Durante
una conferencia de prensa en Moscú, el ministro ruso de Exteriores, Serguei
Lavrov, denunció públicamente en Moscú las instrucciones del secretariado
general de la ONU a todas las agencias de la organización internacional,
instrucciones que les prohíben toda forma de participación en la reconstrucción
de Siria.
Lavrov
se refería así a un documento titulado Parameters and Principles of UN
Assistance (“Parámetros y Principios de la Ayuda de la ONU”) redactado en
octubre de 2017 por el estadounidense Jeffrey Feltman, director de Asuntos
Políticos de la ONU y número 2 en la jerarquía de esa organización
internacional.
Según
el texto de Feltman:
«Las
Naciones Unidas estarán dispuestas a ayudar a la reconstrucción de Siria
únicamente cuando una transición global, auténtica e inclusiva, negociada por
las partes sirias esté firmemente en marcha.» [1]
Ese
texto contradice los objetivos de la Organización de las Naciones Unidas… pero
su secretariado general lo defiende. Los Estados miembros de la ONU nunca
participaron en su redacción ni fueron llamados a opinar sobre ese texto, que
corresponde al punto de vista del Reino Unido y de Francia pero no al de
Estados Unidos.
Durante
el mismo encuentro con la prensa, el ministro ruso de Exteriores precisó que
había solicitado aclaraciones sobre ese documento al secretario general de la
ONU, el socialista portugués Antonio Guterres.
Que yo
sepa, es la primera vez que un Estado miembro del Consejo de Seguridad de la
ONU cuestiona un documento interno del secretariado general de la organización.
Sin embargo, el problema no es nuevo.
A
finales de 2015, Rusia tuvo conocimiento de un conjunto de documentos internos
de la ONU que se denominó «Plan Feltman para Siria» [2]. Se trataba, de hecho,
de un detallado proyecto de capitulación total e incondicional para la
República Árabe Siria, incluso más drástico que el que el general McArthur
impuso a Japón en 1945 [3].
Moscú
se vio entonces en una situación muy delicada. Si hacía públicos aquellos
documentos, destruía la credibilidad de la ONU como organización internacional
al servicio de la paz y tendría que proponer nuevas instituciones
internacionales que la reemplazaran. El presidente ruso Vladimir Putin decidió
prudentemente mantener en secreto la existencia de tales documentos, negociar
con el entonces presidente Barack Obama y salvar la ONU.
Pero
nada cambió en la práctica. Al ser nombrado nuevo secretario general de la ONU,
Guterres mantuvo a Feltman en el cargo que ya ocupaba y el estadounidense
redactó un nuevo documento para sabotear la paz. Y ahora lo reemplaza Rosemary
DiCarlo, también estadounidense, que no ha anulado las instrucciones de su
predecesor.
Rusia
no se conformará esta vez con excusas y declaraciones dilatorias. Hoy se
imponen las siguientes interrogantes: ¿Es Guterres realmente el jefe de
Rosemary DiCarlo o existe en la ONU una doble jerarquía? ¿Existe en la ONU una
jerarquía pública, que habla de paz, mientras que una jerarquía secreta que
actúa a favor de la guerra?
Al
principio de la guerra fría, se concibió en Estados Unidos un mecanismo que
debía permitir que el país sobreviviese a un ataque nuclear soviético en el que
perecieran el presidente y los miembros del Congreso. El presidente Eisenhower
nombró un gobierno fantasma encargado de garantizar la continuidad ante una
catástrofe de esa magnitud. Ese ente secreto fue renovado periódicamente por
sus sucesores y todavía existe hoy en día.
Hace
18 años que defiendo la tesis de que ya no son el presidente y el Congreso
quienes gobiernan Estados Unidos sino esa entidad secreta. Basándome en
documentos oficiales estadounidenses, interpreté los atentados del 11 de
septiembre de 2001 como un golpe de Estado realizado por esa instancia, cuyos
miembros no dependen del voto de los electores. Temerosos de una tesis que pone
en tela de juicio el ideal democrático, quienes me contradicen rechazaron de
plano mis trabajos… sin discutirlos realmente ni tan siquiera leerlos.
Podría
creerse que, ya después del segundo mandato de George W. Bush y de los dos
mandatos de Barack Obama, ese tema había quedado atrás. Sin embargo, durante su
campaña electoral, el hoy presidente Donald Trump denunció la existencia de ese
«Estado Profundo» (Deep State) que, según él, ya no defiende los intereses del
pueblo estadounidense sino los intereses de la finanza transnacional.
Por
supuesto, ningún país ha tomado posición públicamente sobre algo que es una
cuestión de política interna y de soberanía de Estados Unidos. Pero el
presidente Vladimir Putin abordó el tema la semana pasada. El 22 de agosto –dos
días después de la intervención de su ministro de Exteriores sobre el problema
de la ONU–, Putin comentó las sanciones estadounidenses contra Rusia:
Y no es solamente la posición del presidente
de Estados Unidos lo que cuenta. Es la posición de la
institución que pretende ser el Estado, de la clase dirigente en
el sentido amplio del término. Espero que nuestros socios tomen
conciencia algún día de que esa política no tiene futuro y que
comenzaremos entonces a cooperar de manera normal.» [4]
Sí,
han leído ustedes bien. El presidente Putin dice que en Estados Unidos no hay
un Poder sino dos. El primero se compone del Congreso y la presidencia. El
segundo es ilegítimo pero a veces más poderoso.
En dos
días, la Federación Rusa ha cuestionado la coherencia de la ONU y la de Estados
Unidos.
Desgraciadamente,
quienes todavía no han analizado los acontecimientos del 11 de septiembre de
2001, ni sacado conclusiones de las guerras posteriores a esos hechos, siguen
aferrados al discurso oficial. Probablemente verán en la posición rusa una
maniobra destinada a perturbar el funcionamiento de las democracias
occidentales.
Desde
el punto de vista de Moscú, hay que poner fin sin demora a la guerra de
agresión contra Siria –implementada a través de los yihadistas– y levantar las
sanciones unilaterales de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea contra
Rusia. El problema que todos tenemos que enfrentar no es la defensa de la
democracia sino el peligro de guerra.
Una
jerarquía paralela, totalmente ilegítima, se ha apoderado de la ONU y del
gobierno de Estados Unidos y pretende empujar el mundo a un conflicto
generalizado.
Thierry
Meyssan
[1] “The UN will be
ready to assist in the reconstruction of Syria only when a comprehensive,
genuine and inclusive political transition, negotiated by the Syrian parties in
the conflict is firmly under way.”
[2] “Draft Geneva
Communique Implementation Framework”, “Confidence Building Measures”,
“Essential Principles”, “Representativness and Inclusivity”,
“The Preparatory Phase”, “The Transitional Governing Body”,
“The Joint Military Council and Ceasefire Bodies”, “The Invitation to
the International Community to Help Combat Terrorist Organizations”,
“The Syrian National Council and Legislative Powers during the
Transition”, “Transitional Justice”, “Local Governance”, “Preservation and
Reform of State Institutions”, “Explanatory Memorandum”, “Key Principles
revealed during Consultations with Syrian Stake-holders”, “Thematic Groups”.
[3]
« Alemania y la
ONU contra Siria», por Thierry Meyssan, Al-Watan(Siria), Red Voltaire,
28 de enero de 2016.
[4]
«И дело не только в позиции Президента Соединённых Штатов, дело в позиции так
называемого истеблишмента – правящего класса в широком смысле этого слова.
Надеюсь, что осознание того, что эта политика не имеет перспектив, всё-таки
когда-нибудь придёт к нашим американским партнёрам, и мы начнём сотрудничать в
нормальном режиме».
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