Papa Honorio I |
¿Porque este título? ¿Fue
elegido al azar o es algo providencial, para estos momentos? Hoy el mundo
“católico” está de fiesta porque, por fin la Roma modernista y no la verdadera
Roma Católica, va a “canonizó” a dos verdaderos creadores y promotores de
la madre de todas las herejías; el Modernismo.
Nuestro Señor en el pasado
suscitó verdaderos defensores del catolicismo siempre que la esposa virginal de
Nuestro Salvador, la Iglesia por Él fundada, se vió en peligros muy serios para
defenderla de sus agresores físicos y morales. Sin embargo lo sucedido el 27 de
abril del presente año muchos podrán decir que no tiene parangón dentro de la
Iglesia de siempre. Afortunadamente no es así, siempre la Divina Providencia
tiene un as bajo la manga y lo muestra en su momento oportuno no antes ni
después porque para Ella no existe el tiempo, según lo define Santo Tomas; “El
tiempo es según un antes y un después” (quien esto acota es el autor o cuando
menos el porta voz de los variados artículos que, sobre la pasión del Señor,
hizo llegar para vuestra meditación en esta pasada semana Santa). Como dije más
arriba hablando sobre las “canonizaciones” de estos dos portentos del liberalismo
y modernismo actual dentro de la Iglesia ocupada, cuenta con un antecedente en
el Papa Honorio de triste memoria que en el año del Señor 650 apoyó la herejía
Monofisita llevando consigo a una parte considerable de la cristiandad de
aquellos tiempos. ¿Cómo sucedió eso?, he aquí la historia estimado lector.
Grandes méritos y cualidades del
Papa Honorio
Vamos
a referirnos al serio conflicto ocurrido en los tiempos del Papa Honorio siendo
de capital importancia, sobre todo en este mes de abril de 2014, que todos los,
clérigos y laicos tengan conocimiento de los medios extraordinarios que Nuestro
Señor Jesucristo ha utilizado, para salvar a su Iglesia de sus peores crisis,
incluso cuando todo parecía ya humanamente perdido. Este ejemplo fortalecerá a
nuestros lectores en estos tiempos aciagos donde la herejía modernista, “madre
y cloaca de todas la herejías”, como en su momento lo dijo San Pío X y les
mostrara cuales han sido, en crisis tan graves, como la actual que la venimos
padeciendo desde 1960, los medios de salvación de salvación señalados por Dios. El Papa Honorio fue elegido por el clero y el
pueblo de la ciudad de Roma, pues como es sabido en la elección del Papa ha
habido en la Iglesia a través de su historia, distintos sistemas, todos
los cuales han sido legítimos. Su Santidad el Papa Honorio I fue tan hábil
político como Paulo VI y fue también magnífico administrador de los asuntos de
la Iglesia, desplegó gran celo en la conversión de los habitantes de las islas
Británicas continuando la obra de San Agustín, liquidó el cisma provocado por
el Patriarca Fortunato que siguió los pasos del surgido en tiempos del Papa
Virgilio, deponiendo de su cargo al mencionado jerarca cismático, y como lo han
hecho la mayoría de los Papas, combatió las conspiraciones de los israelitas
contra la Iglesia de Cristo, dirigiendo una carta al concilio de Toledo, muy
elocuente a este respecto, y siendo también su epitafio que contenía las
siguientes frases: “Judaicae gentis sub te est perfidia victa Sic unum
Domini redis ovile nium”.
La unidad de los cristianos,
deseada por Cristo y por su Santa Iglesia
Fue el noble fin de la unidas de
los cristianos, el que en esta ocasión dió inicio a una crisis de gravísimas
proporciones. La herejía de los “Monofisitas”, que afirmaban que siendo
Cristo Nuestro Señor una sola persona, tenía también una sola naturaleza
(remito al lector a los escritos que, sobre la pasión se encuentran en este
sitio), había sido ya condenada por la Santa Iglesia y vencida en la
Cristiandad, quedando solamente algunos núcleos heréticos minoritarios, aunque
de cierta fuerza, dirigida por los obispos aferrados a la herejía.
Esta lamentable situación hizo
ver a todos la necesidad de hacer un esfuerzo supremo a favor de la unidad de
los cristianos y de la Santa Iglesia, UNIDAD DESEADA POR EL MISMO CRISTO Y
POR TODOS LOS QUE SOMOS FIELES A SU DOCTINA, DICHA UNIDAD ERA EN ESOS TRAGICOS
MOMENTOS DE MAYOR URGENCIA EN VISTA QUE LA CRISTIANDAD SE HALLABA EN PELIGRO
ANTE LA INVASION AL IMPERIO ROMANO DE ORIENTE por los persas, dualistas y
paganos, que iban conquistando una tras otra las provincias del este de África
cometiendo las atrocidades más horribles contra los cristianos y destruyendo
las iglesias y monasterios.
Pero la unidad de los cristianos
no debe intentarse adulterando o negando, la divina revelación.
Ante el avance arrollador de los
persas, la unidad de los cristianos ERA UN ASUNTO VITAL. Pero
desgraciadamente, cuando este objetivo no se busca por los verdaderos caminos,
en vez de obtenerse la anhelada unidad deseada, se han provocado una mayor
discordia y una desunión todavía mayor que la que existía cuando se inicio el
noble intento. Y eso fue lo que lamentablemente ocurrió en el caso que nos
ocupa por traer a la unidad a ciertos núcleos heréticos, se provocó un cisma y
una nueva hernia, que desgarró a la Santa Iglesia en el curso del siglo VI, y
que provocaron MUCHO MAS DESUNION QUE LA QUE SE QUERIA SUPRIMIR.
Ante los avances inminentes de
los persas, el emperador Heraclio, que acababa de tomar el trono, se encontraba
desmoralizado ante una situación que agravaba, por el hecho de que los herejes
monofisitas en Egipto habían facilitado los triunfos de los invasores persas.
Entonces surgió el Patriarca Sergio de Constantinopla, como el hombre que
trabajó incansablemente por inyectar ánimo al desmoralizado emperador y
empujarlo a una acción eficaz, para defender al cristianísimo imperio,
conduciéndolo un día a una Iglesia, según refiere la tradición, donde hablándole
de Dios, le exigió el juramento de morir por la defensa de la cristiandad y el
imperio; operándose con esto un cambio en Heraclio, que inició inmediatamente
una serie de campañas victoriosas para recuperar los santos lugares y recobrar
de los persas las bastas regiones que habían capturado, pero al mismo tiempo,
movido el combativo Patriarca, del celo por obtener la Unidad de los
Cristianos, concibió la idea de que esta solamente podría conseguirse
mediante el dialogo (mediante el cambio de impresiones, negociaciones y
términos que equivalen al dialogo actual de la Neo- Fraternidad empleando este
término que más se adapta a nuestros tiempos), con los herejes y
concesiones que hicieron a estos, mediante una fórmula de transacción llamada
por él formula de conciliación, que parecía justificarse, ante el nuevo peligro
de la invasión musulmana que se gestaba en el sur.
ESO DE CREER QUE LA VERDAD
REVELADA, PUEDE SER OBJETO DE DIALOGO, PARA REALIZAR CON ELLA TRANSACCIONES, como con cualquier asunto político,
lejos de conseguir la unidad tan deseada, ha traído siempre, por castigo de
Dios, nuevas herejías y todo género de males, ya que la verdad revelada por
Dios no puede ser modificada por los hombres ni ser objeto de componendas. Dios
ha castigado siempre estos gestos de debilidad o de oportunismo de algunos
grandes jerarcas eclesiásticos, permitiendo que ocurran mayores
conflictos a la Santa Iglesia, que aquellos que con estos diálogos y
transacciones se querían liquidar, quizá para hacernos ver a todos que la
Divina Revelación no puede ser objeto de componendas humanas.
El patriarca Sergio, que
demostró con hechos su gran celo por defender la Cristiandad, pensó que podría
lograr la adhesión de los herejes monofisitas, a la Iglesia Católica, mediante
el diálogo y concesiones mutuas que hicieron varias partes y la adopción de la
fórmula de compromiso, que aceptando que en Cristo Nuestro Señor hubiera una
sola persona, tuviera dos naturalezas, la Divina y la humana, pero una sola
energía, una sola voluntad. Creyó que en esta forma se lograría, que los
monofisitas, que sostenían la existencia de Cristo en una sola naturaleza,
podrían unirse a la ortodoxa, pero se incurrió en una más grave herejía, que en
el fondo era el mismo monofisismo con otro aspecto. Y ocurrió que la famosa fórmula
de transacción, si bien logró atraer a la mayoría de los monofisitas, fue
insuficiente e inaceptable para otros.
Patriarcas y Obispos se adhieren
a la herejía MONOTELITA que avanza sin resistencia entre el episcopado.
Lo más grave de todo, fue que el
emperador Heraclio, sobre quien el Patriarca de Constantinopla tenía influencia
decisiva, aceptó con gusto la llamada fórmula de reconciliación y la hizo suya,
puso en su apoyo toda la fuerza imperial, siendo atraídos a la nueva herejía.
Plegándose a las presiones del emperador y del Patriarcado un numero cada día
mayor de obispos, entre ellos el Metropolitano de Laica, Atanasio de Antioquia,
Faran de Arabia, y otros.
El patriarca Sergio logró que el
emperador nombrara a Ciro de Fasis, para ocupar el Patriarcado de Alejandría,
al quedar vacante este, con lo que los partidarios de la nueva herejía
controlaban las sedes más importantes de oriente, tomando proporciones
gigantescas esta nueva herejía, sin haber logrado la tan ansiada anhelada
unidad de los cristianos, sino mas bien, acrecentando la discordia y la
división, en forma más aguda y peligrosa.
Desgraciadamente, como en el
caso de la herejía arriana, fueron los obispos los primeros en claudicar y
abrazar la nueva herejía arrastrando en su traición al clero de su diócesis,
además, como en otras crisis de la Iglesia, lo primero que hicieron los
jerarcas herejes fue la promoción de obispos herejes para que ocuparan las
sedes vacantes y demás puestos claves. Clérigos herejes que contribuyeran a
propagar la herejía; sin la menor resistencia de los obispos, faltando con esta
acción, gravemente a sus deberes para con Dios. En medio de esta tormenta, el
Papa Honorio I, convencido de la necesidad de lograr la unidad de los cristianos,
había sufrido el impacto de los argumentos del Patriarca de Constantinopla y se
encontraba en actitud vacilante, sin condenar la nueva herejía, que era apoyada
por la gran parte de la jerarquía y el silencio del Papa, iba controlando cada
vez más a la cristiandad.
En realidad, lo que provocaba
las vacilaciones del Papa, eran motivos de alta política, pero relacionados
íntimamente con la salvación de la cristiandad. Los mismos motivos que
inspiraron al Patriarca Sergio y al emperador Heraclio, o sea, lograr a toda
costa la unidad de los cristianos para impedir que una división interna
facilitara el avance de los Musulmanes, que de llevarse acabo causaría un gran
desastre al catolicismo. No se trata de justificar a un Papa sobre quien recayó
tremenda excomunión de un santo Concilio Ecuménico, ratificada por un Papa
Santo; sino simplemente hacer honor a la verdad histórica, la cual demuestra
que los móviles de ese vicario de Cristo en la tierra fueron bien intencionados
aunque se hayan desencadenado en una actuación equívoca, que dio motivo
justificado a un terrible anatema post mortem.
Unos
cuantos sacerdotes se enfrentan a sus obispos, en defensa de la ortodoxia
católica.
En tan grave situación, Dios
Nuestro Señor se valió, para iniciar la defensa de la verdadera doctrina, de un
humilde monje de Palestina llamado Antíoco que, dejando la paz de su convento y
rebelándose contra su obispo y Patriarcas que sostenían la herejía, acuso
públicamente al Patriarca de Antioquía de ser el Anti-Cristo y de renovar las
herejías de Estiques y Apolinar. La rebelión del fraile Antíoco contra la
jerarquía eclesiástica hereje, encontró eco en Egipto, donde unos simples
sacerdotes y frailes se rebelaron contra sus obispos herejes y contra el nuevo
Patriarca Ciro de Alejandría, que vendría siendo ahora como el primado de la
Iglesia de Egipto, después del Papa y del Patriarca de Constantinopla, el
jerarca de mayor categoría en la Iglesia de esos tiempos. El poderoso Patriarca
condenó, excomulgó y hasta empleó la violencia contra esos infelices sacerdotes
y monjes que lo sacrificaron todo por la verdadera doctrina de Cristo.
Poco a poco se fue propagando la
llama de la defensa de la Fe verdadera y la rebelión contra un episcopado que
se había sumado a la herejía, convirtiendo algunos modestos presbíteros, los
templos a su cargo en verdaderos baluartes de la verdadera doctrina cristiana,
por supuesto con el apoyo moral y físico de sus feligreses, quienes,
junto con sus pastores comprendieron la gran necesidad de defender la Fe ortodoxa
incluso yendo en contra de sus Obispos y altos jerarcas de la Iglesia en
aquellos tiempos y gracias a esta unión lograron sacar a los Obispos herejes.
Estos éxitos fueron posibles mientras las autoridades civiles locales se
mantuvieron al margen de todo esto y e incluso se abstuvieron de brindar apoyo
militar a los Jerarcas eclesiásticos Monotelitas. Pero siempre que dichas
autoridades por orden del emperador intervinieron militarmente a favor de los
herejes, quitaron a los celosos párrocos sus iglesias y las entregaron a los
herejes, así la victoria de los herejes se antojaba definitiva.
Continua...
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