21 de enero.
Santa Inés,
virgen
y
mártir.
(†304)
Epístola – Ecles; II, 1-8.
Evangelio – San Mateo; XXV, 1-13
Nació
esta gloriosísima niña y fortísima mártir de Cristo de padres cristianos, ricos
y nobles. Catorce años tenía, y ponderaban su extraordinaria hermosura hasta en
la corte imperial. Enamorado de ella el hijo del gobernador de Roma, llamado -Procopio,
envió a la doncella un riquísimo presente, y usó de todo linaje de halagos,
promesas y amenazas para alcanzarla por esposa. Respondió ella que quería ser
leal a otro Esposo mucho más noble, el cual sólo le pedía por dote la
virginidad. Por donde entendiendo el gobernador que Inés era cristiana, le
concedió veinticuatro horas de tiempo para escoger una de dos cosas: ó dar la
mano a su hijo, y ser una de las primeras damas romanas, o resignarse a morir
en los más afrentosos y dolorosos suplicios. «No es menester tanto tiempo; —respondió
Inés — lo que me está mejor es morir, y coronar mi virginidad con la gloria del
martirio». «Irás, pues, al lugar infame — replicó el prefecto — y morirás sin
ser virgen». «Esas son las infamias que os inspiran vuestros dioses, — repuso
la niña — pero no las temo, porque hay quien me librará de ellas». Cargáronla,
pues, de cadenas, y lleváronla como arrastrando al templo de los ídolos, y allí
le movieron por fuerza la mano para que ofreciese incienso a los dioses, y ella
al levantar la diestra hizo la señal de la cruz, por lo cual de allí fué
conducida al lugar de infamia: más un resplandor celestial atajó los pasos de
los mozos deshonestos que se le llegaron, y el hijo del prefecto, que osó
entrar en aquel sitio, cayó repentinamente muerto. Consternado el padre de este
joven, rogó a Inés que, si podía, le resucitase; y la niña oró y el mancebo
resucitó, confesando delante de todos que Jesucristo era Dios. Al ver estos
prodigios, los sacerdotes de ¿ los ídolos conmovieron al pueblo contra la aliña
cristiana, diciendo que era una gran hechicera y sacrílega, por lo cual el
teniente del gobernador dio sentencia de «que fuese quemada. Encendióse la
hoguera y con asombro de todos apareció la niña sin lesión en medio del fuego. Entonces,
temiéndose una sedición del pueblo, mandó el presidente que allí mismo fuese
degollada; y atravesándole él pecho un verdugo, voió el alma de Inés a su
celestial Esposo. Pusieron su santo cuerpo en una heredad de sus padres, fuera
de la puerta Nomentana, que ahora se llama de Santa Inés, donde muchos cristianos, concurrían a hacerle reverencia;
entre ellos fué Emerenciana, virgen santísima, compañera y hermana de leche de
santa Inés y reprendió en aquel lugar a los gentiles de su impiedad. Era catecúmena,
y fué bautizada allí con su propia sangre. Su cuerpo fué sepultado junto con el
de santa Inés.
Reflexión:
San
Máximo, en un sermón que hizo de santa Inés, exclamaba: «¡Oh virgen gloriosísima!
¡qué ejemplo de vuestra amor habéis dejado a las vírgenes, para que os imiten!
¡Oh, cómo íes enseñasteis a responder, despreciando la riqueza del siglo,
desechando los deleites del mundo, amando solamente la hermosura de Cristo!
Allegaos, doncellas, y en los tiernos años de la niñez, aprended a amar a
Cristo con vivas llamas de amor. Dice Inés que quiere ser leal a su Esposo, y
que desea a Aquél solo, que no rehusó morir por ella. Aprended, vírgenes, de
Inés, que así está abrasada del amor divino tiene por nada todos los tesoros y
deliciao de la tierra».
Oración:
Todopoderoso
y sempiterno Dios, que escoges lo más flaco para confundir a lo más fuerte;
concédenos por tu clemencia que los que hoy celebramos la fiesta de la
bienaventurada virgen y mártir Inés, experimentemos la virtud de su intercesión.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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