martes, 14 de marzo de 2023

SERMON DE MONS. MARCEL LEFEBVRE 26 MAYO DE 1985.


 

Les recomiendo encarecidamente lean el presente articulo y todos los de este blog en una Tablet o computadora portátil y no portátil ya que en el celular se ve que son muy largos los artículos, gracias.

Nota del E. En este sermón Mons. Lefebvre aborda tres temas: el carismatismo y pentecostalismo, los sacramentos instruidos por Nuestro Señor Jesucristo entre los cuales hace hincapié en el sacramento de la confirmación y, finalmente, saca una conclusión sobre la forma en como el pentecostalismo y carismatismo nos quieren trasmitir al Espíritu santo. Este sermón es doctrinal de ahí su importancia en leerlo para tener una idea mas clara de los errores modernistas.  

Mia queridos amigos, mis queridos hermanos, hoy se habla mucho del carismatitismo y del pentecostalismo, y, de hecho, muchos católicos de hoy, se esfuerzan en recibir al Espíritu Santo de una manera nueva, de una manera que al final nos lleva al protestantismo. Debido que el pentecostalismo nació protestante y se extendió a la Iglesia, no hace mucho tiempo.

Pero hoy este pentecostalismo en la Iglesia se ha convertido en carismatismo. Y estamos obligados a admitir que estas manifestaciones se difunden cada vez más con la aprobación de las autoridades eclesiásticas. Pudimos ver y escuchar estos eventos en la reunión de Katholinkentag en Múnich Alemania, en noviembre pasado. Todos los obispos y cardenales alemanes se reunieron en Múnich en medio de 80,000 de sus fieles. Y estos eventos tuvieron lugar antes de la recepción del sacramento de la Eucaristía.

Manifestaciones que realmente tienen algo extraño. Uno puede, de hecho, preguntarse si están inspirados por el verdadero Espíritu de Dios. O por otro espíritu. y casi al mismo tiempo, Gratz Austria también hubo manifestaciones carismáticas bajo la dirección del obispo de esta ciudad y este obispo explico que estas manifestaciones se introdujeron en la Iglesia como un medio para atraer a los jóvenes y, así no se vieran vacías las iglesias. Y tal vez por esto seria una manera de revivir la vida cristiana de estos jóvenes. Al mismo tiempo, en Paray-le Monial, a menudo ocurrían eventos de este tipo. Eventos, por cierto, que también tienen aspectos bastante tradicionales.

En Paray-le Monial, en particular, notamos que hay jóvenes que se pasan toda la noche adorando al Santísimo Sacramento, que recitan el rosario y que realmente muestran un espíritu de oración. Hay entonces un aspecto extraño que combina en la Iglesia y las manifestaciones que son mas ajenas a la Iglesia. ¿Qué debemos pensar sobre esto? ¿Creemos realmente que este es un nuevo camino que se abrió con motivo del Concilio Vaticano II algunos años antes para recibir al Espíritu Santo? Parece que estas nuevas manifestaciones no están en absoluto de acuerdo con la tradición de la Iglesia. ¿De donde viene el Espíritu Santo? ¿Quién es el Espíritu Santo? El Espíritu es Dios, Espíritu es Deus nos dice san Juan: “Dios es Espíritu” y Dios quiere que se adore en espíritu y en verdad.

Por lo tanto, es más una manifestación espiritual que debe manifestar nuestro apego al Espíritu que las manifestaciones externas y sensibles. Y, luego, es Nuestro Señor Jesucristo mismo quien nos dice en el Evangelio, quien anuncia a los apóstoles que recibirán el Espíritu que les enviara. Les enviara el Espíritu que ha recibido Él, el Espíritu de verdad el espíritu de caridad: quia de meo accipiet (Jn 16,14) se los enviare a ustedes: “Mittan eum ad vos” (Jn 16,7). Lo decimos en el Credo: “Credo in in Spiritum Sanctum qui ex Patre filioque procedit” que procede del Padre y del Hijo. ESTA ES LA FE CATOLICA. Creemos que el Espíritu Santo viene del Padre y del Hijo y que Nuestro Señor Jesucristo vino precisamente a la tierra para devolvernos su Espíritu; para devolvernos su vida espiritual, su vida divina. ¿Y qué medios tomo Él? ¿Tomo estos medios, estas manifestaciones que vemos en el pentecostalismo y en el carismatismo? Para nada. Tomo los medios de los sacramentos.

Instituyo los sacramentos para comunicarnos sus Espíritu. Y, en particular, debemos insistir en esta verdad de la tradición. Nuestro señor nos comunica su Espíritu a trávez del bautismo. Él cuenta a Nicodemo en su conversación nocturna que tuvo con él, le dijo: “El que no nace del agua y del Espíritu Santo no entrara en el reino de los cielos”. Por lo tanto, debemos renacer del agua y del Espíritu Santo, y así es como Nuestro Señor comunico su Espíritu a los apóstoles. Los apóstoles primero recibieron el bautismo de Juan y luego, en Pentecostés, recibieron el bautismo del Espíritu. ¿Y que hicieron inmediatamente de que ellos mismos recibieron el Espíritu Santo? Ellos bautizaron ellos comunicaron el Espíritu santo a todos los que tenían fe; a todos los que creyeron en Nuestro Señor Jesucristo. De esta manera, la Iglesia, bajo la influencia y dictado de Nuestro Señor mismo, comunica el Espíritu Santo a las alamas a través del bautismo.

Me parece que deberíamos estar mas interesados en meditar mas la gran realidad de nuestro bautismo. Es una transformación total que se ha logrado en nuestra alma, con motivo de la recepción de este sacramento. Y luego los otros sacramentos vinieron para completar este derramamiento del Espíritu Santo que recibimos en el bautismo, el sacramento de la confirmación, que esta tarde tendré la alegría de dar a muchos niños. La confirmación también nos comunica todos los dones del Espíritu Santo con gran efusión porque los necesitamos para alimentar nuestra vida espiritual, para fortalecer nuestra vida espiritual, nuestra vida cristiana. Y eso no es todo. nuestro Señor ha querido dos sacramentos en particular para comunicarnos su Espíritu de manera frecuente a fin de mantener el derramamiento en nosotros de su Espíritu.

Estos son los sacramentos de la penitencia y el de la Eucaristía. El sacramento de la penitencia que fortalece la gracia que recibimos en el bautismo y purifica nuestras almas de nuestros pecados. Porque no podemos pensar en recibir muchas gracias del Espíritu Santo si nuestras almas están en contradicción con el Espíritu Santo, a través del pecado. El sacramento de la penitencia, por lo tanto, nos restaura la virtud del Espíritu Santo, la virtud de la gracia. ¿Y que hay del sacramento de la Eucaristía, que nos es dado por el Sacrificio de la Misa? El sacrificio de la redención continua para que se realice el Sacramento de la Eucaristía. Y esta gracia que fluye del corazón de Nuestro Señor Jesucristo, del corazón traspasado de Nuestro Señor, la sangre y el agua que fluye, manifiesta al mismo tiempo manifiesta al mismo tiempo la gracia de la Redención por el agua que fluye de su sagrado Corazón y su sangre que fluye es su vida divina comunicada a nosotros. Luego también en la Sagrada Eucaristía recibimos tanto la santificación de nuestras almas como la eliminación del pecado y el apego a Nuestro Señor Jesucristo; como muchas fuentes del Espíritu.

El sacramento del matrimonio y el sacramento del orden sacerdotal son sacramentos que santifican la sociedad. El primero santifica la familia y el segundo se da precisamente para comunicar el Espíritu Santo a todas estas familias cristianas, a todas las almas. Por lo tanto, todavía son nuevas ocasiones en las que Nuestro Señor Jesucristo realmente da su Espíritu, su Espíritu de verdad. Su espíritu d amor, su Espíritu de caridad. Y, finalmente, el sacramento de la extremaunción que nos prepara para recibir el derramamiento verdadero y definitivo del Espíritu Santo, cuando recibimos nuestra recompensa en el cielo. Estos son los medios por los cuales Nuestro Señor Jesucristo nos quiere comunicar su vida espiritual, su propio Espíritu. No tenemos derecho de elegir otros medios y a querer otros medios distintos a los instituidos por Nuestro Señor Jesucristo. Se tomo la molestia de instituir estos medios simples, hermosos y simbólicos al mismo tiempo. No tenemos el derecho de esperar que, por nuestras simples manifestaciones externas, gestos particulares, tengamos el derecho de recibir al Espíritu Santo. Debemos sospechar y temer que estas nuevas manifestaciones sean inspiradas por el Espíritu de Nuestro Señor, en verdad no lo son en absoluto, ellos ciertamente reciben otro espíritu.

Por lo tanto, tengan cuidado de no dejarse arrastrar a estas manifestaciones o a estos deseos y sustraiga a nuestras propias familias que, en ocasiones se sienten atraídos a estas manifestaciones. Digamos que Nuestro Señor tuvo mucho cuidado de darnos su Espíritu a través de los ya mencionados sacramentos. Y ¿Cuál es el efecto del descenso del Espíritu Santo en nosotros? Ante todo, es alejarse del pecado mediante estos dones particulares de la fortaleza y del temor de Dios y especialmente del temor filial no del temor servil. Oh, ciertamente el temor servil es útil, es decir, el temor al castigo nos es de utilidad para mantenernos en el camino de la fidelidad a Nuestro Señor Jesucristo y sus mandamientos. Pero es sobre todo el TEMOR filial el que se debe cultivar en nuestras almas y este temor nos viene directamente del Espíritu Santo porque genera en nosotros el temor de alejarnos de aquel que es nuestro todo, alejarnos de Dios y del Espíritu Santo. Este temor debe ser suficiente y debe ser efectivo para alejarnos de todo pecado. Para mantener nuestra voluntad unida a Dios y evitar que esta voluntad se adhiera a los bienes de este mundo que son contrarios a la voluntad de Dios. Este es el primer efecto de los dones del Espíritu Santo. También nos inspira a someternos a la voluntad de Dios, a través del don de consejo y de sabiduría, el uno perfecciona la virtud de la prudencia. En el curso de nuestra existencia necesitamos saber cual es la voluntad de Dios para hacerla, para practicarla. A veces unas decisiones son difíciles de tomar y nos es difícil conocer la voluntad de Dios. Entonces el Espíritu Santo nos ilumina con el don de consejo y de sabiduría, también nos mueve a la oración, a la unión con Nuestro Señor Jesucristo. El don de piedad es un regalo que se manifiesta particularmente con la virtud de religión, que eleva nuestras almas a Dios; la virtud de religión que forma parte de la virtud de la justicia. Porque es justo y digno que adoremos a Dios y esa adoración quiere que se la demos a través del sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo por medio de la Santa Misa. Dios quería y quiere que le concediéramos todo el honor y la gloria mediante Nuestro Señor Jesucristo, en el Santo Sacrificio de la Misa, esto es lo que Iglesia nos pide que hagamos todos los domingos, unirnos al sacrificio de Jesucristo, esta es la oración más hermosa.

Es por todo esto que nuevamente hay un error en la reforma litúrgica cuando se pone tanto énfasis en la participación de los fieles. Yo mismo oí de Mons. Bugnini, el cerebro de la reforma litúrgica, que nos decía: “Toda esta reforma se realizó con el objetivo de hacer que los fieles participen más de la liturgia”. ¿Pero que participación? La participación externa, la participación oral estas no son siempre las mejores participaciones. ¿Por qué participación externa? ¿Por qué estas ceremonias tan extrañas y raras, porque estas canciones tan modernas? ¿Por qué estas canciones vocales y modernas? Ellos dicen (los modernistas) “Para una unión interna, para una unión espiritual, sobrenatural, para unir nuestras almas a Dios, es inconcebible que los fieles que asisten a Misa permanezcan en silencio y ni siquiera abren sus libros de misa”.

¿Qué diré sobre esto? Que es inconcebible esa forma de pensar que está en total contradicción con la tradición de la Iglesia. El fiel ante el si durante el Sacrificio de la Misa se siente atraído es conquistado, e inspirado de alguna manera por los sentimientos que el sacerdote manifiesta en su acción sacerdotal por excelencia; al escuchar al sacerdote realizar su acto de confesión (Confiteor Deo Omnipotente…), su acto de contrición, el fiel se une al sacerdote y lamenta sus pecados, siente un llamado de Dios a la piedad y la misericordia de Dios cuando escucha el Kirie eleison. Al escuchar la lectura de la Epístola y el Evangelio se manifiesta su espíritu de fe, es el acto de fe. Un profundo acto de fe cuando, junto al sacerdote, reza el Credo en donde se encierran las verdades enseñadas por la Iglesia. En el Ofertorio el alma del fiel se une al anfitrión o sacerdote, en la patena ofrece su día. Ofrece toda su vida, ofrece a su familia, en fin, ofrece todo lo suyo a Dios, y así todos los sentimientos continúan a través de esta verdadera y magnifica Misa. ESTA ES LA VERDADERA PARTICIPACION.

Por lo tanto, hay un error, en el sentido de que era absolutamente necesario que los fieles participen de tal manera, tan externamente, que se convierta en un obstáculo para la oración interior, que se convierta en un obstáculo para la unión de sus almas con Dios.

Cuanta gente dice: “No podemos orar en las misas modernas. En las nuevas misas, ya no podemos rezar. Siempre escuchamos algo, escuchamos una oración pública. Hay una manifestación externa todo el tiempo que nos distrae y ya no podemos reunirnos y unirnos verdaderamente con Dios”.

 

 

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