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martes, 5 de febrero de 2019

COMENTARIO A LA EPÍSTOLA DE SAN PABLO A LOS EFESIOS SANTO TOMAS DE AQUINO



PROLOGO
"Yo afiancé sus columnas". No es menor hazaña -como dice el sabio- conquistar que procurar mantener lo conquistado. No inmerecidamente, por tanto, se hace plausible el Apóstol, quien, ya que a los Efesios no los fundó en la fe, una vez fundados, de tal manera les hizo echar raíces que, con toda verdad, -hablando de la Iglesia de los Efesios- pudiese decir: Yo afiancé sus columnas: yo, quiero decir, Israelita por linaje, Cristiano por religión, Apóstol por dignidad. Israelita por raza, pues lo soy, del linaje de Abraham, de la tribu de Benjamín. Asimismo por religión cristiano: "pues la verdad es que estoy muerto a la ley antigua, por lo que me enseña la ley misma; a fin de vivir para Dios, estoy clavado en la cruz juntamente con Jesucristo. Y yo vivo, o más bien, no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí. Así la vida que vivo ahora en esta carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios". Otro lado: Apóstol por dignidad, "el menor de todos". Y de todas las cosas "¿Son hebreos?, yo también lo soy. ¿Son israelitas?, también yo. ¿Son del linaje de Abraham?, también lo soy yo. ¿Son ministros de Cristo? aunque me expongo a pasar por imprudente), diré que yo lo soy más que ellos".
Tal debe ser el predicador de la sabiduría de la salud, a saber, Israelita en la contemplación de Dios, Cristiano en la fe religiosa, Apóstol en la autoridad de su oficio. Yo, pues, Judío de origen que busco a Dios por la fe, Apóstol de Dios por imitación, afiancé las columnas de esta iglesia. Las afiancé para que no vacilasen en su fe, como el arquitecto lo hace con el edificio para que no se venga al suelo. De aquí que se le dijera a Pedro: "y tú, cuando te conviertas, confirma en ella a tus hermanos", encargo que cumplió Pablo. De donde le viene como nacido lo de "tus palabras eran el sostén de los vacilantes, y tú fortalecías las trémulas rodillas de los débiles". Asimismo los confirmó para que no se dejasen amedrentar de falsos temores, así como el Obispo confirma al niño para armarlo de fortaleza contra la pusilanimidad. De ahí que en él se le diga a David: "con mi sagrado óleo le ungí, para que mi mano esté siempre con él, y mi brazo le fortalezca. No lo engañará el enemigo, ni el maligno lo abatirá".
"Con la palabra del Señor, escrita por Pablo, los cielos, esto es, los Efesios, firme y sólidamente se asentaron", es a saber, para que no perdiesen el premio de la gloria; así como el prelado o el príncipe confirma la donación, para que después no se quite. "Mas tú por mí inocencia me has recibido, y conservado incólume, y me pondrás en tu presencia para siempre". Estas confirmaciones pedía el Salmista diciendo: "Haz firme, oh Dios, esto que has obrado con nosotros". Estas prometía el Apóstol: "pero fiel es Dios, que os fortalecerá y defenderá del espíritu maligno". Yo, pues, he afianzare las columnas, es a saber, a los fieles de la Iglesia de Éfeso, pues los fieles se dicen columnas porque deben ser rectos, estar levantados y ser fuertes: rectos por la fe, levantados por la esperanza, fuertes por la caridad. Rectos digo por la fe, porque la fe nos muestra el camino recto para llegar a la patria; en significación de lo cual estaba la nube en forma de columna, de que habla el "e iba el Señor delante para mostrarles el camino, de día en una columna de nube"; ya que la fe, a modo de nube, porque es enigmática, tiene obscuridad; disolución, porque se acaba; humedad, porque excita a devoción. Levantados por la esperanza, que encara la puntería en lo sobrenatural y divino, de donde es representada por la columna de humo, de la cual se dice: "viendo subir de la ciudad una columna de humo”; pues la esperanza, a modo de humo de fuego, proviene de la caridad, sube a lo alto, al fin se disipa, es a saber, en la gloria. Fuertes por la caridad "porque el amor es fuerte como la muerte”; de donde signo e indicio de ella es una columna de fuego, que todo lo consume, al que hace alusión el libro de la Sabiduría: "tuvieron por guía una luminosa columna de fuego”; porque así como el fuego ilumina ¡o diáfano, apura y afina los metales, las incendajas las reduce a nada; así también la caridad ilustra con su resplandor las acciones, purifica la intención y da muerte a todos los vicios.
Pónese, pues, de manifiesto, cuál sea la causa eficiente de esta carta, Pablo, como se hace notar allí: Yo. La final, la confirmación en la fe, que asimismo se hace notar: afiancé. La material, los Efesios: sus columnas. La formal se da a conocer por la división de la carta y el modo de proceder. Esta carta la encabeza el glosador con un prólogo o argumento, donde toca principalmente el por qué y el modo de escribir y nos presenta a los Efesios, a quienes alaba el Apóstol y los describe en tres pinceladas: por la región Asianos, porque eran del Asia Menor; por la religión, porque ya estaban adoctrinados con la predicación de la verdad cristiana; por la perseverancia, porque se habían mantenido firmes en la fe. Lo primero se refiere a la patria; lo segundo a la gracia; lo tercero a la perseverancia. Alábalos el Apóstol y añade aquí también el por qué y el modo de escribir, en que incluye estas 4 circunstancias: a) el por qué de la escritura; b) el autor que es el Apóstol, que escribe por su puño y letra, o por el amanuense); c) el lugar de donde escribe, de Roma, desde la cárcel; d) el delegado, de quien se vale para escribir, el diácono Tíquico. Bastante claro está todo por la misma carta.

CAPITULO 1
Lección 1: Efesios 1,1-6
Después de saludar a los Efesios, hacerles patente su afecto y confirmarlos en sus buenos hábitos, da principio San Pablo a su narración.
1. Pablo, por voluntad de Dios, apóstol de Jesucristo, a todos los santos, residentes en Éfeso y fieles en Cristo Jesús.
2. La gracia sea con vosotros, y la paz de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo.
3. Bendito el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha colmado en Cristo de toda suerte de bendiciones espirituales del cielo.
4. así como por El mismo nos escogió antes de la creación del mundo, para ser santos y sin mácula en su presencia, por la caridad;
5. habiéndonos predestinado a ser hijos suyos adoptivos por Jesucristo a gloria suya, por un puro efecto de su buena voluntad.
6. a fin de que se celebre la gloria de su gracia, Escribe el Apóstol esta carta a los Efesios, Asíanos del Asia Menor, que es parte de Grecia. San Pablo no los convirtió a la fe -que ya antes de venir a ellos estaban convertidos- sino los confirmó en ella. Pero después de su conversión y confirmación por el Apóstol, mantuviéronse firmes en la fe, no la recibieron como falsos conversos. Así pues, merecedores se habían hecho de consuelo, no de reprensión, y por eso San Pablo no les escribe carta para darles una buena mano, mas para consolarlos. Escríbeles, por medio de Tíquico, el diácono, desde la ciudad de Roma, con la intención de confirmarlos en sus buenos hábitos y despertarles la aspiración a metas más elevadas.
Su modo de proceder nos lo indica la división de la carta. Va por delante el saludo, que les hace patente su afecto; sigúese la narración, en la que los confirma en sus buenos hábitos; en pos la exhortación, con la que los enciende a desear bienes de más alta esfera; por último la conclusión, en la que los esfuerza para el combate espiritual.
En el saludo pónese la persona que saluda, la saludada, la forma del saludo. Nómbrase primero la persona: Pablo; segundo, su autoridad: Apóstol de Cristo; tercero, el dador de la autoridad: por voluntad de Dios. Dice pues: Pablo Apóstol, contrapuesto el nombre a la dignidad, porque Pablo es un nombre humilde, y Apóstol, de dignidad; ya que quien se humilla será exaltado. Apóstol, digo, de Jesús, no de Satanás, como los seudoapóstoles. "Y no es de admirar…; así no es mucho que sus ministros se transfiguren en ministros de justicia". Apóstol, repito, y esto no por mí linda cara, mas "por voluntad de Dios"; al revés de lo que pasa en muchos, que "reinaron, pero no por Mí".
"a todos los santos, residentes en Éfeso y fieles", suple, les escribe; o yo, Pablo, escribo a los que han arribado a la santidad, mediante el ejercicio de las virtudes, en lo que a costumbres se refiere; y a los que se han mantenido fieles, en lo tocante al fin, por la rectitud del conocimiento y la doctrina; o a los santos, esto es, los mayores y perfectos; y a los fieles, los menores e imperfectos, "y a los fieles", digo, "en Cristo", no en sus acciones.

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