LA VOCACIÓN (1914-1923)
LAS
DESGRACIAS DE LA GRAN GUERRA
Llego la gran guerra que marco la infancia de Marcel
Lefebvre, quien la describió tal como la vivió: “De la noche a la mañana, todos
los hombres fueron movilizados y las mujeres y sus hijos se quedaron solos en
sus casa. En los colegios solo quedaron los profesores enfermos o mayores de
edad. En las parroquias también tuvieron que ir los vicarios, donde había cinco
o seis sacerdotes solo quedaron uno o dos. Luego, con rapidez, empezaron los combates.
Las noticias llegaban del frente, confirmadas posteriormente por los heridos
que volvían a la retaguardia, había muchos muertos y prisioneros”.
René y Gabrielle Lefevbre dos patriotas
combatientes.
René Lefebvre, padre de seis hijos, no podía ser movilizado,
pero ofreció su ayuda a la Sociedad de Auxilio a los Heridos Militares (SAHM)
DE Turcoing. Iba en coche a través de los puestos alemanes en busca de heridos
franceses. Muy pronto los ejércitos enemigos avanzaron mas allá de Lille, el 2
de septiembre de 1914, pero los alrededores de Lille no fueron ocupados sino
hasta octubre. La entrada de las tropas bávaras en Lille, el 13 de octubre,
estuvo precedida de un intenso bombardeo. Desde Turcoing, Marcel Lefebvre veía
las llamas y asistía al desfile de húsares y ulanos (lanceros a caballo).
Una vez ocupada turcoing, René Lefevbre opto por
cuidar a los heridos franceses y aprovecho la oportunidad para facilitar la
huida de prisioneros ingleses. En enero de 1915, sintiéndose vigilado, oculto
las provisiones de lana detrás de los falsos muros y viajo a Holanda con
documento belga, luego viajo a Inglaterra, desde donde realizo misiones para la
inteligencia belga. De regreso a Francia, se convirtió en escolta de los
servicios radiológicos de la SAHM en el frente y luego en administrador del
Hospital 60 de Paris.
La Sra. Lefevbre se quedo a cargo de la familia y de
la fábrica, su entereza de ánimo sorprendió más de una vez a Marcel. La
población se encontraba a un paso de una gran hambruna, Marcel recordaba las
sopas populares que iban a comer en los salones municipales, los pollos
americanos que llegaban podridos, el pan negro y viscoso bajo la corteza.
Los alemanes requisaron las reservas de las fábricas
en 1915, descubrieron las que habían sido ocultadas y luego se llevaron o
destruyeron las maquinas con el fin de causar un daño grande y prolongado a la
temida competencia; finalmente, exigieron que colaboraran a la guerra del
Reich. Los patrones, como era de esperar, se opusieron rotundamente por lo cual
los encarcelaron ese mismo día y deportaron inmediatamente a 131 habitantes de
Roubaix a Gustom, en Meclemburgo, entre los que se encontraba Felix Watine,
hermano de la Sra. Lefebvre. La valiente y patriota cristiana realizo el agere
contra o el contraataque: le dedico más tiempo al dispensario donde contrajo la
sarna. La religiosa que la curaba, les decía con admiración a sus hijos: “Su
madre es una santa”. En la ambulancia del colegio no se negaba a cuidar a los
soldados heridos alemanes, pero cuando las diaconisas alemanas de alojaron en
su casa, les cerró la puerta de los salones de la planta baja donde ellos
mismos estaban, y a las tropas de paso solo les ofreció las habitaciones vacías
del segundo piso. Esa fue la gota que derramo el vaso; la encerraron varios
días en los sótanos del ayuntamiento de Turcoing.
Pruebas
impresionantes. Vocación de René
El frente estaba muy cerca, en Bélgica, Ypres y el
famoso Mont-Kemmel. Marcel recordaba esas tardes y las noches donde el
horizonte resplandecía constantemente por el estallido de los obuses; todo el
cielo se encendía y se oía un continuo fragor. Al día siguiente llegaban los
cortejos de vehículos con heridos alemanes al hospital improvisado frente a su
casa. El viernes Santo de 1916 los alemanes anunciaron la movilización de todas
las chicas de más de diecisiete años capaces de trabajar en los centros de
armamento. Dieron la orden que todas las personas esperaran en la vereda.
Detrás de las cortinas, los niños Lefebvre asistieron a la redada. Las
continuas inquietudes, y ahora esos reclutamientos crueles, se grabaron en su
alma.
“Aquello marco nuestra infancia, decía Monseñor
Lefebvre, aunque solo se tuvieran nueve, diez u once, las imágenes quedaban
grabadas en la memoria, ¡La guerra es realmente espantosa! Es evidente que eso
hizo mella en nosotros los hermanos mayores; los cinco quedamos marcados por
aquellos acontecimientos, y pienso que nuestra vocación de debió en parte a
ello, porque vimos que la vida humana era poca cosa y que había que saber
sufrir”.
En 1917 la guerra le trajo a la Sra. Lefebvre otra
separación, que tendría un papel providencial en el futuro de Marcel. René,
hijo mayor, había cumplido catorce años, para escapar del trabajo obligatorio
al servicio de Alemania logro reunirse con su padre en Versalles en abril de
1917, gracias a un tren de la cruz roja que pasaba por Suiza. Allí se quedo dos
años para concluir sus estudios en el seminario menor de Gradchamp, le abrieron
las puertas fácilmente no porque vieron en él una vocación misionera que se
manifestaba en su interior, sino porque procedía de una región ocupada.
Finalmente el armisticio llego el 11 de noviembre de
1918, que trajo la paz sobre la ruina. El Sr. Lefebvre ya podía regresar. El 2
de diciembre toda la familia fue a Lourdes para dar gracias a la Santísima
Virgen; luego se quedaron un tiempo en Versalles, junto a Rene. El R.P Henrri
Collin, su profesor de filosofía, preparo al pequeño Joseph para su primera
comunión a la edad de cinco años y casi diario le daba clases a Marcel. El Padre
Collin, cuando se entero de la vocación de René, le aconsejo al Sr. Lefebvre
que lo enviara a Roma puesto que el mismo Padre había estudiado en el seminario
francés de Roma allá por los años de 1910 a 1914. En Pascua de 1919, Rene,
recibió la sotana, contaba entonces con dieciséis años, volvió a su casa para
pasar el verano con su familia y salió para Roma el 24 de octubre.
2. En el
colegio del Sagrado Corazón La preguerra: 1912-1924
Marcel permaneció con las Ursulinas hasta el 19 de
de noviembre de 1912, y en el invierno
entro como alumno externo de la institución del Sagrado Corazón, fundado en
1666 por los Padres Recoletos, el colegio San Buenaventura tuvo que cerrar en
1790 y en 1802 el ayuntamiento de Turcoing abrió en su lugar una escuela secundaria
cuya dirección encomendó al clero secular de la diócesis, que era la de
Cambrai. En 1853 el colegio se estableció en la calle de Lille, en una fabrica
vacía, en 1871, el superior del Padre Lecomte, lo consagro al Sagrado Corazón.
La amplia capilla era el centro de la vida del
colegio, donde orientados asía el altar, se reunían los cientos de alumnos para
la Misa matutina, que a diario se
celebraba y también en este lugar se celebraban; el inicio de cursos, las confirmaciones
y la comunión solemne. El rosetón que coronaba el altar llamaba la atención de
Marcel y lo atraía cada vez que lo veía, es decir, cada mañana. Este rosetón
representaba la presentación, donde la Virgen María niña subía con gesto
decidido los peldaños del santuario para entregarse al Señor. Esta visión
generosa quedo grabada en su alma
Marcel entro al noveno grado, en la sección del
Padre Beaudier, y tenía como amigo al que, al pasar del tiempo, llegaría a ser
su gran amigo, Robert Lepoutre. El Padre Achile Leleu era el superior por aquel tiempo. El colegio quedaba a cinco
minutos de su casa. Cada mañana, después de oír Misa o recibir la sagrada
comunión en su defecto, en Notre-Dame los dos chicos salían rumbo al colegio
para la primera clase de las ocho, se dictaban clases hasta las diez, luego
venia un tiempo de estudio hasta el mediodía, momento de la comida la cual se
podía hacer en el colegio o en la casa para los que Vivian cerca. Continuaban
las clases a la una y media con treinta minutos de estudio y después seguían
hasta las cuatro, seguidas de un corto recreo. Luego había estudio hasta las
seis y media y conferencia espiritual, salían a las siete.
A Marcel le tocaba soportar en las calles las burlas
de los compañeros de su hermano mayor, dueño de sí mismo el no respondía sabiendo
que tarde o temprano se enfadarían de ese juego. Sin embargo otros que no
tenían su temple fueron víctimas de las bromas de sus compañeros y los agredían
fuera de la vigilancia del colegio, Marcel acudió siempre al socorro de estos
infortunados jóvenes y dispersaba a los provocadores para su mayor confusión.
Al inicio del curso de 1913 paso al octavo grado, en la sección del Padre
Patoor; mantuvo un buen promedio y obtuvo cinco menciones de honor.
Los años
de la guerra, 1914-1918. Vocación de Marcel
Al dar inicio
el curso de 1914 el colegio no contaba con muchos profesores pues muchos de
ellos (y a menudo los mejores) fueron movilizados como capellanes. Para colmo
de males, un sacerdote sustituto estaba desequilibrado. Había un gran desorden
en la clase y Marcel se sintió tan indignado por todo esto que la madre se
quejo ante los superiores. “decididamente la injusticia, tanto en los juegos
como en la dirección siempre lo enojaba, decía Cristiane que relataba todo
esto”
Marcel entro a sexto grado en octubre de 1915, tenía
un excelente nivel: obtuvo doce menciones en las calificaciones de julio de
1915. Ese año entro en la Congregación de los Santos Ángeles, grupo de piedad
organizado por los estudiantes de su edad y pronuncio un acto de consagración a
los santos ángeles con su amigo Jacques Dumortier, Christian Laurent y George
Donze. El curso de 1916-1917 se interrumpido por la ocupación total del colegio
por el ejército alemán, a excepción de la capilla. Unos alumnos patriotas
fueron detenidos por faltas contra el ejército alemán, pero fueron liberados
gracias a la intervención de Padre Maurice Lehembre, profesor de alemán, quien,
en su alegato en buen alemán admiro a los jueces y logro rescatar a los
inculpados.
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