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miércoles, 31 de agosto de 2016

EL MANUSCRITO DEL PURGATORIO


(AÑO 1877)


ENERO 1877.- Apóyate tranquilamente en el corazón adorable de tu Jesús. Dile todas tus penas como a un amigo; Él te comprenderá, pero lo que te he dicho del rincón de su divino Corazón, te será desvelado sólo cuando seas más interior de lo que eres actualmente. No te aflijas de todo el fastidio de la escuela. Yo rezo por ti cada día, a fin de que no pierdas la paciencia.

13 FEBRERO.- (Delante del S.S. Sacramento). Ves qué solo está Jesús. Sin embargo en este momento podrían estar más personas, si se tuviese un poco más de buena voluntad. Pero, cuánta indiferencia., también entre las almas religiosas! Nuestro Señor es sensibilísimo a este respecto. Al menos, ámalo tú en lugar de estas almas injustas y el buen Dios será compensado por tanto descuido.

12 MAYO. - Mortifícate en cuanto al cuerpo y sobre todo en cuanto al espíritu!. Olvídate, renuncia totalmente a ti misma. No pongas atención nunca a lo que hacen los otros. El buen Dios no pide de todas las almas la misma perfección. No todas son aclaradas con la misma iluminación; a ti sin embargo, que Jesús te ilumina, atiéndelo siempre a Él, que sólo Él sea tu fin en cada cosa!. Antes de cualquier acción, obsérvate y examínate si lo has agradado a Él, y esto es todo para ti. Su mirada, su amor y su beneplácito deben bastarte. Una indiferencia, una falta de atención de parte tuya le ofende, mientras otras veces un frecuente recuerdo de su santa presencia, una breve glorificación, una mirada, una pequeña atención en su cuidado lo agradan y Él es sensible a esto. Sé vigilante en tu interior y no dejes escapar ninguna gracia del buen Dios. No hagas mucho caso de tu cuerpo. Olvídate voluntariamente de ti misma. Arrójate con sencillez en los brazos de Jesús y Él no te dejará en la dificultad. Solamente te una confianza ilimitada en su bondad. Si supieras qué grande es su poder, pondrías límites a su poder?. Qué cosa no puede hacer Jesús por un alma que Él ama?

13 DICIEMBRE. - En tus acciones no busques agradar a nadie, si no al buen Dios. Por Él debes hacer todo, sin respeto humano y sin detenerte nunca; tú sabes lo que Nuestro Señor te ha recomendado 25 veces al día. Si amas verdaderamente al buen Dios, en esos momentos Él no te negará nada de cuanto le pidieras. Sí, eres pobre, es verdad, humíllate, Jesús sin embargo no siempre concede sus gracias a los más santos. Prepárate siempre con gran diligencia a la santa Comunión, a la confesión, al oficio divino; en una palabra, a todo lo que tenga por fin una unión más grande con Nuestro Señor. A pesar de todo deberías logra con mucho menos dificultades que otros ver a Jesús siempre presente en tu corazón; después de las gracias que te ha concedido al respecto, no deberías tener dificultad en recogerte!. Ya te he dicho que el buen Dios busca en el mundo almas que lo amen, pero con un amor de niño, con ternura respetuosa, es verdad, pero afectuosa. Y bien, de estas almas no hay!. Su número es más pequeño de cuanto se cree. Se restringe demasiado el corazón del buen Dios. Se considera demasiado grande al buen Jesús para tenerlo cerca y el amor que se tiene por Él es frío. El respeto en fin degenera en una cierta indiferencia. Sólo que no todas las almas llegan a comprender este amor que Nuestro Señor pide; pero tú, a quien Jesús lo ha dado a comprender, compénsalo de tal indiferencia, de tal frialdad. Pídele que agrande tu corazón a fin de que pueda contener mucho amor. Con tu ternura y la respetuosa familiaridad que Jesús te permite, puedes reparar lo que no a todos es dado a comprender. Hazlo y sobre todo ámalo mucho!. No te canses nunca de trabajar!. Comienza cada día como si no hubieras hecho todavía nada!. Esta continua renuncia a la propia voluntad y a las propias comodidades, al propio modo de ver, es un largo martirio muy meritorio y muy agradable al buen Dios. El buen Dios te quiere extraordinaria, no en cuanto a lo exterior, pero sí en cuanto a lo interior. El pide de ti una unión tan grande que tienes que lograr no perderlo nunca de vista, ni siquiera en el ardor de ocupaciones.

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