Días atrás trascendió que el
Ministerio de Seguridad de China instaba al Gobierno a prepararse incluso para
una guerra, en vistas de la presión de la Casa Blanca y de Occidente, con
renovadas acusaciones sobre su responsabilidad en la pandemia, que alcanzaron
"un nivel de histeria".
En efecto, trascendió que "un
documento fue presentado a principios de abril por el Ministerio de Seguridad
chino a los principales líderes de Pekín, entre ellos el presidente de la
República, y en él se asegura que la hostilidad hacia China está en su punto más alto desde las sanciones
internacionales que sufrió China tras la matanza de la Plaza Tiananmen de
1989".
El citado informe habría sido
elaborado por los Institutos de Relaciones Internacionales Contemporáneas de
China (CICIR), expertos del Ministerio de Seguridad del Estado, que es el
principal órgano de inteligencia de China. Además de contener el ascenso de
China, los especialistas estiman que EEUU pretende debilitar el Gobierno del
Partido Comunista socavando la confianza de la población.
Frente a esta situación, Pekín
tiene entre sus planes dos armas pesadas. Una de ellas consiste en "reducir sus vastas tenencias de bonos del Tesoro de
Estados Unidos".
"China podría desencadenar una caída
del dólar estadounidense y de los mercados financieros inundando el mercado con
bonos del Tesoro de EEUU a la venta, lo que empujaría a la baja los precios de
los bonos estadounidenses", sostiene el periódico de Hong Kong South China
Morning Post, citado por Sputnik.
Es cierto que la venta masiva de sus
bonos del Tesoro causaría una catástrofe financiera global, que también
perjudicaría al dragón, por lo cual no es la mejor opción, aunque este tema
está sobre la mesa desde tiempo atrás.
Lo realmente novedoso, es que los
medios oficialistas están llamando a incrementar seriamente el armamento
nuclear. El editorial de Global Times del 8 de mayo se pregunta: "¿Esta
ola anti-China está diseñada específicamente para que Trump gane la reelección? ¿Se disipará una vez que terminen las
elecciones?". E inmediatamente se
responde: "No podemos estar bajo tal engaño".
En suma, la dirección china tiene muy
claro que gane quien gane las elecciones presidenciales de noviembre, la
campaña "responsabilizar a China" seguirá su curso.
"El ascenso de China está
causando que algunas élites políticas estadounidenses abandonen el pensamiento
racional. Su juicio básico ha sido distorsionado", sostiene el editorial
oficialista. "Atacar a China se ha convertido gradualmente en la nueva
"corrección política" en los Estados Unidos, que afecta seriamente la
comprensión objetiva de la sociedad estadounidense de los problemas
relacionados con China", concluye.
El resultado de este análisis parece
obvio: "China necesita prepararse para un desafío a largo plazo. Primero,
debemos fortalecer y mejorar nuestra tecnología científica central y nuestro
poder estratégico militar".
En la misma edición, el editor jefe
de Global Times, Hu Xijin, titula su
análisis: "China necesita aumentar sus ojivas nucleares a 1.000".
Agrega que el país asiático debe tener al menos 100 misiles estratégicos
Dongfeng-41, porque "necesitamos un arsenal nuclear más grande para frenar
las ambiciones estratégicas e impulsos estadounidenses hacia China. Quizás
tengamos que enfrentar desafíos con una determinación más fuerte en el futuro
cercano, lo que requiere el apoyo de los misiles Dongfeng y Julang".
Aunque el medio oficioso del Partido
Comunista defiende las buenas relaciones con EEUU, no se llama a engaño.
"No seas ingenuo. No asumas que las ojivas nucleares son inútiles. De
hecho, se están utilizando todos los días como un elemento disuasorio para dar
forma a las actitudes de las élites estadounidenses hacia China".
En 2006 la Agencia de Inteligencia de
la Defensa de EEUU estimaba que China poseía unas cien ojivas nucleares, aunque otras
fuentes estimaban que ascienden a 400. En cualquier caso, se plantea un aumento
importantísimo del arsenal nuclear y, sobre todo, se lo proclama abiertamente
cuando el dragón había sido muy cuidadoso hasta ahora al abordar estos temas.
La impresión que se recoge es que la
dirigencia china está muy preocupada con la deriva de agresividad que está
tomando forma a raíz de la pandemia de coronavirus. Por lo que se puede recordar,
desde que Mao Tse Tung afirmara, antes del triunfo de la revolución, que
"la bomba atómica es un tigre de papel", a la que no debía temerse,
los sucesivos gobiernos chinos no habían abordado el tema nuclear de esta forma
tan clara y transparente.
Es evidente que la República Popular
China se viene reforzando de manera formidable, como lo demuestra la botadura
de dos nuevos submarinos nucleares portadores de misiles balísticos
intercontinentales, además del segundo navío de asalto anfibio en apenas siete meses, un
portahelicópteros de 35,000 toneladas.
Por último, el analista Xulio Rios
del Observatorio de la Política China, estima que Xi Jinping está promoviendo
un hondo viraje en los asuntos internos. "Asistimos en las últimas semanas
a una acusada recentralización de los asuntos de Hong Kong que amenaza con
pulverizar la autonomía local". Agrega que el Gobierno tiene urgencia en
promover la estabilidad interna, pues en el marco de "una pésima situación
económica por el impacto de COVID-19, ya ha adelantado que la estabilidad social será crucial
para la recuperación".
Parece evidente que el Gobierno chino
se está preparando para una guerra que no desea, pero que considera tal vez
inevitable. Para eso extrema el control interno, evitando así posibles
estallidos sociales que —como en el período imperial debilitarían al país.
Por otro lado, sigue adelante con lo
que los especialistas denominan como "ritmo frenético" en la
construcción y modernización de su flota de guerra, que está llamada a jugar un
papel muy destacado en la defensa del Mar del Sur de China, aguas estratégicas
para el dragón, por donde pasa buena parte del comercio internacional y, de
modo muy particular, las gigantescas cisternas que lo aprovisionan de petróleo.
Es probable que las altas esferas
chinas estén convencidas de que las elites estadounidenses ya se hayan decidido
por desatar un conflicto armado, probablemente localizado, para contener su
inevitable decadencia imperial.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE
CON LA DEL BLOG
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