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jueves, 27 de junio de 2019

ACUÉRDATE QUE NO TIENES MAS DE UN ALMA


214.- ¿Por ventura, hermano, haste salvado? A lo que el difunto respondió: ¡Oh! ¡Maldito sea el día en que nací! ¡Maldito el día en que mi madre me parió! ¡Y maldito el hombre que le llevó a mi padre la nueva de que le había nacido un hijo, y no me mató antes de nacer, para que mi madre fuera mi sepultura, y su vientre mi túmulo sempiterno! ¡Ay de mí, para qué salí a luz! ¡Ay de mí para qué me criaron los pechos de una ama, como a los demás! ¡Que, a no ser así, ni me hubiera alcanzado la sentencia de muerte eterna que hoy tengo sobre mí, ni me poseyera este fuego infernal, en que arde contra mí la sentencia divina!
215.- ¿Qué me preguntas por mi salvación? pregúntame antes por mi condenación, infeliz, pues por justo juicio de DIOS estoy condenado al infierno, POR TODO EL ESPACIO DEUNA ETERNIDAD!
216.- ¡Ay, desdichado fraile!, replicó el anciano, y ¿de dónde te vino tanta desdicha? De 5 rosarios que me dio un amigo y recibí sin licencia de mi Prelado, con ánimo de repartirlos a mis deudos, y nunca se los manifesté, para tenerlos lícitamente con su permisión, y menos lo confesé, por no parecerme culpa considerable, aunque algunas veces sentía las reprensiones de mi conciencia, excusando siempre el delito con que la materia era poca; pero en el juicio de DIOS es gravísimo cargo el que a los hombres parece pequeño, y muchas veces ninguno, y llegado a él lo conocí muy a costa mía, y que no era leve la materia, ni de poca monta el negocio, sino grave y de más importancia que yo juzgaba.
Tanto que por él, y por no haberlo confesado como debía, remordiéndome tanto la conciencia, fui condenado al infierno.
217.- Y, para mayor evidencia de lo que digo, hallarás los rosarios debajo del escaño que está en el Oratorio. Dicho esto desapareció, dejándole sobremanera triste. Venida la mañana dio parte al Superior de lo referido, y ambos fueron al Oratorio, y hallaron los 5 rosarios en el lugar señalado, y de valor y precio bastante para su condenación.
218.- Mírate en este espejo y considera cuán estrecha y menuda es la cuenta de aquel juicio en que presto te has de hallar, y qué peligro corre tu alma. Si la de un Religioso tan observante fue condenada por culpa, a sus ojos poco grave, y mayor que a los nuestros en los ojos de Dios, que por ventura fue la primera y última que cometió en su vida, y por no haberla confesado y hecho de ella la penitencia que debía, la hace ahora tan rigurosa, como has visto, y hará eternamente en el infierno; mira si has hecho tú muchos pecados, y mayores que no éste, y, si él se condenó, mejor lo mereces tú, y si él se halló atajado en la cuenta, mucho más te hallarás tú, si no hicieres penitencia, confesando enteramente tus pecados.
219.- Atiende al, remordimiento de tu conciencia y a las aldabas que da DIOS a tu corazon, responde a sus inspiraciones, y acaba de resolverte en mejorar de vida, si quieres gozar la eterna, Carga un rato el peso de la consideración en la terribilidad de aquellas llamas, y en las tremendas cadenas con que está preso en aquellos obscuros y penosos calabozos, en compañía de los demonios y condenados, el que vivió en la de tales y tan buenos Religiosos, y había de reinar con los Ángeles y Santos en el cielo.
220.- Cava en la acerbidad de aquellas penas; mírale delante de ti gimiendo su desventura, sin esperanza de alivio, y sin que le valga la buena intención que tuvo de ayudar en el espíritu a sus parientes; porque no hay excusa para quebrantar los mandamientos de DIOS, con cuya infinita misericordia se compadece tan acerba pena, por un pecado cometido, y no llorado, dilatada por una eternidad sin fin. Y pues te da a ti el tiempo y ocasión que negó a
este, lógrale tú, haciendo debida penitencia de tus culpas, y
ordenando tu vida de tal suerte, que te halle siempre el Señor
aparejado para darle buena cuenta,
y llevarte consigo a la
bienaventuranza de su gloria.

NI HAY MAS DE UNA GLORIA Y ESTA ES ETERNA
Nota. Después de haber dedicado casi todo el tema al infierno lo cual nos deja un mal sabor de boca, hablemos aunque sea un poco del cielo, recordando aquellas palabras del apóstol san Pablo: “Ni ojo vio, ni oído oyó y ni lengua sabrá explicar los tesoros que Dios nos tiene preparados en el cielo” Es que difícil cosa es explicar la visión beatifica que envuelve y penetra a los bienaventurados.

221.- Ni los ojos vieron, ni los oídos oyeron, ni en corazón de hombre cupo lo que preparó DIOS para los que le aman. Tan crecido, dice S. Agustín, es aquel premio, que ni los ojos ni los oídos, ni el corazón humano, son capaces de comprender su grandeza; porque todo lo visible es corto, y cuanto se oye de aquella gloria es poco, y lo que se piensa no iguala con su grandeza.
222.- Tal es y tan soberana, que ni alcanza la imaginación a representarla como es, ni el entendimiento a conocerla, ni se podrá entender, hasta que desnudos de este cuerpo mortal tire DIOS la cortina y eleve con la luz de su gloria nuestro corto caudal a conocer su grandeza.
223.- Hágase mi ramillete, dice S. Agustín, de todas las cosas gustosas y honrosas que hay en lo visible, y sacada una quinta esencia de ellas es nada respecto de una sola gota de la bienaventuranza con que premia DIOS a los suyos.
224.- Conforme a lo cual dijo S. Gregario aquella sentencia: si consideramos cuántos y cuáles son los bienes que nos son prometidos en el cielo despreciaremos por viles cuantos hay en la tierra; porque todo lo terreno comparado con lo celestial y eterno, por rico, que sea, es nada, y por deleitoso que parezca es carga, no alivio, nada satisface, nada consuela, todo lo de acá deja el corazón vacío. En tu gloria, Señor, hay hartura sin fatiga, y gozo sin temor, satisfacción sin límite, alegría sin tristeza, descanso sin sobresalto, paz con seguridad, salud sin enfermedad, consuelo sin lágrimas, vida sin muerte, eternidad sin fin, amor sin dolor, en una palabra: posesión de DIOS, sin perderle jamás, en que se dice todo. 225.- Porque DIOS es el Sumo Bien en quien están todas las felicidades juntas, y su vista es la bienaventuranza, .con que tiene un alma la suma felicidad, semejante en todo a Él: cuando se manifestare seremos semejantes a DIOS, porque le veremos como es. Más gloria ha de tener el menor de todos los bienaventurados, que cabe en todo el mundo junto, y sólo ver y comunicar al menor de todos es de mayor gozo que poseer todo lo terreno.
226.- Escribe Ludovico Blosio que, regalando un día DIOS a Santa Mectildis, le dijo: porqué conozcas más mi piedad te quiero mostrar el menor de mis Bienaventurados. Abrió los ojos la Santa y vio cerca de sí un varón de inexplicable hermosura, coronado como Rey, y con tal majestad, que sólo mirarle era de mayor deleite que gozar de cuanto tiene el mundo.
227.- Preguntóle Santa Mectildis: ¿quién sois vos, Señor, y cómo llegasteis a tan soberana felicidad? Yo soy, respondió, el menor de los Cortesanos del cielo. Cuando viví entre los hombres fui un ladrón, que me ejercité en robar. Más porque obraba por ignorancia y mal natural heredado de mis padres, la Majestad de DIOS tuvo piedad de mí, y me dio gracia y lugar de penitencia.
Rematé en ella mi vida, y después de haber purgado mis pecados por espacio de 100 años en el Purgatorio, vine a la felicidad que ves, la cual ni puede tener fin, ni tiene comparación.
228.- Pues si tales la gloria del menor de los Bienaventurados, ¿cuál será la de los mayores? Y ¿cuáles los premios que DIOS tiene apercibidos para los que le temen? Allí, dice S. Cipriano, cesarán todos los males y serán consumados los bienes. Allí no habrá frío, ni calor, hambre ni sed; allí habrá hartura que no canse, satisfacción que no empalague, gozo que llene, consuelo que alegre, compañía que regocije.
229.- Allí se cumplirán los deseos, tendrán satisfacción los apetitos, la carne estará deificada, y en suma concordia con el espíritu. Allí cada sentido tendrá su propio y cumplidísimo gozo, los ojos viendo cosas tan gloriosas, los oídos oyendo la música de los Ángeles, el tacto regalado con aquel temple celestial, el olfato con la suavidad del cielo, el gusto paladeado con aquella dulzura inefable.
230.- Las potencias del alma tendrán el pasto a satisfacción de su capacidad, entendiendo, cómo es DIOS, recreándose perpetuamente con su memoria, alegrándose con su vista, y uniéndose la voluntad con El íntimamente, satisfaciendo en uno todos los deseos; y esto no por Un día o por una semana, ni por un año o un siglo, SINO POR UNA ETERNIDAD, para mientras DIOS fuere DIOS.




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