utfidelesinveniatur

sábado, 2 de febrero de 2019

LAS FALSAS DERECHAS. PRESBÍTERO DR. JOAQUÍN SÁENZ Y ARRIAGA





NOTA._ De S. S. Pío IX hasta S. S. Pío XII la Iglesia no ha dejado de señalar los lobos con piel de oveja, Encíclicas, Motus propios y otros medios han sido muy utilizados por estos Santos Sumos Pontífices. Hoy por hoy parece que un aletargamiento mortal y una ignorancia cómplice y diabólico parece generar una empatía contra la doctrina católica de siempre, como que el misterio de iniquidad está obrando más que nunca dentro de las entrañas mismas de la Iglesia a pesar de las palabras de Nuestro Divino Salvador mencionada en san Mateo cap, 24, 4, 28: “Cuidad que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, y engañaran a muchos…”  Si no hemos hecho caso ni tampoco hemos reflexionado en estas palabras de Jesucristo, oirán acaso las palabras de unos simples sacerdotes que nos empeñamos en ser el eco, aunque indignísimos, de Nuestro Salvador? Con todo nuestro deber de conciencia nos mueve a seguir denunciando a quienes devoran la grey de Nuestro Señor so pena de ser requeridos o señalados como cómplices de quienes ahora destrozan a lglesia Católica fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Arturo Vargas Meza Pbro.
Uno de los fenómenos más impresionantes, en la crisis angustiosa que padece el mundo de nuestros días, es, a no dudarlo, la falsía, el disimulo, la simulación y la hipocresía con que hoy el mal se esconde, se disfraza y se adueña progresivamente de las instituciones más sanas y refractarias al influjo del error y del vicio. Son las infiltraciones sigilosas, imperceptibles, que después de entrar sin ser sentidas, se expanden y se adueñan y dominan y corrompen, y asocian a los incautos a los ataques demoledores de los adversarios; son la falsas derechas que pululan hoy en todas partes, para destruir desde dentro, engañar a los buenos y paralizar, cuando menos, las legítimas defensas de los que luchamos o queremos luchar por la conservación y defensa de nuestro patrimonio espiritual.
También en la Iglesia o, por mejor decirlo, en los hombres y organizaciones de la Iglesia, abundan en estos tiempos calamitosos la falsas derechas, los emboscados, los que aparentan defender la Fe y la moral, cuando en verdad la combaten, la falsean y la destruyen. Ésta ha sido el arma eficacísima de la conspiración secular judeo-masónica-comunista, para realizar eso que el Sumo Pontífice llamó la autodemolición del catolicismo.
Los enemigos están dentro; aparentan defender nuestra causa, hablan de progreso, de nueva primavera, de acomodamiento, de período difícil de transición; pero en realidad dirigen afanosos sus certeros y demoledores golpes hacia la misma meta que persiguen nuestros más rabiosos enemigos. Las infiltraciones en la Iglesia son el peligro más grave, la amenaza más aterradora para el Catolicismo contemporáneo.
Una persecución sangrienta no hubiera sido más funesta para la Iglesia.
Y esas infiltraciones abarcan todo el organismo viviente de la Iglesia. Infiltraciones judaicas, infiltraciones masónicas, infiltraciones comunistas, que todas ellas vienen a ser la misma cosa. Por eso el lenguaje del progresismo se asemeja tanto al lenguaje de la Kabala, del Talmud, de las logias y sectas esotéricas, del comunismo internacional.
No debemos sorprendernos de esta espantosa confusión. Ya el mismo Divino Maestro nos lo había predicho: “Guardaos de los falsos profetas, que vendrán a vosotros revestidos con pieles de oveja, pero por dentro son lobos rapaces”. El redil se encuentra ahora infestado de esos lobos revestidos con pieles
de oveja, que son muchas veces recibidos con honores y halagos por los mismos pastores a cuyo cuidado está la defensa, conservación y bienestar del rebaño.
CHARLES DAVIS (ex sacerdote inglés), considerado uno de los peritos conciliares de mayor significación y como el mayor teólogo británico antes que abandonara la Iglesia Católica, afirma: “Sin dudar un momento, yo admito como un hecho evidente que hay fuerzas, dentro de la Iglesia Católica romana, contrarias a su estructura actual, que están tendiendo a la disolución o eliminación de las instituciones existentes (...) La presente estructura institucional de la Iglesia Romana implica un particular concepto de la verdad. Si la nueva concepción de la verdad cristiana triunfa en su esfuerzo por ser la dominante, ello originará, en mi opinión, la disolución de esa estructura. Desde este punto, yo creo que los temores de los conservadores están bien fundados”.
Esta es una confesión de parte, hecha por un infiltrado que supo y pudo escalar los altos puestos de la Iglesia, hasta llegar a ser considerado uno de los expertos conciliares. ¡No hay duda! La Iglesia está llena de infiltrados que pugnan por hacer el juego al enemigo y reformar o reestructurar la obra divina a su antojo y capricho. Con razón escribe el mismo Davis: “Capítulo tras capítulo de volúmenes postconciliares y de discursos de Rahner, Küng, Schillebeck y otros peritos, claramente demuestran sus puntos de vista completamente anticatólicos y su inconformidad con los resultados actuales del Concilio Vaticano II, para no mencionar otras creencias oficiales católicas”.
Estas infiltraciones no son el fruto de una generación espontánea. Alguien las hizo. Fueron planeadas con tiempo, con paciencia, con experimentos, con dinero. Fueron realizadas con suma habilidad, con tacto exquisito, con inteligencia diabólica. Al observador conciente, que estudia, que compara, que asocia los rasgos semejantes y comunes, no puede pasar inadvertida la presencia de una conspiración universal que lleva los caracteres inconfundibles del mecanicismo materialista del judaísmo internacional, que hoy como ayer pugna por eliminar a Cristo, por destruir la Iglesia.
Las palabras de SAN PÍO X en su encíclica dogmática Pascendi Domini gregis, parecen adquirir un sentido profético: “Hablamos (...) de gran número de católicos seglares y, lo que es aún más deplorable, hasta de sacerdotes, los cuales, so pretexto de amor a la Iglesia, faltos en absoluto de conocimientos serios en Filosofía y Teología, e impregnados, por lo contrario, hasta la médula de los huesos, con venenosos errores bebidos en los escritos de los adversarios de catolicismo, se presentan, con desprecio de toda modestia, como ‘restauradores de la Iglesia, y en apretada falange asaltan con audacia todo cuanto hay de más sagrado en la obra de Jesucristo, sin respetar ni aún la propia persona del Divino Redentor, que, con sacrílega temeridad rebajan a la categoría de puro y simple hombre”.
Y las palabras que siguen en la Encíclica responden al sofisma con el cual se pretende hoy solapar las herejías y los inauditos desmanes de esos innovadores: “tales hombres se extrañan de verse colocados por Nos entre los enemigos de la Iglesia. Pero no se extrañará de ello nadie que, prescindiendo de las intenciones, reservadas al juicio de Dios, conozca sus doctrinas y su manera de hablar y obrar. Son seguramente enemigos de la Iglesia, y no se apartará de lo verdadero, quien dijere que ésta (la Iglesia), no los ha tenido peores. Porque en efecto, como ya hemos dicho, ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro; en nuestros días el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable, cuanto más a fondo conocen la Iglesia”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario