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jueves, 27 de octubre de 2016

EL TERCER SECRETO AL DESCUBIERTO

En fin y sobre todo, por la salvación de la Iglesia.

Mientras que Esta atraviesa sin duda la más grave crisis de su historia, mientras que las herejías de todas clases son enseñadas y propagadas, envenenando por todas partes al pueblo fiel, mientras que su "autodestrucción" ha proseguido sin tregua desde 1960 y que "los humos de Satanás" han penetrado en el Lugar santo, es sumamente dañino y, diríamos más, seguramente criminal continuar descuidando y despreciando las palabras salvadoras de la Virgen María', concernientes precisamente a esta "crisis de la fe" que sufrimos. Puesto que la Reina del Cielo, desde 1917, había anunciado el peligro, puesto que seguramente había indicado sus verdaderas causas, puesto que había propuesto los remedios eficaces, no es escandaloso que millones de almas sufran, desde hace veinticinco años, esta "desorientación diabólica" y se dejen arrastrar por la vía de la condenación eterna, sin que los Pastores de la Iglesia se dignen aceptar la ayuda extraordinaria que Dios les ofrece en Su misericordia infinita?

Necesario reiterar nuestras súplicas

He aquí otros motivos que nos hacen considerar un deber el seguir dirigiendo al Santo Padre nuestras súplicas reiteradas para la divulgación del Secreto de Fátima: les por el honor de nuestra Madre, por la salvación de nuestros hermanos, por la paz del mundo, por el renacimiento de la Iglesia! Que no se nos diga, -como se ha intentado recientemente hacer creer, que "el Secreto de Fátima no puede ser revelado porque se arriesgaría que fuera mal interpretado"! La Reina de los Profetas, que ha previsto y anunciado en 1917 tantos sucesos, entonces imprevisibles, que nosotros hemos vivido después, habría omitido prever este riesgo, hasta el punto de hacer Su Secreto enteramente inútil para la Iglesia? ¡Es impensable! No, Su Secreto es límpido, sin la menor ambigüedad, ni dificultad de interpretación, podemos estar seguros de ello. Osamos aun decirlo: ¡Es precisamente su demasiada gran claridad la que debe molestar a nuestros Pastores! Oremos pues sin descanso para que el Papa obtenga de Dios la luz y el valor de cumplir al fin su más urgente deber. Es ya tarde. Pero, nos dice Sor Lucía: "No será jamás demasiado tarde para recurrir a Jesús y a María".



En fin, y terminaré aquí, si el Papa no quiere divulgar El mismo el último Secreto de Nuestra Señora, comprometiendo allí su autoridad personal, si niega al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe el derecho de decir la verdad sobre este Secreto que también conoce, no podría, no debería dejar al menos completa libertad a una de las autoridades portuguesas -al obispo de Leiría, al obispo de Coimbra, o a uno u otro de los superiores eclesiásticos de Sor Lucía-, para responder al fin a la petición expresa de Nuestra Señora haciendo conocer Su Secreto a los fieles?

¿El tercer Secreto en el índice?

Pues, ¡es un hecho estupefaciente!- desde hace más de veinticinco años, el Secreto de Fátima, y este sólo, está de alguna manera en el índice. Sor Lucía, y ella sola, está reducida al silencio. El 15 de noviembre de 1966, el Papa Paulo VI ha abrogado los artículos 1399 y 2318 del Código de Derecho Canónico, que prohibía la publicación de libros y folletos propagando sin autorización nuevas apariciones, revelaciones o profecías aún no aprobadas por la Iglesia. Yesos artículos no han sido introducidos en el nuevo Código. Si bien que después de 1966, no importa quien pueda publicar y esparcir en el pueblo cristiano las revelaciones más fantasiosas. No importa qué impostura, no importa qué diablura. Nada está prohibido. Todo está autorizado a aparecer. Y el "Príncipe de la mentira" se aprovecha hábilmente de esta licencia multiplicando por el mundo sus apariciones falaces, sus mensajes fraudulentos que, por todas partes esparcidos libremente, extravían a innumerables fieles. ¡Sólo el mensaje más seguramente, más incontestablemente, divino, el Secreto de la Virgen de Fátima, permanece escandalosamente en el "índice"! La conclusión se impone: ¡70 años después de sus apariciones de Cova da Iría y del gran milagro del sol, es el tiempo apropiado para dejar hablar a la Santísima Virgen María, nuestra Madre, autorizando al fin la divulgación de Su mensaje del 13 de julio de 1917! ... y, en el mismo momento, de dar toda libertad de palabra y de correspondencia a Sor Lucía, Su mensajera, en la clausura, por no decir el secuestro del Carmelo de Coimbra.


Que ella pueda al fin libremente recordar todas las peticiones y descubrir las profecías que Nuestra Señora le ha encargado transmitir ¡"para hacer conocer y amar Su Corazón Inmaculado"!



El alba del Renacimiento Católico



Nuestra conclusión es simple: El último Secreto de María es un Secreto terrible, pero verídico y salvador. En tanto que no sea descubierto, la Iglesia continuara caminando a su ruina, ineludiblemente. Se hundirá en el abismo de la apostasía, irremediablemente. Su divulgación, al contrario, señalará el alba de su reanimación. Ciertamente, las divisiones, las controversias y las discusiones, con las cuales sufre tan cruelmente el Cuerpo místico de Cristo, no desaparecerán de un día para otro. Pero serán de un solo golpe aclaradas divinamente. La Virgen María habrá hablado. Entonces, los que osaren pronunciarse contra el mensaje de la Reina del Cielo, tan límpido, tan evidentemente profético y llevando en sí mismo las señales incontestables de su origen divino, serán justamente "descalificados". Y se verá dónde están los verdaderos hijos de María, los verdaderos servidores de la Iglesia, los verdaderos defensores del Santo Padre, cuando El se dedica a obrar con valor y prudencia para cumplir con todo su deber de Vicario de Cristo, de Guardián infalible de los "dogmas de la Fe", y de humilde servidor de María, Reina de los Apóstoles.

18 Como es bien sabido, ningún Papa ha hecho la consagración con las dos condiciones que puso la Ssma. Virgen: 1) Con mención explícita de Rusia. 2) En unión con todos los obispos del mundo.

19 el. "Apparitions á Medjuqorje ?", 82 págs. También ROMA AETERNA n° 97, editorial: "En defensa de la verdadera devoción", págs. 1 a 8. (N. del editor).


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