Santa Maria in Sabbato
(Primer Sabado del Mes)
Misa - "Vultum tuum"
Epístola - Tito, (III,4-7)
Evangelio - San Lucas, (II, 15-20)
COLECTA
"Deus qui salútis
aeternae, Beátae Mariae virginitáte fecúnda, humáno géneri praemia
praestitísti:tríbue quaesumus; ut ipsam pro nobis intercédere sentiámus, per
quam meruímus auctórem vitae suscípere, Dóminum nostrum Jesum Christum Filium
Tuum.Qui técum vivit."
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"Oh Dios, que,
por la fecunda virginidad de María, diste al género humano el premio de la
salvación eterna: suplicámoste nos conceda la gracia de ser favorecidos con la
intercesión de la misma Virgen, por quien merecimos recibir al autor de la
vida, Jesucristo tu Hijo Nuestro Señor."
CINCO PRIMEROS
SABADOS DE REPARACIÓN*
Lucía, vidente de Fátima, era postulante en el
Convento de las Doroteas en Pontevedra, España cuando tiene
una aparición de la Virgen sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a su lado.
La Santísima Virgen puso su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra
sostenía su corazón rodeado de espinas. El Niño le dijo: "Ten
compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que
los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto
de reparación para sacárselas." Inmediatamente
dijo Nuestra Señora a Lucía: "Mira, hija mía, mi Corazón cercado de
espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias
e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que,
durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada
Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en
los misterios del rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la
hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación"
Lucía le habló (a Jesús) de la
confesión para los primeros
sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó: "Sí;
todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y tengan
intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María". La intención de hacer esta reparación al Inmaculado
Corazón de María puede ponerse al principio.
¿Por qué 5
Sábados?
Después de haber estado Lucía en oración,
Nuestro Señor le reveló la razón de los 5 sábados de reparación:
"Hija mía, la razón es sencilla: se trata de 5 clases de ofensas y
blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:
1- Blasfemias contra su Inmaculada
Concepción.
2- Contra su virginidad.
3- Contra su Maternidad Divina, rehusando
al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres.
4- Contra los que procuran públicamente
infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta
el odio hacia la Madre Inmaculada.
5- Contra los que la ultrajan directamente
en sus sagradas imágenes.”
"He aquí hija mía, porque ante este Inmaculado Corazón ultrajado,
se movió mi misericordia a pedir esta pequeña reparación, y, en atención a
Ella, a conceder el perdón a las almas que tuvieran la desgracia de ofender a
mi Madre. En cuanto a ti procura incesantemente con tus oraciones y sacrificios
moverme a misericordia para con esas almas".
Reparación Sabatina en honra del Corazón de María
Para
fomentar más la devoción al Corazón de María, se agrega este piadoso Ejercicio,
muy propio para los Primeros Sábados de mes, enriquecido con indulgencia
plenaria.
ORACIÓN
¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con
que los pecadores ultrajan vuestro santísimo Nombre y vuestras
excelsas prerrogativas! Aquí tenéis postrado a vuestros pies, un indigno hijo
vuestro, que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y
lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de
penetrantes flechas dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo
reparar con este acto de amor y rendimiento, que hago delante de vuestro
amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra
vuestro augusto Nombre, todos los agravios que
se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con
que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia.
Aceptad, oh Corazón Inmaculado esta pequeña demostración de mi filial cariño y
justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en
adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y
de propagar vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, oh Corazón
amabilísimo, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta
verlo consumado en la gloria. Amén.
Pídanse
las gracias que se desean conseguir por intercesión del Inmaculado Corazón de
María. Para obtener las gracias que hemos pedido, haremos las siguientes:
DEPRECACIONES
I.-
Os venero, amabilísimo Corazón de María, que ardéis continuamente en vivas llamas de
amor divino; por él suplico, Madre mía amorosísima, abraséis mi tibio corazón
en ese divino fuego en que estáis toda inflamada.
Rezar
Avemaría y Gloria.
II.-
Os venero, purísimo Corazón de María, de quien brota la hermosa azucena de
virginal pureza. Por ella os pido, Madre mía inmaculada, purifiquéis mi impuro
corazón, infundiendo en él la pureza y castidad.
Rezar
Avemaría y Gloria.
III.- Os venero, afligidísimo Corazón de María, traspasado con la espada de
dolor por la pasión y muerte de vuestro querido Hijo Jesús, y por las ofensas
que de continuo se hacen a su divina Majestad; dignaos, Madre mía dolorida,
penetrar mi duro corazón con un vivo dolor de mis pecados y con el más amargo
sentimiento de los ultrajes e injurias, que está recibiendo de los pecadores el
divino Corazón de mi adorable Redentor.
Rezar
Avemaría y Gloria.
Jaculatorias
¡Oh Corazón Inmaculado de María, compadeceos de nosotros!
¡Refugio de pecadores, rogad por
nosotros!
¡Oh dulce Corazón de María, sed la
salvación mía!
Un Padrenuestro a intención del Sumo Pontífice.
Para meditar cada primer sábado de mes los 15 minutos en los misterios del Rosario -como nos pide la Virgen-, podemos hacerlo con las
siguientes reflexiones del P. Claret:
MISTERIOS DE GOZO
1.- Encarnación.
Mira, alma cristiana, qué humildad tan grande te enseña el Señor: siendo Dios
se hace hombre, carga con todas las miserias humanas, se sujeta a todas las
penalidades. Vistió con humildad, nunca con lujo; comió humildemente; huyó los
honores; nunca se alabó; todas las alabanzas las dirigía a su Padre celestial.
Aprende de Jesús a ser manso y humilde de corazón... Haz como la Santísima
Virgen, que no obstante de ser sublimada a la dignidad casi infinita de Madre
de Dios, se llama y se tiene por esclava, y es la que mejor ha imitado la
humildad y mansedumbre de Jesús.
2.- Visitación.
Alma cristiana, imita a María en las visitas que hagas, no murmures ni pierdas
en ellas el tiempo; edifica con el buen ejemplo, y ejercer la caridad con los
padres e hijos de la casa. Si los que visitas son pobres, socórrelos con lo que
puedas; y en lo que no alcances, súplelo con las buenas palabras, consejos y
oraciones, pues que no sólo de pan vive el hombre... Y debes saber que todo el
bien que hagas a tus prójimos, el Señor en el día del juicio te lo elogiará y
te lo premiará como si lo hubieras hecho a Él mismo.
3.- Nacimiento.
Contempla, alma cristiana, al pobreza de Jesús; siendo riquísimo, y dueño del
cielo y de la tierra, se priva de todo, y para que aun le falten las pequeñas
comodidades que podría haber tenido en la casa de Nazaret, quiere nacer en Belén...
Es preciso que nazca en una cueva desabrigada y falta de todo alivio, en una
noche de invierno, sin lumbre ni abrigo alguno. Aprende de la Sagrada Familia a
no quejarte cuando te veas despreciado; no te desconsueles cuando te veas sin
recurso de ninguna especie... Piensa que así se halló Jesús; dale gracias
porque te hace participante de sus penas, esperando que un día serás compañera
de sus glorias. Si posees riquezas, no tengas pegado a ellas tu corazón:
socorre con ellas a los pobrecitos, ya que por esto el Señor te las ha
confiado.
4.- Presentación.
Para enseñarnos la obediencia a las santas leyes de la Religión se sujetan a
ellas el Hijo y la Madre Virgen. Alma cristiana, aprende de Jesús y
de María a obedecer las santas disposiciones y leyes de la Iglesia; guarda sus
mandamientos, oye misa, confiesa, comulga... Jesucristo y María, pudiéndose
excusar de aquellas leyes antiguas, no se excusan, las cumplen
puntualmente, y tú buscas excusas en donde no las hay, dejándote engañar por la
pereza, por la soberbia, por los respetos humanos y por la irreligión.
5.- El
Niño Perdido. Sin culpa la Virgen y San José perdieron a Jesús; al instante
le buscaron, y no reposaron hasta que le hallaron. Alma cristiana, aprende de
María y de José la diligencia que has de tener en buscar a Jesús cuando le
hayas perdido por el pecado... ¡Oh, si supieras que el perder la gracia de
Jesús es mayor pérdida que si perdieras todas las riquezas del mundo! ¡Ah, si
reflexionaras que además has perdido las riquezas del cielo, y te has hecho
merecedor del infierno! ¡Ah, cómo llorarías, cómo buscarías a Jesús con la
solicitud de José y de María!... Tú también lo hallarás en el templo; sí, en el
templo lo hallarás, recibiendo bien los santos sacramentos de penitencia y
comunión.
MISTERIOS DE DOLOR
1.- Oración del Huerto. Mira, alma cristiana, a
Jesús, puesto en la mayor tristeza, congoja y agonía; compadécete de Él,
pregúntale cuál es la causa de tan grande pena, y te responderá que son tus
pecados, y las penas que por ellos tienes merecidas; y queriendo Él pagar por
ti, se ve agobiado por lo mucho que ve ha de sufrir; además, le aumenta la pena
el saber tu poca gratitud y mala correspondencia. Detente, alma cristiana;
compadécete de Jesús, arrepiéntete de tus pecados, al ver que con ellos has
ofendido a un Dios tan bueno; trabaja para tu salvación y haz que en ti no se
malogren las penas de tu divino Redentor.
2.- Flagelación. Jesús es inocente, y no
obstante, le están azotando; es inocente, no tiene delitos propios, pero ha cargado
con los tuyos; por ellos es tan cruelmente azotado... Yo soy el criminal, yo
soy el que merezco esos azotes; haré penitencia todos los días de mi vida en
remisión de mis pecados.
3.- Coronación de espinas. Admira, alma
cristiana, la paciencia de Jesús en sufrir una corona tan dolorosa...
Compadécete de Jesús, adórale por tu verdadero rey, guarda sus santas leyes,
imita sus virtudes de paciencia, sufrimiento, y por lo tanto, cuando te veas
perseguido, burlado, despreciado y calumniado, súfrelo con paciencia como
Jesús, y de esta manera conseguirás la corona de la gloria.
4.- Cruz a cuestas. Alma cristiana, en la
persona del enfermo, o del afligido con la cruz de los trabajos y penas, has de
mirar la persona de Jesús, y con la reflexión imita a las hijas de Jerusalén;
compadécete de Él; imita a la Verónica, enjúgale al pobre paciente, enjúgale
sus lágrimas y sudores con las tocas de la caridad. Imita, además, a Simón de
Cirene; ayúdale a llevar la cruz. Acompáñale como María Santísima, y no le
desampares jamás hasta la muerte. ¡Oh, qué mérito tan grande contraerás para la
gloria del Cielo!
5.- Crucifixión. Sabe, oh alma cristiana, que
nadie tiene mayor amor que el que da la vida por el amado: pues Jesús la ha
dado por ti; mira si te ama; amor con amor debe pagarse: ámale de veras. Le
amarás si guardas sus mandamientos, y si recibes bien y con frecuencia los
santos sacramentos... Imita a Nicodemo y a José de Arimatea, que desclavaron de
la cruz a Jesús; esto harás tú cuando recibas el sacramento de la penitencia.
Dice San Pablo que el que peca, vuelve a crucificar a Jesús; luego el que se confiesa,
lo desclava. Mas José de Arimatea le dio su sepulcro para sepultarlo; tú le
darás tu corazón, en el que le colocarás y tendrás por medio de la comunión,
con los aromas de las virtudes de la fe, esperanza, caridad y humildad.
MISTERIOS DE GLORIA
1.- Resurrección. Mira, alma cristiana, cuán
desfigurado estaba Jesús en el sepulcro, muerto y amortajado; pero tan pronto
como resucita, deja mortaja y sudario en el sepulcro y sale triunfante y
glorioso, sin jamás volver a morir. ¡Qué felicidad! ¡qué hermosura! Los
cristianos que reciben los santos sacramentos de penitencia y comunión con
buena disposición, resucitan a la vida espiritual, cambiando la fealdad del
pecado con la hermosura de la gracia. Así, alma cristiana, resucita de veras
como Jesús, y deja todas las ocasiones de pecar... y te salvarás.
2.- Ascensión. Alma cristiana, piensa que no
eres creada para la tierra, sino para el cielo; el cielo es tu patria; allí
tienes a tu Padre, que es Dios; a tu Madre, que es María santísima; a tus
hermanos, amigos y compañeros, que son los ángeles y santos. Tú eres sobre la
tierra un peregrino, un viajero que siempre debes suspirar por terminar pronto
y felizmente tu viaje y llegar a tu patria... Es este mundo un verdadero
destierro y un triste valle de lágrimas. Ama a Dios de veras, desea con vivas
ansias ir al cielo, prepárate con acopio de buenas obras, y está siempre
dispuesto para partir, y el Señor, a no tardar, te llevará a la gloria, en
donde serás feliz por toda la eternidad.
3.- El Espíritu Santo. A la venida del Espíritu
Santo los apóstoles quedaron llenos de la gracia que les dio... He aquí lo que
debes hacer tú, alma cristiana: a todos se comunica la gracia, a unos de un
modo, a otros de otro; lo que importa es ser siervo bueno y fiel, no tener escondido
el talento, negociar con él hasta que venga el Señor y pedirnos cuenta y a
darnos el premio; y tanto mayor será la paga que se nos dará, cuanto haya sido
más profunda nuestra humildad, más constante nuestro trabajo y más heroica
nuestra paciencia.
4.- Asunción. Alma cristiana, imita a María
santísima, sé fiel a la gracia, camina siempre a la perfección, nunca digas
basta, ni vuelvas atrás por el pecado; siempre has de perseverar y seguir
adelante en el camino de la virtud; no te espantes por tropiezos, no te
arredres por enemigos, no te detengas por respetos humanos. Todos los días oye
misa, si puedes; reza el rosario, lee algún libro bueno, anda siempre en la
presencia de Dios, y ofrécele todas tus obras o sufrimientos... y si en este
bien obrar eres perseverante hasta el fin, tendrás una buena y feliz muerte, y
después la corona de la gloria, que tanto debes desear.
5.- Coronación de María. Alma cristiana,
levanta la vista de la consideración; fíjala en aquel trono de majestad y
grandeza colocado a la derecha del Rey: allí está sentada María, y coronada por
Reina y emperatriz de cielos y tierra, y abogada de pecadores... No se dispensa
gracia alguna que no pase por sus manos: a Ella se le ha dado todo poder en el
cielo y en la tierra. Esa Señora tan poderosa es tu Madre la más tierna y
cariñosa; confía en Ella, acude a Ella en todas tus necesidades, ámala con
fervor, sírvela con fidelidad, obséquiala con devoción. Te doy palabra que si
eres devoto verdadero de María, y eres perseverante en su devoción, alcanzarás
en este mundo todas las gracias que necesitas, y en el otro la eterna gloria,
que tanto te deseo.
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