7.
En los ángeles malos se da una especial manera; de estar en lo
que se llama lugar violento, en el que están no por la aplicación de su poder
operativo al lugar, sino mas bien en cuanto que, contra su voluntad y en virtud
de un poder superior extrínseco, están como aprisionados y sufren la acción que
sobre ellos ejerce sobrenaturalmente un cuerpo, es decir. El infierno
Lo
expuesto en las seis proposiciones anteriores tiene aplicación a todos los
ángeles buenos y malos, ya que el principio radical de la virtud operativa que
es su naturaleza perfecta, no desapareció en los demonios con el pecado, si
bien, en pena del mismo, la Providencia divina impide que hagan libremente uso
de ese poder natural en perjuicio de los hombres. Y es Dios mismo, además, el
que hace que el fuego del infierno, como instrumento de su poder y justicia,
ligue las potencias de los demonios para que no puedan obrar lo que quisieran,
como y donde naturalmente podrían aplicar su virtud y poder. Son entonces pacientes en vez de agentes.
"Las substancias in corpóreas escribe Santo Tomás sufren de un modo pasivo
la acción del fuego corpóreo a modo de cierto aprisionamiento... Y esto mismo
les sirve de tormento, en cuanto que se ven atados a las cosas inferiores"
(Cont. Gent., lib. IV, cap. 90).
Q. 53: Tanto
en el prólogo de: la cuestión como en el desarrollo del artículo, habla del
ángel en general, sin distinción alguna.
El
mencionar especialmente a Ios ángeles buenos es debido a que considerando las
objeciones 2 y 3 el movimiento como algo imperfecto, respecto a los ángeles
buenos parece ofrecer especial dificultad por el estado de felicidad y
perfección consumada en que se encuentran, La doctrina aquí expuesta es, pues,
común a todos los ángeles, buenos y majos, si bien en los malos el -movimiento
local y sus demás operaciones en el lugar, con su poder natural, están
coartadas por Dios en castigo de su pecado.
Y
este conocimiento natural perfecto de Dios como primer principio y de los,
atributos que natural y necesariamente le convienen como primera causa,
persiste aun en los ángeles malos después del pecado (L. p., q. 64, a. 1; Ir
Sent., dist. 7, q, 2, a. 1), y acerca de ese conocimiento natural no puede
darse en ellos error en modo alguno, según enseña el Doctor Angélico (1. p., Cf. 58, a. 5; Cant. Gent; lib. III., cap. 108; De malo, q. 16, a. 6).
4°.
CERTEZA E INDEFECTIBILIDAD ESENCIAL DEL CONOCIMIENTO ANGELICO.
“El error, la
falsedad o el engaño no pueden estar de por si en el entendimiento del ángel,
sino solo de modo accidental; los ángeles buenos no pueden incurrir en falsedad
o error; en cambio, los demonios, respecto a lo que les conviene por
naturaleza, no se engañan, pero pueden engañarse en lo que se refiere a lo
sobrenatural.”
Como.
Santo Tomás advierte al principio del artículo, “la verdad de esta cuestión
depende, en cierta manera, de la precedente", ya se ha dicho que tanto los
ángeles buenos como los malos, sin discurso ni composición o división.
(Artículos 3 y 4), intuyen naturalmente y perfectamente las esencias de las
cosas de un modo perfecto por simple percepción, viendo en el mismo acto cuanto
naturalmente les conviene o es incompatible con ellas.
Mas
como "acerca de las esencias el entendimiento es siempre verdadero, como
así mismo lo es el sentido acerca de su objeto propio", y "cuando se
entienden las esencias simples no hay falsedad”, la cual "propiamente se
da sólo en el acto de componer y dividir" (La p., q. 17, a. 3), acto que
no se da en el conocimiento natural del ángel, no podrá haber en él falsedad o
error.
Pero
"la falsedad del entendimiento de modo accidental puede hallarse también
en el acto con que el entendimiento conoce la esencia, o lo que una cosa
es", cuando la esencia de la cosa no puede ser principio suficiente de
conocimiento de algo que le conviene o es incompatible con ella. Y como nada
naturalmente conocido por el ángel puede ser principio suficiente conocimiento
respecto de lo que depende de la ordenación sobrenatural de Dios, de ahí que de
modo accidental los demonios, respecto al orden sobrenatural, por su ignorancia
de las cosas de ese orden y por su mala voluntad, puedan errar no solo
especulativa, sino también prácticamente (De malo q. 16, a. 6).
No
así los ángeles buenos, en quienes todo está natural y voluntariamente sometido
a la sabiduría y ordenación divina, Si bien antes de su confirmación en gracia,
y consecución de la gloria también se dio en ellos esa posibilidad de errar
respecto a las cosas sobrenaturales.
Respuesta de santo Tomas:
El
Filósofo enseña que el entendimiento es siempre verdadero, y a su vez dice San
Agustín que nada es entendido más que lo verdadero, Pero los ángeles no conocen
cosa alguna si no es entendiéndola. Luego en el conocimiento del ángel no puede
haber engaño ni falsedad. La verdad de esta cuestión depende, en cierta manera,
de la precedente. Hemos dicho que el ángel no entiende componiendo y
dividiendo, sino entendiendo las esencias. Acerca de las esencias, el
entendimiento es siempre verdadero, como asimismo lo es el sentido acerca de su
objeto propio, según dice el filósofo. No obstante lo cual, ocurre que
padezcamos engaño o falsedad al entender una esencia, debido a que lleve
adjunta alguna composición, bien porque tomemos la definición de una cosa por
la de otra o porque no se ajusten unas a otras las partes de una misma
definición, como sucedería si por definición de una cosa tomásemos ésta: animal
cuadrúpedo volátil (ya que no hay ningún animal que sea así); y esto sucede
cuando se trata de esencias compuestas, cuya: definición se toma de elementos
diversos, uno de los cuales tenga razón de materia con respecto al otro. Pero
cuando se entienden las esencias simples no hay falsedad, como dice el
Filósofo, porque o hilen no se las concibe totalmente, y en este caso nada se
entiende de ellas, o se conocen como ellas son.
Por
consiguiente, el error o el engaño no pueden estar de por sí en el
entendimiento del ángel, sino sólo de modo accidental. Con todo, de manera
distinta que en nosotros, porque nosotros, por medio de la composición y de la
división, llegamos algunas veces al conocimiento de la esencia, como sucede
cuando investigamos una definición dividiendo y demostrando, cosa que no sucede
en los ángeles, quienes por la esencia de una cosa conocen todas las
atribuciones que le pertenecen. - Pero si bien la esencia de una cosa puede ser
principio de conocimiento suficiente respecto a lo que naturalmente le conviene
o es incompatible con ella, no puede serlo respecto de lo que depende de la
ordenación sobrenatural de Dios. Por tanto, los ángeles buenos, cuya voluntad
es recta, vista la esencia de una cosa, no juzgan de lo que naturalmente les
pertenece sin haber puesto a salvo la ordenación divina, por lo cual no pueden
incurrir en falsedad o en error. En cambio, los demonios, que por depravación
de la voluntad no someten su entendimiento a la sabiduría divina, juzgan a
veces de las cosas de una manera absoluta conforme a su condición natural. Y
entonces ocurre que respecto a lo que les conviene por naturaleza no se
engañan, pero pueden engañarse en lo que se refiere a lo sobrenatural, como,
por ejemplo, si al ver a un hombre muerto juzgan que no ha de resucitar o si al
ver al hombre Cristo juzgasen que no era Dios, y así se comprende también la
contestación a las razones que en pro y en contra se habían opuesto, porque la
perversidad de los demonios consiste en que no se someten a la sabiduría
divina. El desconocimiento que hay en los ángeles no se refiere a los objetos
cognoscibles naturales, sino a los sobrenaturales. Es indudable que el
entendimiento, respecto a las esencias de las cosas, es siempre verdadero; pero
de modo accidental no lo es cuando indebidamente implica alguna composición o
división.
No hay comentarios:
Publicar un comentario