JESUCRISTO, SENTADO
A LA DIESTRA DEL PADRE
Esta expresión «sentarse a la diestra de Dios» o a la
diestra del trono de la Majestad, que tanto repiten los
apóstoles, tiene su origen en el Antiguo Testamento. En el libro primero de los
Reyes leemos de Salomón que, apenas entronizado, recibió la visita de su madre,
Betsabé, que fue a hacerle una recomendación. El rey, al verla, «se levantó, la
besó y, sentándose en su trono, hizo poner otro para la madre del rey y la
sentó a su derecha» (1 Reg. 2,19). Este texto contiene dos cosas: primera, lo
que hizo Salomón en aquella ocasión con su madre, que tanta parte había tenido
en su exaltación; la segunda, Ia introducción de una costumbre en Israel, que
la madre del rey se sentara a su derecha como señal de honor y también de
autoridad. Esta es la razón porque en la historia de los reyes de Judá se da a
conocer el nombre de la madre del rey, nunca el de sus esposas; v. gr.:
«Roboam, hijo de Salomón, reinó sobre Judá... Su madre se llamaba Noama,
amonita» (1 Reg. 14,21). Digno de nota y confirmación de lo dicho es lo que el
texto sagrado nos dice de la madre de Asa: «Su madre se llamaba Macá, hija de
AbisaIón. Asa hizo lo recto a los ojos de Yavé... y hasta despojó a su madre de
Ia dignidad de reina porque se había hecho una asera abominable; cogió la
abominación y la quemó en el torrente Cedrón» (1 Reg. 15,10-13). El salmo 45,10ss
parece ofrecernos una excepción de esta ley al presentarnos a la esposa a la
derecha del rey; mas téngase presente que el salmo es una composición
epitalámica, y es claro que la esposa ha de ocupar en esta ocasión el lugar
preferente, Todo esto nos dará a entender el sentido del salmo 110,1, en que
«Yavé dice al Soberano: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos
por escabel de tus pies». El sentido de este verso depende del versículo 3, que
varía según se adopte al texto masorético o la versión de los LXX. En todo
caso, de aquí provienen las expresiones que tantas veces hallamos en' los
apóstoles cuando hablan de la exaltación de Jesucristo, las cuales toman ellos
en sentido pleno, corno pide la idea que del Mesías tenían.
El sentido
teológico de esta expresión local nos lo declara Santo Tomás cuando dice que «el sentarse» significa
descanso y significa también poder judicial. Esto conviene a Jesucristo como
Hijo de Dios, por razón de su igualdad con el Padre; le pertenece también como
'Hijo del hombre, por razón de su unión personal con el Verbo, por la cual se
dice también Hijo de Dios, y le pertenece, finalmente, como Hijo del hombre,
considerada la naturaleza humana y en cuanto se halla enriquecida con la mayor
gracia que tuvo ni, puede tener criatura alguna. Por razón de igualdad con el
Padre, el Hijo tiene el mismo poder que el Padre y el Espíritu Santo; lo mismo
como hombre, unido a la persona del Verbo, pues en este caso se atribuyen a la
humana naturaleza las propiedades de su persona'; como a Cristo hombre,
enriquecido con una gracia habitual superior a la de toda criatura, le
corresponde a Jesucristo gozar «de los mejores bienes del Padre», o sea aquella
dignidad de Señor, acatado por los cielos, la tierra y los infiernos, de que
nos habla San Pablo en la epístola II a los Filipenses (2,I0).
Y esto último
no es tan propio de Cristo, que no tengan parte en ella los redimidos de
Cristo. Primero su Madre, a la cual atribuye la Iglesia el título de Señora. A
ella se pueden muy bien adaptar aquellas palabras de San Pablo en su epístola a
los Filipenses, que, habiendo vivido incorporada a la perfecta obediencia de su
Hijo hasta en la cruz, el Padre Eterno la ensalzó y le dio un nombre sobre todo
nombre por debajo del de Jesús, para que a ella rindan homenaje los cielos, la
tierra y los infiernos, y todos confiesen que María es la Señora, para gloria
de su Hijo. También de los
fieles de Cristo dice San Pablo que, «estando nosotros muertos por nuestros
delitos, nos dio la vida por Cristo-de gracia habéis sido salvados-, y nos
resucitó, y nos sentó en los cielos por Cristo Jesús, a fin de mostrar en los
siglos venideros la excelsa riqueza de su gracia por su bondad hacia nosotros
por Cristo Jesús” (Eph. 2,5-7). Así se cumplirá aquello que dice a los
Colosenses, que «El es la cabeza del cuerpo de la Iglesia; El es el principio,
el primogénito de los muertos, para que tenga la primacía sobre todas las
cosas. Y plugo al Padre que en El habitase toda la plenitud, y por El reconciliar
consigo, pacificando, por la sangre de su cruz, todas las cosas, así las de la
tierra como las del cielo» (Col. I, I8-20). Finalmente, dice San Juan en el
Apocalipsis: «Al que venciere lo haré
sentarse conmigo en mi trono, así como también' yo vencí y me senté con mi
Padre en su trono» (3,21).
Sobre este término
de la ascensión y principio de la ascensión lo explica en pocas palabras desde
el punto de vista teológico el Apóstol de las gentes con una precisión y un hermetismo
teológico propio de esta gran Apóstol San Pablo y porque este lenguaje
espiritual entre los grandes santos es muy común mas poco accesible para
quienes no hemos alcanzado ese grado elevado de espiritualidad, tan necesario
para nuestra salvación y tan lejos por las múltiples ocupaciones del hombre
Católico que todavía conserva su ens o ente católico que, aun , los enemigos
del alma no le han quitado. Creo que para ello este Santo Tomas de Aquino para
explicarnos aquella cita de San Pablo. Porque, como dice el Credo: “Esta
sentado a la diestra de Dios Padre” y no dice que este parado aunque así lo
haya visto San Esteban cuando fue martirizado, dicho esto pasemos a la cita
antes mencionada: “Se anonado hasta la muerte y muerte de crus, por lo cual Dios
le exalto y le dio un nombre que esta sobre todo nombre y ante el cual deban
inclinarse los cielos, la tierra y los infiernos” y también un lugar que es la
diestra del Padre.
Lo cual le
convenía en cuanto Dios o si se quiere en cuanto a su naturaleza divina, como
lo dice San Marcos: “El Señor Jesús, luego que le hablo subió al cielo y está
sentado a la diestra de Dios”. (Marc. 16, 19) “Así pues con esta expresión de
“estar sentado” se pueden entender de dos maneras: una, la QUIETUD, según
aquello que se dice “Asentaos en la ciudad” o “Sedete in civitate”, y otra el
poder regio y judicial, según aquello que se lee en los Proverbios: “El rey,
que está sentado en el trono del juicio, disipa todo mal con su mirada” (Prov.
20,8). Así pues se dice con toda propiedad que de uno u otro modo conviene a
Cristo estar sentado a la diestra del Padre. Primeramente en cuanto permanece
eternamente incorruptible en la BIENAVENTRANZA del Padre, conforme a las
palabras del salmo: “En tu diestra se hallan los deleites hasta el fin” (15,
11). De donde dice San Agustín por aquello del símbolo: “Estar sentado a la
diestra de Dios Padre”: “Estar sentado propiamente hablando significa habitar
como decimos de uno: se asentó durante tres años en aquellas tierras. Así,
pues, debéis de creer que Cristo habita a la diestra del Padre (pero no por
tres años sino por toda la eternidad) pues es bienaventurado y el nombre de
esta BIENAVENTURANZA, LA DIESTRA DEL PADRE”.
De otro modo se
dice que Cristo está sentado a la diestra en cuanto que reina junto con el
Padre y le asiste en el reinar y en el juzgar, a lo cual dice San Agustín:
“Entender por diestra la potestad que recibió este tomado por Dios (el Verbo
eterno) a fin de que venga a juzgar el que antes fue juzgado. Aquí estas dos
maneras incluyen la naturaleza humana de Cristo por su unión HIPOSTATICA con el
Verbo y el juzgar hace referencia al Verbo eterno propiamente hablando según
aquello del salmo: “Siéntate a mi diestra hasta que ponga como peana de tus
pies a tus enemigos”.
De aquí se sigue
necesariamente que en cuanto Dios Cristo este sentado a la diestra del Padre.
Por esto dice el Damasceno: “Decimos la diestra del Padre la gloria y el honor
de la DIVINIDAD, EN QUE EL Hijo de Dios vive desde la eternidad como Dios y
CONSUSTANCIAL con el Padre”. Por tal razón en primer lugar se dice la diestra
del Padre por lo dicho por San Juan Damasceno: “LA GLORIA DE LA DIVINIDAD”;
segundo en virtud de lo que dice San Agustín, “LA BIENAVENTURANZA DEL PADRE;
tercero según el mismo PODER JUDICIAL. Por lo tanto no es otra cosa cuando se
dice “la diestra del Padre” que poseer con el Padre la gloria de la DIVINIDAD,
Y LA BIENAVENTURANZA Y LA DIGNIDAD Judicial. y esto se da de una manera
inamovible y regia. TODO ESTO CONVIENE AL HIJO POR RAZON DE SU DIVINIDAD. Una
vez comentada con lujo de detalles la conveniencia o derecho de estar a la
diestra del Padre en cuanto a su divinidad, queda la interrogante y, que con su
naturaleza humana. En cuanto hombre tiene también el mismo derecho? La
autoridad de San Agustín sale al paso: “Por la diestra de Dios debéis entender
el poder que recibió aquel hombre elevado por Dios para venir a juzgar el que
antes había venido a ser juzgado”.
“Con lo dicho
por San Agustín en la anterior cita, debería nuestro entendimiento no inquirir
mas sobre esta pregunta, pero bueno no es explayar el tema para ilustrar aun
mas nuestra inteligencia, nutrir nuestra alma de este torrente espiritual y
fortalecer nuestra alicaída fe en los misterios divinos. “Todo esto puede ser
de tres maneras (el que la naturaleza humana este a la diestra del Padre):
Primero, UNIDAD DE LA NATURALEZA Y DISTINCION DE LAS PERSONAS, de esta manera
Cristo en cuanto hijo de Dios, está sentado a la diestra del Padre, porque
posee la MISMA NATURALEZA CON EL PADRE. De manera que las tres cosas dichas más
arriba convienen esencialmente al Hijo como al Padre. Y a esto es hallarse en
igualdad con el Padre.
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