática. Y hay un tercer modo, llamado sacramental, modo especialísimo,
propio de Cristo en a Eucaristía.
Naturalmente puede una cosa estar en otra de
dos maneras: la primera es intencionalmente, como el objeto conocido está en la
facultad cognoscitiva, no según su entidad física y real, sino por una representación:
la segunda, contrapuesta a ésta, es cuando está realmente, no mediante una representación,
sino con su propia substancia física y real.
Mas este modo real puede, a su vez, ser de dos
clases:
cirunscritivo, modo propio y exclusivo de los cuerpos, por el contacto
de la cantidad, que se da por la igualdad de medida y simetría entre las partes
y, dimensiones propias del cuerpo contenido en el lugar y las del lugar mismo,
correspondiendo entonces, según expresión de los filósofos, el todo contenido a
todo el lugar continente, y cada parte de uno a las del otro; y no cirunscritivo,
cuando lo que se dice estar en el lugar no, tiene dimensiones propias, no
habiendo por ello contacto cuantitativo, sino contacto por la aplicación de la
virtud operativa al lugar, correspondiendo entonces el todo limitado por el
lugar al todo del lugar mismo y, al mismo
tiempo, a cada una de sus partes.
Este modo no circunscriptivo se da: en el caso de la ubicuidad u
omnipresencia divina, por la que Dios está a la vez en todas las cosas que existen,
conservándolas, conociéndolas y gobernándolas (La p., q. 8); Y en el caso de,
las substancias espirituales, alma humana y ángeles, llamándose modo definitivo
o definitivo o delimitativo (IV sent. Dist. 10, q, 1, a. 3, y q. 4, sol. 2),
por el cual el alma y los espíritus están en un lugar aplicando su virtud,
quedando como contenidos y limitados a aquel lugar y no obrando en ningún otro.
Hay, sin embargo, aquí entre el alma humana y el ángel esta diferencia: que
aquélla de tal modo está en el cuerpo, que es su forma substancial; por eso se
dice que está en él informándolo, informative dando el ser al compuesto; al
paso que los ángeles no se unen al cuerpo como forma substancial, sino sólo
accidentalmente, como motor al móvil representativo.
Comparando los ángeles con el lugar, Santo Tomás estudia el problema
general del hecho y el modo de estar de los ángeles en un lugar (a. 1), discutiendo
luego de manera particular si es posible por parte de un ángel estar en varios
lugares á la vez (a. 2) y que varios ángeles estén al mismo tiempo en un solo
lugar (a. 3).
II.-ENSEÑANZA
DE LA REVELACION DIVINA
La divina revelación, que tan reiteradamente nos narra las apariciones
de los ángeles, enseña explícitamente que los ángeles de hecho están de alguna
manera en algún lugar, aunque directamente no determine el modo. Si bien
explícitamente también excluye de ellos el estar en todas partes
simultáneamente, en cuanto que pone siempre la ubicuidad u omnipresencia como
propia y exclusiva de Dios. (Véase la Introducción a la 1., q. 8, pp. 286-287
del volumen 1 de la SUMA en esta edición de la B. A. C., y el a. 4 de Santo Tomás
en la misma cuestión.)
Como lugar propio de todos los ángeles antes de pecar y de los buenos después
del pecado de los otros, se asignan los cielos; y como lugar circunstancial,
aquellos en que aparecen y se hacen visibles a los hombres.
Las sagradas letras, por lo que a los ángeles buenos se refiere, y a
quienes atribuyen como lugar propio el cielo (Gen. 16, 17; 22, 11; Tob.12, 15 y
20; Mt. 18,10; 22, 30; Le. 1, 19; 2, 8 s.; 15,10; Marc. 23, 32, etc.),
atestiguan expresamente que desde allí son enviados, se manifiestan y obran en
el lugar. Así nos dicen de ellos que, apareciéndose a Abrahán, levantáronse y
se dirigieran a Sodoma y Abrahán iba con ellas para despedirlos... Y partiérondose
de allí dos de los varones. y cuando llegaron a Sodoma los dos ángeles (Gen.
18, 16 Y 22). encontraron en la puerta de la ciudad a Lot, que les ofreció
hospedaje en su casa, respondiendo ellos: No, pasaremos la noche en la plaza. Instóles mucho y se fueron
con: él a su casa; (Gen. 19, 1-3).
También de los ángeles malos asignan las sagradas letras el lugar.
Según la expresión de San Juan, hubo una batalla en los cielos: Miguel y sus
ángeles peleaban con el dragón y peleó el dragón y sus ángeles y no pudieron
triunfar ni fue hallada su lugar en el cielo. Fue arrojado el dragón grande la
antigua serpiente, llamada Diablo y Satanás que extravía a toda la redondez de
la tierra) y fue precipitado en la tierra y sus ángeles fueron con él
precipitados (Apoc. 12, 7-9).
En Tobías se nos dice que el demonio huyó al Egipto superior donde el
ángel le ató (Tob. 8, 3). Como lugar de los demonios se designa el infierno:
Dios no perdonó a los ángeles que pecaron sino que, precipitados en el tártaro,
los entregó a las prisiones tenebrosas (2 Petr. 2, 4). Por eso se llama al príncipe
de los demonios ángel del abismo (Apoc. 9, 11), donde el fuego eterno está
preparado para el diablo y para sus ángeles (Mt. 25, 41; Apoc, 20, 10), a quienes
San Pablo llama dominadores de este mundo tenebroso...espíritus malos de los aires
(Eph. 6, 12), contra quienes San Pedro nos manda: Estad alerta y velad que vuestro
adversario el diablo como león rugiente anda rondando y busca a quien devorar
(1 Petr. 5, 8).
Tenemos, por otra parte, el testimonio fehaciente de los múltiples
casos de posesión diabólica narrados en él Nuevo Testamento, aquí dejamos las
citas para los lectores que quieran profundizar más sobre el tema: Mt. 4', 24;
8, t6; Mc. 1, 23 S.; Lc. 4, 41; MI(:. 8, 28-34; Mc. 5, 1-20; Lc. 8; 27-33; Mt.
9, 32 S.; 10,1; 12, 43; 17,18; Mc. 9, 17 S.; 1,6, 9; Lc. 9, 37-42; Act. 5, 16;
8, 17-18; 16, 16, etc.
CONTINUARA...
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