TERCERA PARTE
LA CONJURA LIBERAL
DE SATANAS
CONTRA LA IGLESIA
Y EL PAPADO
CAPITULO XXI
LA CONJURA DE LA ALTA VENTA
DE LOS CARBONARIOS
Henos aquí, en nuestro
breve bosquejo histórico del liberalismo católico, en las vísperas del Concilio
Vaticano II. Pero antes de analizar la victoria lograda por el liberalismo en
el Concilio, querría volver atrás en el tiempo para mostrar que la penetración
del liberalismo en toda la jerarquía y hasta en el mismo Papado, que era
impensable hace dos siglos, fue sin embargo, pensada, anunciada y organizada
desde principios de siglo pasado por la francmasonería. Bastará con reproducir
los documentos que prueban la existencia de esa intriga contra la Iglesia, de
ese “atentado supremo” contra el Papado.
Los papeles secretos de la
Alta Venta de los Carbonarios que cayeron en manos del Papa Gregorio XVI,
abarcan el período de 1820 a 1846. Fueron publicados a pedido del Papa Pío IX,
por Crétineau-Joly en su obra L’Eglise Romaine et la Revolution [La Iglesia
Romana y la Revolución]. Y por el Breve de aprobación del 25 de febrero de 1861
dirigido al autor, Pío IX confirmó la autenticidad de sus documentos, pero no
permitió que se divulgaran los verdaderos nombres de los miembros de la Alta
Venta implicados en esta correspondencia. Estas cartas son absolutamente
pavorosas, y si los Papas pidieron que se publicaran, fue para que los fieles
sepan de la conjura contra la Iglesia urdida por las sociedades secretas,
conozcan su plan y estén prevenidos contra su eventual realización. Por el
momento no digo más, pero con temblor se leen estas líneas. No invento nada, no
hago sino leer, pero no es un misterio que hoy día ellas se cumplen. ¡No oculto
que aún sus proyectos más audaces son aventajados por la realidad actual!
Leamos, pues. Sólo subrayaré lo que más nos debe impresionar. “El
Papa, cualquiera que sea, jamás vendrá a las sociedades secretas: a ellas
corresponde dar el primer paso hacia la Iglesia para vencer a ambos. “El
trabajo que vamos a emprender no es obra de un día, ni de un mes, ni de un año;
puede durar varios años, quizás un siglo; pero en nuestras filas el soldado
muere y el combate continúa.” “No queremos ganar a los Papas para nuestra
causa, hacerlos neófitos de nuestros principios, propagadores de nuestras
ideas. Sería un sueño ridículo. Cualquiera sea el giro de los acontecimientos,
el hecho de que cardenales o prelados, por ejemplo, hayan entrado a sabiendas o
por sorpresa en una parte de nuestros secretos, no es en absoluto un motivo
para desear su elevación a la Cátedra de Pedro. Esta elevación nos perdería.
Sólo la ambición los habría conducido a la apostasía y la necesidad del poder
los forzaría a inmolarnos. Lo que debemos pedir, lo que debemos buscar y
esperar como los judíos esperan el Mesías, es un Papa según nuestras
necesidades… “Así marcharemos con más seguridad al asalto de la Iglesia que con
los libelos de nuestros hermanos de Francia y el mismo oro de Inglaterra.
¿Queréis saber la razón? Es que con ello, para destrozar la roca sobre la que
Dios construyó su Iglesia, ya no necesitamos el vinagre anibalino, ni la
pólvora del cañón; ya no necesitamos ni siquiera nuestros brazos. Tenemos el
dedo meñique del sucesor de Pedro comprometido en la conjura, y ese dedo vale
en esta cruzada más que todos los Urbano II y todos los San Bernardos de la
Cristiandad. “No dudamos que llegaremos a ese término supremo de nuestros
esfuerzos, pero ¿cuándo y cómo? La incógnita no se revela aún. Sin embargo,
como nada debe apartarnos del plan trazado, sino por el contrario, todo debe
tender a él como si ya desde mañana el éxito viniera a coronar la obra apenas
esbozada, queremos en esta instrucción que para los simples iniciados
permanecerá secreta, dar a los encargados de la Venta Suprema, consejos que
deberán inculcar a la universalidad de los hermanos, en forma de enseñanza, o
de memorándum “Ahora bien, para aseguramos un Papa de las debidas proporciones,
se trata primero de labrar a ese Papa una generación digna del reino que
soñamos. Dejad de lado la vejez y la edad madura; dirigíos a la juventud y, si
es posible, aún a la infancia (...) os ganaréis sin mucho esfuerzo una
reputación de buen católico y de patriota sin doblez.
“Esta reputación hará llegar nuestras
doctrinas tanto en el corazón del joven clero, como dentro de los conventos.
Dentro de algunos años forzosamente este clero joven habrá invadido todas las
funciones. Será él quien gobierne, administre, juzgue, forme el consejo del
soberano, y será el llamado a elegir el Pontífice que tendrá que reinar, y este
pontífice, como la mayor parte de sus contemporáneos, estará necesariamente más
o menos imbuido de los principios italianos y humanitarios que comenzaremos a
poner en circulación. Es un granito de mostaza que confiamos a la tierra; pero
el sol de las justicias lo hará crecer hasta el más alto poder, y un día veréis
qué mies abundante producirá este granito. “En la ruta que trazamos a nuestros
hermanos, hay grandes obstáculos que deberemos vencer, muchos tipos de
dificultades que superar. Triunfaremos gracias a la experiencia y la
perspicacia; pero la meta es tan espléndida que es preciso izar todas las velas
al viento para alcanzarla. Si queréis revolucionar a Italia, buscad el Papa que
acabamos de pintar. Si queréis establecer el reino de los elegidos sobre el
trono de la prostituta de Babilonia, que el clero marche bajo vuestro
estandarte, creyendo ir siempre tras la bandera de las llaves apostólicas. Si
queréis hacer desaparecer el último vestigio de los tiranos y los opresores,
echad vuestras redes como Simón Bariona; echadlas dentro de las sacristías, de los seminarios y de los conventos más
que en el fondo del mar; y si no os apuráis, os prometemos una pesca más
milagrosa que la suya. El pescador de peces se convirtió en pescador de
hombres; vosotros os rodearéis de amigos junto a la Cátedra Apostólica.
Vosotros habréis predicado una revolución por la tiara y la capa, marchando con
la cruz y el estandarte, una revolución que no tendrá necesidad más que de una
chispa para incendiar las cuatro esquinas del mundo.”
He aquí aún un extracto de una carta de
“Nubius” a “Volpe”, del 3 de abril de 1824: “Se ha puesto sobre nuestros
hombros una pesada carga, querido Volpe. Debemos hacer la educación inmoral de
la Iglesia y llegar por medios pequeños, bien graduados aunque bastante mal
definidos, al triunfo de la idea revolucionaria gracias a un Papa. En este
proyecto, que siempre me ha parecido sobrehumano, marchamos aún tanteando...”¡”Plan
sobrehumano” dice Nubius, y quiere decir plan diabólico! Ya que es planear la
subversión de la Iglesia por su misma cabeza, lo que Mons. Delassus llama
el atentado supremo porque no se puede imaginar nada tan subversivo para la
Iglesia como un Papa seducido por las ideas liberales, un Papa que utilice las
llaves de San Pedro al servicio de la contra-Iglesia. Ahora bien ¿no es acaso
lo que vivimos actualmente desde el Vaticano II y desde el nuevo Derecho
Canónico? ¡Con este falso ecumenismo y esta falsa libertad religiosa
promulgados en el Vaticano II y aplicados por los Papas con fría perseverancia,
a pesar de todas las ruinas que han provocado desde hace más de veinte años!
Sin que se haya comprometido la
infalibilidad del Magisterio de la Iglesia, incluso quizás sin que jamás haya
sido sostenida una herejía propiamente dicha, asistimos a la auto demolición
sistemática de la Iglesia. Auto demolición es una palabra de Pablo VI, que
implícitamente denunciaba al verdadero culpable, pues ¿quién puede
“autodemoler” la Iglesia sino aquél cuya misión es mantenerla en la roca
firme?... ¡Y qué ácido tan eficaz para disolver la roca como el espíritu
liberal que penetra al mismo sucesor de Pedro! ¡Este plan es de inspiración
diabólica y de realización diabólica! No sólo lo han revelado los enemigos de
la Iglesia, sino también los Papas lo han develado y predicho. Es lo que
veremos en el próximo capítulo.
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