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lunes, 28 de septiembre de 2020

EL COMUNISMO EN LA REVOLUCION ANTI CRISTIANA. P. JULIO MENVILLE

 


y se da la paradoja de que a pesar que el hombre dispone día a día de mayores medios técnicos que podrían contribuir a su felicidad, se encuentra en una situación de incertidumbre, angustia y terror. La técnica lejos de serle útil, Le resulta perjudicial. Porque al bajar el hombre en calidad moral y al perder por lo mismo su señorío, baja también en su capacidad de dominador de las fuerzas que le rodean y se hace esclavo de sus propias pasiones y utiliza en servicio de éstas los adelantos que produce. Cuanto mayor progreso realiza la técnica en todos los aspectos, más desgraciada y ruinosa es la condición del hombre que La utiliza al servicio de su degradación moral.

El presente ensayo al explicar el comunismo a la luz de la teología de la historia, explica también de dónde procede su carácter "inevitable". "Inevitable" si se tiene en cuenta que el hombre, llamado a una vocación de vida cristiana, se empeña en torcer radicalmente el mensaje evangélico que le requiere. El hombre está llamado primeramente a la contemplación de Dios. El hombre puede y debe dedicarse a tareas materiales que le aseguren un bienestar aquí abajo. Pero no, primeramente.

El hombre es homo sapiens y no precisamente homo faber. Y hombre sabio de la Sabiduría más alta que es la divina.

Al explicar el comunismo a la luz de la teología tratamos de elevarnos sobre la economía, la sociología, la política y aun la filosofía, que no pueden aclararnos sino aspectos fragmentarios del mismo.

El comunismo, al pretender crear un "hombre total", nuevo, pretende infundir un nuevo espíritu a la humanidad. Ese espíritu, al no venir de Dios, viene del enemigo de Dios, del Príncipe de este mundo. Por ello, en la implantación del comunismo se traba una lucha entre el Espíritu de Dios y los espíritus malos que tratan de perder al hombre.

Del sentido, origen y término de esa lucha, sólo puede dar razón la teología de la historia.

Nuestro ensayo quiere explicar asimismo porqué el comunismo viene ahora, en este preciso momento histórico. Y ello se explica si entendemos que la historia no es sino el despliegue a través del tiempo del hombre mismo. Hay que comprender entonces cuáles son las u

virtualidades y valores esenciales que encierra el hombre y qué ha de acaecer si en un momento dado el hombre cristiano, como conjunto social y civilizador, renuncia a la plenitud de su manifestación. Cuando al final de la Edad Media renunció a su condición de "cristiano" para expresarse únicamente como "hombre" -de aquí el "humanismo" de la época renacentista, no podía advertir con experiencia histórica que le era completamente imposible mantenerse en ese "humanismo". Y el hombre fue descendiendo al "animalismo" que caracteriza al hombre del Liberalismo que llena el siglo XIX, al hombre precisamente burgués y capitalista, sumergido en las preocupaciones y goces de la vida económica. Pero ni aquí, ni en este plano de la economía dirigente, puede mantenerse el hombre. Ha de ir descendiendo más abajo, hacia un plano más inferior y de menor densidad cultural, hacia el plano del comunismo, en que el hombre, renunciando a su dignidad de cristiano, a su dignidad de hombre, a su dignidad animal, se contenta con ser un engranaje de la gran maquinaria en que se convierte la ciudad comunista.

Este ensayo quiere explicar igualmente cuál es la única y adecuada solución que ponga remedio a la caída del hombre y de los pueblos en el comunismo ateo. Sin desantender la utilidad que puede proporcionar la economía, la sociología, la política y la filosofía, quiere sobre todo destacar que el remedio pleno y adecuado contra el comunismo es la vida cristiana en plenitud, en el orden privado y público. El "buscad primero el reino de Dl0S", no es una palabra vacía del Señor. Dios no dice,

como decimos nosotros, palabras vacías. Es una ley para los pueblos. Es una ley de la Historia.

Es una solución también para los pueblos y para la Historia que, cuando por infidelidad han caldo en los abismos de la degradación, encuentran su remedio en la Palabra del Señor. Lagos quiere decir Palabra. Y el mundo hoy, sobre todo el mundo que fue cristiano y ya no lo es, necesita el soplo del Lagos, de la Palabra, que lo levante y le dé nueva vida.

En medio de la tragedia que aqueja profundamente a los pueblos y a la Historia en esta hora sombría de la humanidad, Dios parece haber reducido a Silencio a su Iglesia, en vastas regiones del planeta -la Iglesia del Silencio comprende a Rusia, Estonia, Letonia, Lituania, Ucrania, Albania, Bulgaria, China, Corea, Hungría, Polonia, Rumania, Checoslovaquia, Vietnam, Yugoslavia y Cuba r amenaza extenderse a otros países-, para que el hombre, después de haber callado, esté en condiciones de oír la Palabra de la Esposa del Verbo. Sólo esta Palabra puede saloarle.

 

J. M.

En la festividad de San José Obrero de 1961.

 

CAPÍTULO PRIMERO

DE LA CIUDAD CATOLICA A LA

CIUDAD COMUNISTA

El comunismo no puede ser entendido ni doctrinaria ni históricamente si no se establece un punto de referencia con el cual compararle. Este punto puede ser el cristianismo, el hombre, la sociedad burguesa o cualquier otro que quiera tomar la casi infinita consideración humana. Se logrará así de él, según el caso, una inteligencia más o menos verdadera y completa. Pero el único punto que proporciona sobre él una luz verdadera y completa es el de la ciudad católica. Por, que éste es el de la sociedad elaborada de acuerdo al plan de Dios, en la Providencia actual, el único que satisface plenamente los designios de Dios y las aspiraciones del hombre. Cuando el hombre entiende cómo debe ser la ciudad terrestre, en qué forma ha de estructurarse y hacia qué fin ha de ordenarse, entiende también cuán perversa, absurda y nefasta es la ciudad comunista, que contraria de tal radical modo los derechos de Dios y las exigencias del hombre.

No ha de faltar quien encuentre peregrino este concepto de "Ciudad Católica", como si fuera una novedad caprichosa, enunciada arbitrariamente. No hay tal.

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