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lunes, 24 de abril de 2017

TRATADO DE LOS ANGELES: SANTO TOMAS DE AQUINO



TERMINA CUESTIÓN 57

Así también las cosas de Dios nadie las conoce sino el Espíritu de Dios.
Pero los ángeles tienen otra clase de conocimiento: el que los hace bienaventurados y par el cual ven el Verbo y las cosas en el Verbo, y por esta visión conocen los misterios de la gracia, aunque no todos los misterios ni todos los ángeles por igual, sino en la medida en que Dios haya querido revelárselos, conforme a las palabras del Apóstol: Dios nos-lo ha recetado por su Espíritu,. Pero siempre de modo que los ángeles superiores, que contemplan con mayor penetración la sabiduría divisa, conocen en la visión de Dios mayor número y más elevados misterios que después manifiestan a los inferiores cuando las iluminan. Y entre los mismos misterios hay algunos que 'los ángeles conocieron desde el principio y otros que les fueron enseñadas más adelante, conforme lo iban exigiendo sus ministerios [70].

Entiéndese aquí por misterios de la gracia, no la esencia divina y vida íntima de Dios, de la que ya se ha dicho que excede el conocimiento natural dé todo entendimiento creado y creable (1." p., q. 12 Y 33), sino aquellas cosas sobrenaturales que trascienden todo orden natural, no ya en cuanto al modo de producirse, sino en cuanto a su misma entidad y esencia, y son obradas por Dios gratuitamente, dependiendo de su libre y soberana voluntad, pero ordenadas a la salvación del hombre, como la encarnación del Verbo, la infusión de la gracia y justificación, los efectos de los sacramentos, la presencia real de. Cristo en la Eucaristía, la visión beatífica, etc.
Por la distinción entre las clases dé conocimiento angélico que hace Santo Tomás y la naturaleza misma de estos misterios, queda patente que los ángeles no pueden conocer naturalmente los misterios de la gracia en sí. Si no pueden conocer naturalmente lo que depende de la libre voluntad del hombre, mucho menos podrán lo que depende de la libérrima voluntad de Dios.
Sobrenaturalmente pudieron conocerlos de dos maneras: por la fe, que les fue infundida con la gracia al ser creados (1." p., q. 62; 2-2, q. 5, a. 1); y por la visión beatífica los buenos al recibir la gloria, viendo en este estado de bienaventuranza más o menos misterios y más o menos clara, mente según el grado de gloria que poseen o según que Dios quiere revelárselos para el desempeño de los ministerios que les encomienda.

QUESTIO LVIII: DEL MODO DE CONOCER DE LOS ANGELES
INTRODUCCION.

Después de haber estudiado la naturaleza de la potencia cognoscitiva de los ángeles (q. 54), el medio del conocimiento angélico (q. 55) Y el objeto del mismo, tanto por parte de las cosas inmateriales (q. 56) como materiales. (q. 57), pasa ahora Santo Tomás a estudiar en esta cuestión 58 el modo como se lleva a cabo en los ángeles el acto de entender.

I.-RAZON DE SER DE LA CUESTION y ORDEN Y CONEXION DE LOS ARTICULOS

El modo del conocimiento sigue necesariamente a la naturaleza y esencia del que conoce. Siendo, pues, los ángeles criaturas intelectuales, tienen conocimiento intelectivo; y siendo superiores a la humana naturaleza, conocen de un modo más perfecto.     '
Mas ¿hasta dónde Se extiende esta mayor perfección del conocimiento angélico? He aquí toda la razón de ser de esta última cuestión consagrada a determinarlo, sin la cual quedaría incompleto el tratado.
A falta de datos revelados sobre este punto complementario de la génesis del conocimiento angélico, vuelve a aflorar aquí, ubérrimo en consecuencias lógicas, el principio básico de la perfecta inmaterialidad de la naturaleza angélica, así como la posición intermedia que los ángeles ocupan en el orden intelectivo en la armónica escala de los seres del universo y es digno de hacerse resaltar una vez más y tenerse en cuenta el paralelismo relativo, ya anteriormente notado, entre el proceso del conocimiento cognoscitivo en los ángeles y el mismo en Dios y en el hombre.
Diríase que, realmente, Santo, Tomás en el planteamiento, desarrollo y solución de los problemas de esta cuestión ha, tenido presente de manera especial el modo de realizarse nuestro conocimiento.   
Cuando la revelación divina calla, no nos es dado saber en esta vida cuál sea en sí el modo propio del conocimiento de las ángeles, si no es relacionando con lo que la misma revelación y razón natural nos enseñan sobre la naturaleza de los mismos. Y, como nos sucede siempre que se trata de conocer las cosas en sí simples y perfectas, que no caen directamente bajo nuestros sentidos, por vía de negación y quitando del modo del conocimiento humano lo que en él hay de imperfección, atribuimos a las ángeles una forma de entender más perfecta, siempre bajo el modo perfectísimo y simplicísimo del conocimiento de Dios.
Así vemos que nuestro entendimiento, que tiene el ínfimo grado en la escala de los seres intelectivos, sólo llega gradualmente y como por pasos contados, por diversas operaciones, al conocimiento de la verdad, consiguiéndola gota a gota, y aun esto, según ya dijo Santo Tomás, lo logran pocos, tras de mucho tiempo y con mezcla dé muchos errores" (l. p., q. 1, a. 1)      
Es preciso, pues, para el pleno conocimiento de la operación intelectiva de los ángeles; averiguar ahora si éstos, siguen el mismo proceso que el hombre y tienen el mismo modo de conocer cuántos objetos están dentro del ámbito del orden       inteligíble.
Lo primera que observamos en nosotros es que originariamente estamos en estado de pura potencialidad para conocer, y nuestro entendimiento es, en frase del Estagirita, repetida por el Angélico Maestro, "como una lápida en blanco en la que nada hay escrito" (ARISTÓTELES, De anima, lib. III, cap. 4: 429, a, 13-18; SANTO TOMÁS, lect. 7, n. 675; l., p., q 79, a. 2; De veritate, q. 8, a. 9).
Además,  en nosotros experimentamos la alternativa de acto y potencia en el entender. Por eso lo primero que aquí debe considerarse, tratando del conocimiento angélico, es en general, cómo se hallan los ángeles en cuanto a, la actuación de la potencia según los distintos objetos (a. 1)  
Después se estudia en especial el modo del conocimiento angélico en sí mismo (aa. 2-7); considerando el proceso del acto según se da en el hombre (aa. 2-5) y el término Para el estudio del proceso se consideran las tres operaciones del entendimiento humano: simple intuición (a. 2), raciocinio (a. 3) Y juicio (a. 4), posponiéndose el estudio de éste al de, aquél, porque, aun excluido el raciocinio, podría parecer posible el conocimiento a modo de juicio por composición y división, o sea afirmando y negando, a continuación se estudia la adecuación entre el entendimiento angélico y las cosas conocidas, es decir, la certeza  en la consecución de la verdad (a. 5).

En cuanto al término en que, conseguida la verdad, descansa el entendimiento, engendrándose en nosotros la ciencia, teniendo en cuenta que el conocimiento puede ser natural y sobrenatural, para el estudio de ella en los ángeles y acomodándose a la nomenclatura introducida por San Agustín, estudia Santo Tomás en los dos artículos restantes si en general el conocimiento del ángel puede llamarse matutino y vespertino (a. 6), y ya más en especial investiga en el último artículo la razón formal de tal distinción, determinando si son uno mismo o son diversos conocimientos (a. 7).  


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