EL ASALTO A LA VERDAD.
INTRODUCCION
La acción o el resultado de asaltar, es un acto de
los espíritus (los ángeles caídos, lucifer y sus demonios) o humano, (de los hombres ), que puede
llevarse a cabo con violencia o engaño, con el fin de apoderarse ilegítimamente
de algo que no pertenece a quien lo lleva a cabo, sea persona física o ideología
del pensamiento o corporaciones, gobiernos, medios de comunicación, o grupos
ocultos, y que puede darse en forma instantánea o realizarlo y perfeccionarlo
en un lapso de tiempo corto o continuo, incluso toda una vida, y puede ser
sobre sus bienes, espirituales o materiales (todo bien de Dios proviene), su
libertad, su conciencia, y en su esencia, que es la verdad misma.
“como caíste del cielo oh lucero que brillabas por
la mañana? ¿fuiste precipitado por tierra. ¿Tú que has sido la ruina de las
naciones? Tu que decías en tu corazón: escalaré el cielo; sobre las estrellas
de Dios levantaré mi trono, sentaréme sobre el monte del Testamento al lado del
septentrión; sobrepujaré la altura de las nubes, seré semejante al Altísimo”
(Isaías 14, 12-15).
No existe asalto más violento ni de
efecto más demoledor para el hombre, desde que este fue creado y depositado en
la tierra, que el que lo despoja de la
verdad.
Dice Jesucristo a Tomas. Yo soy el
camino y la verdad y la vida; nadie
viene al Padre sino por Mí. (Juan, 14,
6)
El que no está conmigo esta contra mí,
de donde se concluye que el que no
defiende la verdad está en contra de Cristo.
CONFESSIO
(confesión)
“Dios,
luz verdadera que ilumina a todo hombre que a este mundo viene, Dios, que
concedes sabiduría a los pequeñuelos y llamas a los insensatos para que caminen
por la senda de la prudencia; Dios que limpias lo inmundo y, al borrar los
pecados, justificas, sin su propio merecimiento, al pecador, concédeme luz para verte, sabiduría para
comprenderte, y haz que pueda conseguir el perdón de mis iniquidades. Y de tal
manera, Señor, estoy subyugado por tu amor, impelido por tu dulzura y atraído
por tu caridad, que, como del lagar de tu dulcedumbre, se derramará la virtud
de mi sagrada confesión.
Y ya que en mí no existe la realidad de buenas
obras, exista al menos la de la buena confesión. Pues, ya que los vínculos y
ataduras del pecado, su gravedad y peligro, la destrucción y la condenación,
apremian al alma sumergida en la iniquidad, y porque bajo todo el cielo no hay otro nombre sino el tuyo,
Jesucristo, Hijo de Dios vivo, por todo ello busco el refugio en la
confesión, de ella busco el remedio, por el amor de la confesión imploro el
auxilio, a fin de que yo, impío, ame mucho la piedad, ya que tú, que eres la
misma piedad, has borrado mi iniquidad. Atiendan, pues, los cielos y todo lo
que en ellos existe, atienda la tierra y todo lo que en ella se contiene,
atienda el mar y todos sus seres, que yo, en piadosa profesión de fe, creo que
tú eres Cristo Jesús, Hijo de Dios vivo, que viniste a este mundo no para
juzgarme, sino para salvarme, para que yo, creyendo en tu santo nombre, alcance
la vida eterna.
Así,
al ser tenido por tu confesor, según el testimonio de todas las creaturas,
confiese en los cielos a Aquel a quien no me avergüenzo confesar en la
tierra.
Tú
mismo líbrame de las manchas de los pecados y de las impresiones de las
adversidades y se defensor mío, a quien la fe de mi confesión libra de las
contradicciones de los infieles. Escuchadme, pues, Moisés, que hablas de cosas
más antiguas con los escritores antiguos, óyeme tú, Isaías, que con los
profetas vaticinas acontecimientos de mayor poder, tú Mateo, que eres el
primero de los evangelistas, tú elegido Pedro, que predicas cosas admirables y
la multitud de felices doctores que dentro de toda la Iglesia de Dios dice la
verdad y enseña lo saludable, oíd todos que yo tengo por cierto lo que vosotros
queréis que sea predicado, que yo confieso con la mayor piedad lo que vosotros
confesáis con toda veracidad, que yo anuncio lo que vosotros mismos confesáis
oír que debía de ser anunciado, y que con esto puedo lo que puedo, prestar
verdadera obediencia a aquellas verdades que con todo poder decretáis que
obedezca y siga sin excepción la Iglesia de Dios. Por consiguiente, porque creí, por la misma razón hablaré,
porque oí, no callaré, porque amo anunciaré, no insinuando algo por
contienda y vanagloria en todo lo que proponga, no instituyendo algo contra la
santa verdad y no intentando algo que trastorne la verdad, sino que la
encuentre y manifieste. Y si (lo que impida la abundante misericordia de la
divina piedad) por casualidad mi modo de tratar la materia fuese indiscreto o
erróneo, o por mi atrevimiento de escritor ignorante indujese a dudar en lo que
de otro modo brillase la luz verdadera de los que con sus ejemplos
verdaderamente enseñan la sana doctrina, yo, agradecido, obedeceré, asentiré
con devoción y con rapidez saldré a buscar sus enseñanzas.
No
teniendo cosa profana en mi profesión de fe, nada ajeno a la piedad, ya que Dios es la misma piedad, no albergando
en lo más profundo del corazón nada que
impugne la sagrada fe, nada en absoluto que salga al encuentro de lo
divino, nada que se oponga a los santos
sacramentos ni que sea contrario a los divinos misterios. Por consiguiente,
que no me desprecien los prelados, ni mis iguales echen por tierra lo que digo,
ni mis súbditos me insulten, ni nadie me eche de mi casa, ni me denigre en la
plaza pública, que el religioso no
critique ni el ciudadano murmure, que el anciano no rechace al adolecente ni el
joven desprecie al de su misma edad, que la edad avanzada no desprecie al
que es mayor en nacimiento. Que los doctos no me reprendan ni los ignorantes me
desprecien, ni el que es más humilde me aleje de sí, que los discípulos no me
molesten, ni los siervos me lleven en lenguas, ni persona de cualquier edad me
calumnie, ni los de uno u otro sexo me atribuyan culpas.
La verdad, pues, subsiste eternamente.
Vive lo que es verdadero. No deja de subsistir lo que procede de la verdad. Por la falsedad no sucumbe la verdad. Con
falsedades no se cambia lo que es verdadero, y aunque con las sombras de las
falacias se cubra la verdad, las cosas que son verdaderas revelarán sus
secretos de la verdad. Lo que es falso no subsistirá, y, en cambio, lo que es
verdadero no faltará, lo que permanece fuera de la verdad será anulado, lo que
está lejos de la verdad se disipará, porque Dios es la misma verdad, y lo que
es de Dios es verdadero, y lo que de Dios procede, por su sola verdad subsiste.
De aquí se sigue que quien anuncia a Dios, da a conocer la verdad, quien dice
la verdad acerca de Dios, difunde el conocimiento de la verdad, quien asiente a
la verdad, defiende los derechos de la verdad, quien abraza a la verdad, ama a
Dios, quien practica la verdad, cumple la voluntad de Dios. Dios ciertamente, ha conocido los secretos
y lo ignorado, penetra lo escondido y escudriña lo oculto. Por consiguiente,
conoce quien deprava lo verdadero, sabe quién cambia lo verdadero, comprende
quien es el que disminuye la verdad, y con toda claridad ve quien la extingue.
Desde luego vendrá Dios, y no está muy lejos su venida. Vendrá desde muy cerca,
desde lugar vecino. Pero, cuando en breve se inflamare su ira, cuando viniere
con toda su majestad, cuando se sintiere en torno a Él una fuerte tempestad,
entonces serán felices los que verdaderamente le aman, felices los que de Él
dicen la verdad, felices los que no desprecian la verdad, felices los que
cumplen la justicia dentro de la verdad, felices, en fin, todos los que en Dios
confían.
El
juez vendrá, saldrá al paso con severidad, se presentará temible, aparecerá
terrible. Todas las cosas, pues, miren, atiendan y consideren que yo con todo
mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas, con todas mis entrañas y
con mi mayor intimidad, por lo que comprendo, por lo que narro y por lo que sé,
no quiero otra cosa que buscar la verdad, no otra cosa que amar la verdad
divina y no otra cosa que reivindicar a Dios y a las cosas que son suyas.
Resistiendo solo a los adversarios de Dios y saliendo al encuentro a los que
profanan y a todas las profanaciones, adverso solo a los que contradicen la
verdad, y ello en amor a la misma verdad. Al realizar todo esto, quiero que,
aunque la misma vida, que es una tentación sobre la tierra, fatigase al que ya
está cansado, aquella verdad que es el mismo Dios rija al que se ha de salvar y
lo posea por los siglos de los siglos en la vida eterna. Amén. (“DE VIRGINITATE PERPETUA SANCTAE MARIAE “San
Ildefonso de Toledo.)
Esta confesión de fe de San Ildefonso
de Toledo, la hacemos nuestra en todas sus partes, y añadimos que todo el que
se precie de cristiano debe igualmente hacerla suya.
CRISTO AYER HOY Y ETERNAMENTE
Desde ahora conviene también dejar
sentada la declaración que se encuentra en la Encíclica Providentíssimus Deus, de San León XIII, de 18 de
noviembre de 1893 del texto siguiente. “Todos los libros que la Iglesia recibe
como sagrados y canónicos, han sido escritos
íntegramente, en todas sus partes, por
dictado del Espíritu Santo, y tan lejos está que la divina inspiración pueda
contener error alguno, que ella de suyo no solo excluye todo error, sino que
los excluye y rechaza tan necesariamente como necesario es que Dios Verdad
Suprema, no sea autor de error alguno. Esta es la antigua y constante fe de
la Iglesia, definida también por
solemne sentencia en los Concilios de
Florencia (v 706) y de Trento
(vs783 ss.) y confirmada finalmente en el (Concilio
Vaticano I), que promulgó absolutamente: “Los libros del Antiguo y del
Nuevo Testamento...Tienen a Dios por
autor (v 1787)”
Si tienen a
Dios por autor no puede engañarnos porque Dios no puede engañarse ni
engañarnos.
Todo lo que existe, existe porque ha
sido creado y nada existe de la nada.
Todos los que afirman que las cosas
existen por casualidad, son unos necios, porque toda creatura tiene una causa,
y la causa primera es la del Creador de todas las cosas, Dios.
“Perversi dificile corriguntur, et Estultorum
Infinitum Est Numerus” (Eclesiastés 1-15, autor Dios)
El hombre que niega la creación, en el
fondo lo que quiere es que no exista nadie a quien él pueda dar cuentas, pero
el que alguien o el mundo entero niegue que existe un creador, no hace que este
no exista, es lo mismo que la repetición de una mentira no la hace verdad, o
bien que la negación de una verdad, cuando la hacen multitudes no le da la
patente de falsa.
“(Del verdadero Progreso de la ciencia
natural y la revelada) Y, en efecto, la doctrina de la fe que Dios ha revelado,
no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por
los ingenios humanos, sino entregada a la Iglesia de Cristo como un depósito
Divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada. De ahí que
también hay que mantener perpetuamente
aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre
Iglesia y jamás hay que apartarse de ese
sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia (Can.8) Crezca
pues y mucho y poderosamente se adelante en quilates, la inteligencia, la
ciencia y sabiduría de todos y de cada uno, ora de cada hombre en particular,
ora de toda la Iglesia universal, de las edades y de los siglos; pero solamente en su propio género, es
decir, en el mismo dogma, en el mismo
sentido, en la misma sentencia” (Documentos del Concilio Vaticano I
1869-1870.)
LA VERDAD
ES INTRANSIGENTE, LA VERDAD ES INTOLERANTE LA VERDAD NUNCA CAMBIA
CRISTO ES VERDAD
“EL ES VERDAD”
Y Juan llamo a dos de sus discípulos, y los envió
a Jesús, diciendo ¿Eres tú el que ha de venir, (Tu es qui venturus est, an alium expectamus)
o esperamos a otro? Y como vinieron esos hombres a Él le dijeron: Juan el
Bautista nos ha enviado a Ti, y dice: ¿Eres Tú el que ha de venir o esperamos a
otro? Y Jesús en aquella hora sano a muchos de sus enfermedades, y de llagas y
de espíritus malignos y dio vista a hombres ciegos. Y después les respondió
diciendo. Id a decid a Juan, lo que habéis oído y visto. Que los ciegos ven,
los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos
resucitan, a los pobres es anunciado el evangelio. Y bienaventurado es el que
no fuere escandalizado en mí.
“In
principio erat Verbum, et Verbum erar apud Deum, et Deus erat Verbum. Hoc erat in
principio apud Deum. Omnia per ipsum facta sunt: et sine ipso factum est nihil,
quod factum est: in ipso vita erat, et vita erat lux hóminum. Et lux in
tenebris lucet, et tenebrae eam non comprehenderunt. Fuit homo misus a Deo, cui
nomen erat Joannes. Hic venit in testimonium, ut testimonium perhiberet de
lumine, ut omnes créderent per illum. Non erat elle lux, sed ut testimonium
perhiberet de lúmine. Erat lux vera, qui illuminat omnem hómine venientem in
hunc mundum. In mundo erat, et mundus per ipsum factus est, et mundus eum non
cognovit. In propia venit, et sui eum non receperunt. Quotquot autem recéperunt
eum, dedit eis potestatem filios Dei fíeri, his, qui credunt in nomine ejus:
qui non ex sanguinibus, neque ex voluntate carnis, neque ex voluntate viri, sed
ex Deo nati sunt, Et Verbum caro factum est, et habitavit in nobis: et vídimus
glóriam ejus, glóriam quasi Unigéniti a Patre, plenum gratiae et veritatis. (Juan 1, 1-14. Autor Dios.)
En el principio era el Verbo y el
Verbo … era Dios y Él Estaba en Dios.
Dice Dios “Y como Moysés levanto la
serpiente en el desierto, así también es necesario que sea levantado el Hijo
del hombre, Para que todo el que cree en Él, no perezca, sino que tenga vida
eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito,
para que todo aquel que cree en El, no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo al mundo para juzgar al mundo, sino
para que el mundo se salve por El. Quien
cree en El, no es juzgado, más el que no cree, ya ha sido juzgado, porque no
cree en el nombre del Unigénito Hijo de Dios. (Juan III,14-18, autor Dios)
Felipe le dice: Señor muéstranos al Padre y nos basta. “Jesús le dice: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros,
y no me habéis conocido, Felipe, el que me ve a mí, ve también al Padre, ¿Cómo
pues tú dices: ¿Muéstranos al Padre? ¿No creéis que yo estoy en el Padre, y el
Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo. Más el
Padre, que está en mí, él hace las obras” ... Si me amáis guardad mis mandamientos. (Juan XIV, 8-15, autor
Dios)
Y
le preguntó uno de ellos que era doctor de la ley, tentándole, Maestro, ¿Cuál
es el grande mandamiento de la ley? (Magister, ¿quod est mandatum magnum in
lege?) Jesús le dijo: amaras al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu
alma, y de todo tu entendimiento. Este es el mayor, y el primer mandamiento. El
segundo semejante es a este: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley, y los profetas. (Marco XXII, 35-40, autor
Dios)
“Más
por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido vana en mí: antes
he trabajado más copiosamente que todos ellos: mas no yo, sino la gracia de
Dios conmigo. Porque sea yo, o sean ellos, así predicamos y así habéis creído,
y si se predica que Cristo resucito de entre los muertos, ¿Cómo dicen algunos
de entre vosotros, que no hay resurrección de muertos? Pues si no hay
resurrección de muertos: tampoco Cristo resucito. Y si Cristo no resucito,
luego vana es nuestra predicación, y también es vana vuestra fe” (si autem
Christus non resurrexit, inanis est ergo predicatio nostra, inanis est fides
vestra.) (Epístola I San Pablo a los Corinthios 10-14, autor Dios)
En efecto grandes conclusiones sacamos de esta
máxima verdadera, al grado de que para salvarnos toda nuestra vida debe estar
fundada primeramente en El, porque El es la piedra angular de donde sabemos que
todo lo que nos acerca a Jesús es de Dios como todo lo que nos aleja de Él es
del maligno.
¿Y cómo es posible que agrademos a Dios, si
nuestras obras contradicen constantemente lo que por la boca decimos creer??
El hombre ha adoptado para su vida cotidiana
muchos refranes, como eso de “primero es comer que ser cristiano”, o la otra,
”a Dios rogando y con el mazo dando”, y “la religión no me da pan”,
afirmaciones que contradicen el deber de
poner a Dios en primer lugar y sobre todas las cosas, por lo cual los que piensan
y viven según los ejemplos del mundo,
aun y cuando se digan cristianos están y actúan en contra de la verdad
que es Dios, y en el fondo son enemigos de Dios, porque Él quiere que
primeramente y sobre todas las cosas le amemos y le sirvamos a Él.
Por otro lado, Nuestro Señor Jesucristo Dios y
Hombre verdadero nos dice que “quien no
está conmigo está contra mí”.
Más os ruego hermanos, por el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, “que todos digáis una misma cosa, y que no haya divisiones
entre vosotros: antes sed perfectos en un mismo ánimo y en un mismo parecer”(ut
idipsum dicatis omnes, et non sint in vobis schismata: sitis autem perfecti in eodem
sensu, et in eodem sententia) (Epístola I San Pablo a los Corinthios 1. Vers.10)
y digo esto, porque cada uno de vosotros dice: Yo en verdad soy de Pablo, y yo
de Apolo: pues yo de Cephas y yo de Cristo: (Epístola I San Pablo a los
Corinthios 12,) ¿Está dividido Cristo, por ventura Pablo fue crucificado por
vosotros, ¿o habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? (Cor. 1.vers.12).
¿Entonces, de todo lo que se ha
escrito, podemos nosotros concluir en qué consiste realmente la fe, la fe en
Cristo?
San Pablo nos dice que la fe es la sustancia de las cosas que se esperan,
argumento de las cosas que no aparecen. (Est autem fides sperandarum
substantia rerum, argumentum non apparentium.) Epístola de San Pablo a los hebreos
XI, 1-1 (autor Dios)
El Apóstol San Pablo dice que las
obras son el fundamento de la fe. (autor Dios)
“En el principio crio Dios el cielo y
la tierra. Y la tierra estaba desnuda y vacía y las tinieblas estaban sobra la
faz del abismo y el Espíritu de Dios era llevado sobre las aguas” (In principio
creavit Deus coelum et terram. Terra autem erat inanis et vacua, et tenebrae erant super faciem abyssy:
Et Spiritus Dei ferebatur super aguas).
San Pablo nos dice que la fe es el
fundamento de las cosas que se esperan y un convencimiento de las cosas que no
se ven.
¿Pero que es realmente la fe? ¿Cuál es
la fe que obtiene la salvación?
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