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viernes, 6 de mayo de 2022

"Léeme o laméntalo"


El título es algo alarmante. Aún, estimado lector, si tú escudriñas este pequeño libro, verás por tí mismo cuán merecido es. El libro nos cuenta cómo salvarnos a nosotros mismos y a otros de un sufrimiento inenarrable. Algunos libros son buenos y algunos otros pueden ser de provecho. Otros son mejores y deben ser leídos sin falta.

Hay, sin embargo, libros de tan excelente mérito por razón de sus consejos, la convicción que acarrean y la acción urgente a la que nos impulsa, que sería cabalmente alocado no leerlos.

"léeme o laméntalo" pertenece a esa clase de libros. Es por tu mayor interés, estimado amigo, que lo leas y releas, para ponderarlo bien y profundamente en sus contenidos. Nunca te arrepentirás de ello, por el contrario, grande y amargo será tu arrepentimiento si tu falla en estudiarlo en sus sustanciosas páginas.

¡AUXILIO, AUXILIO, ¡SUFRIMOS MUCHO!

i: Nunca llegaremos a comprender lo suficientemente claro que una limosna, pequeña o grande, dada en favor de las almas sufrientes, se la damos directamente a Dios. El acepta y recuerda como si se la hubieran dado directamente a Él mismo. Así, todo lo que hagamos por ellas, Dios lo acepta hecho para El. Es como si lo aliviáramos o liberáramos a Él mismo del Purgatorio. ¡En qué manera nos pagará!

II.    No hay mayor famelia, sed, pobreza, necesidad, pena, dolor, sufrimiento que se compare a los de las Almas del Purgatorio, por lo tanto, no hay limosnas más merecidas, ni más placenteras a Dios, ni mérito más alto para nosotros, que rezar, pedir celebraciones de Misas, y dar limosnas en favor de las pobres Santas Almas.

III.   Es muy posible que algunos de nuestros más cercanos y queridos parientes estén todavía sufriendo las purificantes penas del Purgatorio y llamándonos entre lastimosos gemidos para que los ayudemos y aliviemos.

IV.   ¿¿No es terrible que seamos tan duros que no podamos pensar en ellos, ni tampoco podemos ser tan crueles que deliberadamente los lvidemos??!!!

IV. ¿¿No es terrible que seamos tan duros que no podamos pensar en ellos, ni tampoco podemos ser tan crueles que deliberadamente los olvidemos??!!!

Por el amor de Cristo, hagamos todo, pero todo, lo que podamos por ellas. Cada católico debería unirse a la Asociación de las Animas Benditas.

PURGATORIO:

"Tengan piedad de mí, tengan piedad de mí, por lo menos ustedes mis amigos, porque la mano del Señor me ha tocado" (Job 19:21).

Esta es la conmovedora súplica que la Iglesia Purgante envía a sus amigos en la tierra.

Tierra, comiencen, imploren su ayuda, en respuesta a la angustia mas profunda. Muchos dependen de sus oraciones.

Es incomprensible como algunos católicos, aún aquellos que de una u otra forma son devotos, vergonzosamente desatienden a las almas del Purgatorio. Parecería que no creen en el Purgatorio. Ciertamente es que sus ideas acerca de ello son muy difusas. ¡Días y semanas y meses pasan sin que ellos reciban una Misa dicha por ellas!

Raramente también, oyen Misa por ellos, raramente rezan por ellos, ¡raramente piensan en ellos! Entretanto están gozando la plenitud de la salud y la felicidad, ocupados en sus trabajos; divirtiéndose, mientras las pobres almas sufren inenarrables agonías en sus lechos de llamas. ¿Cuál es la causa de esta horrible insensibilidad? Ignorancia: gruesa, inexplicable ignorancia.

La gente no se da cuenta de lo que es el Purgatorio. No conciben las espantosas penas, ni tienen idea de los largos años que las almas son retenidas en esas horribles llamas. Como resultado, hacen poco o nada para evitarse a sí mismos el Purgatorio, y aún peor, cruelmente ignoran a las pobres almas que ya están allí y que dependen enteramente de ellos para ser auxiliadas.

Estimado lector, lee detenidamente este pequeño libro con cuidado y bendecirás el día que cayó en tus manos.

CAPÍTULO UNO: QUÉ ES EL PURGATORIO.

Es una prisión de fuego en la cual casi todas las almas salvadas son sumergidas después de la muerte y en la cual sufren las más intensas penas.

Aquí está lo que los más grandes doctores de la iglesia nos dicen acerca del Purgatorio.

Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas, que un minuto de ese horrible fuego parece ser un siglo.

Santo Tomás Aquino, el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno, ¡y que el mínimo contacto con él es más aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra!

San Agustín, el más grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus faltas previamente a ser aceptada en el Cielo, las almas después de muertas son sujetas a un fuego más penetrante y más terrible del que nadie pueda ver, sentir o concebir en esta vida.

Aunque este fuego está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra.

San Cirilo de Alejandría no duda en decir que "sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el Purgatorio".

Otro gran Santo dice: Nuestro fuego, en comparación con el fuego del Purgatorio, es una brisa fresca".

Otros santos escritores hablan en idénticos términos de ese horrible fuego.

¿CÓMO ES QUE LAS PENAS DEL PURGATORIO SON TAN SEVERAS?

1.   El fuego que vemos en la Tierra fue hecho por la bondad de Dios para nuestra comodidad y nuestro bienestar. A veces es usado como tormento, y es lo más terrible que podemos imaginar.

2.   El fuego del Purgatorio, por el contrario, está hecho por la Justicia de Dios para penar y purificarnos y es, por consiguiente, incomparablemente más severo.

3.   Nuestro fuego, como máximo, arde hasta consumir nuestro cuerpo; hecho de materia, por el contrario, el fuego del Purgatorio actúa sobre el alma espiritual, la cual es inexplicablemente más sensible a la pena.

4.   Cuanto más intenso es el fuego, más rápidamente destruye a su víctima; la cual por consiguiente cesa de sufrir; por cuanto el fuego del Purgatorio inflinge el más agudo y la más violenta pena, pero nunca mata al alma ni le quita sensibilidad.

5.   Tan severo como es el fuego del Purgatorio, es la pena de la separación de Dios, la cual el alma también sufre en el Purgatorio, y esta es la pena más severa. El alma separada del cuerpo anhela con toda la intensidad de su naturaleza espiritual estar con Dios. Es consumida de intenso deseo de volar hacia Él. Aun es retenida, y no hay palabras para describir la angustia de esa aspiración insatisfecha.

Qué locura, entonces, es para un ser inteligente como el ser humano negar cualquier precaución para evitar tal espantoso hecho.

Es infantil decir que no puede ser así, que no lo podemos entender, que es mejor no pensar o no hablar de ello. El hecho es que, ya sea lo creamos o no, todas las penas del Purgatorio están más allá de lo que podamos imaginar o concebir. Estas son las palabras de San Agustín.

Capítulo 2: ¿Puede todo esto ser verdad?

La existencia del Purgatorio es tan cierta que ningún católico ha tenido nunca una duda acerca de ello. Fue enseñado desde los tiempos más remotos por la Iglesia y fue aceptada con indubitable fe cuando la Palabra de Dios fue predicada. La doctrina es revelada en la Sagrada Escritura y creída por millones y millones de creyentes de todos los tiempos.

Aún, tal como lo hemos remarcado, las ideas de algunos son tan vagas y superficiales en este tema tan importante, que son como personas que cierran sus ojos y caminan deliberadamente en el filo de un precipicio.

Harían bien en recordad que la mejor manera de acortar nuestra estadía en el Purgatorio - o aún más, evitarlo- es tener una clara idea de ello, y de pensar bien en ello y adoptar los remedios que Dios nos ofrece para evitarlo.

No pensar en ello es fatal. Es cavarse a sí mismos la fosa, y prepararse para ellos mismos un terrorífico, largo y riguroso Purgatorio.

SAN ANTONINO Y SU AMIGO.

La que sigue, es una narración de diferente clase, pero no menos instructiva.

San Antonino, el ilustre Arzobispo de Florencia, relata que había muerto un piadoso caballero amigo de él. Varias Misas fueron sufragadas por su alma.

El Santo se afligió mucho cuando, después de un prolongado lapso, el alma del fallecido se le apareció, sufriendo muchísimo.

"Oh mi querido amigo" exclamó el Arzobispo, ¿¿¿todavía estás en el Purgatorio, tú, que llevaste tal piadosa y devota vida???"

El pobre sufriente contestó: "Así es, y tendré que permanecer aquí por un largo tiempo, pues en mi vida en la tierra fui negligente en ofrecer sufragios por las almas de Purgatorio. Ahora, Dios por su justo juicio aplica los sufragios que debían ser aplicados por mí, en favor de aquellos por los cuales debí haber rezado".

"Dios, en su justicia, me dará todos los méritos de mis buenas obras cuando entre al Cielo; pero antes, debo expiar mi grave negligencia por no haberme acordado de los otros".

Tan ciertas son las palabras de Nuestro Señor "Con la vara con que mides serás medido".

Recuerda, tú que lees estas líneas, el terrible destino de ese piadoso caballero será el de aquellos que desechan orar y rehúsan ayudar a las Santas Almas.

Capítulo 3: ¿Cuánto tiempo permanecen las almas en el Purgatorio?

La extensión de tiempo que las almas permanecen en el Purgatorio depende de:

a)   el número de sus faltas;

b)   la malicia y la deliberación con que éstas fueron realizadas;

c)   la penitencia hecha, o no, la satisfacción hecha, o no, por los pecados cometidos durante la vida;

d)   Y también depende de los sufragios ofrecidos por ellos después de sus muertes.

Lo que se puede decir con seguridad es que, el tiempo que las almas pasan en el Purgatorio es, por regla general, mucho más largo de lo que la gente puede imaginar.

Extraeremos algunas citas de libros que hablan de la vida y las revelaciones de los Santos.

San Luis Bertrand: su padre era un ejemplar cristiano, como naturalmente se podía esperar, siendo el padre de tan gran Santo. En un tiempo deseó llegar a ser un Monje Cartujo, hasta que Dios le hizo ver que no era Su voluntad.

Cuando murió, luego de largos años de practicar cada virtud cristiana, su hijo conocedor de los rigores de la justicia Divina, ofreció algunas Misas y elevó las más fervientes súplicas por el alma del cual el amó tanto.

Una visión de su padre en el Purgatorio lo obligó a multiplicar centenares de veces sus sufragios. Agregó las más severas penas y largos ayunos a sus Misas y oraciones. Aún ocho años completos pasaron antes de obtener la liberación de su padre.

San Malaquías tenía una hermana en el Purgatorio, redobló sus esfuerzos, pero, a pesar de las Misas, oraciones y heroicas mortificaciones ofrecidas por el Santo, permaneció varios años allí.

Se cuenta que una santa monja en Pamplona, logró liberar del Purgatorio a varias Carmelitas que habían permanecido allí por el término de 30 a 40 años.

¡Monjas Carmelitas en el Purgatorio por 40, 50 o 60 años! ¿Cuál será el destino de aquellos que viven inmersos en las tentaciones del Mundo, con sus cientos de debilidades?

San Vicente Ferrer, después de la muerte de su hermana, oró con increíble fervor por su alma y ofreció varias Misas por su liberación. Ella se le apareció al Santo al finalizar su Purgatorio, y le contó que, de no haber sido por su poderosa intercesión ante Dios, ella hubiera estado allí un tiempo interminable.

En la Orden Dominicana es regla general orar por los superiores en el aniversario de sus muertes. Algunos de estos han muerto varios siglos atrás, además, fueron hombres eminentes por su piedad y sabiduría, sin embargo, la Iglesia considera necesario y prudente rogar por ellos.

No queremos significar con esto que todas las almas están retenidas por tiempos iguales en los fuegos expiatorios. Algunas han cometido faltas leves y han hecho penitencia en vida. Por lo tanto, su castigo será mucho menos severo.

Las citas puestas aquí son muy oportunas para hacernos reflexionar: si esas almas, que gozaron del trato, vieron, siguieron, y tuvieron la intercesión de grandes santos, fueron retenidas largo tiempo en el Purgatorio, ¿qué será de nosotros que no gozamos ninguno de esos privilegios?

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