Dice
el ángel que algún día todo eso me parecerá muy cerca y que entonces él mismo,
que ahora me cuida y me enseña, tendrá que alejarse de mí.
Esto me
ha llenado de preocupación, lo cual significa que mi cerebro ya comienza a
formarse.
No me
animo a preguntarle a mi ángel como podrá algún día estar lejos de mí, si Dios
le ha mandado que sea mi custodio y mi compañero siempre, algún día yo deje de
estar donde ahora estoy, porque me habré desarrollado plenamente.
No sé cómo
expresar estas cosas raras que se me ocurren y que harían reír a los hombres si
pudieran escucharlas; pero ellos, ni siquiera mi ángel, las escuchan, como yo
mismo apenas entiendo. Hablando ciento que soy una persona. Es decir, alguien
que tiene un alma distinta de las otras almas, un alma que ahora conversa con
el ángel y que después conversara con los hombres, conversare con mi mamá,
conversare con mi papá y con mis hermanitos.
Me ha
contado, y esto me ha hecho muy feliz, que yo tengo dos hermanitos que hace
mucho tiempo vivieron como yo, formándose como me formo yo, poquito a poco, y
ahora son dos preciosas criaturas: él tiene seis años y ella cinco.
Me ha
dicho también que podría tener muchos hermanitos más, pero todos murieron antes
de nacer. Dice mi ángel que mi papá odia a sus hijitos pequeños.
No he
comprendido lo que esto significa, pero he prestado atención a los rumores de
afuera y he percibido una voz que me parece la de mi hermanita. Es lo más
prodigioso que haya oído en mi vida.
Le he
contado esto a mi ángel y me ha dicho que debo haberlo soñado, pues mis oídos todavía
no son aptos para escuchar las cosas del mundo. ¿La oiré, tal vez, a ella como podría
oír a los ángeles?
Otro sueño
he tenido y yo he querido contárselo a él, porque me parece que lo ofendería. Está
bien yo no sé mi propio nombre porque no me llamare de ningún modo hasta sea un
hombrecito o una mujercita y me bauticen, como él me ha explicado. ¿Por qué no
me lo ha dicho? Yo sólo sé que el ángel custodio de mi mamá se llama Absalón,
pero el nombre de él me lo ha ocultado, me enseña mucho.
Me ha
dicho que aunque yo sea algo muy pequeñísimo y el sea un ángel poderosísimo que
todos los días ve cara a cara a Dios y ala Santísima Virgen, el no puede
penetrar mi alma, a donde solo Dios penetra. Cada alma humana es como una
fortaleza cerrada no solo para los ángeles, sino también para los demonios, que
no pueden entrar en ella si el dueño de esa alma no le abre una puerta o un
postigo , un resquicio a lo menos, para poder empezar a seducirla con malos
pensamientos.
Cosa muy
difícil de entender, pero que no olvido cuando mi ángel me las ha dicho tres
veces.
¿Pero
porque digo mi ángel?, si no conozco su nombre y estoy comenzando a pensar que
este ángel no es el mío y que yo estoy como abandonado en el mundo
Me muero
de sueño y voy a dormirme sin saludarlo. No creo que me pertenezca. ¿Debo
confiar mis secretos a quien puede contarlos a otra persona, aunque esa persona
sea mi madre?
III
DUDO
QUE MI ÁNGEL SEA MÍO. . Y A PUEDO MOVERME UN POQUITO.
No he
olvidado ninguna de las innumerables lecciones que viene dándome mi ángel, mejor dicho, este ángel.
El
afirma que soy muy inteligente, un poquito orgulloso y reservado, pues no le
cuento todas las cosa que pienso.
Es
verdad. ¿Cómo voy a contarle que cada vez me afirmo en la sospecha de que no es
mi ángel guardián, sino un intruso, y que debo andar con mucho cuidado para
comunicarme con él?
Lo
escucho y aprendo. La mejor lección que me ha dado es la de que Dios me ama
desde antes de que yo existiera con un amor inmenso y que la Santísima Virgen
es Madre de Dios y también madre mía, otra madre que me quiere más que la que ahora me lleva en su
seno, y la peor lección, que me ha hecho estremecer de miedo, es que mi papá
odia a sus hijitos no nacidos y preferiría que se muriesen o que no nacieran
nunca.
-¿Entonces
me odia a mi-he preguntado.
-Tu
papá ignora que tú existes. ¡Eres tan pequeño todavía! ¡Ay de ti sí lo supiera! -me contestó el ángel.
-y
cuando sea más grande y sepa que existo, ¿me odiará? -No sé; los ángeles no
somos profetas. Mucho me temo que cuando sepa que existes, ocurran cosas
tremendas.
-¿Tiene
también mi papá un ángel custodio?
-Sí,
como todos los seres humanos, como la Santísima Virgen, que tuvo un gran
arcángel.
-¿Cómo
se llamaba ese gran arcángel?
.!-Gabriel,
y fue él quien le anunció que ella seña la mamá del Hijo de Dios, que llamamos
Jesús y que es tu hermano y también hermano de todos los seres humanos que han
nacido y los que han de nacer, como tú.
Al
saber que yo soy nada menos que hermano de Jesús y que la Santísima Virgen es
también mi Madre, me siento orgulloso y me atrevo a interrogarlo. Sobre lo que
tanta curiosidad me despierta: -El ángel de mi otra mamá, la mamá de la tierra,
se llama Absalón. ¿Y cómo se llama el ángel mío?
Entonces él me responde:
- No quiero decírtelo, pero te empeñas en saberlo
todo. Yo soy Absalón, el ángel custodio de tu mamá.
-¿y el ángel custodio mío cómo se llama?, ¿dónde
está?
-Tú no tienes todavía un ángel para ti solo. El de
tu mamá, que soy yo, la cuida a ella y te cuida a ti. Después, cuando aparezcas
a la luz del mundo, Dios mandará un ángel que será tuyo mientras vivas y te
llevará al cielo cuando mueras.
-¡El día que yo aparezca a la luz del mundo! -exclamo
con desilusión-.
¿Y cuándo va a ser eso?
-Eres demasiado preguntón! responde el ángel de
mi madre. Estoy seguro que si fuera mi propio ángel no encontraría mal que yo
le preguntara tantas cosas, porque enseñarme es su oficio y no debe cansarse ni
negarse a responderme.
Me quedo humillado y triste y me duermo cansadísimo.
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