Tras
el bombardeo del sábado, efectuado por EE.UU., Francia y el Reino Unido contra
Siria, acusando a su gobierno de un ataque químico, me parece relevante el
reflotar un trabajo efectuado el año 2017 sobre la organización denominada Los
Cascos Blancos y su papel como instrumento de la agresión occidental.
Una
entidad, de las llamadas No Gubernamentales, que cumplió un rol relevante en la
denuncia del supuesto ataque con gas Cloro en la ciudad de Duma, en la región
de Guta Oriental contra la población civil siria y que habría generado medio
centenar de muertos. Acusación desmentida por Siria y sus aliados y que la Organización para la Prohibición de las Armas
Químicas (OPAQ) recién comenzó a investigar el domingo 15 de abril, con
pesquisas en Duma con el fin de determinar si hubo o no ataque con sustancias
tóxicas. Esto, cuando ya Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña habían
bombardeado el país levantino.
Premio
al Mejor Montaje
Un año
atrás y en virtud de la entrega de los Premios de la Academia de Artes y
Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos
—los denominados Premios Oscar—
publiqué un artículo en el portal www.islamoriente.com relacionado con
la organización signada con el nombre de Los Cascos Blancos. En dicho portal
consigné que este premio mostraba el poder de las agencias de relaciones
públicas occidentales y la estrecha relación que estas tienen con el mundo
político y los medios de comunicación a
la hora de enaltecer y mostrar como héroes a aquellos que son más bien
cómplices de la agresión contra otras sociedades.
Así,
el documental de los Cascos Blancos fue nominada a los premios de la famosa estatuilla de la
cultura cinematográfica estadounidense y sin mayor sorpresa, visto el interés
político en desacreditar al gobierno sirio, esta creación audiovisual ganó el premio al mejor cortometraje
documental “The White Helmets”. Una exposición mediática que significó tener un
público cercano a los 300 millones de televidentes en todo el mundo, que por
obra y gracia del “Show Bussines” derramaron más de una lágrima frente a un
guión melodramático del director británico Orlando Von Einsiedel.
Ha
transcurrido algo más de un año de aquella premiación y los Cascos Blancos siguen
siendo presentados como una especie de héroes anónimos, que se juegan la vida
por rescatar a víctimas de ataques aéreos e intercambio de fuego entre el
gobierno sirio y las bandas extremistas. Su lavado de imagen es evidente, a
pesar de las denuncias sobre la falsedad de su actuar y un origen que hunde sus
raíces fuera de Siria. Los Cascos Blancos realizan operaciones de rescate
montadas ex profeso, con puestas en escena fabricando falsos positivos, en el
mismo sitio donde las bandas takfirí ejecutan sus acciones. Con eso se genera
una matriz de opinión de condena al gobierno sirio, justificando acciones de
represalia.
Consigné
en aquella oportunidad, que medios como la cadena de noticias Rusia Today denunció que “la página web de los “Cascos
Blancos” pertenece al grupo de abogados The Syria Campaing, registrada en el
Reino Unido, que ha expresado en reiteradas oportunidades su activa oposición
al gobierno de Bashar al-Asad – Este grupo de jurisconsultos señala en su
página, que cuentan con dos líneas principales de acción: la creación de
campañas por todo el mundo y la creación de reportes, infografías y videos”. En
los hechos, efectivamente, Los Cascos Blancos son una empresa audiovisual,
conformada por actores, diseñadores y otras especialidades vinculadas al mundo
del espectáculo. Nada ha cambiado desde su nacimiento mientras siga recibiendo
el apoyo occidental.
Resulta interesante recordar, que cuando los Cascos
Blancos recibieron el Oscar, la portavoz de la Cancillería Rusa, María Zajárova
sostuvo, que ya en noviembre del año 2016 dicha repartición predijo que el
documental sobre los Cascos Blancos – que estaba siendo postulado al Premio
Nobel de la Paz - obtendría un Oscar “estas personas nos aseguran que salvan
miles de vidas pero al mismo tiempo hacen videos falsos e incluso no se
avergüenzan de publicar sus obras en Internet. ¿Qué es esto: estupidez, rutina
diaria, o ambiciones enfermizas…estas grabaciones son una muestra de cómo
pueden imitar la tragedia. Y, con ese talento deben ser nominados al Oscar y no
al premio Nobel”. Buen anticipo de Zajárova.
El
Show Sigue
Un año
después de haber recibido el premio estrella de Hollywood, los Cascos Blancos
han vuelto a las tablas con una operación de montaje, que superó todos los
límites. Ello en un marco de debilidad para occidente y sus aliados: Siria
recuperando el control de su territorio en manos del terrorismo. Un entorno
regional donde la entidad sionista seguía masacrando a la población palestina
en la Franja de Gaza. Acusaciones contra Donald Trump por pagar 130 mil dólares
a una actriz porno, para silenciar una relación extramarital. Descubrimiento de
contradicciones y engaños de las acusaciones de Gran Bretaña contra Rusia, por
el envenenamiento del doble agente Sergei Skripal. Era necesario agredir a Siria, inventar
excusas, generar desinformación y un ambiente de amenazas. Los Cascos Blancos
estaban listos para la acción y besar la mano que los alimenta generosamente.
El día
7 de abril en Duma, en la provincia de Guta Oriental miembros de este grupo
ingresaron a un hospital en Duma y grabaron escenas de ciudadanos sirios
recibiendo ayuda ante una hipotética contaminación con un agente tóxico – gas
cloro – supuestamente lanzado en un barril bomba sobre la ciudad por un
helicóptero del ejército sirio. Imágenes
que mostraban a personas siendo rociadas con agua, para paliar los supuestos
efectos del agente tóxico: Gritos, carreras, llantos, terror, presentados en todos los medios
internacionales. La acusación no se dejó esperar “el gobierno sirio era
culpable de haber lanzado un agente químico a la población de Duma”. El Centro
Ruso para la Reconciliación en Siria aseguró que la acusación era falsa y que
todo se trató de un plan de las potencias occidentales, para trabar la
evacuación con el grupo Yeish al-Islam, atrincherado en la ciudad.
Estados
Unidos Francia, por arte de magia,
anunciaron que tenían las pruebas que acusaban a Siria y que ello podía
implicar el bombardeo de blancos que serían determinados. Los medios de comunicación, dominados por los
grandes consorcios internacionales occidentales – y con ello al poder
financiero del sionismo – se sumaron al coro condenatorio, sin un mínimo de
duda. En Chile, España, Corea del Sur, México, Egipto, entre otros países, los
medios de comunicación no hacían más que repetir como grabadoras lo que salía
de las agencias informativas occidentales. La acusación no merecía dudas, los
analistas en general verbalizaban aprobación a la condena contra Siria, los
escasos críticos que ponían en duda este evidente montaje eran abruptamente
censurados.
El
plan para atacar Siria y con ello seguir presionando a Rusia e Irán estaba en
marcha. El aparataje militar comenzaba a moverse, los Cascos Blancos habían
hecho su tarea. El día 14 de abril, en la madrugada Siria, un centenar de misiles, entre ellos misiles de crucero
Tomahawk, fueron lanzados por aviones Británicos, Barcos franceses y desde
bases estadounidenses en el propio territorio sirio, sobre objetivos definidos
por esta triada de países “como centros de investigación y producción de armas
químicas”. La defensa antiaérea siria respondió bien y un 70% de los misiles
lanzados fueron derribados. Trump se manifestó satisfecho de una acción
contraria al derecho internacional. “Misión Cumplida” afirmó ufano el
multimillonario presidente estadounidense por medio de su arma preferida, el
Twitter.
La
misión de bombardeo no sólo fue ilegal sino concretada en base a falsedades,
pues ya a fines del año 2013 el arsenal de armas químicas de Siria —supuesto
objetivo del ataque del 14 de abril—
comenzó su proceso de destrucción, en una operación conjunta entre
Estados Unidos, Rusia, el control de las Naciones Unidas y la participación de
países como China, Dinamarca, Noruega, Gran Bretaña e Italia, como lo recordó este domingo 15 de abril el
viceministro de Asuntos Exteriores ruso Serguéi Riabkov “el proceso de
destrucción se llevó a cabo en estrecha cooperación con los países
involucrados, incluido EE.UU. Todo el arsenal químico de Siria fue destruido
bajo el más estricto control internacional" incluso, el plan inicial tenía
previsto llevar a esas armas a Italia y entregarlo a militares estadounidenses,
que procederían a su destrucción a bordo de una nave especial.
Cascos
Blancos: Padre Británico y Madre Turca
Volvamos
a Los Cascos Blancos, uno de los denominados “Tontos Útiles” en las maniobras
de montaje contra Siria. Esta organización n surge en Siria, sino que en
territorio turco, específicamente en la ciudad de Estambul, en marzo del año
2013, bajo la guía de un ex Militar británico con experiencia en las guerras de
agresión contra Serbia en Kosovo, Irak, El Líbano y la propia Palestina en
apoyo a las fuerzas sionistas. Un militar que ha pasado por puestos de mando en
el Ministerio de Relaciones Exteriores de
Gran Bretaña, la Unión Europea e incluso la ONU: James Le Mesurier quien dejó
sus labores en los Emiratos Árabes unidos y se traslado a Turquía a preparar
las operaciones de este nuevo testaferro.
Los
Cascos Blancos, según datos entregados por el diario inglés Daily Telegraph
está vinuclado a organizaciones estatales y privadas inglesas, que la han dotado de 60 millones de dólares
desde el año de su creación hasta la fecha de su informe. Desde Estados Unidos,
el apoyo a los Cascos Blancos también ha sido multimillonario. La Agencia de
Estados Unidos Para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en
inglés), involucrada en cuanta intentona golpista y golpes efectivos se ha dado
en el mundo – también ha sido un soporte
financiero fundamental. ¿Sabe el pueblo estadounidense que sus impuestos van a
financiar este tipo de entidades? ¿Conocen los ciudadanos estadounidenses,
franceses y británicos que los Cascos Blancos cuentan en su seno, como miembros
directivos más conocidos, a personajes que no pueden pisar territorio
estadounidense, por ser militantes de organizaciones terroristas, como es el
caso de Raed Saleh y Jaled Jatib?
En el
artículo que escribí hace un año, sostuve que en base a la información
recopilada en diversos medios internacionales, denuncias e investigaciones
periodísticas, se conocía que la Oficina
de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, además de los fondos entregados, la
labor de su agencia de seguridad MI6, ha
usado de tapadera a la firma InCOStrat, encargada de elaborar todo la
comunicación y propaganda, no sólo de los Cascos Blancos, sino también para
diversos grupos terroristas takfirí, que operan en Siria e Irak. Sumemos el
aporte financiero a través de la firma Mayday Rescue, con sede en Amsterdam,
pero con oficinas en Jordania, Turquía y Dubái. Adicionemos la fundación
privada estadounidense Chemonics International. La ONG turca Akut y la Agencia Analysis, Research and Knowledge
que opera desde los Emiratos Árabes Unidos. Junto al actuar del Mossad israelí.
Así,
se aclara que estos Cascos Blancos, no sólo han falseado la realidad de su
labor, sino que se presentan como uno
más de los elementos de lucha empleados contra la sociedad siria. Sus 3
mil miembros declarados, no operan en el total del territorio sirio como sí lo
hace la verdadera Defensa Civil Siria, que merecería más que un Oscar a una
labor anónima y heroica pero que occidente no le dedica una mísera línea. Los
protegidos de occidente, los elegidos por Hollywood, los financiados por
Washington, Londres y entidades vinculadas al magnate George Soros operan en
las zonas controladas por sus socios terroristas de Fath al-Sham —la franquicia
de Al-Qaeda en Siria—.
Los
Cascos Blancos se inscriben así, en la serie de creaciones de organismos de
fachada de las potencias occidentales, como ha sido el caso del Observatorio
Sirio de Derechos Humanos, especializado en la entrega de información que ni
siquiera las fuerzas gubernamentales del gobierno sirio u otras potencias
presentes en la zona pueden dar con tanta precisión. Un Observatorio con sede
en la ciudad de Coventry, Reino Unido y cuyas informaciones son recogidas por gran parte de los medios
occidentales y que el periódico The Guardian, califica a su representante como
“un simple vendedor de ropa, solitario, viviendo en Inglaterra y posando como
parte de una organización con un nombre grandilocuente” con la sospecha que
detrás de él se encuentran los servicios secretos de Gran Bretaña, Estados
Unidos , Turquía e Israel.
Tanto
este Observatorio como los “Cascos Blancos” se inscriben en los objetivos
planteados por el denominado RICU -
Research, Information, and Communications Unit – fundado el año 2012 creado por el gobierno inglés, destinado a
supervisar todo tipo de propaganda y acciones comunicacionales dirigidas contra
Siria y que se ha infiltrado, según señala en una interesante investigación el
analista Thierry Meyssan “en todo tipo de asociaciones humanitarias, para recoger información, poder
enviar armamento a Siria y así fabricar todo tipo de falsedades sobre lo que
sucede en el terreno”. Los Cascos Blancos cumplieron así, el día 7 de
abril, el trabajo por el cual reciben un
multimillonario financiamiento: montar una operación de bandera falsa que se suma
a la serie de acciones destinadas a seguir destruyendo Siria.
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