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sábado, 8 de febrero de 2020

CARTA A LOS CATÓLICOS PERPLEJOS



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Escuela Mixta
EL MODERNISMO DESTRUYE LAS ESCUELAS CATOLICAS

Pío IX llamó a esto "delirio" y "una libertad de perdición". León XIII condenó el indiferentismo del Estado en materia religiosa. ¿Ya no es cierto lo que era válido en aquella época? No se puede afirmar la libertad de todas las comunidades religiosas de la sociedad humana, sin otorgar igualmente la libertad moral a esas comunidades. El islamismo admite la poligamia, los protestantes tienen según las iglesias, posiciones más o menos laxistas sobre la indisolubilidad de los vínculos conyugales y sobre la anticoncepción. .. Así desaparece el criterio del bien y de mal. En Europa, el aborto ya no está prohibido por la ley más que en la Irlanda católica. No es posible que la Iglesia de Dios cubra de alguna manera estos excesos al afirmar la libertad religiosa. Otra consecuencia: las escuelas libres. El Estado ya no puede comprender que existan escuelas católicas ni que estas representen la mayor parte del sector de la enseñanza privada. Como se ha visto recientemente, el Estado las coloca en el mismo plano que las escuelas fundadas por diversas sectas y dice: "Si os permitimos existir, debemos proceder de la mismo manera con Moon y con todas las otras comunidades de esta índole que tienen tan mala reputación". ¡Y ahora la Iglesia no tiene argumentos que oponer! El gobierno socialista ha sacado muy buen partido de la declaración sobre la libertad religiosa. De conformidad con el mismo principio, se pensó en fusionar escuelas católicas con otras ¡siempre que éstas observen el derecho natural! Otras escuelas católicas están abiertas para niños de cualquier religión y algunas se jactan de tener más alumnos musulmanes que cristianos. De esta manera la Iglesia, al aceptar una situación jurídica común en las sociedades civiles, corre el riesgo de convertirse en una secta entre otras. Corre el peligro de desaparecer pues es evidente que la verdad no puede dar sus derechos al error sin renegar de sí misma. Las escuelas libres adoptaron en Francia para hacer manifestaciones en las calles un himno muy hermoso cuyas palabras empero revelan el contagio de este detestable espíritu: "Libertad, tú eres la única verdad". La libertad considerada como un bien absoluto es quimérica. Aplicada al orden religioso conduce al relativismo doctrinal y a la indiferencia práctica. Los católicos perplejos deben aferrarse a las palabras de Cristo que cité antes: "La verdad os hará libres".
Resumamos. La nueva religión, en todos sus aspectos, choca al buen sentido cristiano. El católico está expuesto a una desacralización general; se lo han cambiado todo, todo está adaptado. Le han dado a entender que todas las religiones aportan la salvación, que la Iglesia acoge indistintamente a los cristianos separados y aun al conjunto de creyentes que se inclinan ante Buda o ante Krishna. Se le explica que los clérigos y los laicos son miembros iguales del "pueblo de Dios" hasta el punto de que ciertos laicos designados para cumplir determinadas funciones asumen las tareas clericales (se los ve celebrar solos los entierros y administrar el viático a los enfermos) en tanto que los religiosos asumen las tareas de los laicos. Se visten como ellos, van a trabajar a fábricas, se afilian a los sindicatos, hacen política. El nuevo derecho canónico fortalece esta concepción. Confiere prerrogativas inéditas a los fieles al reducir la diferencia entre éstos y los sacerdotes y al instituir lo que se llaman "derechos": teólogos laicos pueden ocupar cátedras de teología en las universidades católicas, los fieles participan en el culto divino en funciones (que estaban reservadas antes a ciertas órdenes menores) y en la administración de ciertos sacramentos; distribuyen la comunión, comparten el testimonio ministerial en las ceremonias nupciales. Por otra parte, se lee que la Iglesia de Dios "subsiste" en la Iglesia católica, fórmula sospechosa, pues la doctrina de siempre enseña que la Iglesia de Dios es la Iglesia católica. Si se considera esta fórmula reciente, parecería que las comunidades protestantes y ortodoxas forman también parte de ella, lo cual es falso puesto que esas comunidades están separadas de la única Iglesia fundada por Jesucristo: Credo in unam sactam Ecclesiam. El nuevo derecho canónico fue redactado con tal prisa y confusión que habiéndose promulgado en enero de 1983, en noviembre del mismo año ya tenía ciento catorce modificaciones. Esto también desconcierta al cristiano que tenía la costumbre de remitirse a la legislación eclesiástica como a algo fijo. Si un padre de familia se preocupa por educar bien a sus hijos, sea él mismo un practicante asiduo o esté alejado de la práctica de los sacramentos, experimentará muchas decepciones. En numerosos casos, las escuelas católicas adoptaron el régimen mixto, en ellas se imparte educación sexual, la enseñanza religiosa desaparece en las clases importantes y no es raro encontrar profesores de orientación socialista si no ya comunista. En un asunto que hizo mucho ruido en el oeste de Francia, uno de esos educadores, eliminado por los padres de los alumnos y luego reintegrado por la dirección diocesana, exponía así su defensa: "Seis meses después de haber vuelto a Notre-Dame, el padre de un alumno quiso separarme simplemente porque al comienzo del año me había presentado desde todos los puntos de vista político (de izquierda), social, religioso... Según ese padre no era posible ser profesor de filosofía y socialista en un establecimiento privado".
Veamos otro caso que ocurrió en el norte de Francia: un nuevo director es nombrado en una escuela por la dirección diocesana; al cabo de un tiempo los padres advierten que el hombre milita en un sindicato de izquierda, que se trata de un sacerdote reducido al estado laico y casado, que sus hijos no parecen haber sido bautizados. En Navidad, organiza una fiesta para los alumnos y los padres con la participación del Socorro Popular que es, como se sabe, una organización comunista. Entonces los católicos de buena voluntad se preguntan si vale la pena hacer esfuerzos para que sus hijos asistan a la escuela libre. En un establecimiento para señoritas del centro de París, la catequista se presenta una mañana con el capellán de Fresnes, a quien acompaña un joven preso de dieciocho años. Se explica a las alumnas que los presos se sienten muy solos, que tienen necesidad de afecto, de contactos con el exterior y de correspondencia. Si alguna de las alumnas quiere convertirse en madrina, puede dar su nombre y su dirección. Pero sobre todo no hay que decir nada de esto a los padres, pues ellos no comprenden esas cosas; éste debe ser un asunto sólo de jóvenes. En otro lugar, una maestra recibió una reprimenda de parte de un grupo de padres por haber hecho aprender a sus alumnos fórmulas del catecismo y del Avemaría. El obispo la apoyó, lo cual parece lo más normal del mundo, pero es tan poco habitual que su carta fue reproducida en La Famille éducatrice y el incidente adquirió las dimensiones de un acontecimiento.



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