Psicología de
Satán
continuación
Este texto ya ha sido citado más arriba, pero corresponde repetirlo
aquí, para una visión de conjunto. La característica de estos demonios, que no
son Satán mismo, parece, pues, ser la contradicción, porque alternativamente
son amenazadores y rastreros, orgullosos y timoratos, siempre cínicos,
groseros, ordinarios.
Los demonios en Jean Cassien y en nuestros días Hay una página que no
podemos omitir en una descripción sumaria del mundo diabólico y es la consignada
por Jean Cassien en sus Conferencias, sobre la parte del abate Serenus, uno de
los maestros del desierto. Serenus habla de sus experiencias y de las de los otros
Padres que se han enfrentado con el demonio."Existen, fuera de toda duda —
escribe Cassien, según Serenus—en los espíritus impuros tantos gustos diversos
como entre los hombres.Hay entre ellos, en efecto, los que el vulgo llama «los
vagabundos » y que ante todo son seductores y bufones. Están constantemente en
determinados lugares o sobre los caminos. Se divierten en engañar, mucho más
que en atormentar, a quienes encuentran. Se contentan de cansarlos con sus
burlas y sus ilusiones, sin tratar mucho de causarles daño. . . "Y
largamente todavía el abate Serenus prosigue su enumeración de la cual sólo
retendremos este rasgo principal: "Se divierten en engañar."Pero
también se divierten en insultar, en amenazar, en dar miedo.
Practican, a su modo, con los seres que infestan, la "guerra
fría", sin poder hacer mucho mal, porque Dios no se lo permite. Bajo este
aspecto se nos apareció el demonio en sus infestaciones de Ars y de Lourdes. El
Arpeo del cura de Ars no era peligroso, sin duda porque, según la frase de San
Agustín citada más arriba, "ese perro está encadenado". Puede ladrar.
¡No muerde más que a aquellos que se le acercan demasiado! Un Boullan ha sido
mordido cruelmente, un Léon Bloy, quizá también, pero fue por su propia culpa.
Ni el cura de Ars, ni Bernadette tuvieron que sufrir excesivamente por las
infestaciones diabólicas. Para el común de los mortales, el tentador tiene sin
duda las características que acabamos de señalar: es astuto, falaz,
obsesionante, por lo menos durante períodos, pero es impotente contra la fe: "Cui
resistite fortes in fidel" (¡Resistidle, firmes en la fe!), nos recomienda
San Pedro. ( Ver nuestro Jean Cassien, Ediciones de Fontenelle, 1946, tomo II, 139
y siguientes.)
El demonio frente a los exorcistas Para concluir este capítulo, nada
mejor podríamos hacer que citar la carta siguiente, redactada por un eminente
exorcista en actividad, el padre Berger-Bergés: "Me pregunta usted —nos
escribió el 17 de febrero de 1959 —, cuál es la psicología de Satán, cuando
está ahí, sometido a la acción de los exorcismos. Le contesto por intermedio de
esta carta."Sea cual fuere la causa de la «posesión» — y existe sobre este
punto, con frecuencia, un misterio insondable—. es necesario definir y
sintetizar la psicología de Satán con las siguientes palabras: Orgullo,
Desprecio por su víctima, Tenacidad.
"Orgullo que va a ser obligado a sufrir las humillaciones y los sufrimientos
temibles que le impondrán los exorcismos del Ritual Romano. De ahí sus palabras
o sus actitudes, alternativamente atemorizadas, insultantes o desconcertantes,
que van a sucederse, desde el comienzo de los exorcismos; de ahí sus
contorsiones violentas para intentar huir y que obligan a los testigos a atar
al poseso o a dominarlo con brazos vigorosos; de ahí, cuando Satán es
proyectado a tierra, retorciéndose, impotente, delante del tabernáculo, esas
palabras de ira:"« ¿Yo no quería que vieran esto. . . ¡No quería que me
vieran así!» "De ahí, esas reacciones blasfematorias y presuntuosas que le
hacen exclamar: «¡A ti, Dios, no te temo!. . . ¡Yo soy el amo . . .¡Yo soy el
amo del mundo!...» "Y cuando trata de romper la cruz que el sacerdote le
pone sobre el pecho, es el orgullo lo que le hace declarar: «¡Jesús no lo
doblegará!»
"Y Satán lo llamará con una risa diabólica que todos los
exorcistas conocen bien: «¡El Títere, en la cruz!... ¡El Colgado en la cruz!. .
.» Este odio religioso que suscita el orgullo contrarrestado por el poder del
exorcismo — y la cosa es impresionante y digna de subrayar — se detiene
impotente, ante la persona y el nombre de la Santísima Virgen, y Satán se verá
obligado, muchas veces, a confesar textualmente:“« E L L A es la más
poderosa!... ¡Nada puedo contra vos, poderosa Dama!... ¡A nada puedo llegar por
causa de E L L A . . . ¡Y me obligan a
decirlo!...» Me obligan, ¡es decir, Dios! "Y jamás, jamás Satán insultará
a la Santísima Virgen, pero no dejará de tratar de librarse del libro de los
exorcismos, del Ritual que, me lo ha dicho más de una vez, le hace soportar un
segundo infierno; del Ritual que tiene el sacerdote y que le quema a él las
manos cuando de improviso lo agarra un segundo; y si pudiera, del mismo
exorcista también a menos que Satán no se vea obligado a declarar con cólera:«Contigo
no hay nada que hacer. . . Son los de allá arriba quienes te protegen. . . sin
eso ¡hace mucho tiempo que te hubiera estrangulado!» "No le costará
adivinar, querido monseñor — y sus lectores adivinarán también —, que todos
estos detalles están consignados en mis expedientes, con precisiones
perturbadoras, y aún más aplastantes, para Satán, que me ha gritado más de una
vez: «¡Ah! ¡Tus papeles! ¡Si pudiera te arrojaría todo eso al fuego!. . .»"Le
he dicho ya, monseñor, que al orgullo hay que añadir con respecto a la
psicología de Satán, en el transcurso de los exorcismos, un desprecio odioso y
brutal por su víctima. El origen de esta actitud frente al poseso, proviene de
que Satán ve en este poseso un rival o un reemplazante en el Paraíso del cual,
junto con sus ángeles, él ha sido definitivamente excluido. Y cuando el
exorcista lo llama: EL MALDITO, este apodo produce sobre él una impresionante reacción
de silencio y de trágica tristeza, que va a transformarse en odio y en
violencia contra el poseso. "Es entonces cuando el exorcista y los
testigos eventuales admitidos a asistir a estas escenas dolorosas y siempre
impresionantes, ven al poseso rodar por tierra, retorcerse en sufrimientos
violentos, en el suelo, verse obligados
a atajar los golpes que Satán aplica con una crueldad indignante y que obliga a
veces a algunos testigos a huir de este espectáculo intolerable.
"Evidentemente, mientras dura esta crueldad de Satán, los
exorcismos se suceden sin solución de continuidad, a veces durante dos horas,
tres horas y hasta cuatro horas, creando al exorcista una actividad y una
fatiga insospechadas; porque el sacerdote no cederá a Satán hasta que éste,
vencido por la fuerza del Ritual que, poco a poco, lo domina y lo agota, se
desploma repentinamente sobre la alfombra o el suelo, con la frente en tierra,
y grita con voz jadeante palabras como las siguientes que parecen increíbles: "«;¡Basta!.
. . ¡Basta!. . . ¡Piedad! . . . ¡Piedad!. .. ¡Hazme partir!...» "Bajo el
poder vengador y dominador del exorcismo de la Iglesia, lo lógico sería ver a
Satán pronto a capitular y a dar la señal de liberación del poseso. ¡Nos
imaginamos que por fin este hombre o esta mujer están liberados! Y ahí es donde
la creencia y la esperanza popular se desconciertan cuando se enteran que la
posesión continúa y que Satán, tenaz, obliga a la Iglesia y al exorcista a
nuevas e innumerables intervenciones. En este punto es donde cabe repetir la
frase de la teología mística y demonológica, que conoce los caminos misteriosos
de Dios: "«¿Quién conoce estos misterios insondables?»"En cuanto al
que le escribe estas líneas, querido monseñor, y que, desde hace ya más de cinco
años, sin tregua, sigue teniendo en la mano el Ritual Romano para hacer frente
a Satán, no cesará de repetir a los poseídos, atormentados por la Bestia: «¡Confianza!
¡Soportad con firmeza! ¡Contad con la fuerza, quizá lenta, del exorcismo de la
Iglesia! ¡Contad con la fuerza de la Santísima Virgen, victoriosa sobre Satán,
y esperad la hora segura de Dios!»
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