Nota del E. En su momento hable de la Iglesia católica en Rusia en la actualidad, en ese artículo hable de la terrible realidad de la Iglesia católica en ese país. La Iglesia Católica no existe en Rusia en su lugar esta la Iglesia Ortodoxa cismática. Ahora me encuentro con otra terrible realidad en China en donde me he dado cuenta, por este escrito que cayo en mis manos, de la gran persecución comunista que sufre la Iglesia Católica en China, espero lo disfruten y recemos por los pocos católicos chino.
PRIMERO de octubre de mil novecientos cuarenta y nueve: el comunismo triunfa en China luego de treinta años de lucha encarnizada. A partir de ese momento, la Iglesia Católica se convierte en el blanco de una opresión que pronto habrá de transformarse en persecución.
No es la primera vez que los cristianos chinos
sufren por su fe. Menos de cincuenta años atrás y tan solo durante el año de
1900, 191 misioneros y seis mil cristianos fueron masacrados por los bóxers, bajo las órdenes de la emperatriz Cixí. (1)
Pero, bajo el régimen comunista, la
persecución toma una forma que sobrepasa a todas las anteriores: la esclavitud.
Esclavitud de las almas, esclavitud que pretende someter a la Iglesia misma.
Podemos imaginarnos la preocupación de los papas ante los acontecimientos que
se desarrollan durante los años cincuenta en eáta nación del Lejano Oriente. De
ahí que no sorprenda la asiduidad de las relaciones entre Roma y China. Vale la
pena seguir las etapas de dichas relaciones.
Más allá de los datos históricos y fuera de las fronteras de China, ¿Cuál es el alcance de las reacciones de ambas potencias? Eso es lo que pretendemos descubrir en este pequeño trabajo. Comenzaremos por echarle un vistazo a la historia del comunismo en China. Después, estudiaremos las respuestas, las decisiones y las aclaraciones de Roma a lo largo de la evolución de la persecución. Finalmente, analizaremos las consecuencias de las distintas maneras de responder a dichas decisiones.
China, víctima del comunismo
Con el «Movimiento del 4 de mayo» de 1919, la
juventud pequinesa se manifestó en contra de la ocupación nipona. Desde ese
día, el comunismo fue penetrando poco a poco en China, aprovechándose de la
guerra chino-japonesa que habría de marcar al país durante toda la primera
mitad del siglo xx.
En 1927, el movimiento comunista chino estuvo
a punto de ser derrotado gracias a la victoria del general Chiang Kai-Shek. Sin
embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, mientras el ejército de Chiang
combatía desesperadamente para expulsar al invasor japonés con el apoyo de
ingleses y estadounidenses, «los chinos experimentaron la desagradable
sensación de verse infiltrados, a lo largo de miles de kilómetros cuadrados,
por agentes comunistas obedientes a Moscú. El Partido Comunista de China, al
borde de la derrota, había encontrado un nuevo aliado.
en la confusión de la guerra una oportunidad inesperada para un resurgimiento espectacular». ¿Cómo sucedió esto? «Roosevelt confiaba en sus expertos ibid. de Washington en asuntos del Lejano Oriente, quienes le aconsejaban en este tipo de cuestiones. Y el consejo de los “expertos” fue que, para apaciguar a los comunistas, Chiang debía integrar a algunos de ellos en el gobierno y formar una coalición. Era Roosevelt quien financiaba el ejército de Chiang, por lo que su opinión debía ser considerada; Chiang Kai-Shek no tuvo más remedio que aceptar».
En Yalta, la administración de las vías
férreas de la Manchuria, las cuales constituían una pieza clave en la
estrategia contra Rusia, le fue confiada a una compañía chino-soviética. «Una ibid.,
p.38 vez que Japón quedó fuera de la jugada, la conquista completa de China por
parte de los comunistas fue simplemente una cuestión de meses».
El advenimiento de Mao
Tse-tung
El primero de octubre de 1949, se proclamó la
República Popular China. Las purgas comenzaron inmediatamente. «En un discurso
de junio de 1957, Mao Tse-tung reconoció que, Actualmente entre octubre de 1949
y principios de 1957, más de ochocientas mil personas habían sido “liquidadas”
por motivos políticos. ¡Así, sin más!».
Millones de «contrarrevolucionarios» fueron
arrestados: algunos fueron ejecutados tras ser condenados por «tribunales del pueblo»
en juicios sumarios en los que cualquiera podía denunciarlos públicamente.
Otros fueron enviados a los campos de reeducación política.
La reforma agraria eliminó a los
terratenientes y pulverizó la agricultura por completo. Se constituyeron
cooperativas socializas en las que la tierra expropiada se repartía entre
familias de campesinos pobres que no eran otra cosa que los trabajadores de la
tierra. 140 hectáreas eran ocupadas por un promedio de 150 familias.
No obstante, estas ejecuciones sumarias (2),
expropiaciones y crueldades no constituyeron el acto más grave del nuevo
régimen. Ciertamente fueron cosas atroces, pero no fueron sino uno más de los
medios para la instauración de un sistema mucho más terrible: la esclavitud
moral.
«En tanto que esclavitud moderna, el comunismo
es peor que la esclavitud antigua. Primero, porque esta última era un progreso,
un relajamiento de las columbres encaminado a una toma de conciencia de los
derechos de la persona: en lugar de masacrar a los prisioneros de guerra, se
les perdona la vida a cambio de su trabajo. [...] Por otro lado, en la
antigüedad, el esclavo era la propiedad personal de su amo: podía ser liberado,
podía recibir un trato humano si tenía un amo humano. En el régimen comunista,
el trabajador es esclavo de una colectividad, la carta dirigente del Partido, y
aún más es esclavo del sistema ideológico, del cual esta carta es, ella misma,
el instrumento y la víctima».
El Partido Comunista de China no constituía
sino el 2 % de la población total. «Esto no es un fracaso del comunismo. Es su
ejecución normal, adscrita a la teoría. El Partido Comunista que detenta el
poder es una carta hermética de privilegiados que se reclutan por cooptación.
No es una carta hereditaria,
sino sociológica. […] El Partido Comunista
no es el pueblo, ni quiere serlo. El Partido Comunista es el organismo creado
para dominar y explotar al pueblo. Si el pueblo pudiera ser el Partido, el
Partido Comunista perdería su sentido y su razón de ser. El Partido Comunista
es un sistema cerrado de dominación absoluta».
Muy pronto, las ejecuciones ya no fueron
suficientes. Mao puso en práctica el lavado de cerebro. «¿De qué sirve, decía
él, matar a los seres malvados? Siempre habrá más. La única solución, insistía,
es curar el pensamiento: mejor que el cuerpo, podemos sanarlo. La experiencia
prueba simplemente que los cerebros no han sido bien lavados. Debemos
recomenzar y ampliar. Y esta purificación espiritual irá acompañada de un
trabajo físico intenso que volverá humilde a la gente y destruirá su
individualismo culpable».
El estallido de la
persecución
El sistema de control e información de los
engranajes sociales, incluso de los menores, tomó la forma de una persecución
abierta en contra de la Iglesia Católica: desde el mes de agosto de 1950, el
Comité Central del PCC (Partido Comunista de China) declaró que los cristianos
eran una fuerza potencial de espionaje de las operaciones imperialistas 3.
A partir de 1951, los sacerdotes fueron arrestados
en masa, se desataron campañas de difamación contra las religiosas, los
sacerdotes extranjeros fueron expulsados. En ciertas provincias (por ejemplo,
en Cantón), se gravó con un impuesto excesivo a todos los edificios religiosos:
obispados, seminarios, templos, presbiterios...
En 1952, todos los misioneros católicos fueron
expulsados, con excepción de un obispo estadounidense, monseñor James Edward
Walsh, quien, de cualquier manera, fue falsamente acusado de ser un espía 4.
Muy pronto, a esta persecución de la
esclavitud se sumó, para la Iglesia, el hecho de ser reducida al silencio: «La
Iglesia puede decir que no acepta la ideología atea del comunismo. La Iglesia
del silencio puede hablar de esto largo y tendido. Ello no le causa ninguna
molestia al comunismo: está en conformidad con lo que el mismo comunismo dice y
con lo que el comunismo quiere que se diga y se enseñe. Pero esta Iglesia está
completamente sumida en el silencio porque no puede repetir y transmitir
públicamente la enseñanza fundamental que se resume en las palabras de Pío XII:
Rechazamos el comunismo como sistema SOCIAL, en virtud de la doctrina
CRISTIANA.
»La Iglesia del silencio puede decir que cree
en Dios, a condición de que no distraiga a sus fieles de colaborar en la
edificación del régimen económico y social que es el fundamental propósito ateo
del comunismo. [...]» “El comunismo es un ateísmo, pero es un ateísmo cuyo propósito
particular no es destruir la fe principalmente a través de medios ideológicos
(aunque también lo hace): su propósito particular es destruir la fe atacándola
en el terreno de la organización social y la civilización (Divini Redemptoris, (3)».
Es difícil identificar el origen de este
potente movimiento que tomó el nombre de Movimiento de las Tres Autonomías.
Surgido hacia finales de 1950 con el apoyo de Su Dingyi, jefe del Departamento
de Propaganda del PCC, este movimiento pretendía asegurar la independencia y
supervivencia de las comunidades protestantes en China. Sus tres objetivos
oficiales eran permitir que los protestantes se mantuvieran ellos mismos
(rechazando financiamiento del extranjero), que se gobernaran ellos mismos
(rechazando la dirección del extranjero) y que se propagaran ellos mismos
(rechazando la difusión de la fe por parte del extranjero): de ahí el nombre de
las tres autonomías. El principal dirigente del Movimiento fue un eminente ministro
protestante, Wu Yaozhong, quien fue sospechoso de haber sido un miembro secreto
del PC antes de la revolución de 1949. Hoy en día, se considera que el
Movimiento de las Tres Autonomías es uno de los grupos protestantes más fuertes
del mundo.
En realidad, el Movimiento estaba destinado a
matar dos pájaros de un tiro: en primer lugar, alimentar entre los cristianos
el sentimiento de hostilidad con respecto a las influencias extranjeras en
materia religiosa y, en segundo lugar, «indigenizar» a las comunidades cristianas.
Los católicos vieron en la creación del
Movimiento de las Tres Autonomías una potente arma que se erigía contra ellos.
……………………………………………………………………………………………………………
1.
Bóxers es el nombre con el que se le conoce a la sociedad secreta china de los
Puños de la justicia y de la concordia, quienes, en el siglo xix, fueron la
vanguardia de la lucha contra la influencia occidental y el cristianismo en
China. El 14 de julio de 1900, una coalición de fuerzas francesas, inglesas,
alemanas, italianas, austríacas y rusas obligó a huir a la emperatriz Cixí
junto con sus bóxers.
2.
Se estima que Mao Tse-tung fue culpable de masacrar a casi sesenta millones de
víctimas en China. Jean Madiran, La vieillesse du monde, NEL, 1966, pp. 46
&
-
3. Boyao Zhang, Crosses, hammers, and sickles: Sino-Vatican Relations between
1949 and 1989, McGill University 2015.
4.
Cindy Yik-yi Chu, Chínese Catholicísm: An OverView, en Catholicism in China,
1900-present, Paígrave Macmillan, 2014.
Jean
Madiran, op. cit., pp. 63 & 65
Pío
XII, Radiomensaje de Navidad igs¡
5.
Véase eéte tema en Beatrice K. F. Leung & William T. Liu, The Chínese
Catholic Church in Conflid: 1949-2001, Universal Publishers, 2004, p. 95 &
passim.
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