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domingo, 4 de junio de 2023

EN LA FIESTA DE LA SANTISIMA TRINIDAD.


 

Es por excelencia el misterio que encierra con gran hermetismo nuestra sacrosanta Religión, sin el cual no sería la única religión o Iglesia instituida por Nuestro Señor Jesucristo. Es, a la vez, la piedra angular sobre la cual se edifica la religión católica, a este dogma solo se puede acceder por medio de la FE, o sea, por medio de nuestro asentimiento en esta gran verdad revelada por el mismo Jesucristo en las Sagradas Escrituras, nada hay mas distante de nuestro entendimiento que este hermoso misterio de la Santísima Trinidad.

Por lo tanto, no hay dogma más difícil de exponer que este y solo se puede tener una pálida idea de el mediante nuestra fe y donde nuestra la inteligencia sin ella nada puede hacer.

Es cosa cierta y de fe divina que no podemos probar por sola la razón natural la existencia de las procesiones reales en Dios (Si así es, más difícil será explicar su esencia). En el caso de probar la existencia de dichas procesiones divinas con tan solo la razón natural, dejarían de ser lo que son, es decir, transcedentales y sobrenaturales como el mismo ser íntimo de Dios. Por tal razón, para llegar a su conocimiento solo nos queda el testimonio de la revelación divina, auténticamente interpretada y propuesta por el magisterio infalible de la Iglesia. En las cosas que sobrepasan nuestra capacidad natural es un deber de nuestra razón conformarse con la divina, sometiéndose a ella y prestándole asentimiento por medio de la FE. Queda a la teología el deber sagrado de explicarlas del mejor modo posible, sin pretender nunca descorrer el velo de los misterios divinos, los cuales, mientras vivimos en este mundo, se ocultan a la mirada clara de nuestro entendimiento.

Santo Tomás al tratar de las procesiones divinas se contenta con afirmar que “la Sagrada Escritura usa nombres y emplea expresiones que significan procesiones para designar las divinas personas”, recogiendo después en un texto el sentido de la revelación, cuyo contenido integral pasa luego a explicar teológicamente, nosotros, por ahora, dejamos el sentido teológico por falta de espacio y tiempo.

Los nombres que en la Sagrada Escritura se expresan las personas divinas manifiestan, efectivamente, la existencia en Dios de dos procesiones distintas. Así a la primera persona se le da el nombre de Padre (Jn. 17, 6). La segunda recibe distintos nombres, expresando todos la misma idea de procedencia del Padre por verdadera y propia generación. Y estos son: Hijo de Dios por naturaleza (Mt. 3, 17), de Unigénito del Padre (Jn. 1, 14: 3, 16 etc), Verbo (Jn. 1, 1: apoc. 19, 13), Imagen de Dios, Figura de sus Substancia ( II. Cor. 4,4: Col. 1, 15; Hebr. 1, 3).

Es indudable que todos estos nombres de la segunda persona de la Trinidad augusta indican el origen o procedencia del Padre, por razón de la cual únicamente pueden atribuirse con toda propiedad. Porque Hijo de Dios por naturaleza se dice en la Sagrada Escritura del que recibe del Padre por verdadera generación. Por eso mismo, el nombre de Padre es el que usa Jesucristo constantemente cuando se refiere a Dios (Jn. 8, 1; 21, 24 etc), para significar la relación intima de paternidad, que no es otra que la de origen por verdadera generación en unidad de naturaleza o esencia divina (Jn. 8, 15; 19, 30; 14, 24; 16. 3, 24 etc). Como esta comunicación de naturaleza es plenísima, total y única por ser en la identidad más absoluta de esencia, al Hijo se le llama también Unigénito. Se dice además Verbo, porque procede del acto de entender del Padre su divina esencia. De igual modo, siendo la esencia del Hijo expresión perfecta de la misma naturaleza del Padre, se le llama también con toda propiedad Imagen, Esplendor, Figura de la substancia del Padre.

La tercera persona divina es designada en la Sagrada Escritura con nombre muy diferente de la segunda. Estos nombres son: Espíritu Santo (Mt. 28,19 etc), Amor (I Jn. 4, 7-8; Rom. 5, 5), Don (Jn. 7, 38; 4, 10 S; Act. 2, 38 etc.), Abogado y Espíritu de Verdad (JN. 14, 15-19; 15, 26) y oras más secundarias. A diferencia de la segunda persona, nunca se dice de la tercera en las Sagradas Escrituras que es engendrada, sino que procede.

Por donde claramente se manifiesta claramente que tiene en Dios un origen distinto de aquella. Esta distinción consiste en que el Espirtu Santo procede del Padre y del Hijo (como lo confesamos en el Credo de domingos y días festivos de I y II clase en las Misas), y su origen no tiene razón de generación como la del Hijo.

Asi lo enseña el mismo Jesucristo por san Juan: “Cuando venga el Abogado que yo enviare de parte del Padre, el Espíritu de Verdad, que procede del Padre, El dará testimonio de mi” (15, 26). Un poco mas adelante añade que procede también del Hijo, en los términos siguientes: “Cuando viniere aquel, el Espíritu de Verdad, os conducirá hacia la verdad completa, porque no hablara de si mismo, sino que hablara de lo que oyere, y os anunciará de cosas venideras. El me glorificara porque tomará de lo mío y os hará conocer; porque os he dicho que tomara de lo mío y os dará a conocer” (Jn 14, 13-15).

Es decir, el Espíritu Santo recibe de la ciencia del Hijo. Mas la ciencia en Dios se identifica realmente con la esencia divina. Luego decir que el Espíritu Santo recibe del Hijo es tanto como decir que procede realmente de Él. Y, como por otra parte, se dice también que procede del Padre, siguese que la procesión del Espíritu Santo se distingue realmente de la propia del Hijo, y, por lo tanto, que no es generación, la cual es única en Dios. De aquí las denominaciones diversas que recibe en la revelación divina.

Así pues, según la revelación divina, existen en Dios dos procesiones distintas la del Hijo y la del Espíritu Santo, de las cuales es verdadera generación y no la segunda. El Padre no procede de nadie, sino que es principio de toda la Trinidad, y así se distingue también realmente de las otras personas divinas, que proceden de Él. Dicho de otra manera, solo existen dos procesione del mismo Dios, porque solo hay tres personas distintas en un solo Dios verdadero, y son dos las acciones inmanentes según las cuales aquellas se verifican. No es un tema fácil tratar sobre la Santísima Trinidad, es un tema del cual solo se da una brevísima noción y aun esta es una pálida expresión de las dimensiones infinitas que realmente abarca este tema tan hermoso, pero a la vez misterioso y dogmático. Espero que este breve resumen les sirva de poco o mucho para tratar de entender poco, pero muy poco del tema trinitario.

 

 

 

  

 

 

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