LOS ERRORES EN LA
PASTORAL.
En simbiosis
permanente con herejes y cismáticos.
Los errores en la pastoral estriban esencialmente en
proponer una mala pastoral; mala porque pone por obra los errores doctrinales del
concilio, o se opone de alguna manera, en todo o en parte, a la pastoral
tradicional de la Iglesia, o la altera, o resulta ser intrínsecamente
contradictoria.
Desde un punto de vista general, toda la pastoral
propuesta, por el Vaticano II está corrompida, porque se funda en la puesta al
día, o sea en el principio del diálogo con el error, en lugar de dialogar con el
que yerra para convertirlo, según se dijo más arriba.
Expondremos los errores pastorales del siguiente modo:
primero haremos (en la secc. 12) un análisis sintético de las apreciaciones fantasiosas
relativas al hombre y al mundo, algunas de cualquier referencia efectiva a la
enseñanza de la Iglesia y al pensamiento católico, desarrolladas principalmente
en la Gaudium et Spes, las cuales constituyen como el fundamento teórico
de gran parte de la pastoral conciliar; después daremos algunos ejemplos de la
mala pastoral propuesta, cuando sigamos el planteamiento contenido en la Gaudium
et Spes y en los documentos doctrinales.
Gracias a tales ejemplos se echará de ver (sec. 13 y
ss.) que la pastoral del Vaticano II se articula siempre en función de dos directrices
fundamentales, vinculadas entre sí:
1. La "puesta al día" del clero, sin
perdonar a ninguno de sus integrantes, respecto de la cultura moderna y contemporánea
en todas sus formas: humanísticas, científicas, técnicas, artísticas.
2. La "colaboración ecuménica" de
sacerdotes y fieles con los denominados "hermanos separados", con los seguidores de las religiones
acristianas, con todos los hombres; pero no para convertirlos a la fe única y verdadera, sino para concurrir con ellos al progreso y a la unidad del género humano.
Por lo demás, en el art. 24 de la Unitatis
Redintegratio se proclama al ecumenismo "principio general"
verdadero y propio de la pastoral, entendido, obviamente, en el sentido del
art. 8 de la Lumen Gentium y de los arts. la 4 de la Unitatis
Redintegratio: «Este sagrado
concilio desea ardientemente [instanter exoptat] que los proyectos [incepta] de
los fieles católicos progresen en unión [coniuncta progrediantur] con
los proyectos de los hermanos separados».
Como era de esperar, se aceptó y llevó a efecto esta
invitación a la simbiosis permanente con los herejes y los cismáticos, lo que nos autoriza a afirmar que las degeneraciones ecuménicas en la celebración del
culto y en la pastoral, tan difundidas hoy, se encepan en el concilio (no en el
llamado "postconcilio").
Los errores en la pastoral atañen a:
12.La interpretación del significado del mundo
contemporáneo.
13.Aspectos de la sagrada liturgia.
14.Aspectos del estudio y de la enseñanza de la
doctrina.
15.La formación de los religiosos y seminaristas; el
ministerio de los obispos y de los sacerdotes.
16.La formación y las directrices impartidas a los
misioneros.
17.Las directrices impartidas para el apostolado a los
seglares.
18.La puesta al día en la educación.
1. Errores sobre la noción de Tradición y
de verdad católica
de verdad católica
1. Errores sobre la noción de Tradición y de verdad
católica
1.1 Un concepto erróneo de la sagrada tradición,
entendida como conjunto de enseñanzas gracias a las cuales la Iglesia «tiende constantemente, en el
decurso de los siglos, a la plenitud de la verdad divina [ad plenitudinem divinae
veritatis iugiter tendit], hasta que en ella se cumplan las palabras
de Dios» (DV §. 8). ¡Como si la tradición, que custodia el
depósito de la fe desde el tiempo de la predicación apostólica, no poseyera ya "la plenitud de la verdad divina"! [Como si
pudiera haber algo que añadirle o que modificar en ella! Esta noción de una
"tensión incesante" de la Iglesia hacia la "plenitud de la verdad" contradice abiertamente
a la del "deposito de
la fe" (1 Tim 6, 20), Y se vincula al subjetivismo característico del pensamiento moderno, profesado por la Nouvelle Théologfe, para el cual todo está siempre en movimiento, en progreso continuo, y no existe una verdad absoluta, sino tan sólo la tensión incesante del sujeto hacia una verdad que, en última instancia, él mismo se da.
la fe" (1 Tim 6, 20), Y se vincula al subjetivismo característico del pensamiento moderno, profesado por la Nouvelle Théologfe, para el cual todo está siempre en movimiento, en progreso continuo, y no existe una verdad absoluta, sino tan sólo la tensión incesante del sujeto hacia una verdad que, en última instancia, él mismo se da.
1.2 La increíble afirmación, contraria al sentido común
y también a toda la tradición, según la cual «Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una reforma
perenne, de la cual tiene siempre necesidad la propia Iglesia, en cuanto
institución humana y terrena [vocatur a Christo ad hanc perennem
reformatlOneID: ,quae ipsa ... perpetuo indiget]»; reforma que debe comprender
también «la manera de exponer la doctrina, que debe distinguirse
cuidadosamente del mismo depósito de la fe [qui ab ipso deposito fidei
sedulo distmgui debet]» (UR § 6; también GS § 62). Se trata de un
principio ya proclamado en las versiones en lengua vernácula del discurso inaugural
de Juan XXIII del 11/10/1962,y ratificado después al pie de la letra por dicho
Papa (un principio, empero, que ya condenaron San Pío X Y Pío XII) 3.
1.3 La proposición «la verdad no se impone de otra manera sino por la fuerza
de la misma verdad [nisi vi ipsius veritatis], que penetra suave y fuertemente
en las almas» (DH § 1), profesada por el concilio para justificar la
libertad religiosa, es absolutamente falsa en relación con las verdades del
catolicismo, puesto que ellas, en cuanto verdades divinitus reveladas,
sobrepujan la capacidad de nuestra inteligencia y no puede creerse en ellas sin
la ayuda de la gracia (por eso se ha enseñado siempre que "la fe es un don de Dios". Además, dicha aserción niega de hecho
las consecuencias el pecado original sobre la inteligencia y la voluntad,
heridas y debilitadas por aquél y, por ende, propensas al error y fascinadas
por el engaño.
2. Errores sobre la santa Iglesia y la santísima
Virgen
2.1 Una idea equivocada sobre la santa Iglesia (conocida
como error de subsistit in): a la Iglesia no se la concibe ya como la Iglesia
única y verdadera de Cristo (como se ha enseñado siempre), puesto que se osa
escribir que la "Iglesia de Cristo" ( ... ) «subsiste en la Iglesia
católica», igual que subsisten «fuera de ella muchos elementos de santificación y de
verdad», a título de «dones propios de la
Iglesia de Cristo» (J-G § 8; también: DH § 1; UR § 3);
lo que equivale a sostener, contra el dogma de la fe, que las almas se salvan también
fuera de la Iglesia católica -la cual, por lo tanto, no constituye ya el único
"medio de salvación"- y que también las comunidades heréticas y
cismáticas son "medios de salvación" (UR § 3), a pesar de sus
"defectos", porque «el Espíritu de Cristo no rehuyó servirse de ellas como de medios de
salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de gracia y de verdad que se
confió a la Iglesia católica» (UR § 3 cit.).
A la Iglesia católica se le deja aún "la
plenitud total de los medios salvíficos", puesto que es «auxilio general de la salvación [generale auxilium
salutis]» (ibid.). Pero al proceder así se la rebaja de medio único de
salvación, a mero "auxilio general"
(expresión oscura), que posee "la plenitud total de los medios
salvíficos" (aunque sólo la "plenitud" de ellos, no la unicidad
de los mismos, como antes). Lo que significa que, in mente Concilii, hay
medios menos plenos de salvación, por decirlo así, pero que, con eso y todo, la
confieren (salvación que no puede ser menos plena de suyo, dado que es
imposible concebir una salvación a medias); medios que se hallan también, según
parece, en los denominados "hermanos separados", visto que éstos
gozan asimismo de la asistencia del Espíritu Santo, no a título de individuos,
sino cabalmente en cuanto comunidades herejes y cismáticas.
Tenemos que habrnoslas con un error teológico
manifiesto, ya que las comunidades "separadas" son
tales precisamente porque rechazaron la asistencia del Espíritu Santo a fin de correr
tras los propios errores que las condujeron a la separación. Esta nueva
doctrina del concilio resulta ser, además, inconsistente en el plano lógico,
porque no se comprende cómo unos medios de salvación "defectuosos"
y, por ende, menos plenos que los de la Iglesia católica, pueden conferir la
misma salvación brindada por esta última: a medios desiguales deberían
corresponder resultados desiguales, no idéntico resultado.
NOTA SOBRE LA DOMUNUS IESUS
Muchos católicos se alegraron de la Declaratio Dominus Iesus (año 2001), que repitió el subsistit de
la Iglesia de Cristo en la Iglesia católica, así como el principio según el cual la Iglesia católica es la única que goza de la "plenitud" de los
medios de salvación. Sin embargo, para ser conforme con el depósito de la fe,
la Declaratio habría debido decir que la Iglesia de Cristo subsiste sólo
en la Iglesia católica, en lugar de decir -en sintonía perfecta con Lumen
Gentium y Unitatis Redintegratio- que la «Iglesia de Cristo, a pesar de las divisiones de
los cristianos, continúa existiendo plenamente sólo en la Iglesia católica»
(DI § 16). El adverbio "plenamente"
es el que no cuadra bien, puesto que se quiere significar con él que la Iglesia
de Cristo continuó y continúa existiendo, bien que no plenamente, en "elementos" que, pese a hallarse fuera de la
Iglesia católica, con todo, confieren salvación. Precisamente tal concepto es
el que contradice al dogma bimilenario Extra Ecclesiam nulla salus. En efecto, la
verdad proclamada en este dogma (nulla salus: ninguna salvación) es la siguiente: fuera
de la Iglesia católica, Iglesia única y legítima de Cristo por los siglos de los siglos, no hay ni puede haber "medios de salvación",
sean más plenos o menos, es decir, "medios" que puedan procurar la
salvación porque existen gracias a "iglesias" o "comunidades"
heréticas y cismáticas en cuanto tales. Fuera de la Iglesia no hay nada
más que la posibilidad de una salvación individual del hereje o cismático material,
esto es, del hereje de buena fe, que comparte las doctrinas de su secta por
ignorancia inculpable de la doctrina católica, y que busca sinceramente cumplir
en todo la voluntad de Dios. Esta es la doctrina del bautismo de deseo
implícito, que se aplica también a los acristianos: si el infiel o el hereje de
ánimo pío y devoto hubiese conocido a la iglesia o la auténtica doctrina de
ésta, se habría adherido a ellas. Extra Ecclesiam (visible) no existe, pues, nada más que la
posibilidad de una salvación individual, que puede tener lugar por obra del
Espíritu Santo, no obstante la pertenencia material del hereje, del cismático,
del infiel, a su secta, comunidad o religión, y no porque tal secta o comunidad
represente un elemento de la Iglesia de Cristo en el que obre, aunque resida en
él de manera imperfecta, la «misma plenitud de gracia y de verdad que se confió a la Iglesia católica» (UR cit.).
Hay más. Tanto el Vaticano II como la Dominus Iesus tienden a aplicar este gravísimo
error doctrinal incluso a todas las religiones acristianas, las paganas
inclusive, porque ambos llevan el sello de la falsa doctrina según la cual «las semillas del Verbo [seminaVerbi]» (de la
Verdad Revelada) aparecieron de algún modo en tales religiones y allí siguen los
"elementos" de verdad y santificación
supuestamente existentes en las comunidades de los herejes y cismáticos
tienen, pues, su paralelo en las "semillas del
Verbo" que se quiere imaginar presentes en el paganismo antiguo y
moderno y en las religiones que se autoproclaman reveladas.
La falsa doctrina de los semina Verbi deriva
de una manipulación del pensamiento de los Padres de la Iglesia (San Justino y
Clemente de Alejandría), quienes habían visto «una como simiente del Verbo divino» en las intuiciones de ciertas verdades especulativas y
éticas, próximas al orden establecido por el Dios verdadero en el mundo y en el hombre, que alcanzaron algunos filósofos (Platón y Aristóteles) y poetas griegos. Dicho reconocimiento se limitaba nada más que a las justas intuiciones de tales filósofos y poetas, y, por ende, no
se extendía a la religión pagana, a la que nunca dejaron de considerar, en armonía con la Escritura, como «culto
al demonio» (Salmo 95; ICor 10,20). Fue la neoteología la que incluyó arbitrariamente
a la religión pagana en el testimonio de los Padres 2.
Así, pues, el error del Vaticano II ha pasado a la Dominus
Iesus.
Se continúa enseñando que las comunidades heréticas
y cismáticas forman parte de la "Iglesia de Cristo",
aunque gocen ex sese de (presuntos) medios de salvación "defectuosos" y, por ende, menos plenos,
y aunque se hallen por tal motivo en una posición de inferioridad en comparación con la Iglesia católica; inferioridad, por otra parte, ausente de influencia en orden a la consecución de la salvación, lo que la convierte en algo puramente académico.
y aunque se hallen por tal motivo en una posición de inferioridad en comparación con la Iglesia católica; inferioridad, por otra parte, ausente de influencia en orden a la consecución de la salvación, lo que la convierte en algo puramente académico.
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