TERMINA CUESTIÓN 57
Así también las cosas
de Dios nadie las conoce sino el Espíritu de Dios.
Pero los ángeles
tienen otra clase de conocimiento: el que los hace bienaventurados y par el
cual ven el Verbo y las cosas en el Verbo, y por esta visión conocen los misterios
de la gracia, aunque no todos los misterios ni todos los ángeles por igual,
sino en la medida en que Dios haya querido revelárselos, conforme a las
palabras del Apóstol: Dios nos-lo ha recetado por su Espíritu,. Pero siempre de
modo que los ángeles superiores, que contemplan con mayor penetración la
sabiduría divisa, conocen en la visión de Dios mayor número y más elevados
misterios que después manifiestan a los inferiores cuando las iluminan. Y entre
los mismos misterios hay algunos que 'los ángeles conocieron desde el principio
y otros que les fueron enseñadas más adelante, conforme lo iban exigiendo sus
ministerios [70].
Entiéndese
aquí por misterios de la gracia, no la esencia divina y vida íntima de Dios, de
la que ya se ha dicho que excede el conocimiento natural dé todo entendimiento creado
y creable (1." p., q. 12 Y 33), sino aquellas cosas sobrenaturales que
trascienden todo orden natural, no ya en cuanto al modo de producirse, sino en
cuanto a su misma entidad y esencia, y son obradas por Dios gratuitamente,
dependiendo de su libre y soberana voluntad, pero ordenadas a la salvación del
hombre, como la encarnación del Verbo, la infusión de la gracia y
justificación, los efectos de los sacramentos, la presencia real de. Cristo en
la Eucaristía, la visión beatífica, etc.
Por
la distinción entre las clases dé conocimiento angélico que hace Santo Tomás y
la naturaleza misma de estos misterios, queda patente que los ángeles no pueden
conocer naturalmente los misterios de la gracia en sí. Si no pueden conocer
naturalmente lo que depende de la libre voluntad del hombre, mucho menos podrán
lo que depende de la libérrima voluntad de Dios.
Sobrenaturalmente
pudieron conocerlos de dos maneras: por la fe, que les fue infundida con la
gracia al ser creados (1." p., q. 62; 2-2, q. 5, a. 1); y por la visión
beatífica los buenos al recibir la gloria, viendo en este estado de bienaventuranza
más o menos misterios y más o menos clara, mente según el grado de gloria que
poseen o según que Dios quiere revelárselos para el desempeño de los ministerios
que les encomienda.
QUESTIO LVIII: DEL MODO DE CONOCER DE LOS
ANGELES
INTRODUCCION.
Después
de haber estudiado la naturaleza de la potencia cognoscitiva de los ángeles (q.
54), el medio del conocimiento angélico (q. 55) Y el objeto del mismo, tanto
por parte de las cosas inmateriales (q. 56) como materiales. (q. 57), pasa
ahora Santo Tomás a estudiar en esta cuestión 58 el modo como se lleva a cabo
en los ángeles el acto de entender.
I.-RAZON
DE SER DE LA CUESTION y ORDEN Y CONEXION DE LOS ARTICULOS
El
modo del conocimiento sigue necesariamente a la naturaleza y esencia del que
conoce. Siendo, pues, los ángeles criaturas intelectuales, tienen conocimiento
intelectivo; y siendo superiores a la humana naturaleza, conocen de un modo más
perfecto. '
Mas
¿hasta dónde Se extiende esta mayor perfección del conocimiento angélico? He
aquí toda la razón de ser de esta última cuestión consagrada a determinarlo,
sin la cual quedaría incompleto el tratado.
A
falta de datos revelados sobre este punto complementario de la génesis del
conocimiento angélico, vuelve a aflorar aquí, ubérrimo en consecuencias
lógicas, el principio básico de la perfecta inmaterialidad de la naturaleza angélica,
así como la posición intermedia que los ángeles ocupan en el orden intelectivo en
la armónica escala de los seres del universo y es digno de hacerse resaltar una
vez más y tenerse en cuenta el paralelismo relativo, ya anteriormente notado,
entre el proceso del conocimiento cognoscitivo en los ángeles y el mismo en
Dios y en el hombre.
Diríase
que, realmente, Santo, Tomás en el planteamiento, desarrollo y solución de los
problemas de esta cuestión ha, tenido presente de manera especial el modo de
realizarse nuestro conocimiento.
Cuando
la revelación divina calla, no nos es dado saber en esta vida cuál sea en sí el
modo propio del conocimiento de las ángeles, si no es relacionando con lo que
la misma revelación y razón natural nos enseñan sobre la naturaleza de los
mismos. Y, como nos sucede siempre que se trata de conocer las cosas en sí
simples y perfectas, que no caen directamente bajo nuestros sentidos, por vía
de negación y quitando del modo del conocimiento humano lo que en él hay de imperfección,
atribuimos a las ángeles una forma de entender más perfecta, siempre bajo el
modo perfectísimo y simplicísimo del conocimiento de Dios.
Así
vemos que nuestro entendimiento, que tiene el ínfimo grado en la escala de los
seres intelectivos, sólo llega gradualmente y como por pasos contados, por
diversas operaciones, al conocimiento de la verdad, consiguiéndola gota a gota,
y aun esto, según ya dijo Santo Tomás, lo logran pocos, tras de mucho tiempo y
con mezcla dé muchos errores" (l. p., q. 1, a. 1)
Es
preciso, pues, para el pleno conocimiento de la operación intelectiva de los
ángeles; averiguar ahora si éstos, siguen el mismo proceso que el hombre y
tienen el mismo modo de conocer cuántos objetos están dentro del ámbito del
orden inteligíble.
Lo
primera que observamos en nosotros es que originariamente estamos en estado de
pura potencialidad para conocer, y nuestro entendimiento es, en frase del
Estagirita, repetida por el Angélico Maestro, "como una lápida en blanco
en la que nada hay escrito" (ARISTÓTELES, De anima, lib. III, cap. 4: 429,
a, 13-18; SANTO TOMÁS, lect. 7, n. 675; l., p., q 79, a. 2; De veritate, q. 8,
a. 9).
Además, en nosotros experimentamos la alternativa de
acto y potencia en el entender. Por eso lo primero que aquí debe considerarse, tratando
del conocimiento angélico, es en general, cómo se hallan los ángeles en cuanto
a, la actuación de la potencia según los distintos objetos (a. 1)
Después
se estudia en especial el modo del conocimiento angélico en sí mismo (aa. 2-7);
considerando el proceso del acto según se da en el hombre (aa. 2-5) y el
término Para el estudio del proceso se consideran
las tres operaciones del entendimiento humano: simple
intuición (a. 2), raciocinio (a. 3) Y juicio (a. 4), posponiéndose el estudio de éste al
de, aquél, porque, aun excluido el raciocinio, podría parecer posible el
conocimiento a modo de juicio por composición y división, o sea afirmando y
negando, a continuación se estudia la adecuación entre el entendimiento
angélico y las cosas conocidas, es decir, la certeza en la consecución de la verdad (a. 5).
En
cuanto al término en que, conseguida la verdad, descansa el entendimiento,
engendrándose en nosotros la ciencia, teniendo en cuenta que el conocimiento
puede ser natural y sobrenatural, para el estudio de ella en los ángeles y
acomodándose a la nomenclatura introducida por San Agustín, estudia Santo Tomás
en los dos artículos restantes si en general el conocimiento del ángel puede
llamarse matutino y vespertino (a. 6), y ya más en especial investiga en el último
artículo la razón formal de tal distinción, determinando si son uno mismo o son
diversos conocimientos (a. 7).
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