B. Esmyrna (2, 8-11)
Y al Ángel en la
Iglesia de Esmyrna escríbele:
La edad de las Persecuciones, desde
Nerón a Diocleciano. Smyrna en griego significa mirra ;
substancia usada en la antigüedad para restaño o restaurativo en las heridas y
para preservar de la corrupción; substancia amarga, símbolo en la Escritura de dolores corporales y de
embalsamamiento; los tres Reyes ofrecieron al Niño Dios oro, incienso y mirra,
como a Rey, Dios y Hombre, dicen los Santos Intérpretes.
He aquí lo que dice el
Primero y el Último El que fue muerto y revivió.
Repetición de uno de los títulos de
Cristo de la Visión Preparatoria, con la añadidura de otro atinente a esta
Iglesia: la alusión a la Muerte y al triunfo sobre la Muerte.
Conozco tu tribulación y tu miseria
Pero tú eres rica...
La
persecución atroz sobrellevada por Cristo es la riqueza de la Iglesia desde el siglo
II al V
Y [conozco] la blasfemia De los que se
autodicen judíos Y no lo son Mas son la Sinagoga de Satán.
Las
persecuciones fueron de carácter satánico: su crueldad superhumana, la iniquidad
con que caían sobre los mejores ciudadanos y hombres más de bien del Imperio,
su objetivo de hacer renegar la fe … Las calumnias de los judíos contra los cristianos
(Popea, concubina de Nerón, fautora de la primera persecución) fueron el fómite
de las persecuciones, como es sabido. Sin Popea, el bestia de Nerón no se hubiese
enterado ni de la existencia de los cristianos: las cosas religiosas lo tenían sin
cuidado. Las calumnias de los judíos eran realmente blasfemas: que Jesús fue el
hijo adulterino de un soldado romano, que los cristianos comían en sus agapees
el cadáver de un niño asesinado para la ocasión (la Eucaristía), que adoraban a
una cabeza de burro, [4] etcétera. El profeta dice que no son judíos, es decir,
no pertenecen ya al "Israel de Dios", que ahora es la Iglesia. Ellos
de vicio se siguen autodenominando israelitas.
Mira, no temas Lo que habrás de sufrir: He
aquí que arrojará el diablo [A muchos] de vosotros En prisión para que sufráis.
Se
reitera el carácter diabólico de la persecución. El ser arrojados en prisión no
excluye la muerte – que por lo demás es mencionada de inmediato – sobre todo con
el verbo ballein: la prisión era el preludio de la ejecución. Los romanos no tenían
"cárcel perpetua" como nosotros – invento muy malo de la benignidad
de nuestros tiempos – a no ser las llamadas minas , que eran en realidad casi
una condena a muerte … o peor.
De las
prisiones se salía brevemente por la absolución o por la pena capital, con enorme
frecuencia.
Y tendréis tribulación
De diez días.
"Son
las Diez Persecuciones", exclamó en el siglo VIII uno de los más grandes comentadores
del Apokalypsis, el monje benedictino español San Beatus de Liébana. Y con
mucha razón. Una tribulación de diez días literales sería ridículamente corta,
y en realidad no podría llamarse así; tanto más cuanto la palabra griega
thlipsis no significa nunca los comunes tríbulos o abrojos del camino, sino una
gran apretura, opresión, vejación o tiranía. La interpretación literal
exclusiva , como nota Billot, es aquí imposible; aunque nada impide que haya
podido acaecer una angustia de 10 días en la comunidad cristiana de Esmyrna,
que Juan haya tomado como typo de la Persecución Universal, que duró casi
cuatro siglos.
Diez
Días en lugar de Cuatro Siglos: quizás manera consolatoria – aunque a osadas bastante
andaluza – de insinuar que "el tiempo es corto y al fin todo pasa".
Hazte fiel hasta la muerte
Y te daré la corona de la vida.
Mención
final de la muerte que completa la descripción atenuada de la terrible satánica
– persecución. N o solamente hay que "ser" fiel, como traduce la
Vulgata, sino que hay que hacerse de nuevo fiel – el verbo griego guinoü dice
nacerse o engendrarse fiel, es decir, cambiarse y no solamente mantenerse como
antes –. Por este tiempo, San Policarpo, Obispo de Esmyrna, sufrió el martirio
por haberse negado a proferir la fórmula idolátrica: "El César es el Señor
[absoluto]". Los judíos impulsaron al pueblo a pedir su muerte, calumniándolo
de "antipatriota"; o sea "nazi", como diríamos hoy.
"La
corona de la vida" puede contener una asociación con la decantada
"corona de Esmyrna", frase halagüeña para el patriotismo local que
los esmirniotas oían continuamente en los discursos: guirnalda de magníficas
construcciones que coronaban la altura sobre que está la ciudad, una de las más
seductoras del mundo, "flor del Asia, primera por su hermosura", como
la llama el rétor Elios Arístides.
El que tenga oídos que oiga Lo que el Espíritu - dice a las
iglesias. El victorioso no será alcanzado Por la muerte, la Segunda.
La
Segunda Muerte es el Infierno, la muerte definitiva; supuesto que por la primera,
"nuestra hermana la muerte corporal", serán muchos alcanzados antes
de tiempo, como ha anunciado el Profeta. Esta expresión de la Muerte Segunda
repercute, como hemos notado, en el capítulo del Triunfo Final (XX, Visión del
Reino Milenario), donde es contrapuesta a la Primera Resurrección.
C.
Pérgamo (2, 12-17)
Y al Ángel en la Iglesia de Pérgamo escríbele:
Pérgamo
(libros), la Iglesia de los Doctores y de las Herejías, hasta
Carlomagno. Es la ciudad que, si no inventó el "pergamino", por lo
menos se hizo el emporio de su fabricación e industria, dándole su nombre. Era
el baluarte del paganismo, una de sus fortalezas ("el trono de
Satán") habiendo sido la primera donde se levantó un templo al Divino
Augusto (la Primera Bestia), primer santuario de la adoración sacrílega
del hombre por el hombre, que será la herejía del Anticristo. El sacerdote de
Zeus Soter (Júpiter Salvador) era al mismo tiempo sacerdote del Emperador Deificado;
y junto a ese culto imperial obligatorio hacían buenas migas Athenea Nikéfora,
Dionysos Kathéguemon y el Dios-Serpiente, Asklepios, o sea Esculapio, dios de
la Medicina; a cuyo santuario concurrían peregrinaciones y se producían curaciones
reputadas milagrosas. La fuerza del Paganismo era su cultura… y su violencia; y
Pérgamo simbolizaba la cultura con sus pergamineros y sus copistas; y según
parece en ella comenzaron los martirios: "el mártir Antipas, mi testigo,
mi fiel, que fue muerto entre vosotros, allí donde Satán mora".
En el
Anticristo habrá dos cosas, un sacrilegio y una herejía (Segunda Bestia).
Se hará adorar como Dios, lo cual es un sacrilegio; y por cierto el máximo; y para ello se
servirá como de instrumento de un culto religioso derivado espuriamente del mismo
Cristianismo: es decir, de una herejía cristiana, que pareciera ha nacido ya en
el mundo.(EL MODERNISMO EN LA IGLESIA ACTUAL) Léase por ejemplo el
libro póstumo de Kirkegord [5] llamado El Instante (oAttack Upon
Christendom , en su traducción inglesa de Walter Lowrie) donde el autor
desenmascara la corrupción suprema del Cristianismo … "sobre todo en el
Protestantismo y principalmente en Dinamarca", según la restricción que él
no cesa de repetir. Pues bien, el estado de cosas religioso durante las persecuciones
era similar o análogo, es decir, el typo: el culto sacrílego del déspota
coronado estaba apoyado y conveído por todos los cultos supersticiosos de la mitología,
empezando por el de Zeus; de modo que el Emperador y Zeus hacían una sola cosa
divina, que no era otra que el Imperio divinizado: especie de Trinidad monstruosa.
Y así el poder político deificado y encarnado en un plebeyo genial y apoyado
por un sacerdocio, será la abominación de la desolación y el reinado del Anticristo.
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