20 de diciembre.
Santo Domingo de
Silos,
confesor.
(†1003)
(†1003)
El admirable taumaturgo
santo Domingo de Silos, fué natural de Cañas, pequeño lugar de la Rioja, y en
su niñez se ejercitó en apacentar el ganado de su padre, después de lo cual se
apartó a hacer vida solitaria y de contemplación. Pareciéndole más segura la
vida religiosa, se hizo monje en el monasterio de San Millán, de Padres
benedictinos, en donde estudió con gran provecho las divinas letras, y ordenado
de sacerdote, diéronle el cargo de cura de Santa María de Cañas. Tan buena
cuenta, dió de este oficio, que le llamaron a San Millán y le hicieron prior
del monasterio. Aquí dio aquella muestra de tesón y santa libertad resistiendo
al rey de Navarra don «García, que por su propia autoridad y con violencia
intentó sacar ciertas joyas y el oro y la plata de la sacristía del convento;
por lo cual le desterró el rey con algunos de sus monjes. Acogióse Domingo a Fernando
I, rey de Castilla y de León, de quien fué recibido con benevolencia y amor, y
su fama de santidad empezó a extenderse por España. Habiendo decaído en lo
espiritual y temporal el insigne monasterio de Silos; el rey no halló remedio
más eficaz para reparar sus pérdidas, que confiarlo a santo Domingo nombrándole
su abad. Durante veintitrés años lo gobernó con admirable ejemplo de vida,
maravilloso celo y grande acrecentamiento de sus monjes en virtud y perfección.
Resplandeció en muchas y grandes maravillas, que Dios obró por él, sanando
a los ciegos, cojos, tullidos y otros enfermos de diversas enfermedades; pero
en la que principalmente se señaló, fué en socorrer' a los cristianos
cautivos de los moros, que a la sazón eran muchos. Fué esto con tan grande extremo,
que encomendándose a él desae sus mazmorras los cautivos, se hallaban a deshora
en tierra de cristianos, y aun a las puertas de su monasterio, dejando allí por
testimonio las cadenas y grillos de su cautiverio; y fueron tantos los despojos
que los cautivos depositaron en el templo, que decían por refrán en Castilla:
«No te bastarán los hierros de santo Domingo»: y no solamente en el templo ide
santo Domingo colgaban los cautivos sus cadenas, sino también en otros
santuarios y oratorios de su advocación, como se veían siglos después en la
iglesia de Jesús del Monte, junto a la villa de Loranca de Tajuña, que antes
había sido ermita de santo Domingo. Fué gran devota de este santo doña Juana de
Aza la cual en el monasterio de Silos hizo fervorosa oración, velando ante el sepulcro
del santo y suplicándole la gracia de un dichoso parto, al cual estaba próxima:
y por su intercesión tuvo un hijo, a quien puso el nombre de su favorecedor, y
más tarde fué santo y fundador de la esclarecida orden de predicadores, martillo
de los herejes e instituidor del santísimo Rosario: este fué santo Domingo de
Guzmán. Finalmente llamó a sus monjes, les dió muy saludables documentos; y
recibidos los santos Sacramentos, dio su alma al Señor.
Reflexión:
Ni amenazas, ni castigos deben
arredrarnos a imitación de nuestro santo, cuando se trate de defender los intereses
divinos. El te ha confiado la honra de su santísimo nombre. ¿Cómo te muestras
tan cobarde al oír una blasfemia que la hace pedazos, y no atajas con severa
reprensión aquella maldita lengua, si no puedes amordazarla?
Oración:
Oh Dios, que ilustraste tu
Iglesia con los esclarecidos merecimientos del bienaventurado confesor santo Domingo,
y la alegraste con los ilustres milagros obrados para redención de cautivos:
concédenos a tus siervos, que aprendamos de sus ejemplos y que por su intercesión
nos veamos libres de la servidumbre de todos los vicios. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
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