Las apariciones de los ángeles
(a. 2)
Esta explicación, al parecer, tan,
sencilla, es al mismo tiempo la más profunda que darse puede, sin que, por otra
parte, de ella Se siga inconveniente alguno. Como ya se ha dicho, las mismas
letras sagradas sirven de fundamento y la confirman, al decir el arcángel
Rafael: No comía ni bebía; lo que vosotros veíais era una apariencia (Tob. 12,
19). Y no obsta esto para la veracidad de las apariciones, ni hay en ello
ficción alguna (ad 1), ya que la unión del ángel al cuerpo, aunque real, es
puramente representativa y simbólica. No aparecen para ser tenidos por
verdaderos hombres, sino para ejecutar los mandatos de Dios acomodándose a
nuestra naturaleza sensible, de modo que las propiedades y operaciones de las
figuras que toman representen las' operaciones y propiedades de su naturaleza
espiritual así como las cosas espirituales (De Potentia, q. 6, a. 7 ad 9). Por eso nunca se da ficción en las apariciones de los ángeles
buenos; en cambio, puede darse en las de los ángeles malos, que siempre tratan
de engañar a los hombres mediante la simulación y la mentira. y
precisamente, como aquí advierte Santo Tomás, para evitar toda ficción, no
toman los ángeles buenos en sus apariciones cuerpo humano viviente, que nos llevaría a
tomarlos por hombres verdaderos, al paso que, viendo nosotros que los cuerpos son
reales, pero no vivos, más fácilmente podemos elevamos al conocimiento de los
mismos ángeles. Completaremos lo anterior con el comentario de Santo Tomás al
art.3 de esta cuestión 51: Según hemos
dicho, los cuerpos que asumen los ángeles no son cuerpos vivos. Luego con ellos
no pueden ejercer acciones vitales.
Hay obras vitales que tienen algo de común con otras que no lo son,
como, por ejemplo, la de hablar, que pertenece a los seres vivientes, y, sin
embargo, conviene con otros sonidos, de los seres inanimados en cuanto sonidos;
y la de andar, que también conviene con otros movimientos en cuanto tales.
Luego los ángeles pueden ejecutar acciones de vida en los cuerpos que toman en
cuanto a lo que hay de común a una y otras operaciones. Pero no en cuanto a lo
que es propio de los seres vivientes, porque, como dice el Filósofo, aquel cuya es la potencia, a él pertenece la
acción, y no puede tener operación vital lo que no tiene vida, que es el
principio potencial de la acción.
1. Por lo
mismo que no se opone a la verdad el que en la Sagrada Escritura se describan
las cosas inteligibles con figuras sensibles, porque no se hace para afirmar
que lo inteligible es sensible, sino para damos a entender por ciertas
semejanzas las propiedades de los seres inteligibles, así tampoco repugna a la
verdad de los santos ángeles que los cuerpos por ellos asumidos parezcan
hombres vivos, aunque no lo sean, ya que no los toman con otro objeto que el de
significar por medio de las propiedades y obras del hombre las propiedades
espirituales de los ángeles y sus operaciones. Y este fin no lo conseguirían
tan adecuadamente si tomasen verdaderos hombres, porque sus propiedades nos
llevarían a conocer hombres y no ángeles.
2. El
movimiento producido por un motor unido es acto propio de la vida; pero no es
así como se mueven los cuerpos asumidos por los ángeles, porque el ángel no es
su forma. Sin embargo, los ángeles se mueven accidentalmente cuando se mueven
estos cuerpos, puesto que está en ellos como el motor en el móvil, y de tal
modo están allí que no están en otra parte, cosa que no puede decirse de Dios;
y de aquí que, si, bien, cuando se mueven los cuerpos en que Dios está, Dios no
se mueve, porque está en todas partes, al moverse los cuerpos que los ángeles
asumen, éstos se mueven accidentalmente. Pero no cuando los cuerpos que se
mueven son los celestes, aunque estén unidos a ellos como el motor al móvil y porque
los cuerpos celestes ni abandonan en su totalidad el lugar que ocupan, ni el
espíritu que mueve la esfera está adscrito a un lugar determinado de la
substancia del orbe, que unas veces estaría al oriente y otras al occidente,
porque la fuerza motriz está siempre al oriente, como dice el Filósofo.
3. Los,
ángeles, propiamente, no hablan mediante los cuerpos a que se unen, sino que
producen algo .parecido al lenguaje, por cuanto forman en el aire sonidos
semejantes a la palabra humana.
4. Hablando
con propiedad, tampoco compete a los ángeles comer, porque comer significa
ingerir alimentos aptos para que se transformen en la substancia del que come y
aunque la comida que Cristo tomó después de la resurrección no se transformó en
su cuerpo, tenía, sin embargo, un cuerpo, de tal naturaleza, que el alimento
podía convertirse en él, por lo cual verdaderamente comió. Pero el alimento que
tomaron los ángeles, ni podía convertirse en el cuerpo que llevaban unido, ni,
dada la naturaleza de aquel cuerpo, podía el alimento convertirse en él, y de
aquí que aquella comida no era verdadera comida, sino figura de la comida
espiritual. Que es precisamente lo que el ángel dijo a Tobías: Cuando estaba
con vosotros, parecía que comía y que bebía; pero yo uso una comida, y una
bebida invisibles. Abrahán, por su
parte, les ofreció alimentos, pensando que eran hombres; no obstante lo cual,
veneró a Dios, que estaba en ellos a la manera que suele estar Dios en los
profetas, como dice San Agustín.
INTRODUCCION A LA
CUESTION LII
I) LOS
ANGELES FN RELACION CON
EL LUGAR
I.-RAZON DE
SER DE LA CUESTION, ALGUNAS
NOCIONES
PIREVIAS y ORDEN DE LOS
ARTICULOS
Después de la comparación de los ángeles con las cosas corpóreas,
siguese el estudio de los mismos comparándolos con el lugar, que es como la primera propiedad
común a los cuerpos naturales, que Se sigue de la extensión y cantidad.
Es esta cuestión un complemento de la anterior, en la que se dijo que
las apariciones de los ángeles exigen su presencia en los cuerpos en que
aparecen y a los que se unen, exigiendo éstos ocupar un lugar en el espacio. Para
quienes están habituados con la terminología de la filosofía tradicional, esta
cuestión no tiene dificultad, y lo que en ella se afirma fluye natural y
lógicamente de la doctrina expuesta sobre la naturaleza de los espíritus,
teniendo además siempre en cuenta lo que es el lugar llamado extrínseco
considerado formalmente, siguiendo al Estagirita, Santo Tomás dice que "el
lugar es idéntico esencialmente con la superficie del cuerpo que envuelve a
otro" (II Sent. Dist. 12, q. 1, a. 5, ad. 2), por donde aquello de lo cual
el lugar se dice término es algo corpóreo y no podrá propiamente aplicarse a
los espíritus, que no pueden propiamente estar encerrados en términos corpóreos.
De ahí que el espíritu, y como tal el ángel, no puede referirse directamente al
lugar ni compararse con él como algo que lo envuelva, sino solamente mediante
la relación que tiene con los cuerpos a los que se une, que propiamente están
en el lugar. Para que el lector desde un principio pueda entender mejor la
exposición de Santo Tomás, recordaremos algunos conceptos dignos de tenerse
presentes en esta cuestión.
continuara...
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