49a Rosa
151) A
fin de que, al rezar el Rosario, ganéis las indulgencias concedidas a los
cofrades del Santo Rosario, es conveniente hacer algunas observaciones sobre
las indulgencias.
La
indulgencia, en general, es una remisión o moderación de las penas temporales
debidas por los pecados actuales, por la aplicación de las satisfacciones
sobreabundantes de Jesucristo, de la Santísima Virgen y de todos los santos,
que están encerradas en los tesoros de la Iglesia.
La
indulgencia plenaria es una remisión de todas las penas debidas por el pecado;
la no plenaria, como de cien, mil años, más o menos, es la remisión de tantas
penas como hubiéramos podido expiar durante cien o mil años si hubiéramos hecho
durante ese tiempo, proporcionalmente, las penitencias enumeradas en los
antiguos cánones de la Iglesia. Ahora bien, estos cánones ordenaban, para un
solo pecado mortal, siete y algunas veces diez y hasta quince años de penitencia,
de suerte que una persona que hubiera cometido veinte pecados mortales debía hacer,
por lo menos, siete veces veinte años de penitencia, y así sucesivamente.
152)
Para que los cofrades del Rosario ganen las indulgencias, es preciso: 1) Que
estén verdaderamente arrepentidos y que hayan confesado y comulgado, como dicen
las bulas de las indulgencias. 2) Que no tengan afecto alguno al pecado venial,
porque subsistiendo el afecto al pecado subsiste la culpa, y subsistiendo la
culpa no se perdona la pena. 3) Es preciso que hagan las oraciones y buenas
obras que señalan las bulas. Cuando, según la intención de los Papas, se puede
ganar una indulgencia parcial, por ejemplo, de cien años, sin ganar la
plenaria, no siempre es necesario -para ganar la parcial- haber confesado y
comulgado. Es lo que sucede con las indulgencias otorgadas al rezo del Santo
Rosario, a las procesiones, a los Rosarios benditos, etc. No despreciéis estas
indulgencias.
153)
Flammin y un gran número de autores refieren que una distinguida señorita
llamada Alejandra, milagrosamente convertida, e inscrita en la Cofradía del
Rosario por Santo Domingo, se le apareció después de muerta y le dijo que
estaba condenada a setecientos años de purgatorio por varios pecados que había
cometido y hecho cometer a varios con sus vanidades mundanas, y le rogó que la
aliviase e hiciese que la aliviasen con sus oraciones los cofrades del Rosario;
así lo hizo el Santo. Quince días después se reapareció a Santo Domingo más
brillante que un sol, pues en tan corto tiempo había sido libertada por las
oraciones que los cofrades del Rosario hicieron por ella. Advirtió también al
Santo que venía de parte de las almas del purgatorio para exhortarle a
continuar predicando el Rosario y hacer de modo que sus parientes las hicieran
partícipes de sus Rosarios, por lo cual ellas les recompensarían
abundantemente
cuando llegaran a la gloria.
50a Rosa
154) A
fin de facilitar el ejercicio del Santo Rosario, he aquí varios métodos para
rezarlo santamente, con la meditación de los misterios gozosos, dolorosos y
gloriosos de Jesús y María.
Os
detendréis en el que más os agrade, y aun podéis vosotros mismos formar
particularmente otro, como han hecho muchos santos personajes.
Métodos
devotos de recitar el Santo Rosario y atraer la gracia de los misterios de la vida,
pasión y gloria de Jesús y María.
Primer
Método Veni, Sancte Spiritus, etc.
Ofrecimiento
del Rosario.
155) Yo
me uno a los santos del cielo y a los justos de la tierra, oh Jesús mío, para
alabar dignamente a vuestra Santísima Madre y a Vos en Ella y por Ella. Y
renuncio a cuantas distracciones sufra durante este Rosario.
Os
ofrecemos, Señora, el Credo para honrar vuestra fe mientras vivisteis en la
tierra y pediros que nos hagáis partícipes de esa misma fe.
Os
ofrecemos el padrenuestro, Señor, para adoraros en vuestra unidad y reconoceros
como principio y fin de todas las cosas.
Os
ofrecemos, Trinidad Santísima, tres avemarías, para agradeceros todas las
mercedes que habéis hecho a María y las que nos habéis hecho a nosotros por su
mediación.
Un
padrenuestro, tres avemarías, gloria.
Ofrecimiento
particular de las decenas.
Misterios Gozosos.
156)
Primera Decena. Os ofrecemos esta primera decena, Señor nuestro Jesucristo, en
honor de vuestra Encarnación. Y os pedimos, por este misterio y por la
intercesión de vuestra santa
Madre,
una profunda humildad de corazón.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
del misterio de la Encarnación, descended a mi alma y hacedla verdaderamente humilde.
Segunda
Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta segunda decena en honor de
la Visitación de vuestra santísima Madre a su prima Santa Isabel. Y os pedimos,
por este misterio
y por la
intercesión de María, una perfecta caridad con nuestro prójimo.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
del misterio de la Visitación, descended a mi alma y hacedla verdaderamente
caritativa.
Tercera
Decena. Os ofrecemos esta tercera decena, oh Jesús niño, en honor de vuestro
santo nacimiento. Y os pedimos, por este misterio y por intercesión de vuestra
santa Madre, el desasimiento de los bienes de la tierra y el amor a la pobreza
y a los pobres.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
del misterio de la Natividad, descended a mi alma y hacedla pobre de espíritu.
Cuarta
Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta cuarta decena en honor de vuestra
Presentación en el templo por manos de María, y por este misterio y por la
intercesión de vuestra santa Madre, os pedimos el don de sabiduría y la pureza
de corazón y de cuerpo.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
del misterio de la Purificación, descended a mi alma y hacedla verdaderamente
sabia y pura.
Quinta
Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta quinta decena en honor de haberos
recobrado María en medio de los doctores cuando os había perdido. Y os pedimos,
por este misterio y por intercesión de Ella, nuestra conversión y la de los
herejes, cismáticos e idólatras.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
del misterio de Jesús hallado en el templo, descended a mi alma y convertidla.
Misterios Dolorosos.
157)
Sexta Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta sexta decena en
honor de vuestra Agonía mortal en el Huerto de los Olivos. Y os pedimos, por
este misterio y por la intercesión de vuestra santa Madre, una perfecta
contrición de nuestros pecados y entera conformidad a vuestra santa voluntad.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
de la Agonía de Jesús, descended a mi alma y hacedla verdaderamente contrita y conforme
con la voluntad de Dios.
Séptima
Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta séptima decena en honor de
vuestra santa Flagelación. Y os pedimos, por este misterio y por la intercesión
de vuestra santísima Madre, perfecta mortificación de nuestros sentidos.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
de la Flagelación de Jesús, descended a mi alma y hacedla verdaderamente
mortificada.
Octava
Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta octava decena en honor de vuestra
dolorosa Coronación de espinas. Y os pedimos, por este misterio y por la
intercesión de vuestra santa Madre, un gran desprecio del mundo.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
del misterio de la Coronación de espinas de Jesús, descended a mi alma y
hacedla verdaderamente opuesta al mundo.
Novena
Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta novena decena en honor de vuestra
Cruz a cuestas. Y os pedimos, por este misterio y por la intercesión de vuestra
santísima Madre, paciencia para llevar la cruz detrás de Vos todos los días de
nuestra vida.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
del misterio de la Cruz a cuestas, descended a mi alma y hacedla verdaderamente
paciente.
Décima Decima.
Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta décima decena, en honor de vuestra
Crucifixión en el Calvario. Y os pedimos, por este misterio y por la
intercesión de vuestra santísima Madre, gran horror al pecado, amor a la Cruz y
buena muerte para nosotros y para cuantos están ahora en la agonía.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
del misterio de la pasión y muerte de Jesucristo, descended a mi alma y hacedla
verdaderamente santa.
Misterios Gloriosos.
158)
Undécima Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta undécima decena
en honor de vuestra triunfante Resurrección. Y os pedimos, por este misterio y
por intercesión de vuestra santísima Madre, una fe viva.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
de la Resurrección, descended a mi alma y hacedla verdaderamente fiel.
Duodécima
Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta duodécima decena en honor de
vuestra gloriosa Ascensión. Y os pedimos, por este misterio y por la
intercesión de vuestra
santísima
Madre, una firme esperanza y un gran deseo del cielo.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
del misterio de la Ascensión de Jesucristo, descended a mi alma y hacedla verdaderamente
celeste.
Decimotercera
Decena. Os ofrecemos, Espíritu Santo, esta decimotercera decena, en honor del
misterio de Pentecostés. Y os pedimos, por este misterio y por intercesión de María,
vuestra fiel esposa, la divina sabiduría para conocer, gustar y practicar la
verdad y hacer partícipe de ella a todo el género humano.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
de Pentecostés, descended a mi alma y hacedla verdaderamente sabia según Dios.
Decimocuarta
Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta decimocuarta decena en honor
de la Inmaculada Concepción y de la Asunción de vuestra santísima Madre, en
cuerpo y alma a los cielos. Y os pedimos, por estos misterios y por su
intercesión, una verdadera devoción a Ella, para bien vivir y morir.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
Gracias
de la Inmaculada Concepción y de la Asunción de María, descended a mi alma y hacedla
verdaderamente devota de María.
Decimoquinta
Decena. Os ofrecemos, Señor nuestro Jesucristo, esta decimoquinta y última decena
en honor de la Coronación de vuestra santísima Madre en los cielos. Y os
pedimos por este misterio y por la intercesión suya, el progreso y la
perseverancia en la virtud hasta la muerte y la corona eterna que nos está
preparada. Os pedimos la misma gracia para todos
nuestros
bienhechores.
Un
padrenuestro, diez avemarías, gloria.
159) Os
pedimos, oh buen Jesús, por los quince misterios de vuestra vida, pasión,
muerte y gloria y los méritos de vuestra santísima Madre, que convirtáis a los
pecadores, auxiliéis a los
agonizantes,
libertéis a las almas del purgatorio y nos deis a todos vuestra gracia para
bien vivir y morir y vuestra gloria para veros cara a cara y amaros durante la
eternidad. Amén.
Segundo
y más breve método para celebrar la vida, muerte y gloria de Jesús y María
rezando el Santo Rosario y para disminuir las distracciones de la imaginación.
160) A
cada avemaría de cada diez, hay que añadir una palabrita que nos traiga a la
memoria el misterio que se celebra en la decena; añadir esta palabra a la mitad
del avemaría, después del nombre de "Jesús".
1a
Decena Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús encarnado.
2a
Decena Jesús santificador.
3a
Decena Jesús pobre niño.
4a
Decena Jesús sacrificado.
5a
Decena Jesús santo de los santos.
6a
Decena Jesús agonizante.
7a
Decena Jesús azotado.
8a
Decena Jesús coronado de espinas.
9a
Decena Jesús cargado con la cruz.
10a
Decena Jesús crucificado.
11a
Decena Jesús resucitado.
12a
Decena Jesús que sube a los cielos.
13a
Decena Jesús que te llena del Espíritu Santo.
14a
Decena Jesús que te resucita.
15a
Decena Jesús que te corona.
Al fin
de la primera corona, se dice: Gracias de los misterios gozosos, descended a
nuestras almas y volvedlas verdaderamente santas.
Al fin
de la segunda: Gracias de los misterios dolorosos, descended a nuestras almas y
hacedlas verdaderamente pacientes.
Al fin
de la tercera: Gracias de los misterios gloriosos, descended a nuestras almas y
hacedlas eternamente bienaventuradas.
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