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miércoles, 30 de octubre de 2019

EL APOKALIPSYS DE SAN JUAN. POR EL PADRE CASTELANI



Esto dice el que tiene
Los siete espíritus de Dios
Y las siete estrellas:

Los siete ángeles "que asisten continuamente a la faz de Dios", de los cuales conocemos – un poco – al Ángel de la Anunciación, Gabriel, son a la vez las Siete Estrellas, por hendíadis. (Es una figura retórica que consiste en la expresión de un único concepto mediante dos términos coordinados. Así, si decimos "estará aquí en carne y hueso", los dos sustantivos sirven para trasmitir una sola idea ('en persona'). Otros ejemplos comunes son las expresiones "prometer el oro y el moro", "estar a las duras y a las maduras", "a tontas y a locas", "a trancas y barrancas" y "a troche y moche" (en las que intervienen también la rima y la paronomasia).
Conozco tus obras
Que tienes nombre de viviente
Y eres muerto.
El llamado Renacimiento no fue un nuevo nacimiento de la civilización, como se ilusionó el mundo mundano; ni una nueva creación, ni una resurrección de la cultura; eso es un engaño. Los historiadores protestantes y liberales crearon esa burda ilusión, de que el Renacimiento – y la Reforma – marcan el fin de las Épocas Oscuras, y el Alba de los gloriosos y refulgentes tiempos… en que vivimos: más oscuros que nunca. Estamos de vuelta de ese desaforado mito del iluminismo. Por el contrario, y por una reacción contra él, muchos autores actuales (Maritain, Bioy, Peter Wust, un poco el mismo Belloc, y otros) pintan al Renacimiento como una caída vertical, un verdadero desastre, causa de todas las ruinas actuales; y vuelven sus ojos nostalgiosos a la Edad Media, como a un parangón de todos los bienes. Las dos teorías son extremosas y simplistas.
Quien bien lo considere, verá que el llamado Renacimiento fue una especie de equilibrio inestable entre la gran crisis ya mencionada del siglo XIV – con su Muerte Negra, su Cisma de Occidente, su Guerra de los Cien Años, y su universal desorden político – y la otra gran crisis del XVII producida por el Protestantismo; una especie de gran resuello, una brillante fiesta, en la cual se quemaron, espléndidamente por cierto, las reservas vitales acumuladas durante la Edad Media. Ésa es la visión de los mejores historiadores actuales: una breve y alocada primavera después de un largo y duro pero muy salubre invierno. Junto con el reencuentro del arte griego y las obras de los grandes sabios antiguos, la invención de la técnica moderna, y la estructuración estatal de los grandes reinos europeos, el paganismo, mantenido durante la Edad Media en el subsuelo, irrumpe a la superficie de la vida europea, al mismo tiempo que afluyen a ella las riquezas de todo el orbe, y estalla la gran revolución religiosa. De manera que bien pueden cifrarse en el versículo perentorio del Profeta: "Tienes el nombre de viviente [renacido] pero en realidad vas a la muerte."
Hazte vigilante
Y corrobora lo que te queda
Lo que tiene que morir....
Otra recomienda de la Tradición: desde ahora más la Iglesia lo que tiene que hacer es conservar lo que le queda, los restos (taloipa) aun sabiendo que son cosas perecederas y van al muere: por ejemplo, el Vaticano, el poder temporal del Papa, la liturgia ya ininteligible a la mayoría, el boato regio en San Pedro: apariencias de un Rey que ya no es obedecido, las excomuniones y el "index"… la legitimidad de la Monarquía hereditaria, el cultivo de la filosofía y las bellas letras, la defensa de la libertad política, las corporaciones o guildas medievales, la no separación de la Iglesia y el Estado, la ley civil del matrimonio indisoluble …
pietosi residui d'un tempo chefú …
Todo esto y mucho más, que entendemos bajo el nombre de Tradición Occidental, toda la herencia de Occidente que podríamos llamar Romanidad (el "Obstáculo" al Anticristo, que dice San Pablo), a partir del Renacimiento comienza a ir al muere; y el esfuerzo de la Iglesia se emplea solamente en roborarlo. Los signos han cambiado, el poder creador no es ya de la Iglesia sino del enemigo. Mas las creaciones modernas son bajo el signo de Satán; son destrucciones en el fondo y creaciones sólo en apariencia; son parasitaciones enormes e hipertróficas de antiguas creaciones, enormes escapes de fuerzas por la ruptura de antiguos equilibrios: la "técnica" moderna es una degeneración y una desviación de la Ciencia, el capitalismo es estructura enfermiza de la industria y el comercio, la actual cultura ("cultolatría"), degeneración del antiguo esfuerzo del intelecto por procurar al hombre un poco de felicidad, que ha virado hacia el ideal de los goces materiales; de modo que hoy día bien puede dársele la vieja definición de Tácito:
"llámase cultura al corromper y ser corrompido."
Todas estas cosas hemos de defenderlas, son buenas en sí mismas; y sin embargo un día – y hoy ya se ve la dirección del proceso – serán presa y presea del Maligno, vaciadas por dentro y convertidas en engañosa cáscara. Este es el misterio de las Profundidades de Satán.
Porque ya no encuentro tus obras llenas
En la faz y en los oíos de mi Dios.
El proceso ha seguido ese camino: una hipertrofia de la cáscara, y un vaciamiento del fondo y la sustancia. Las grandes obras del Renacimiento ya no son llenas, ya tienen huecos, ya están picadas. Todos sabemos que la Iglesia se equivocó con Galileo; sin embargo, el filósofo judío Max Scheler defiende que "no se equivocó"; que resistió al gran mecánico llevada de un instinto oscuro pero certero de que la ciencia se estaba picando, estaba saliéndose de su lugar, hipertrofiándose.
Acuérdate cómo has recibido y escuchaste
Y guárdalo
Y conviértete.
Tercera exhortación a lo tradicional, a lo que has escuchado. Pero eso hay que practicarlo (téerei). Hoy día las palabras de la religión resuenan por todas partes, pero muchas veces vacías por dentro, no practicadas, no vividas. En la película yanqui The Hooddlum Priest, por ejemplo, "hay mucha religión", dice la gente. Hay; pero, ¿qué religión? Religión de Hollywood ¡sentimentalismo naturalista! Y ésta es de las mejores "películas religiosas" actuales.
Si no vigilas, vendré como ladrón
Y nulamente sabrás a qué hora
Caeré sobre ti.
Por primera vez en estas Epístolas proféticas aparece la Parusía, y en forma de amenaza. Esta fórmula "vendré como ladrón" la usa de continuo Jesucristo para aludir a la muerte. Las muertes de épocas que vienen después del Renacimiento (la Revolución Francesa, la Guerra Mundial) surgen en forma imprevista, en medio de una euforia. Nos causa risa hoy día leer a Víctor Hugo, leer las desaforadas predicciones eufóricas de los "iluministas"... a las vísperas de la catástrofe del 14.
"Si me preguntan cuál es la mejor época de la historia del mundo, sin reflexionar respondo que la nuestra", dice Kant, el más serio de todos ellos. Literalmente: "Fragt man nun, welche Zeit der ganze bisher bekannten Kirchengeschichte die beste sei, so trage ich kein Bedenken zu sagen: es sei die jetztige; und zwar so, dass man den Keim des wahren Religionsglaubens , so wie es jetzt […] öffenlich gelegt worden, nur ungehindert sich mehr und mehr darf enwickeln lassen, um davon eine continuierliche Annaeherung zu dejenigen alle Menschen auf immer vereinigenden Kirche zu erwarten, die sichbare Vorstellung […] eines unsichtbaren Reiches Gottes auf Erden ausmacht." [12]
O sea, en cristiano: "Si se me preguntara qué tiempo de toda la Historia de la Iglesia conocida hasta aquí, es el mejor, no tengo que pensarlo para decir: es el presente; y en tal manera que el núcleo de la verdadera fe religiosa, [13] tal como hoy abiertamente está puesto, no hay más que dejarlo desarrollarse sueltamente más y más, para poder esperar de él un continuo acercamiento de todos los hombres a una Iglesia perennemente unificante, que efectuará sobre la faz de la tierra una Imagen Visible del Invisible Reino de Dios." Hasta aquí el asno solemne de Kant.
Pero tú tienes algunos pocos nombres en Sardes
Que no han ensuciado sus túnicas -
Y caminarán conmigo en vestes blancas
Puesto que son dignos.
Los hombres realmente religiosos comienzan a devenir una minoría (olíga onómata) en medio de multitudes ensuciadas. Hay una notable constelación o pléyade de Santos que comienza a fines del siglo XIV y termina en el XVIII, cuya enumeración me es imposible, que se parecen como hermanos y "caminaron con Cristo en alba veste": Catalina de Siena, Francisco de Paula, Francisco de Capua y sus seguidores; Ignacio, Teresa, Felipe Neri, Pablo de la Cruz, Juan de la Cruz, José de Calasanz, y todos los otros fundadores; Sixto V, Gonzaga, Cámpion y los demás mártires de la Primera Compañía de Jesús; Vicente Ferrer, Pedro Claver, Luis Beltrán, Martín de Porres … y otros muchos menos conocidos que ahora se me escapan. Su predicación y penitencias atajaron que viniese entonces el Anticristo, si hemos de dar fe al extraño caso de San Vicente Ferrer – Herrero en castellano – el cual anunció por toda Europa que el fin del mundo estaba a las puertas … y resucitó un muerto para probarlo, a creer a las actas de su canonización.
El Victorioso
Ese será revestido en veste alba
Y jamás borraré su nombre del libro de la Vida
Y Yo confesaré su nombre
A la faz de mi Padre
Y a la faz de sus ángeles.
La canonización, inscripción del nombre de los Taumaturgos y los Mártires en el catálogo oficial de los bienaventurados y la solemne confesión en San Pedro, se vuelve hábito de la Iglesia en este tiempo. No quiero decir que el Profeta la haya predicho aquí, sino quizá inverso modo. Aquí esto significa la canonización de la otra vida, la Vida Eterna; de la cual esta otra es signo y figura.
El que tenga oídos que oiga
Lo que el Espíritu - dice a las Iglesias
La admonición a la atención y a la fe sobrenatural está en estas tres últimas al final de las Epístolas. Don Benjamín Benavides me dijo en Roma que a las Cuatro Primeras Épocas se les prometen premios temporales y a las tres Últimas Premios Eternos – que son para los individuos y no para los cuerpos sociales – porque desde Sardes la Iglesia debe ocuparse ya de los individuos y no de las naciones. Yo no estoy muy seguro de eso; y más bien creería que todos los premios prometidos son a la vez temporales y eternos, como creyeron los Santos Padres Apostólicos, los cuales casi sin excepción  fueron todos milenistas espirituales, como dicen ahora; o sea que todos los premios de los primeros capítulos responden al Capítulo Veinte.
Esta es pues la Era del Protestantismo, como la llama Holzhauser, y correspondería al Segundo Caballo, a la Tercera Tuba y a la Cuarta Fiala en los otros tres Septenarios. La rápida corrupción del Renacimiento, que fue un equilibrio inestable después de la crisis del siglo XIV, que realmente pareció una nueva vida en Europa hasta que la crisis se renovó empeorada con el estallido de la "reforma" protestante … " y llevas nombre de vivo - Y estás muerto"; la Contrarreforma, con su empeño en conservar, con su apelo a la tradición europea, ya herida de corrupción por el "humanismo" pagano, cuyas obras realmente no son plenamente católicas, sino misturadas de paganismo y mundanismo... "no encuentro tus obras llenas”…fue realmente un esfuerzo por corroborar: de restauración católica, de modo que sus adversarios tomaron el nombre de revolución (protesta), y los partidos que defendían lo tradicional el nombre de contrarreforma, o sea de una defensiva. La Iglesia se puso en reaccionaria; y de hecho en algunas cosas reaccionó demasiado, como puede verse en el humillante proceso de Bartolomé Carranza. Pero realmente lo que denomina la Contrarreforma no son sus fanáticos, sino los que "caminaron con Cristo en vestes blancas", los Santos. 
Ésta es pues la edad de las Riquezas, y el Florecer en Falso; cuando los galeones hispanos volvían de América cargados de oro y plata, Europa se desgarraba en una confusa guerra de Treinta Años, las Artes y las Ciencias se hinchaban en engolada pompa, la lucha entre protestantes y papistas quedaba empatada por obra de Richelieu y Gustavo Adolfo, la Protesta ya establecida en el Norte desbordaba sobre las naciones católicas en forma de filosofismo y liberalismo, los neonobles ingleses con los bienes arrebatados a monasterios y hospitales creaban el actual capitalismo, y la Revolución por antonomasia aniquilaba en Francia la Monarquía Cristiana, ya herida de muerte en Inglaterra, para iniciar tumultuariamente los tiempos que Kant llama "los mejores de la historia"… los nuestros.



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