16 DE JULIO
CONMEMORACION DE LA
BIENAVENTURADA
VIRGEN MARIA DEL
MONTE CARMELO
EL MONTE CARMELO. —
A los que han tenido la dicha de hacer la peregrinación a los Santos Lugares de
Palestina, nunca se les borrará de la memoria su paso por el monte Carmelo.
Esta montaña que domina desde 170 metros de altura a la ciudad de Caiffa y al
Mediterráneo, es una de las más hermosas de toda Palestina. Es, sin duda, una
de las más célebres y su paisaje encantador ha excitado el entusiasmo de
Oriente, e inspirado numerosas comparaciones poéticas de la Sagrada Escritura. Cuando
el Esposo del Cantar de los Cantares desea poner más de relieve la hermosura de
su Esposa, no encuentra expresión más adecuada que comparar su cabeza con el
monte Carmelo: "Caput tuum ut Carmelus." Cuando Isaías nos presenta
el esplendor y gloria del futuro Mesías, le pinta coronado con la gloria del
Líbano y revestido de todas las bellezas del Carmelo: "Gloria Libani
data est ei, decor Carmeli et Saron." Y nos muestra la gran estima que
debemos tener a este santo monte cuando dice que la justicia habitará en la
soledad y la santidad tendrá su lugar sobre el Carmelo: "Habitabit in
solitudine iudicium, et iustitia in Carmelo sedebit." Finalmente
Dios mismo por boca de otro Profeta le colma de elogios, llamando al Carmelo,
su tierra, su herencia: "Terram meam et hereditatem meam", y
a Jerusalén le prometió: "En el día de mi amor, te saqué de
Egipto a la tierra del Carmelo", como si este nombre encerrara
en si todos los bienes con los que quería enriquecer a su pueblo, es decir a la
Iglesia y a cada uno en particular.
LA MONTAÑA
MARIANA. — Lo que da más realce a este santo monte
es, además de la morada de Elias y la victoria que alcanzó sobre los profetas de
Baál, es la célebre visión que nos describe el primer libro de los reyes. Hacía
tiempo que una gran sequía asolaba la tierra de Israel. Elias, conmovido por
los sufrimientos de su pueblo, "subió a la cumbre del Carmelo y
postrándose en tierra y poniendo el rostro entre las rodillas, dijo a su
siervo: Sube y mira hacia el mar. Subió, miró y dijo: No se ve nada. Elias le
dijo: Vuelve hacerlo siete veces. La séptima vez dijo el siervo: Veo una
nubecilla como la palma de la mano de un hombre". Poco después el cielo se
oscureció, se levantó fuerte vendaval y cayó agua en abundancia. Todos los
exegetas y místicos ven en esta "nubecilla, nubécula parva", una
imagen profética de la Virgen María, que por la encarnación dió la vida y
fecundidad al mundo. El primer Responsorio de la fiesta de los Santos del
Carmelo lo dice expresamente; "Elias oraba sobre la cumbre del Carmelo y
en el símbolo de una nubecilla vió a la insigne Virgen. A los que Elias se
revela así la amarán a causa de todas las maravillas que les manifestará esta
visión." De hecho la Iglesia ha aprobado esta interpretación, añadiendo a
los títulos gloriosos de la Santísima Virgen el de Nuestra Señora del Carmen y
nos invita ella también a nosotros como el profeta con estas palabras:
"Sube y mira."
LA ORDEN DEL
CARMEN. — La tradición de la Orden del Carmen sostiene que los
solitarios que moraron en esta santa cumbre, aun antes del cristianismo, honraron
con verdadero culto a la que debía engendrar al Mesías. Aseguran también que
muchos recibieron el Espíritu Santo el día de Pentecostés, teniendo después la
dicha de gozar del trato y familiaridad con la Sma. Virgen. De esta entrevista
se llevaron una veneración y amor tan particulares, que tuvieron la alegría de
ser los primeros que edificaron una capilla en su honor, en el mismo lugar
donde Elias la habla visto en figura de una nubecilla. Desde sus comienzos el
Carmen vuelve sus ojos a la Sma. Virgen y el libro titulado "La
Institución de los primeros monjes" nos muestra a través de inexactitudes
históricas, a la Orden dominada por las grandes figuras que encarna su ideal,
cada una según su rango: Elias y la Virgen María: Siendo María para ellos la
plenitud deslumbradora de la vida contemplativa, el modelo del servicio
perfecto debido al Señor y la entrega total a su voluntad.
EL ESCAPULARIO. — A
mediados del siglo XIII San Simón Stock, General de la Orden del Carmen, recibió
de manos de la Santísima Virgen, el sagrado escapulario como testimonio de su
amor y protección para todos aquellos que lo llevaran. Aseguró que "todo
el que muriera con este hábito no caería en el fuego eterno". Un siglo después
se apareció a Santiago de Euze, futuro Juan XXII, para anunciarle su próxima
elevación al Sumo Pontificado mandándole publicar el privilegio de una pronta
salida del purgatorio, que había obtenido de su Hijo, para los hijos del Carmen:
"Yo, su Madre, le dice, por una gracia especial descenderé a ellos el
sábado siguiente a su muerte, y a todos los que hallare en el purgatorio, los
libraré y los llevaré a la vida eterna." La autoridad de los Soberanos
Pontífices, hicieron pronto asequibles estas gracias espirituales a los fieles
con la institución de la cofradía del Santo Escapulario, al participar sus
miembros de todos los méritos y privilegios de la Orden del Carmen. Hoy son
pocos los verdaderos cristianos que no lleven este escapulario o la medalla
llamada del "Monte Carmelo" y he aquí por qué la fiesta de hoy, no es
sólo la de una ilustre familia religiosa, sino también de toda la Iglesia
entera, puesto que toda ella es deudora a la Virgen del Carmen de innumerables
beneficios y de una protección constante
LA NUBE MÍSTICA. —
Reina del Carmelo, recibe hoy los votos de la Iglesia terrestre. Fuiste la única
esperanza del mundo cuando gemía en una angustiosa espera sin fin. Impotente
para penetrar aún tus grandezas, quiso a pesar de eso, adornarte con los más
preciosos símbolos bajo este mundo de figuras; el reconocimiento anticipado mezclado
de admiración, sirvió para crearte como una aureola sobrehumana de todas perfecciones
de belleza, de fuerza y gracia que sugiere la vista de los lugares tan
encantadores, de campiñas en flor, de cumbres pobladas de árboles, de valles
fértiles, de este Carmelo principalmente que significa jardín de
Dios. En su cumbre nuestros padres, que sabían que la Sabiduría tiene su
trono en la nube2 adelantaron sus ardientes deseos al signo salvador; y allí, debido
a sus plegarias, se les dió lo que la Escritura llama ciencia perfecta y que
designa como el conocimiento de los grandes caminos de las nubes '.
Y cuando Aquel que hace su carroza y su palacio de la oscuridad de la nube, se manifestó
por ella en un recuerdo no lejano a la vista penetrante del Padre de los
Profetas, se vió unirse a los más altos personajes de la humanidad en un grupo
selecto en las soledades de la montaña bendita, como antiguamente Israel en el
desierto, para observar los menores movimientos de la nube misteriosa', recibir
de ella la única dirección en las veredas de esta vida, su única luz en la
larga noche de esperas. Oh María, que desde entonces presides las velas de los
soldados de Cristo y nunca les has faltado un solo día desde que Dios descendió
verdaderamente por ti, no sólo cubres la región de Judea sino a toda la tierra
con una nube cargada de un sinnúmero de bendicionesLos hijos de los profetas lo
experimentaron cuando la tierra de los profetas se hizo infiel, y tuvieron que llevar
un día a otros lugares sus costumbres y tradiciones; comprobaron que el rocío
fecundador de la nube del Carmelo llegaría hasta Occidente, que su protección
se dejaría sentir en todas partes. Esta fiesta, oh Madre divina, es el momento
auténtico de su reconocimiento, acrecentado después con nuevas bendiciones,
cuya munificencia acompañó a este otro éxodo de los últimos restos de Israel. Y
nosotros los hijos de la vieja Europa con razón transmitimos el eco de su
piadosa alegría; porque desde que las tiendas fueron levantadas alrededor de
las colinas donde la nueva Sión fué edificada sobre Pedro, se ha esparcido por
todas partes su lluvia llena de bendiciones ', lanzando al abismo las llamas
eternas, y apagando los ardores del lugar de la expiación.
PLEGARIA POR LA
ORDEN DEL CARMEN. — Oh Madre de la divina gracia, dígnate
pagar a esta Orden la deuda de nuestro agradecimiento puesto que estamos unidos
en el mutuo agradecimiento hacia ti. Protégela y consérvala en estos
desgraciados tiempos. Qué no sólo el viejo tronco mantenga la sabia escondida
en sus profundas raices, sino que también las vetustas ramas vean gozosas el
advenimiento de las nuevas que llevan en sí las flores y los frutos como los llevaron
sus antecesores. Conserva en sus hijos el espíritu de soledad y contemplación
que tuvieron sus padres a la sombra de la nube; haz que sus hijos sean también
fieles a las tradiciones de sus predecesores en todos los lugares que el
Espíritu Santo les ha esparcido para conjurar al huracán y atraer las
bendiciones de la nube misteriosa. Ojalá los austeros perfumes de la montaña
santa continúen purificando a su alrededor el aire corrompido por tantas
miasmas; y por fin que el Carmelo ofrezca a su Esposo sus almas virginales, sus
corazones puros, sus bellas flores que tiene la satisfacción de plantar en el jardín
del Señor.
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