Se pregunta el
santo si fue conveniente que Cristo muriese.
Lo que por gracia una vez se concede, nunca se quita si no es por
culpa, pues dice San Pablo que "los dones de Dios y la vocación son sin
arrepentimiento". Ahora bien, mucho mayor es la gracia de unión, por la
cual se une a la carne de Cristo la divinidad en unidad de persona, que la
gracia de adopción, por la que somos santificados; y es también de suyo más
permanente, porque esta gracia se ordena a la unión personal, y la gracia de
adopción, a cierta unión afectiva. Y, sin embargo, vemos que la gracia de
adopción jamás se pierde si no es por la culpa. Pues, como en Cristo no haya
habido ningún pecado, fue imposible que se rompiera la unión de la divinidad
con la carne. Y así como antes de la muerte la carne de Cristo estaba unida personal
e hipostáticamente al Verbo de Dios, así permaneció unida después de la muerte,
de suerte que no fuese distinta la hipóstasis del Verbo de Dios y la hipóstasis
de la carne de Cristo después de la muerte, como dice San Juan Damasceno”.
En el artículo primero Santo Tomas da la explicación de porque Cristo
debía morir. Fue conveniente que Cristo muriese. Primero, para satisfacer por
el género humano, condenado a muerte por el pecado, según la sentencia que se
lee en el Génesis: “Cuando quiera que comieres de el moriréis”. Y es, sin duda,
buen modo d satisfacer por otro el someterse a la misma pena que este tenía merecida. Por eso Cristo quiso
morir, para que, muriendo, satisficiese por nosotros, según lo que dice San
Pedro: “Cristo murió una vez por nuestros pecados.
Segundo, para demostrarnos la verdad de la naturaleza que había
tomado. Pues, como dice Eusebio, “si después de haber vivido con los hombres,
súbitamente hubiera desaparecido, rehuyendo la muerte, todos le hubieran
comparado con un fantasma”.
Tercero, para que, muriendo, nos librase del temor a la muerte. Por
esto se dice en la Epístola a los Hebreos "que comunicó en la carne y en
la sangre para qua con la muerte destruyese al diablo, que tenía el imperio de
la muerte, y libertase a aquellos que con el temor de la muerte estaban por
toda la vida sujetos a la servidumbre".
Cuarto, para que, muriendo en el cuerpo, "según la semejanza del
hombre pecador", esto es, sufriendo las penas, nos diera ejemplo de morir
espiritualmente al pecado. Por esto se dice en la Epístola a los Romanos:
"Porque, muriendo, .murió al pecado una vez para siempre; pero,
viviendo, vive para Dios. Así, pues, haced cuenta de que estáis muertos al pecado,
pero vivos para Dios en Cristo Jesús".
Quinto, para que, 'resucitando de entre los muertos, demostrara el poder
con que venció la muerte, y nos diera esperanza de resucitar de entre los
muertos. Por esto dice el Apóstol: "Pues si de Cristo se predica que ha
resucitado de los muertos, ¿cómo entre vosotros dicen algunos que no hay
resurrección de los muertos?"
En artículo 3: Si después de la muerte se separo el alma de la
divinidad. Contesta el angélico doctor; “Por otra parte, está la autoridad de
San Juan Damasceno, que dice': "Aunque murió en cuanto hombre y su santa alma
se separó de su incontaminado cuerpo, la divinidad permaneció inseparable de
una y de otro, es decir, del alma y del cuerpo"
Respuesta. El alma se unió al Verbo de Dios más inmediatamente y
primero, que el cuerpo. Puesto que el cuerpo se unió al Verbo de Dios mediante
el alma, según queda dicho. Pues como el Verbo de Dios no se haya separado del
cuerpo en la muerte, mucho menos se separó del alma. De manera que, como se dice del Hijo de Dios lo que es propio del
cuerpo separado del alma, a saber, que “fue sepultado", asimismo se dice
en el Símbolo que "descendió a los infiernos", porque su alma,
separada del cuerpo, descendió a los infiernos.
En articulo 4 se pregunta: “Si Cristo fue hombre en los tres días de
su muerte” Por otra parte, tenemos que, suprimido lo superior, queda suprimido
lo inferior; ahora bien, lo vivo o animado es superior a lo animal y al hombre,
pues animal significa substancia animada sensible; pero en aquellos tres días
el cuerpo de Cristo no fue vivo ni animado; luego no fue hombre. Cristo murió de verdad decir lo contrario es ir en contra del artículo
de la fe, y, por lo tanto sería contrario a la fe. Por esto se dice en la
epístola sinodal de San Cirilo: “Si alguno confiesa que el Verbo de Dios
padeció en la carne y que no experimento la muerte, sea anatema.” Ahora bien,
la verdadera muerte del hombre o del animal lleva consigo que deje de ser
hombre o animal, pues la muerte del hombre y del animal proviene de la
separación del alma que completa la noción de animal o de hombre. Por esto,
decir que Cristo en los tres días de su muerte fue hombre, es un error. Puede,
sin embargo, decirse que en esos tres días Cristo fue “hombre muerto.”
Algunos han confesado que en esos tres días Cristo fue hombre, profiriendo
palabras erróneas, pero sin sentir erróneamente en la fe, como Hugo de San
Víctor, el cual aseguraba que en esos tres días Cristo había sido hombre,
porque decía que el hombre es el alma, cosa falsa, según en la Primera Parte
queda probaba. También el Maestro de las Sentencias afirmó que en los tres días
de la muerte Cristo fue hombre, porque creía que la unión del alma con el
cuerpo no era esencial al concepto de hombre, bastando hombre, bastando para
que uno sea hombre que tenga alma y cuerpo unidos o separados; lo cual es
también falso, según queda demostrado en la Primera Parte y lo dicho en esta
acerca del modo de la unión.
Artículo 6. Si la muerte de Cristo obro algo para nuestra salud. Potra
parte, dice San Agustín: "La muerte única de nuestro Salvador, a saber, la
corporal, fue saludable para nuestras dos muertes", la del alma y la del
cuerpo.
Respuesta. De dos maneras podemos hablar de la muerte de Cristo: la
una, si se considera la muerte "infieri"; la otra, si se le considera
"in facto esse". Se dice la muerte "in fieri" cuando por
padecimientos naturales o violentes tiende uno a la muerte, y entonces lo mismo
es hablar de la muerte de Cristo que hablar de su pasión. Así considerada, la
muerte de Cristo es causa de nuestra salud, según lo que de la pasión queda
dicho atrás. Pero la muerte "in facto esse" es la muerte ya consumada
por la separación del alma y del cuerpo, y así hablamos aquí de la muerte de
Cristo. De este modo la muerte de Cristo no puede ser causa de nuestra salud
por vía de merecimiento, sino sólo por vía de eficiencia, en cuanto que
por muerte la divinidad no se separó de
la carne de Cristo" y así cuanto se realizó en ella, aun separada el alma,
fue saludable por virtud de la divinidad que le estaba unida.
Ahora bien, el efecto de una causa se considera según la semejanza de la
causa, y porque la muerte es cierta privación de la propia vida, el efecto de
la muerte de Cristo se considera, como una remoción de lo que contraría a nuestra
salud, a saber, la muerte del alma y la muerte del cuerpo. Por esto se dice que
por la muerte de Cristo fue destruida en nosotros la muerte del alma, que viene
de nuestro pecado" según lo que dice San Pablo a los Romanos: “Se entrego a la muerte por nuestros
delitos”, y la muerte del cuerpo, que consiste en la separación del alma,
según lo que se lee en la carta a los Corintios: “La muerte queda absorbida por la victoria”
No hay comentarios:
Publicar un comentario