El sol se inclina ahora,
Enfriándose, hacia el otoño.
Pero ardiente en el cirio del labrador,
delante de la imagen de la Madre de Dios"
Varias fiestas antiguas, adaptadas a las de la Iglesia, no serán
purificadas sino imperfectamente de su pompa diabólica, abusos contra los que el
Sínodo de los cien capítulos (Moscú 1551), ha reaccionado con nitidez e
insistencia, pero sin resultados notables inmediatos" (Strotmann).
Vale al respecto lo cantado en algunos poemas: "La primera Madre
es la Santísima Madre de Dios, La segunda madre es la tierra húmeda, La tercera
madre es la que ha tenido los dolores del parto"
(Epopeya religiosa del slgio XVii)
Otro poema dice:
"Oh tierra madre, tierra húmeda,
De ti hemos nacido todos.
Oh tumbas, y vosotros ataúdes de madera de encina,
Vosotros seréis nuestra habitación...
Oh tú, tierra-madre húmeda
Retama a tu hijo.
Acordaos de nosotros, Señor de los tiempos,
Cuando venga vuestro Reino!
Oh Reina admirable, Madre de Dios,
Oh madre, tierra húmeda... "
Comenta Strotmann: "La ciencia soviética, evidentemente, no ha
dejado de poner de relieve lo que llama “orígenes mitológicos” de la piedad
mariana en el pueblo. Pero estos ataques no han logrado desarraigar esa piedad
de las almas creyentes; a lo más, la han depurado, en tanto se pueda decir que
esto era aún necesario. Si es verdad que el nombre de la Madre de Dios, corría
el riesgo de ser empleado como una palabra mágica contra toda suerte de
accidentes y de males de la vida de todos los días: enfermedades de los niños,
insomnio y quejidos de los bebés, etc., es igualmente verdadero que el culto marial
había suplantado ya, prontamente, el culto pagano de los dioses del nacimiento,
llamados "rozanicy". (Fedotov) La idea de la tierra nutricia y fuente
de vida, se convertirá rápidamente en un símbolo cristiano, abundantemente
utilizado en los textos litúrgicos bizantinos. Justamente, en plena cosecha, el
día de la Asunción, la liturgia del- día exalta a la Virgen purísima como
"fuente de vida, puesta en una tumba, de donde se levanta la escala que
alcanza el cielo". Con esta fiesta de verano se relacionan costumbres
populares, de gran encanto. En varias regiones de Rusia, ese día son llevadas a
la iglesia espigas, y panes recién cocidos de la nueva cosecha, para hacerlos
bendecir como una ofrenda a la Madre de Dios, auxiliadora y protectora en los
trabajos del campo y en la cosecha:
"He aquí el sol,
El tiempo de la cosecha ha pasado,
El sol se inclina ahora,
Enfriándose, hacia el otoño.
Pero ardiente en el cirio del labrador,
delante de la imagen de la Madre de Dios",
escribe el poeta popular Koljcov.
"En la primavera, poco después de la solemnidad de la anunciación,
el labrador recorre sus campos y comprueba que la tierra respira y recobra la
vida. El aire todavía es fresco, la última nieve se ha derretido delante de los
rayos ya cálidos del sol, los campos se extienden negros, cubiertos de un vapor
grisáceo y tibio: la tierra respira, la tierra está presta para producir.
Soberana, Reina de los cielos, bendice, dice entonces el viejo campesino,
persignándose. Y poco tiempo después, sale para sembrar las semillas que han sido
bendecidas el día de la Anunciación" (Smolitsch).
De esta forma, las fiestas de María se convierten en hitos de la
existencia laboriosa de la población rural.
La fiesta de Nuestra Señora de Kazán, el 8 de julio, señala, en las
regiones de la Rusia del Norte, el final de la siega del heno. En la fiesta de
la Protección de la Santísima Virgen (primero de Octubre), las bestias son
puestas por última vez en el año, en la dehesa. Más de una vez, en la prensa
soviética se leen quejas con respecto a estas costumbres, que, se agrega, hacen
perder el tiempo inútilmente. No cabe duda que, pese a las pruebas a las que ha
sido sometida la fe de este pueblo desde hace setenta años, son todavía muy
numerosos los que se aferran con toda su alma a la certidumbre de la presencia,
siempre vigilante, de la Madre de Cristo, presencia que los llena de alegría y
confianza en su labor cotidiana.
María, fuente de alegría
"Alegría inesperada", es el' nombre de un ícono milagroso,
venerado en la iglesia de San Ellas en Moscú, festejado el 9 de diciembre. El
año 1957, la revista del patriarcado de Moscú describiaa la celebración, en la
que hubo gran afluencia de fieles. En su sermón, el patriarca Alexis recordaba
la palabra de Jesús:
"En el mundo tendréis tribulaciones” (Jn. 16,33); aquí es indispensable
el socorro de la Madre de Dios; ella puede consolarnos, de una manera imprevista,
en nuestras angustias... Pero la Madre de Dios nos da aún otra alegría, más,
intensa y más espiritual. Sobre el ícono, delante del cual oramos hoy, está
representado un pecador, que, según la tradición, dirigía de todo corazón sus
plegarias a la Madre de Dios, pese a sus pecados repetidos. Y la Reina de los
cielos escuchó esas súplicas, y le dio la alegría. Le hizo comprender que era
un hombre infeliz, manchado por los pecados. Suscitó en él el arrepentimiento.
Y esa conciencia de su culpabilidad, ese arrepentimiento sincero llenó al
pecador de una profunda alegría, de un sentimiento de liberación espiritual'.
Nosotros también debemos orar así a la Madre de Dios, para que nos ayude a reconocemos
como pecadores.
"Este humilde reconocimiento de nuestra indignidad, nos hará
igualmente, gustar la gran alegría de la libertad espiritual interior. Nuestras
preocupaciones estarán entonces colocadas bajo una luz totalmente distinta,
como algo que hemos merecido, de suerte que las tomaremos sobre nosotros más libre
y generosamente. Y entonces veremos cumplidas
las palabras de Cristo: Buscad primero el Reino de Dios, y todo lo demás se os
dará como añadidura" (Mt. 6, 33)... y el Patriarca concluía diciendo:
"Por las plegarias, de la Madre de Dios, os deseo, queridos hermanos y
hermanas, numerosas alegrías en vuestra vida, y sobre todo, la alegría de la
libertad espiritual, e invoco sobre vosotros la compasión y la bondad de la
Reina del cielo".
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