31 DE OCTUBRE
LA VIGILIA DE TODOS LOS SANTOS
Preparemos nuestras almas
a las gracias que el cielo va a derramar sobre el mundo a cambio, de sus
homenajes. Será tal mañana la alegría de la Iglesia, que se creerá vivir ya en
la eternidad. Pero hoy se presenta ante nosotros con libreas de penitencia,
reconociendo que no pasa de ser una desterrada. Ayunemos y oremos con ella.
¿Qué somos nosotros también sino caminantes de un mundo en que todo pasa y
marcha rápidamente a la muerte? La solemnidad que va a empezar, cuenta de año
en año, entre nuestros compañeros de otros tiempos, nuevos elegidos que
bendicen nuestro llanto y sonríen a nuestros cantos de esperanza. Cada año nos acercamos
al término y también nosotros, admitidos en la fiesta del cielo, recibiremos el
homenaje de los que vienen detrás y les tenderemos la mano para ayudarlos a
unirse con nosotros en el país de la felicidad que no tiene fin. Sepamos desde
ahora libertar nuestras almas, y en medio de los vanos cuidados conservemos nuestros
corazones libres de los falsos placeres de una tierra que no es la nuestra: un
desterrado no tiene más inquietud que su aislamiento ni otra alegría que la que
le procura el gusto anticipado de la patria. Imbuidos en estos pensamientos,
digamos con la Iglesia en este día de vigilia:
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro,
multiplica sobre nosotros tu gracia; y haz que consigamos en nuestra santa
profesión la alegría de aquellos cuya gloriosa solemnidad prevenimos. Por
Nuestro Señor Jesucristo.
SECUENCIA
Y terminamos este mes con
un homenaje a María, Reina del Santísimo Rosario y Reina de los Santos, que
tomamos de un misal dominicano:
He
aquí que en el jardín virginal echan brotones
los
nuevos vastagos y se forman las flores; apunta la
fertilidad
de la primavera. '
Han
terminado las heladas; se ha ido el invierno
y
las lluvias y la nieve han desaparecido con él; se
han
mostrado las rosas en la tierra, como sembradas
por
los cielos.
La
rosa ha producido al lirio; y luego del jardín de
su
hijo, mientras duró su destierro, ella ha recogido
y
cosechado.
Para
los justos la alegría, para los pecadores una
nueva
inocencia, para los elegidos la gloria, para todos
la
salvación:
Dones
que Cristo trajo de los cielos, que aseguró
con
sus padecimientos a la tierra, salvando al mundo
que
había venido a vencer. .
Descansa
entre las hojas del rosal, se hiere en sus
espinas,
se corona con sus flores: y de ese modo nos
llama,
nos justifica, nos recompensa.
Gracias,
pues, a la vara bendita, a sus hojas, a sus
espinas,
a sus rosas, tenemos patria; donde mora el
augusto
jardinero, allí nos esperan sus delicias.
La
emperatriz que se complace en la compañía de
nuestra
milicia santa, preside a la triple jerarquía dé
los
nueve coros.
Nueva
triunfadora que reparas el antiguo desastre,
para
ti nuestros cantos.
Pero
otra vez amenaza y ruge el enemigo; si tú
no
le detienes, acaba con los cristianos.
Te
saludamos, morada del Verbo, santuario del Espíritu
Santo,
hija del Padre soberano.
Esté
siempre tu ayuda con nosotros en los peligros
múltiples
de esta vida, en las asechanzas del enemigo-
Y
después del combate, sea nuestra corona de rosas
y
de lirios cogidos en los jardines de los cielos^
Amén,
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