14 de junio
San Basilio Magno, doctor de la iglesia y
obispo.
(† 379)
Misa – In Medio
Epístola – II Timoteo IV, 1-8
Evangelio – San Mateo V, 13-19
Toda la antigüedad ha dado a San Basilio el título de Magno, porque en
él, todas las cosas fueron grandes: grande su ingenio, grande su elocuencia,
grande sus milagros. Nació en Cesárea de Capadocia y fué hijo de San Basilio y
de Santa Emilia, nieto de Santa Macrinia, hermano de San Gregorio Niseno, de San
Pedro de Sebaste y de Santa Macrina la joven. Aprendió las letras humanas
primero en Cesárea y después en Constantinopla y en Atenas, que era a la sazón madre
de todas las ciencias; donde trabó muy estrecha y cordial amistad con Gregorio
Nazianzeno, porque eran los dos muy parecidos no menos en el ingenio que en la
virtud. Allí alcanzó fama de varón sapientísimo en todo género de letras, y las
enseñó con grande aplauso. Convirtió a Eubulo su maestro; y los dos fueron a
Jerusalén a visitar los santos lugares, y bautizarse en el Jordán. Al tiempo que
Máximo, obispo de Jerusalén bautizaba a Basilio, bajó una llamarada de fuego
del cielo y de ella salió una paloma que tocó con sus alas las aguas, y luego
voló a lo alto, dejando llenos de admiración y temor a los que estaban presentes.
Ordenado de presbítero en Cesárea, se retiró por no ser compelido a aceptar la
dignidad de obispo, a un desierto del Ponto, y allí vivió algunos años en
compañía de san Gregorio Nazianzeno, con un género de vida tan admirable que
más parecían ángeles que hombres. Mas como en tiempo del emperador Valente, arriano,
la herejía como furioso incendio abrasase todo el Oriente, y en Cesárea hiciese
grandes estragos, salió el santo de su yermo para oponerse a los herejes. En
esta sazón murió el obispo de Cesárea; y todo el clero y pueblo aclamó por su
pastor a San Basilio. En una hambre cruelísima que sucedió, vendió el santo
todas sus posesiones, y predicó de la limosna en los templos, plazas, calles y
casas de los ricos, con que alivió aquella extremada necesidad. Edificó para los
pobres un hospital tan insigne y suntuoso, que se podía contar entre las
maravillas del mundo, como escribe el Nazianzeno Habiendo rogado a Dios que
atajase los pasos del emperador Juliano el Apóstata, que intentaba matarle y
destruir toda la Iglesia de Cristo, fué aquel impío tirano muerto en la guerra
de Persia: y queriendo el emperador Valente desterrar al santo, al tiempo de
firmar el decreto, la silla en que estaba se quebró, la pluma no dio tinta,
aunque la mudó tres veces, y el brazo comenzó a temblarle como si estuviera
tocado de perlesía. Entonces se rindió y rasgó el decreto. La penitencia de san
Basilio era más admirable que imitable, y estaba tan flaco que no parecía tener
más que la piel y los huesos. Finalmente después de haber gobernado
santísimamente su Iglesia ocho años, obrado estupendos milagros y escrito
admirables libros, murió a los cincuenta y un años de su edad.
Reflexión: Las alabanzas que dan a San Basilio los santos doctores Gregorio
Nazianzeno, Gregorio Niseno, Efrén y otros, son tantas y con tan grande
encarecimiento, que ellas solas bastan para entender la estimación y veneración
con que hemos de orarle e imitarle. Sigamos pues los ejemplos y doctrinas de
este gran doctor de la Iglesia tan lleno de espíritu de Dios, y andaremos
seguros por el camino de nuestra eterna salud sabiendo de cierto que agradamos
a nuestro Señor, el cual para nuestra enseñanza le hizo tan sabio y tan santo.
Oración: Suplicamos te, Señor, que oigas las oraciones que te ofrecemos en la solemne
fiesta de tu bienaventurado siervo y confesor Basilio, librándonos de nuestros
pecados por la intercesión y méritos del que te sirvió con tanta fidelidad Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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