INTROITO I Salmo 46.2-3
BATID palmas todas las gentes; vitoread a Dios con
voces de júbilo: SI. Porque el Señor es el Altísimo, el terrible; es el rey grande
de toda la tierra. Gloria al Padre.
COLECTA
iOh Dios!, cuya providencia no se engaña en sus
disposiciones; te suplicamos apartes de nosotros todo 10 dañoso, y nos concedas
todo 10 saludable. Por nuestro Señor Jesucristo.
EPISTOLA. Romanos 6.19-23
Hermanos: Hablaré a lo humano en atención a la
flaqueza de vuestra carne. Como habéis entregado vuestros miembros a la
esclavitud de la impureza y la iniquidad, emplead los ahora para que sirvan a
la justicia para la santificación. Cuando erais esclavos del pecado. Sacudisteis
el yugo de la justicia. ¿Qué fruto sacasteis entonces de ello? Ahora os
avergonzáis. Porque el fin de todo esto es la muerte.
Mas ahora que estáis libres del pecado y habéis sido
hechos siervos de Dios, cogéis por fruto vuestro la santificación, que tiene
como fin la vida eterna.
Porque la paga del pecado es la muerte; y el
galardón de la virtud, la vida eterna en Jesucristo nuestro Señor.
GRADUAL. Salmo 33.12.6
Venid, hijos y oídme; os enseñaré el temor del Señor,
Acercaos a él y seréis iluminados, y vuestros rostros no serán confundidos.
Aleluya, aleluya. , Batid palmas todas las gentes;
vitoread a Dios con voces de júbilo. Aleluya.
EVANGELIO S. Mateo 7.15-21
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos:
Cuidaos de los falsos profetas que vienen a vosotros vestidos con piel de oveja,
mas por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Por ventura
se cogen uvas de los espinos, o higos de los zarzales? Así, todo árbol bueno da
buenos frutos, y todo árbol malo produce frutos malos.
No puede el árbol bueno dar malos frutos, ni el
árbol malo darlos buenos. Todo árbol que no da buen fruto será cortado y echado
al fuego. Así, pues, por sus frutos los conoceréis.
No todo el que me dice: ¡Señor, Señor!, entrará en
el reino de los cielos; sino el que hiciere la voluntad de mi Padre celestial, ése
es el que entrará en el reino de los cielos.
OFERTORIO. Daniel 3.40
Como el holocausto de carneros y de toros, y los sacrificios de millares de
corderos gordales, así sea hoy grato nuestro sacrificio en tu acatamiento, pues
no son confundidos los que en ti confían; Señor.
SECRETA
[Oh Dios], que quisiste reemplazar las diferentes
hostias de la antigua ley por un solo perfecto sacrificio; recibe el que te ofrecen tus devotos siervos y santifícalo con
la misma bendición con que bendijiste el de Abel; y lo que cada cual ha ofrecido
en honor de tu majestad, aproveche a todos para su salvación. Por nuestro Señor…
COMUNIÓN I Salmo 30.3
Inclina a mí tu oído; apresúrate a salvarme.
POSCOMUNIÓN
¡Señor!, que tu acción curativa nos libre de
nuestras perversas tendencias y nos guíe a obrar lo que es recto. Por nuestro Señor
Jesucristo...
COMENTARIO.
Así, todo árbol bueno da buenos frutos, y todo árbol malo produce
frutos malos.
El sello divino esta puesto en estas lapidarias
palabras de nuestro salvador y lo reafirma dos veces más cuando dice: Por sus frutos los conoceréis. Y más
abajo: Así, pues, por sus frutos los
conoceréis. Uno podría suponer que la reafirmación sobre el tema que nos
ocupa es una redundancia e innecesaria y por lo tanto es un error o de Dios o
del Evangelista.
En principio Dios no se puede equivocar pues dejaría
de ser lo que es, según se lo dijo a Moisés en el Sinaí en la zarza ardiente: “Yo soy, el que soy” y si el que es se equivoca, en donde está su perfección
divina? Quitado este obstáculo podría decirse que es un error del Evangelista,
pero si aceptamos que ellos escribieron los Evangelios por inspiración divina
entonces nos encontramos con la misma respuesta anterior. Entonces porque quiso el Señor atraer
nuestra atención repitiendo dos veces lo mismo? Considero que fue por nosotros
porque, por este medio, nos quiere hacer entender que si en la naturaleza se
produce esta realidad del árbol bueno y del malo, con mayor razón en el alma
humana. Aprendamos como nuestro Señor nos enseña a discernir lo bueno de lo
malo con este pequeño ejemplo del discernimiento de espíritus pues todo apunta
al conocimiento que todo católico debe tener para distinguir el bien del mal,
porque Él nos da las normas para ello. Discernimiento que nos es necesario para
practicar el verdadero catolicismo aquí en la tierra y, por medio de el, llegar
a la vida eterna.
Hoy por hoy nos es necesario saber con certeza que árbol
produce el fruto malo y cual los buenos, a groso modo se podría decir; los que
obran el mal son el árbol malo y el árbol bueno todos aquellos que obran el
bien. Pero la cosa es más compleja porque el mal parece imperar en todos los ámbitos
e incluso donde menos se lo esperaba en el interior de la Iglesia y aquí cabe
preguntarse: “Señor no sembraste trigo en tu campo, entonces porque hay cizaña
en el? Por donde comprenderás estimado lector como aun en el campo divino el
enemigo se atrevió a sembrar su cizaña y si eso hizo, acaso no hizo lo mismo
con los arboles? Claro que sí. Ahora comprendes o entiendes como este buen
Pastor nos quiere advertir sobre estos dos arboles y sus correspondientes
frutos. Pero sucede que el alma superficial, mundana e ignorante no distinguirá
lo bueno de lo malo porque su paladar espiritual esta atrofiado por su misma
culpa y esto es una terrible desgracia porque creyendo comer los frutos buenos
encontrara al final de su vida todo lo contrario por eso también Nuestro Señor
nos advierte al final de este evangelio: “No
todo el que dice Señor, Señor entrara en el reino de los cielos”. Medita caro
lector sobre este Evangelio en esta vida y como dice el Apóstol: “De todo lo que recibáis comed lo bueno y
desechad lo malo”, es decir toma lo que es bueno para tu salud espiritual aquí
en la tierra y desecha lo nocivo para la misma.
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