martes, 14 de septiembre de 2021

EL GRAN DILEMA DE LA IGLESIA: LA CONSAGRACION DE RUSIA

 


“Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón… Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz…El Santo Padre Me consagrará Rusia que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz”

Impedimentos en el seno

de la Iglesia misma.

Algunos de estos reflexionan la oposición que nace dentro de la Iglesia misma. Vamos a hablar de dos que vienen a la memoria, los cuatro y quinto temores potenciales. Ya mencioné el posible temor de que María no fuese a cumplir, y por qué razón esa preocupación puede ser definitivamente puesto al lado. Otra posible fuente de oposición sería de los que están dentro de la Iglesia y que, al contrario, teman que esa Consagración haría demasiado en vez de menos. Es cierto que, durante el siglo que nos separa de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, hubo, sin duda, personajes de la Iglesia que se opusieron a un “exceso de énfasis” sobre Fátima, y que podría temer que intentando una Consagración de Rusia – aun, o hasta específicamente, una que diese resultados dramáticos – enviaría un mensaje teológico equivocado o elevaría, en su perspectiva, las facciones equivocadas en la Iglesia. Aquellos que quieren que la Iglesia minimice la piedad, el misticismo, la devoción mariana, el miedo del infierno, la reparación y el sacrificio, la conversión de los pecadores – en resumen, todo el programa de María – se sentiría naturalmente amenazada por Nuestra Señora de Fátima.* Esos son los obstruccionistas de Fátima a que nos podríamos legítimamente referir como siendo “enemigos de Nuestra Señora”, y no Sus hijos que vacilan meramente por ignorancia, incomprensión o timidez. (*Considero que esta es la verdadera razón pues ya se ha visto como Nuestra Señora fue duramente atacada en el Concilio Vaticano II, lo vemos también en las “nuevas devociones” que han surgido en el mundo católico en detrimento de las tradicionales principalmente en contra de la Virgen María, un tema para tratarse largamente en otro artículo que cierre esta serie de artículos publicados sobre el caso Fátima.)

No creo que el Santo Padre, (Por desgracia no soy de la misma opinión, no se puede excluir al Papa de este tema cuando el mismo con sus acciones secunda esta campaña anti mariana en el modernismo. La “ingenuidad” no es excusa a su favor.)  pasado o presente, esté entre esas personas, pero no tengo dudas de que existen algunas dentro de la burocracia del Vaticano y entre los Obispos. Se parte del principio de que nadie que se diga católico, aun si promueve una agenda contraría, llegaría al punto de negar deliberadamente la paz al mundo; pero es claro que no creerían, de cualquier modo, que Nuestra Señora fuese capaz de traer la paz por los medios que Ella describió.

Pero además de estos que dudan de Nuestra Señora, sabemos también que ciertos cargos administrativos y pastorales en la Iglesia son ocupados, en verdad, por no-creyentes cien por ciento, ya sean agentes allí plantados por enemigos de la Iglesia, o simplemente hijos errantes que han perdido la Fe. Es posible que estos lobos en piel de oveja estén en cargos que les permitan argumentar contra la Consagración de Rusia y obstruirla. Sólo podemos tener esperanza y rezar para que sean pocos y de influencia que esté disminuyendo. * (*Por desgracia ya es la mayoría y es una falsa ilusión que son minoría quienes apoyan el secreto de Nuestra Señora de Fátima)

El hecho de que podrá ser necesario más que simplemente el deseo del Santo Padre para consagra a Rusia nos lleva al quinto temor potencial: ¿Y si no es objetivamente posible cumplir la condición de Nuestra Señora que todos los Obispos católicos del mundo participen en la Consagración? En la actualidad esto ya no es posible el tiempo ya paso. Los tiempos de Dios no son los tiempos del hombre. ¿Y si fuese programada una Consagración mencionando a Rusia por su nombre, siendo todos los Obispos católicos dirigidos de participar, pero algunos de ellos se niegan? Esta realidad es, por desgracia cierta no porque “algunos” se nieguen, sino que, todos en blog se negarían. Sor Lucía indicó que era posible alguna libertad de acción para los Obispos que se viesen impedidos de participar por un Gobierno hostil o cualquier otro problema, pero es evidente que un boicot deliberado podría viciar toda la iniciativa, el fantasma del boicot ya se realizó desde 1960. Si, de hecho, el Vaticano cree que tendría que pagar un precio en las áreas geopolítica o ecuménica si decidiese consagrar a Rusia por su nombre, mucho menos estaría dispuesto a correr este risco si, de cualquier manera, no consiguiese cumplir lo que María Santísima había pedido.

Han sido sugeridas varias soluciones para este problema potencial. Por ejemplo, el Santo Padre puede anunciar anticipadamente que cualquier Obispo diocesano que se niegue a participar debe presentar ipso facto su dimisión, que sería aceptada, dejando su Sede vacante. Esta opción está prontamente disponible, pero cualquier Papa la consideraría con graves objeciones, especialmente si no supiese la extensión de la desobediencia potencial. Aún en 1987, el Cardenal Stickler dijo que la Consagración no había sido hecha, y que la razón para tal había sido la incertidumbre sobre cómo asegurar la participación de todos los Obispos. Se sabe también que el Papa Juan Pablo II tuvo algunas preocupaciones sobre esto.

Este temor no es despreciable, si consideramos que, desafortunadamente, algunos Obispos están incluidos, casi con certeza, entre los lobos en piel de oveja ya mencionados. Pero si el Santo Padre estuviese determinado en hacer una Consagración de Rusia de acuerdo con Fátima, y los Obispos recalcitrantes fuesen el único impedimento, estoy cierto de que los peritos de Derecho Canónico en la Iglesia podrían llegar a una solución técnica apropiada. El hecho de esta cuestión no es factible siendo poco discutida indica una falta de urgencia en solucionar el problema. Es lo que se esperaría, mientras los temores de consecuencias externas continúan bloqueando, de cualquier manera, la Consagración de Rusia por su nombre.

El Desafío de Fátima

Desde hace mucho tiempo sigo de cerca este tema tan candente y no he encontrado, a mi modesto punto de visa, una respuesta convincente y tajante para soslayar el tema definitivamente y, por fin, dejar a la providencia divina este problema porque los “tiempos del hombre” ya se agotaron y solo queda el tiempo de Dios expresado en aquellas palabras de la Santísima virgen de Fátima: “…El Santo Padre Me consagrará Rusia que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz”

Esta pausa en las apariciones de Nuestra Señora de la Sallette se traduce en 25 años de paz.

1960 era el tiempo de Dios, pero no de los hombres como hemos visto. Podríamos preguntarnos, ¿Por qué Dios eligió esa fecha y no otra? Creo que la respuesta es evidente, porque en ella iniciaba el Concilio Vaticano II y, hasta ahora, es el que más obispos ha reunido en la historia de los concilios, requisito primordial y motivo especial para consagrar Rusia al Inmaculado Corazón y revelar al mundo entero el tercer secreto. Las consecuencias de esta consagración como revelación del tercer secreto por muy “desastrosas que hayan sido” estaban bajo el control de la Providencia Divina ella encausaría todo al plan divino trazado por ella, sin ningún problema.

Impero como vimos la “prudencia humana”, pero, ¿Es solo la prudencia humana o hay otros intereses más escondidos en este caso? Lamentablemente si y pueden ser varios.

Comencemos por los que tanto se nombran en todos los escritos relacionados a este tema:

1) ¿Cómo iban a consagrar a Rusia al Inmaculado corazón si allí se encontraban como invitados especiales los cismáticos ortodoxos rusos? Hacer eso sería como un insulto y una ofensa que provocaría la retirada inmediata de esta delegación y un mal empiezo del Concilio, increíble, pero cierto se prefirió seguir una política “diplomática” contraria a la Voluntad Divina. Error fatal.

2) Si esta acción se realizaba, ¿Qué pensarían las otras delegaciones de protestantes que fueron también invitadas al Concilio, como los anglicanos, luteranos y, sobre todo los judíos? Inaudita acción digna de ser condenada.

3) El pueblo católico no estaba preparado para escuchar el contenido del tercer secreto y, quizá, se asustaría o se llenaría de temor ante el contenido “terrible del tercer secreto mejor es dejarlo para otro tiempo…hasta ahora ese tiempo no ha llegado. Además, no debemos satisfacer esa vana curiosidad que puede traer consecuencias nefastas. ¿Nefastas para quién? Lógico sería un tropiezo serio en la inauguración de este Concilio nefasto por lo que se ve hasta ahora.

Así podríamos seguir enumerando más y más inconvenientes para justificar la no consagración de Rusia, como la revelación del tercer secreto.

4) Pero la verdadera razón, que considero de un enorme peso, por lo cual no se obedeció a lo mandado por el cielo no es otro que la infiltración de la masonería seguida de sus jefes los judíos. Ya habían fracasado en 1903 cuando fue vetado el Cardenal Rampolla jurado masón y no estaban dispuestos a volver a perder. Además ¿Cómo iban a fracasar sus planes de destruir a la Iglesia desde dentro con su “doctrina aberrante del modernismo tan largamente preparada en su conjunto como en sus detalles? Ya lo declaraba San Pío X en su momento: Pero es preciso reconocer que en estos últimos tiempos ha crecido, en modo extraño, el número de los enemigos de la cruz de Cristo, los cuales, con artes enteramente nuevas y llenas de perfidia, se esfuerzan por aniquilar las energías vitales de la Iglesia, y hasta por destruir totalmente, si les fuera posible, el reino de Jesucristo. (Enc. Pascendi Gregis) Este era el momento de las tinieblas, este era el golpe maestro de satanás y por eso se hizo caso omiso a las advertencias de Fátima. Este era el momento tan largamente acariciado por las mentes malévolas de estos hombres ya cardenales, obispos como teólogos liberales hasta la medula.

Modestamente hablando no encuentro otro argumento más pesado que este para desobedecer el deseo divino y dejar, de nuevo, en el cajón más profundo tanto el asunto de la consagración de Rusia como la revelación del tercer secreto. Triste y lamentable realidad.

5) Hoy más que nunca estamos muy lejos de dicha consagración de Rusia. El argumento es fácil de redactar, pero difícil de digerir y complicado de entender para quienes no estén familiarizados con esta manera de obrar de los Pontífices desde Juan XXIII hasta el actual.

Cuando Nuestra Señora de Fátima fijo la fecha la Iglesia todavía gozaba con sus cuatro notas distintivas: Una, Santa, Católica y apostólica, después del Concilio, ¿Sigue conservando estas notas propias? La respuesta es NO. Ya no es más Una, Santa, Católica y Apostólica, es más ya no es más la misma religión nos la han cambiado, podrá ser todo menos Católica.

Hipotéticamente hablando si se diese la consagración bajo los estándares de esta Nueva Iglesia, ¿Rusia dejaría de ser cismática y se convertiría? Y ¿a cuál Iglesia se convertiría a la Iglesia Oficial ya de por si modernista y hereje O LA VISIBLE, de la cual queda una pusillus grex “una pequeña grey? Dios no lo permita bajo ningún concepto. Bien podríamos aplicar las palabras de Santo Tomas sobre esta cuestión:

“Los malos no pueden obrar milagros para fundamentar sus doctrinas erróneas, según dice Santo Tomas, y, entran en este apartado; los herejes de todos los tiempos, cismáticos etc. (estudio doctrinal sobre el milagro. Santo tomas de Aquino) imaginemos si Dios permitiera esta consagración, imposible. Dios estaría confirmando el error y desacreditándose a sí mismo como VERDAD absoluta, no existe contubernio entre la luz y la oscuridad, entre el error y la VERDAD. Como podemos apreciar y confirmar el tiempo de Dios ya paso y el tiempo de los hombres esta por agotarse y no han conseguido nada solo han logrado despertar la ira divina que esta lista para castigarnos. El cómo, cuando, donde y de qué manera solo la Trinidad lo conoce solo nos queda rezar para que tenga misericordia de algunas almas pues, según Nuestra Señora de la Salette, las tres cuartas partes de la humanidad perecerán en este gran castigo.

Para muchos de mis lectores les será difícil entender este lenguaje, para otros parecerá extremadamente exagerado y, finalmente, pocos me darán la razón, aunque admito que ellos tengan más argumentos para engrosar la breve reseña que hago sobre este tema tan largamente debatido, pero, sin lugar a dudas, sienta un antecedente muy contrario a lo que hemos venido oyendo desde años.

 

 

 

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