Porque
quien ama de verdad no puede hacer
nada que
desagrade a quien ama
¡Así es, venerabilísimo padre! He encontrado muchas
personas que a fuerza de ofrecer continuamente la oración a Jesús, con
sencillez, sin la luz de enseñanza alguna, han alcanzado un estadio en el que
sus labios y su lengua no eran capaces de abandonar la oración. Esto les ha proporcionado
felicidad e iluminación, y les ha transformado de negligentes en atletas del
espíritu y campeones de la virtud.
Schimnik
Sí, la oración regenera al hombre. Es tal su poder,
que no puede resistirla grado alguno de pasión. Si queréis, hermanos, a modo de
despedida, os leeré un breve pero interesante escrito que llevo conmigo. Todos ¡Os
escucharemos con alegría!
Schimnik
SOBRE EL PODER DE LA ORACION
La oración es poderosa, tan poderosa que justifica el
«ora y haz lo que quieras». La oración te guiará a obrar bien y con rectitud.
Para ser agradable a Dios basta el amor: «ama y haz lo que quieras», dice el
bienaventurado Agustín, «porque quien ama de verdad no puede hacer nada que
desagrade a quien ama". Como la oración es un acto de amor y un modo de
manifestarlo, se puede decir con toda verdad: la oración continua es lo único
necesario para salvarse. «Ora y haz lo que quieras.» Alcanzarás la meta de la
oración y serás iluminado por ella. Para comprenderlo mejor y más a fondo, será
suficiente algún ejemplo:
1. «Ora y piensa lo que quieras.» Tus pensamientos se
purificarán con la oración. La oración iluminará tu entendimiento. Ahuyentará
los pensamientos insidiosos. Lo asegura san Gregario el Sinaíta: «si quieres
ahuyentar los pensamientos y purificar la mente, expúlsalos con la oración», porque
nada como la oración puede controlar los pensamientos. Lo mismo dice San Juan Clímaco: "derriba a los enemigos de la mente con
el Nombre de Jesús. No encontrarás otra arma contra ellos».
2. "Ora y haz lo que quieras.» Tus acciones serán
gratas a Dios y a ti te serán útiles y saludables. La oración frecuente,
cualquiera que sea su objetivo, no quedará sin fruto, porque en ella está el
poder de la gracia, y "todo el que invoque el Nombre del Señor se salvará»
(Act 2, 21). Por ejemplo: un hombre que había orado sin resultado y sin
devoción recibió de la oración claridad de reflexión y una llamada al
arrepentimiento. Una chica disoluta oró cuando volvía a casa y la oración la guio
por el camino de la castidad y la obediencia a los mandamientos de Jesucristo.
3. "Ora y no te canses demasiado en dominar las
pasiones con tus solas fuerzas.» La oración las reducirá a la nada. "El
Espíritu de Dios que está en vosotros es más que el que está en el mundo» (1 Jn
4,4), dice la Escritura. Y San Juan de Kárpatos enseña que si no tienes el don
de dominarte no debes afligirte, sino saber que Dios te pide diligencia en la
oración, y la oración te salvará. El Staret: de quien se habla en Otecnik, que,
vencido por el pecado, no se desalentó, sino que acudió a la oración y volvió a
su pureza anterior, es una prueba.
3 Libro que contiene vidas de insignes Padres (personajes
santos) antiguos con parte de sus escritos.
4. "Ora y no temas.» No temas desgracias ni
reveses. La oración te protegerá alejándolos. Recuerda al Pedro de poca fe, que
se ahogaba; a Pablo que oraba en la prisión; al monje que con la oración se
salvó del ataque de la tentación; a la chica que gracias a la oración se vio
libre de las malas intenciones del soldado, etc. Todo esto confirma la fuerza,
el poder y la universalidad de la oración en el Nombre de Jesucristo.
5. "Ora de una manera o de otra, pero ora
siempre, y no te turbes por motivo alguno.» Sé espiritualmente alegre y
tranquilo, la oración lo resuelve todo, te lo enseñará todo. Recuerda lo que
dicen sobre la oración los santos Juan Crisóstomo y Marcos el Atleta. El
primero asegura que la oración, aunque sea hecha por nosotros pecadores,
purifica inmediatamente. El segundo dice: "orar de cualquier manera es
cosa nuestra; orar perfectamente es don de la gracia». Por lo tanto, ofrece a
Dios cuanto esté en tu facultad; ofrécele inicialmente al menos la cuantidad:
ésta te es posible ofrecerla; la fuerza divina sustituirá tu debilidad, y la
oración, quizá árida y distraída, pero asidua y constante, con la costumbre se
hará en ti una segunda naturaleza y se hará pura, luminosa, ardiente, perfecta.
6. Hay que notar, por último, que si el tiempo de tu
vigilancia se prolonga con la oración, es natural que no te quede tiempo no
sólo para pecar, sino ni siquiera para pensar en pecar. ¿Ves ahora qué
.pensamientos más profundos están encerrados en este sabio aviso: «ama y haz lo
que quieras», «ora y haz lo que quieras»? ¡Qué gozoso y consolador es todo esto
para el pecador, vencido por sus propias debilidades, apesadumbrado por el peso
de las propias pasiones! La oración es todo lo que se nos ha dado como medio
universal de salvación y de perfeccionamiento espiritual. Nada más y nada
menos. Pero a la palabra «oración» va unida una severa condición: «orad
constantemente»; es un aviso del Verbo de Dios. Se deriva de aquí que la
oración muestra sus frutos y su máximo poder cuando es pronunciada frecuente y
constantemente, por- que, como se ha dicho, la frecuencia de la oración depende
de nuestra voluntad, mientras que la pureza, el fervor y la perfección de la
oración son un don de la gracia. Por eso, oremos lo más frecuentemente posible,
dediquemos toda nuestra vida a la oración, aunque en un principio lo hagamos
distraídamente. El frecuente ejercicio nos enseñará la atención, la cuantidad
nos conducirá con seguridad a la cualidad. Un iluminado autor espiritual ha
escrito: «para aprender a hacer bien una cosa es preciso hacerla lo más
frecuentemente posible».
Profesor
¡Realmente la oración es un grave problema] y la
celosa asiduidad es la llave para abrir el cofre de su gracia. Pero ¡con qué
frecuencia se El peregrino ruso desencadena en mí un conflicto entre celo y pereza!
¡Cómo me gustaría encontrar el medio para asegurarme la victoria, adquirir la
convicción y estímulo para aplicarme continuamente a la oración!
Schimnik
Muchos escritores espirituales proponen algunos
medios, basados en sólidos razonamientos, que estimulen la diligencia a tener
en la oración.
Aconsejan, por ejemplo:
1. Profundizar en reflexiones sobre la necesidad,
excelencia y eficacia de la oración para la salvación del alma.
2. Convencerse, sin posible duda, de que Dios nos
exige absolutamente la oración y que su Verbo nos exhorta a orar.
3. Recordar siempre que si somos perezosos y
negligentes en la oración no alcanzaremos progreso alguno en los actos de
devoción que conducen a la paz y a la salvación; y, por lo tanto, serán
inevitables el castigo en este mundo y los tormentos en el otro.
CONTINUARA...
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