martes, 12 de abril de 2016

"CARTAS PASTORALES Y ESCRITOS por S.E. MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE"

Carta Pastoral
Nº 24:
VUELTA A LAS FUENTES 

Durante la segunda sesión del concilio se nos entregó un folleto muy instructivo sobre las excavaciones ejecutadas debajo de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Los resultados de estas excavaciones son notables. Pruebas arqueológicas de gran valor nos conducen a la presencia de la tumba de San Pedro en ese lugar venerado desde los primeros siglos de la era cristiana. Pero estas excavaciones han sacado a la luz inscripciones que, a su vez, tienen un excepcional valor histórico y teológico, si se piensa que expresan la fe de los peregrinos. Uno de ellos, varias veces repetido, tiene la forma siguiente:



Del signo de Cristo, la X y la P entrelazadas, han hecho aparecer su fe en Pedro prolongado la P para indicar luego las primeras letras de Petrus, y de la X han sacado la primera letra de Maria, lo que indica completamente la unión de estas tres personas: Jesús, Pedro, María, de las cuales 2, María y Pedro derivan de Jesús. Es admirable el sentido cristiano de devoción filial hacia el Señor y las dos personas que nos son más queridas después de Jesús y a causa de Jesús y de su elección divina. Estas tres personas se encuentran unidas solamente en la Iglesia Católica y Romana. Jesús y María nos son dados de una manera auténtica sólo por medio de Pedro y sus sucesores. ¡Cuántas enseñanzas en la sencillez de la fe de los primeros cristianos! Jesús ha querido que se ame a Dios en una persona y que se vaya hacia Él por medio de personas. ¡Y cuán conforme es con la naturaleza del corazón humano! Se quiere a Dios en Jesús, se ama a Jesús en María, se ama a Cristo en Pedro, en el Papa. He aquí que es sencillo, sensible, visible y adaptado a todas las almas, tanto a las sencillas cuanto a las más preparadas. Ojalá podamos tener un amor profundo para con estas personas que Dios nos ha enviado para nuestra salvación y la salvación del mundo. ¡Ojalá podamos seguir hablando de eso, ahora y siempre, a quienes estén a nuestro alrededor! Tal es el designio de Dios, y así permanecerá por siempre. “Éste es mi Hijo, el Amado, en quien me complazco; escuchadlo a Él” (San Mateo, XVII, 5). “Salve, llena de gracia (…) porque has hallado gracia cerca de Dios” (San Lucas, I, 28-30). “Y Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (San Mateo, XVI, 18). Estas palabras son creadoras de gracias que se dan a estas personas, y no cesarán jamás. El infierno se desencadenará a lo largo de los siglos contra Jesús, contra María, contra Pedro. Su derrota está asegurada de antemano, a pesar de la apariencia de algunas victorias.

Que nuestra fe sea tan fresca y fuerte en nuestras almas como la de aquellos humildes peregrinos del segundo siglo que se acercaban hasta la tumba de Pedro. También nuestra época sufre los asaltos del infierno. La Virgen y el Papa no están exentos de ataques en nuestros días; que nuestra fe y nuestra devoción hacia estas personas sean más fuertes aún: “Resistite fortes en fide” (I Pedro, V, 9).


(“Aviso del mes”, enero-febrero de 1964)

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