ESPIRITUALIDAD DEL ALMA
41. P. ¿Cómo
probamos que nuestra alma es un espíritu?
R. Se
prueba que el alma del hombre es un espíritu por sus actos, como se prueba la
existencia de Dios por sus obras. Es un principio evidente que las operaciones
de un ser son siempre conformes a su naturaleza: Se conoce al operario por
sus obras. Es así que nuestra alma produce actos espirituales, como
los pensamientos, los juicios, las voliciones; luego
nuestra alma es espiritual. Hemos probado ya que el alma existe, que es simple
y distinta del cuerpo. Nos queda por demostrar ahora que es un espíritu, es decir, una substancia
espiritual capaz de existir y de ejercer, sin el cuerpo, actos que le son
propios.
1°
Todo el mundo reconoce que se puede juzgar de la naturaleza de un ser por sus
actos: por la obra se conoce al operario. Los actos de un ser son conformes
a su naturaleza; el efecto no puede ser de una naturaleza superior a su
causa: así hablan en todos los siglos la razón y la ciencia. Si, pues, un ser
produce actos espirituales, independientes de la materia, él mismo debe ser
espiritual, independiente de la materia.
2°
Nuestra alma produce actos espirituales. La inteligencia conoce objetos invisibles,
incorpóreos, eternos, que el cuerpo no puede alcanzar, como lo verdadero,
lo bello, lo bueno, el deber, lo justo, lo injusto...
Nosotros juzgamos del bien y del mal; discernimos lo verdadero de lo falso; por
el raciocinio vamos de las verdades conocidas a las desconocidas y establecemos
los principios de las diversas ciencias... Ahora bien, estas operaciones no
pueden depender de un órgano material, porque el objeto de las mismas es
completamente inmaterial; luego, para producirlas, se requiere una substancia
espiritual. Así, los actos de nuestra inteligencia prueban que nuestra alma es
un espíritu; pues si así no fuera, el efecto sería superior a su causa, y el
acto no sería conforme a la naturaleza del ser que lo produce.
3°
La voluntad, por su parte, tiende hacia bienes inaccesibles a los
sentidos y a sus apetitos. Necesita de un bien infinito, del bien
moral, de la virtud, del orden, del honor, de la ciencia...
A veces, para conseguir estos bienes, llega hasta sacrificar los bienes
sensibles, únicos que deberían conmoverla, si fuera una facultad orgánica.
Luego, la voluntad, tan prendada de los bienes espirituales, y despreciadora de
los objetos materiales, es una facultad espiritual que no puede hallarse sino
en un espíritu. La voluntad es dueña absoluta de sus operaciones; se
determina a sí misma a obrar o no; la voluntad es libre. Mi conciencia
me dice que cuando mi cuerpo busca el placer, yo puedo resistirle; cuando mi estómago
siente hambre, yo puedo negarme a satisfacerla; además, yo puedo infligir a mi cuerpo
castigos y austeridades, a pesar de los sufrimientos de los sentidos. Ahora
bien, ¿cómo podríamos nosotros tener imperio y libre albedrío sobre nuestras
tendencias instintivas, si la inteligencia y la voluntad no tuvieran actos
propios, independientes del cuerpo, si nuestra alma no fuera espiritual? Sería
imposible. Nuestra alma es, pues, espiritual.
42. P. ¿Quiénes
niegan la espiritualidad del alma?
R. Los
materialistas y los positivistas. Ellos afirman que nada existe
fuera de la materia y de las fuerzas que le son inherentes; su sistema se llama
materialismo. Es una doctrina absurda, degradante, contraria al buen
sentido, a la conciencia, a la sana filosofía, no menos que a la religión. Efectivamente,
si no hay más que materia, no hay inteligencia, ni libertad, ni ley moral, ni
Dios. El hombre puede seguir sus instintos, aun los más perversos; la sociedad
queda sin base, y no hay otra ley que la del más fuerte. La opinión dominante
entre los incrédulos de nuestros días es que el hombre desciende del
mono, que no es más que un mono transformado, perfeccionado. Así estos pretendidos
sabios, que no hablan más que de la dignidad del hombre, del respeto de los
derechos del hombre, no temen atribuirle un origen bestial y reducirlo a un
nivel inferior al de los brutos. El género humano ha visto siempre en el hombre
dos cosas: el alma y el cuerpo, el espíritu y la materia.
El género humano ha visto siempre una diferencia esencial entre el hombre y el
animal, porque el hombre está dotado de un alma inteligente y espiritual.
Epicuro fue el primero que enseñó el materialismo. El mundo pagano rechazó
horrorizado su sistema, y no vaciló en calificar a los pocos discípulos de Epicuro
con el expresivo epíteto de puercos. ¿Es posible que, después de veinte siglos
de cristianismo, los materialistas modernos osen renovarlo?... Sólo las pasiones
y el deseo de liberarse de la justicia de Dios pueden inducirnos a errores tan
groseros.
P. ¿Qué razones aducen
los positivistas para negar la espiritualidad del
alma?
alma?
Dicen
ellos:
1°
El alma no se ve.
2°
No se comprende lo que sea una substancia espiritual.
3°
El alma sufre las vicisitudes del cuerpo, envejece con él. Cuando el cerebro
está enfermo, no se piensa, o se piensa mal; luego es el cerebro el que
piensa.
1°
El alma no se ve, porque es un espíritu, pero
se le conoce por sus actos. Ella manifiesta su existencia mediante efectos
sensibles, y estos efectos son tales, que exigen una causa
espiritual. Los actos de la inteligencia y de la voluntad, ¿no son efectos
espirituales y, por consiguiente, no reclaman una causa de la misma naturaleza?
Esto es evidente.
2°
No se comprende lo que sea un espíritu. Pero
entonces hay que negar también la existencia de la materia, porque tampoco se
la comprende. Por lo demás, hemos contestado ya a estas dos objeciones al
hablar de Dios.
3°
El alma sufre las vicisitudes del cuerpo... Indudablemente,
hay relación entre el cuerpo y el alma, y especialmente entre el cerebro y el
ejercicio de la inteligencia. ¿Qué prueba esta relación? Prueba que el alma se
vale del cuerpo como de un instrumento, frecuentemente necesario en la
vida presente, para ejercer sus funciones; pero esto no prueba que el alma no
sea distinta del cuerpo. Cuando el alma es mal servida por órganos
enfermos o gastados, ¿cómo puede ejercitar toda su actividad y su energía? Si
la cuerda de un instrumento está rota o destemplada, el músico no saca de ella
más que sonidos débiles o desacordes; pero esto no disminuye en nada la
habilidad del artista. Muchas veces en un cuerpo débil y enfermizo se encierra
un alma grande; como también muchas veces un alma mezquina anima un cuerpo
robusto. Pascal emite sus pensamientos más sublimes en el momento de su muerte:
y, ¿cuántos hombres debilitados por la edad, no han mostrado que un alma viril
era la reina del cuerpo que animaba? Los positivistas agregan: Cuando el cerebro
está enfermo, el hombre no piensa; luego es el cerebro el que piensa.
Esta es una objeción muy vieja y que ha sido refutada hace siglos. Es como si
se dijera: cuando una pluma está rota, el escolar no puede escribir más; luego
es la pluma la que compone los ejercicios escolares. La lengua habla; luego es
ella la que hace la palabra. Los animales que tienen una lengua como nosotros,
¿hablan por ventura? Es necesario el aire para vivir, ¿luego el aire es la
vida? El reloj indica la hora, ¿luego, él hace el tiempo? No hay duda de que,
en la vida presente, las operaciones del cerebro son una condición para el ejercicio de la
memoria y de la inteligencia, pero no es su causa. Se necesita un cerebro para
pensar, como una pluma para escribir: mas el cerebro no piensa, no es más que
un instrumento de la inteligencia.
El cerebro es material, y el pensamiento es espiritual; luego el cerebro no
puede producir el pensamiento; de lo contrario, el efecto sería superior a la
causa. Un positivista se esforzaba en probar que el alma era materia como el
cuerpo Un sabio le contestó: “¡Cuánto ingenio habéis gastado, señor, para
probar que sois una bestia!... Como se trata de un hecho personal os creemos
bajo vuestra palabra...”
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