“No creáis que he venido a abrogar la Ley y los Profetas; no he venido a abrogar, sino a completar.
Porque en verdad os digo: antes pasaran el
cielo y la tierra, que pase una sola iota o una tilde de la Ley, sin que todo
se verifique”. (San Mateo 13; 19)
El libro del Apocalipsis está escrito no para
otros tiempos sino para los actuales, son revelaciones de carácter divino
contenidas en la Revelación Divina que inexorablemente se cumplirán mientras
Dios sea Dios.
Nuestra ignorancia y sentimentalismo nos
impiden ver la verdad de estas profesáis escatológicas y esta será la perdición
de muchas almas que, cuando suceda, apelaran a la “misericordia de Dios” y se
les responderá con aquellas palabras del rico Epulón: “Ahí tienen a la Ley y
los Profetas si a ellas no les hacen caso, menos le harán caso a un muerto”. Quiera
Dios que este escrito habrá a muchos los ojos y se den cuenta del lamentable
derrotero que esta tomando la humanidad actual y se enmiende de su mala vida.
Señales próximas en el
mundo
1ª) Voces o rumores acerca de la próxima venida de Cristo, de los cuales dijo el mismo Cristo Jesús: “Entonces si alguno os dijere: aquí está el Cristo o allí, no lo creáis; porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán grandes señales y harán prodigios, de suerte que engañarán, si es posible, aun a los mismos escogidos. Así, que si os dijeren: He aquí que en el desierto está, no lo creáis; he aquí que está en los recintos, no lo creáis. Porque como el relámpago sale del Oriente y se muestra hasta el Occidente, así será también la venida del Hijo del hombre.” (Mt. 24, 23-26; Mc. 21. 22; Lc. 17, 23-24).
2ª) Otra señal será, según las palabras de
Cristo ya citadas, la aparición de falsos Cristos y falsos profetas, que no
serán como Mahoma, que no hizo ningún milagro, sino que harán prodigios o
portentos fingidos y aparentes, con los cuales inducirán a error y engañarán a
los hombres. Los prodigios y portentos no forman absolutamente en nada parte
del milagro como tal, estos se encuentran dentro de la naturaleza o dentro del
orden preternatural.
3ª) El espíritu de apostasía e irreligión y de
rebelión de que habla San Pablo en su segunda carta a los Tesalonicenses (2,
3). En cuanto a este tema, hoy es más palpable este espíritu de apostasía debido
no solo al libre pensamiento sino también al modernismo hereje profesado por
los mismos jerarcas de la Iglesia, ¿Cuántos no han apostatado de ella desde
1965 a la fecha? ¿Cuántos no han abandonado a la Iglesia gracias a este
modernismo apostata y ateo? Solo Dios lo sabe, pero nadie puede negar que
estamos viviendo una profunda crisis de fe.
4ª) La venida de los dos testigos que, según
la interpretación de muchos Santos Padres, son Elías y Enoc. La venida de Elías
se predice expresamente en la profecía de Malaquías (4, 5-6): “He aquí que yo os envío a Elías el profeta,
antes que venga el día del Señor grande y terrible. Él convertirá el corazón de
los padres a los hijos y el corazón de los hijos a los padres; no sea que yo
venga y hiera la tierra con destrucción.” Y el mismo Cristo Jesús predijo
también la futura venid de Elías (Mt. 17, 11): “Elías vendrá y restituirá todas
las cosas.” Elías y Enoc, pues,
predicarán a los judíos y a los gentiles. Estos dos testigos, según dice San
Juan, enviados por Dios, predicarán y profetizarán por mil doscientos sesenta
días, vestidos de sacos:
“Y si alguno les quisiere dañar, sale fuego de
su boca, y devora a sus enemigos. Y si alguno les quisiere dañar, es preciso
que así sea él muerto. Y éstos tienen poder para cerrar el cielo, que no llueva
en los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en
sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quisieren. Y cuando
hubieren acabado su testimonio (esto es, después de los mil doscientos sesenta
días), la bestia que sube del abismo (esto es el Anticristo) hará guerra contra
ellos y los vencerá y matará, y sus cuerpos yacerán en la plaza de la ciudad
grande, que se llama espiritualmente Sodoma y Egipto donde su Señor fue
crucificado. (Es la ciudad de Jerusalén, pero no la llama así a causa de su
maldad). Y los de los diversos pueblos y tribus y lenguas y gentes, verán sus
cuerpos tres días y medio, y no permitirán que sus cuerpos sean puestos en
sepulcros. Y los moradores de la tierra se alegrarán sobre ellos y se
regocijarán y se enviarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas
atormentaron a los que moran sobre la tierra. Mas después de tres días y medio
entró en ellos espíritu de vida enviado de Dios y se alzaron sobre sus pies, cayó
gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz desde el cielo que
les decía: Subid acá, y subieron al cielo en una nube y sus enemigos los
vieron. Y a la misma hora fue un gran terremoto en toda la tierra, y cayó la
décima parte de la ciudad, y murieron en el terremoto 7.000 hombres y los
demás, llenos de temor, dieron gloria al Dios del cielo” (Ap. 11, 3-13).
5ª) En fin, otra señal será el Anticristo,
llamado así por antonomasia, el que San Pablo llama hombre de pecado o de
rebelión e hijo de perdición, “el que se opone y se levanta contra todo lo que
se llama Dios o que se adora, hasta el punto de sentarse él en el templo de
Dios y mostrarse y aparecer como si fuese Dios; aquel inicuo, cuya venida será,
según la operación de Satanás, con grande poder y con señales y milagros
mentirosos y con todo engaño de iniquidad” (2 Tes. 2, 3-9).
Esta es la bestia de que habla San Juan en el
Apocalipsis, capítulo trece (no que haya de ser una bestia, sino un hombre
malo), la bestia a quien el dragón (el demonio) le dio todo su poder y su trono
y su potestad y una de sus cabezas como herida de muerte, y la herida de muerte
fue curada, “y se admiraron las gentes de toda la tierra y adoraron al dragón
que dio la potestad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién es
semejante a la bestia? Y ¿Quién podrá pelear con ella?” Cuatro cosas dicen San
Juan que se le dieron a la bestia, permitiéndolo así Dios. (La bestia que sale del mar o mundo, según la interpretación de los setenta, tiene patas de oso, vientre de pantera o de tigre y boca de león y llega el dragón y le da su fuerza. se puede también interpretar de la siguiente manera: los pies de oso es Rusia, el vientre de pantera o tigre, es Irán que es típicamente musulmana y, finalmente, el dragón es China que, en la actualidad han formado una alianza)
– Diósele potestad de obrar durante cuarenta y
dos meses (o sea tres años y medio o mil doscientos sesenta días, como se dice
en otros textos).
– Diósele una boca que habla grandezas y
blasfemias; “y prorrumpió en blasfemias contra Dios para blasfemar su nombre y
su tabernáculo y a los que moran en el cielo.”
– Diósele, por permisión divina, el hacer la
guerra contra los santos y el vencerlos.
– Diósele, en fin, potestad pobre toda tribu y
pueblo y lengua y gente: “y le adoraron todos los habitantes de la tierra;
todos aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del
cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.”
A esta bestia, el Anticristo, se añade la
segunda bestia, el Falso Profeta, que será como lugarteniente del Anticristo.
Dice, pues, San Juan, que vio otra bestia que tenía dos cuernos semejantes a
los de un cordero, pero hablaba como el dragón:
“Y ésta ejercía el poder de la primera bestia
en presencia de ella, y hacía que la tierra y los habitantes de ella adorasen a
la primera bestia, cuya herida de muerte fue curada. Y hacía grandes señales,
hasta el punto de hacer bajar fuego del cielo a la tierra delante de los
hombres, y con las señales que hacía engañaba a los moradores de la tierra,
mandándoles que hiciesen una imagen de la bestia, que tenía la herida de
muerte, y vivió (el Anticristo). Y fuele dado que diese espíritu a la imagen de
la bestia (sin duda, por arte diabólico) para que la imagen de la bestia hable.
Y hará que cualesquiera que no adoraren la imagen de la bestia sean muertos. Y
hará que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se pongan
una marca en su mano derecha o en sus frentes, y que ninguno pueda comprar ni
vender, sino el que tenga la señal o el nombre de la bestia o el número de su
nombre. Y este número es seiscientos sesenta y seis.” Sin duda, este número es
simbólico, como dan a entender las palabras de San Juan (Ap. 13, 12-18).
Tal es el carácter del Anticristo y del Falso
Profeta y tal es la terrible persecución que levantarán contra los buenos.
Algunos de estos rasgos característicos del Anticristo, las blasfemias o
palabras contra el Altísimo, el conculcar los santos del Altísimo, los hallamos
también en la profecía de Daniel sobre las cuatro bestias (Dn. 7, 23-28). Según
esto, será, pues, el Anticristo un rey poderoso que recibirá la potestad del
dragón o del diablo, por permisión divina, que tendrá por lugarteniente al
Falso Profeta y reinará en toda la tierra y será adorado por todos los habitantes
de ella menos por los escogidos, los que tienen sus nombres escritos en el
libro de la vida del Cordero; y por eso perseguirá a los santos, mas no sin
castigo de Dios; pues como allí mismo se dice: “El que lleva a otros en
cautividad irá él en cautividad; el que a cuchillo matare, es preciso que a
cuchillo sea muerto” (Ap. 13, 10).
Mas no será el Anticristo el único rey en la
tierra, puesto que San Juan habla también de otros diez reyes que tendrán poder
juntamente con la bestia, los cuales tienen un mismo consejo y darán su poder y
su autoridad a la bestia (Ap. 17, 12-13).
Habrá entonces otras calamidades y plagas o
castigos de Dios que describe San Juan en el capítulo 16, y habrá también
grandes guerras. Porque los diez reyes y la bestia o el Anticristo, tomarán y
asolarán é incendiarán la ciudad de Babilonia, metrópoli del vicio, la gran
ciudad que tiene su reino sobre los reyes de la tierra y con la cual
prevaricaron los reyes de la tierra (Ap. 17), cuya ruina y castigo se describe
en Ap. 18. Por fin, se juntarán los reyes y el Anticristo para pelear contra el
Cordero (Cristo) y el Cordero los vencerá porque Él es el Señor de los señores
y el Rey de los reyes; y los que están con Él son llamados, escogidos y fieles
(Ap. 17, 14).
Y así, dice San Juan que vio tres espíritus
inmundos a manera de ranas que salieron de la boca del dragón y de la boca de
la bestia y de la boca del pseudoprofeta, y que hacían señales para ir a los
reyes de la tierra y de todo el mundo para congregarlos para la batalla de
aquel gran día de Dios Todopoderoso. Y los congregó en el lugar que en hebreo
se llama Armagedón (Har Mageddo: “montaña de Megido”).
No es probable que el Anticristo y los reyes y
ejércitos se junten para pelear contra Cristo en su persona, puesto que Cristo
estará aún en el cielo; sino más bien para pelear contra Cristo en la persona
de sus siervos y seguidores; lo cual parece indicar que se habrá formado ya un
núcleo de resistencia, de partidarios de Cristo contra el Anticristo.
Probablemente se habrá formado este núcleo en Jerusalén, quizá entre los judíos
convertidos por Elías, y esto parece indicarlo el profeta Zacarías, capítulos
doce y catorce, pues dice que el Señor reunirá todas las gentes en batalla
contra Jerusalén, y la ciudad será tomada y saqueadas sus casas y la mitad de
la ciudad irá en cautiverio. Y saldrá el Señor y peleará con aquellas gentes
como en el día de su batalla.
“Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el
monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de
los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente,
haciendo un valle muy grande”; y luego añade: “Y acontecerá que en ese día no
habrá luz clara, ni oscura. Será un día, el cual es conocido de Jehová, que no
será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz.” (Zac. 14,
4; 6-7).
Y esto mismo se insinúa en la profecía de
Joel, capítulo 3, donde dice que el Señor juntará todas las gentes y las hará
descender al valle de Josafat, a causa de su pueblo y de Israel, su heredad.
Cuando, pues, el Anticristo con sus reyes y sus partidarios se junten para
pelear contra el Cordero, esto es, contra los seguidores de Cristo, los judíos
convertidos y sus auxiliares, entonces bajará el mismo Cristo para defender a
los suyos, para vencer y quebrantar y derrocar al Anticristo, y entonces será
la Parusía.
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