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presente articulo y todos los de este blog en una Tablet o computadora portátil
y no portátil ya que en el celular se ve que son muy largos los artículos,
gracias.
Nota
del E. En este sermón Mons. Lefebvre aborda tres temas: el carismatismo y
pentecostalismo, los sacramentos instruidos por Nuestro Señor Jesucristo entre
los cuales hace hincapié en el sacramento de la confirmación y, finalmente,
saca una conclusión sobre la forma en como el pentecostalismo y carismatismo
nos quieren trasmitir al Espíritu santo. Este sermón es doctrinal de ahí su
importancia en leerlo para tener una idea mas clara de los errores modernistas.
Mia queridos amigos, mis queridos hermanos, hoy se habla mucho del carismatitismo y del pentecostalismo, y, de hecho, muchos católicos de hoy, se esfuerzan en recibir al Espíritu Santo de una manera nueva, de una manera que al final nos lleva al protestantismo. Debido que el pentecostalismo nació protestante y se extendió a la Iglesia, no hace mucho tiempo.
Pero
hoy este pentecostalismo en la Iglesia se ha convertido en carismatismo. Y
estamos obligados a admitir que estas manifestaciones se difunden cada vez más
con la aprobación de las autoridades eclesiásticas. Pudimos ver y escuchar
estos eventos en la reunión de Katholinkentag en Múnich Alemania, en noviembre
pasado. Todos los obispos y cardenales alemanes se reunieron en Múnich en medio
de 80,000 de sus fieles. Y estos eventos tuvieron lugar antes de la recepción
del sacramento de la Eucaristía.
Manifestaciones
que realmente tienen algo extraño. Uno puede, de hecho, preguntarse si están
inspirados por el verdadero Espíritu de Dios. O por otro espíritu. y casi al
mismo tiempo, Gratz Austria también hubo manifestaciones carismáticas bajo la
dirección del obispo de esta ciudad y este obispo explico que estas
manifestaciones se introdujeron en la Iglesia como un medio para atraer a los
jóvenes y, así no se vieran vacías las iglesias. Y tal vez por esto seria una
manera de revivir la vida cristiana de estos jóvenes. Al mismo tiempo, en
Paray-le Monial, a menudo ocurrían eventos de este tipo. Eventos, por cierto,
que también tienen aspectos bastante tradicionales.
En
Paray-le Monial, en particular, notamos que hay jóvenes que se pasan toda la
noche adorando al Santísimo Sacramento, que recitan el rosario y que realmente
muestran un espíritu de oración. Hay entonces un aspecto extraño que combina en
la Iglesia y las manifestaciones que son mas ajenas a la Iglesia. ¿Qué debemos
pensar sobre esto? ¿Creemos realmente que este es un nuevo camino que se abrió
con motivo del Concilio Vaticano II algunos años antes para recibir al Espíritu
Santo? Parece que estas nuevas manifestaciones no están en absoluto de acuerdo
con la tradición de la Iglesia. ¿De donde viene el Espíritu Santo? ¿Quién es el
Espíritu Santo? El Espíritu es Dios, Espíritu es Deus nos dice san Juan: “Dios
es Espíritu” y Dios quiere que se adore en espíritu y en verdad.
Por
lo tanto, es más una manifestación espiritual que debe manifestar nuestro apego
al Espíritu que las manifestaciones externas y sensibles. Y, luego, es Nuestro
Señor Jesucristo mismo quien nos dice en el Evangelio, quien anuncia a los
apóstoles que recibirán el Espíritu que les enviara. Les enviara el Espíritu
que ha recibido Él, el Espíritu de verdad el espíritu de caridad: quia de meo
accipiet (Jn 16,14) se los enviare a ustedes: “Mittan eum ad vos” (Jn 16,7). Lo
decimos en el Credo: “Credo in in Spiritum Sanctum qui ex Patre filioque
procedit” que procede del Padre y del Hijo. ESTA ES LA FE CATOLICA. Creemos que
el Espíritu Santo viene del Padre y del Hijo y que Nuestro Señor Jesucristo
vino precisamente a la tierra para devolvernos su Espíritu; para devolvernos su
vida espiritual, su vida divina. ¿Y qué medios tomo Él? ¿Tomo estos medios,
estas manifestaciones que vemos en el pentecostalismo y en el carismatismo?
Para nada. Tomo los medios de los sacramentos.
Instituyo
los sacramentos para comunicarnos sus Espíritu. Y, en particular, debemos
insistir en esta verdad de la tradición. Nuestro señor nos comunica su Espíritu
a trávez del bautismo. Él cuenta a Nicodemo en su conversación nocturna que
tuvo con él, le dijo: “El que no nace del agua y del Espíritu Santo no entrara
en el reino de los cielos”. Por lo tanto, debemos renacer del agua y del Espíritu
Santo, y así es como Nuestro Señor comunico su Espíritu a los apóstoles. Los
apóstoles primero recibieron el bautismo de Juan y luego, en Pentecostés,
recibieron el bautismo del Espíritu. ¿Y que hicieron inmediatamente de que
ellos mismos recibieron el Espíritu Santo? Ellos bautizaron ellos comunicaron
el Espíritu santo a todos los que tenían fe; a todos los que creyeron en
Nuestro Señor Jesucristo. De esta manera, la Iglesia, bajo la influencia y
dictado de Nuestro Señor mismo, comunica el Espíritu Santo a las alamas a través
del bautismo.
Me
parece que deberíamos estar mas interesados en meditar mas la gran realidad de
nuestro bautismo. Es una transformación total que se ha logrado en nuestra
alma, con motivo de la recepción de este sacramento. Y luego los otros sacramentos
vinieron para completar este derramamiento del Espíritu Santo que recibimos en
el bautismo, el sacramento de la confirmación, que esta tarde tendré la alegría
de dar a muchos niños. La confirmación también nos comunica todos los dones del
Espíritu Santo con gran efusión porque los necesitamos para alimentar nuestra
vida espiritual, para fortalecer nuestra vida espiritual, nuestra vida
cristiana. Y eso no es todo. nuestro Señor ha querido dos sacramentos en
particular para comunicarnos su Espíritu de manera frecuente a fin de mantener
el derramamiento en nosotros de su Espíritu.
Estos
son los sacramentos de la penitencia y el de la Eucaristía. El sacramento de la
penitencia que fortalece la gracia que recibimos en el bautismo y purifica
nuestras almas de nuestros pecados. Porque no podemos pensar en recibir muchas
gracias del Espíritu Santo si nuestras almas están en contradicción con el Espíritu
Santo, a través del pecado. El sacramento de la penitencia, por lo tanto, nos
restaura la virtud del Espíritu Santo, la virtud de la gracia. ¿Y que hay del
sacramento de la Eucaristía, que nos es dado por el Sacrificio de la Misa? El
sacrificio de la redención continua para que se realice el Sacramento de la Eucaristía.
Y esta gracia que fluye del corazón de Nuestro Señor Jesucristo, del corazón
traspasado de Nuestro Señor, la sangre y el agua que fluye, manifiesta al mismo
tiempo manifiesta al mismo tiempo la gracia de la Redención por el agua que
fluye de su sagrado Corazón y su sangre que fluye es su vida divina comunicada
a nosotros. Luego también en la Sagrada Eucaristía recibimos tanto la
santificación de nuestras almas como la eliminación del pecado y el apego a
Nuestro Señor Jesucristo; como muchas fuentes del Espíritu.
El
sacramento del matrimonio y el sacramento del orden sacerdotal son sacramentos
que santifican la sociedad. El primero santifica la familia y el segundo se da
precisamente para comunicar el Espíritu Santo a todas estas familias
cristianas, a todas las almas. Por lo tanto, todavía son nuevas ocasiones en
las que Nuestro Señor Jesucristo realmente da su Espíritu, su Espíritu de
verdad. Su espíritu d amor, su Espíritu de caridad. Y, finalmente, el
sacramento de la extremaunción que nos prepara para recibir el derramamiento
verdadero y definitivo del Espíritu Santo, cuando recibimos nuestra recompensa
en el cielo. Estos son los medios por los cuales Nuestro Señor Jesucristo nos
quiere comunicar su vida espiritual, su propio Espíritu. No tenemos derecho de
elegir otros medios y a querer otros medios distintos a los instituidos por
Nuestro Señor Jesucristo. Se tomo la molestia de instituir estos medios
simples, hermosos y simbólicos al mismo tiempo. No tenemos el derecho de
esperar que, por nuestras simples manifestaciones externas, gestos
particulares, tengamos el derecho de recibir al Espíritu Santo. Debemos
sospechar y temer que estas nuevas manifestaciones sean inspiradas por el Espíritu
de Nuestro Señor, en verdad no lo son en absoluto, ellos ciertamente reciben
otro espíritu.
Por
lo tanto, tengan cuidado de no dejarse arrastrar a estas manifestaciones o a
estos deseos y sustraiga a nuestras propias familias que, en ocasiones se
sienten atraídos a estas manifestaciones. Digamos que Nuestro Señor tuvo mucho
cuidado de darnos su Espíritu a través de los ya mencionados sacramentos. Y
¿Cuál es el efecto del descenso del Espíritu Santo en nosotros? Ante todo, es
alejarse del pecado mediante estos dones particulares de la fortaleza y del
temor de Dios y especialmente del temor filial no del temor servil. Oh,
ciertamente el temor servil es útil, es decir, el temor al castigo nos es de
utilidad para mantenernos en el camino de la fidelidad a Nuestro Señor
Jesucristo y sus mandamientos. Pero es sobre todo el TEMOR filial el que se
debe cultivar en nuestras almas y este temor nos viene directamente del Espíritu
Santo porque genera en nosotros el temor de alejarnos de aquel que es nuestro
todo, alejarnos de Dios y del Espíritu Santo. Este temor debe ser suficiente y
debe ser efectivo para alejarnos de todo pecado. Para mantener nuestra voluntad
unida a Dios y evitar que esta voluntad se adhiera a los bienes de este mundo
que son contrarios a la voluntad de Dios. Este es el primer efecto de los dones
del Espíritu Santo. También nos inspira a someternos a la voluntad de Dios, a
través del don de consejo y de sabiduría, el uno perfecciona la virtud de la
prudencia. En el curso de nuestra existencia necesitamos saber cual es la
voluntad de Dios para hacerla, para practicarla. A veces unas decisiones son
difíciles de tomar y nos es difícil conocer la voluntad de Dios. Entonces el Espíritu
Santo nos ilumina con el don de consejo y de sabiduría, también nos mueve a la
oración, a la unión con Nuestro Señor Jesucristo. El don de piedad es un regalo
que se manifiesta particularmente con la virtud de religión, que eleva nuestras
almas a Dios; la virtud de religión que forma parte de la virtud de la
justicia. Porque es justo y digno que adoremos a Dios y esa adoración quiere
que se la demos a través del sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo por medio
de la Santa Misa. Dios quería y quiere que le concediéramos todo el honor y la
gloria mediante Nuestro Señor Jesucristo, en el Santo Sacrificio de la Misa,
esto es lo que Iglesia nos pide que hagamos todos los domingos, unirnos al
sacrificio de Jesucristo, esta es la oración más hermosa.
Es
por todo esto que nuevamente hay un error en la reforma litúrgica cuando se
pone tanto énfasis en la participación de los fieles. Yo mismo oí de Mons.
Bugnini, el cerebro de la reforma litúrgica, que nos decía: “Toda esta reforma
se realizó con el objetivo de hacer que los fieles participen más de la
liturgia”. ¿Pero que participación? La participación externa, la participación
oral estas no son siempre las mejores participaciones. ¿Por qué participación
externa? ¿Por qué estas ceremonias tan extrañas y raras, porque estas canciones
tan modernas? ¿Por qué estas canciones vocales y modernas? Ellos dicen (los
modernistas) “Para una unión interna, para una unión espiritual, sobrenatural,
para unir nuestras almas a Dios, es inconcebible que los fieles que asisten a
Misa permanezcan en silencio y ni siquiera abren sus libros de misa”.
¿Qué
diré sobre esto? Que es inconcebible esa forma de pensar que está en total
contradicción con la tradición de la Iglesia. El fiel ante el si durante el
Sacrificio de la Misa se siente atraído es conquistado, e inspirado de alguna
manera por los sentimientos que el sacerdote manifiesta en su acción sacerdotal
por excelencia; al escuchar al sacerdote realizar su acto de confesión
(Confiteor Deo Omnipotente…), su acto de contrición, el fiel se une al
sacerdote y lamenta sus pecados, siente un llamado de Dios a la piedad y la
misericordia de Dios cuando escucha el Kirie eleison. Al escuchar la lectura de
la Epístola y el Evangelio se manifiesta su espíritu de fe, es el acto de fe.
Un profundo acto de fe cuando, junto al sacerdote, reza el Credo en donde se
encierran las verdades enseñadas por la Iglesia. En el Ofertorio el alma del
fiel se une al anfitrión o sacerdote, en la patena ofrece su día. Ofrece toda
su vida, ofrece a su familia, en fin, ofrece todo lo suyo a Dios, y así todos
los sentimientos continúan a través de esta verdadera y magnifica Misa. ESTA ES
LA VERDADERA PARTICIPACION.
Por
lo tanto, hay un error, en el sentido de que era absolutamente necesario que
los fieles participen de tal manera, tan externamente, que se convierta en un
obstáculo para la oración interior, que se convierta en un obstáculo para la
unión de sus almas con Dios.
Cuanta
gente dice: “No podemos orar en las misas modernas. En las nuevas misas, ya no
podemos rezar. Siempre escuchamos algo, escuchamos una oración pública. Hay una
manifestación externa todo el tiempo que nos distrae y ya no podemos reunirnos
y unirnos verdaderamente con Dios”.
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