Martirio del Padre Miguel Agustin Pro Juarez
La guerra Cristera o defensa armada por la libertad Religiosa en México allá por los años de 1926 fue un hecho real que enorgullece a todo Hispanoamericano católico hijo de aquella España que, durante casi tres siglos, supo inculcar la fe hasta lo más profundo de los corazones de aquellos hombres. Más tarde los hijos y nietos de estos hombres católicos darían sus vidas por la libertad de la Iglesia diabólicamente atacada y sacudida por los enemigos de todo lo Santo y Sagrado como lo son los masones.
En un
documento fechado en San Antonio Texas el 28 de agosto de 1928 por la masonería
del sur de los Estados Unidos, nos da datos interesantes sobre el origen de
esta persecución religiosa en México, he aquí sus palabras: "A los altos
jefes del Gobierno de México. A los señores Gobernadores de los Estados, a los
Diputados, Senadores y Magistrados de las Cortes, Jueces y Procuradores. A los
valientes jefes militares de México... ¡Mexicanos! los hijos de los Estados
Unidos de América hemos esperado con ansia más de cien años a que hubiera en el
poder, en el territorio del viejo México, hombres de verdadero patriotismo
americano, de amplia visión del porvenir de nuestro continente; hombres en fin
como lo han sido el Señor General de División Plutarco Elías Calles, el Sr.
General Arón Sáenz, el Sr. Sr. General Joaquín Amaro y todos ustedes, capaces
de comprender que no había razón ninguna para que México siguiera viviendo con
dos siglos de retraso, empeñado en tener tradiciones españolas de la Edad
Media, en vez de unificarse con la patria de Lincoln... Los Estados Unidos
nunca perdieron la esperanza en que una ocasión como ésta tendría que llegar
andando el tiempo... Eso sucedió con los políticos que hace más de un siglo
emprendieron la destrucción de la Iglesia Católica Romana, con la cual los
Estados Unidos nunca hubieran podido aceptar la unión de los Estados Unidos
Mexicanos; políticos entre los que se destacan con mucho brillo don Valentín
Gómez Farías, don Lorenzo Zavala, don Mariano Paredes Arrillaga, el Gran Benito
Juárez y años más tarde el Señor General Álvaro Obregón, gran amigo de
nosotros, que ha puesto, y el ilustre Gobernante de Hierro que ha puesto el pie
en la cabeza de las tradiciones, el Sr. General Plutarco Elías Calles... Deben
ustedes estar orgullosos del gran faro luminoso que los ha traído al lugar que
ocupan como pueblo, ya que los ha puesto en aptitud de unirse por fin con
nosotros para formar una potencia de primer orden, como lo había soñado ya
nuestro Gobierno cuando apenas el libertador Miguel Hidalgo y Costilla estaba
empeñado en rebelarse contra la Iglesia Católica que tenía en la ignorancia a
los indios y en la pobreza y vasallaje... Sin el catolicismo de Roma que se
empeñaba en hacer que hubiera odios entre nuestros pueblos, ya podemos
admitirlos a ustedes en nuestro seno con amor cristiano y brindarles los
beneficios de nuestra civilización y nuestras religiones modernas y
progresistas... Tengan ustedes en su ilustre presidente y en todos los hombres
que lo rodean, a los cuales apoyará siempre el Gobierno de esta gran República
del Norte, por conducto del más apto y talentoso de sus embajadores, el Hon.
Dwight Morrow, gracias a cuyo esfuerzo se verán coronadas con éxito las viejas
aspiraciones de los Estados Unidos..." La última parte de este documento
lo omito porque solo trata de las despedidas.
Fusilamiento de un sacerdote después de la Misa
La hostilidad contra la Iglesia, como se
deduce de lo anterior, comenzó desde la guerra de independencia, o sea, desde
1810. Subió de tono en 1857 durante la presidencia de Benito Juárez quien en la
reforma de la Constitución Mexicana introdujo ocho artículos totalmente
irreligiosos y liberales donde prohibía la construcción de seminarios y
conventos, la confiscación de los bienes de la Iglesia, la expulsión del país
de todos los sacerdotes extranjeros, reducción del clero y la prohibición del
habito talar o sotana disposiciones que aplico al pie de la letra mientras duro
su presidencia.
Una
nueva reforma constitucional recrudeció la hostilidad, dormida durante la
presidencia de Porfirio Díaz quien duro en el poder 32 años, contra la Iglesia.
Venustiano
Carranza, presidente de México de 1924 a 1919, fue el autor de esa lamentable
reforma compuesta de ciento treinta y seis artículos, pero las subsecciones y
artículos transitorios la conforman en realidad en 250 artículos.
He aquí
algunos datos interesantes: La enseñanza es libre pero laica... ninguna
corporación religiosa, ni ministro de algún culto, podrán establecer o dirigir
escuelas primarias; se prohíbe la libertad religiosa y su ostentación en público;
se prohíben los votos de profesión religiosa; se suprime la libertad de
publicar o escribir sobre cuestiones religiosas y se le prohíbe a la Iglesia adquirir
propiedades.
La
Conferencia Episcopal en una declaración pública rechazaron uno por uno los
mencionados artículos diciendo: "La Constitución hiere los derechos más
sagrados de la Iglesia Católica, de la sociedad mexicana y de las personas
cristianas y proclama principios contrarios a las verdades enseñadas por
Jesucristo." Por esta valiente declaración se persiguieron a Obispos como
Mons. Orozco y Jiménez y a otros se los mando al destierro.
A raíz
de estas persecuciones injustas se sintió, por algunos Estados de la República,
un cierto malestar entre los católicos contra estas arbitrariedades del
gobierno y ante la detención de Mons. Orozco y Giménez los católicos del estado
de Jalisco realizaron un mini boicot en protesta contra esta detención absurda
y sin fundamento a pesar de esta manifestación de apoyo al arzobispo de
Guadalajara, el gobierno deporto a los E. U. A., a este valiente prelado.
Antes de
terminar su mandato presidencial Venustiano Carranza recibió un informe del
Gral. M. Diéguez en donde reconoció que: "El clero lejos de someterse a
los mandatos de la autoridad civil asumió desde luego una actitud rebelde y
ningún sacerdote, hasta ese momento, acudió a cumplir con lo mandado por el
decreto No. 13, que decía "Ningún ministro de culto religioso podrá tener
una iglesia a su cargo ni oficiar, sin licencia del gobierno"... Los
jerarcas católicos suspendieron los oficios en la ciudad de Guadalajara y en el
Estado de Jalisco e hicieron creer a los fieles que el gobierno cortaba la
libertad de cultos, y excitaron en contra de éste un sentimiento religioso
público que, enardecido, es susceptible de traducirse en rebeldía armada."
Por esas
cosas propias de la Providencia Divina ese mismo año en el Plan de Agua Prieta
se planeó la muerte de Venustiano Carranza que se consumó cuando éste huía al
Estado de Veracruz donde pensaba embarcarse para el extranjero.
A su muerte subió al poder el más astuto
de los políticos mexicanos el Gral. Álvaro Obregón ( 1920--1924) hombre
práctico y astuto comprendía que no le convenía presionar demasiado a la
Iglesia como lo hizo su antecesor quedando en la historia como un perseguidor,
pero, por otro lado, continuaría con el programa de las logias masónicas de
"arrancar de cuajo el catolicismo de Hispanoamérica" para ello
fortalecería en todos los estados el poderío de las organizaciones obreras y
agrarias que, en sus manos, sería una fuerte arma política contra la futura
persecución religiosa y continuaría aplicando algunos aspectos de la política
de Carranza con relación a la Iglesia a quien regresaría todos los templos y,
finalmente, mediante ardides sondearía la capacidad de respuesta de los
católicos mexicanos.
General Enrique Gorostieta estratega del ejercito cristero
Bajo
éste último fin comenzó su programa infame contra la Iglesia pues en un
discurso el líder obrero zurdo Luis Morones dijo a voz en cuello que a México
no le quedaba "otro camino que el de Lenin." Los católicos
respondieron con una solemne peregrinación nocturna en la ciudad de Guadalajara
en la que acudieron cerca de 20,000 personas llevando en sus manos lámparas
verdes, blancas y roja gritando: "¡Viva la Iglesia!" "¡Viva
Jalisco!" "¡Viva la libertad religiosa!"
En
febrero de 1921, estalló una bomba en el palacio arzobispal de la ciudad de
México, los católicos en una aplastante manifestación congregada en el Zócalo
de la ciudad de México y frente al palacio presidencial gritaron "¡Muera
Juárez!". En mayo del mismo año ondeo la bandera rojinegra por unos
instantes en l catedral de la ciudad de Guadalajara.
El 14 de
noviembre de 1921 la imagen original de Nuestra Señora de Guadalupe es
dinamitada por un agente del gobierno a Dios gracias la imagen bendita no
sufrió daño alguno, la respuesta católica no se hizo esperar.
En 1923,
con ocasión de haberse colocado la primera piedra del monumento nacional a
Cristo Rey en el cerro del Cubilete, centro geográfico de la República
Mexicana, por Mons. Ernesto Filippi delegado apostólico, Obregón decreto su
orden de expulsión. Expulsión solicitada por la "Federación Anticlerical
Mexicana" por impulsar, con este acto, a la rebelión armada a gente
pacífica explotando su sentimiento religioso. Cinco prelados protestaron contra
esta injusta orden, pero el gobierno contesto, con un telegrama, con estas
evasivas y ambiguas palabras: "Orden expulsión Mons. Filippi no debe ser
considerada como un ataque a la religión cuyo libre ejercicio ampara gobierno
tengo honor de presidir, para todos los cultos, sin más limitaciones que las
que la ley establece." En represalia la Asociación de Jóvenes Católicos Mexicanos ( A. C. J. M.)
público un manifiesto en los siguientes términos: "Más de diez años de
guerra intestina nos ha traído la ruina económica, la disolución social, la
desunión entre los mexicanos; ahora, los encargados de reparar los males
nacionales, de hacer olvidar, los agravios, siembran más copiosamente la
discordia, hacen más profunda la división, olvidándose de que somos los
católicos quienes formamos la mayoría del pueblo mexicano y de que nuestros
hombres no son tan resistentes que soporten la carga de ultrajes que sobre ellos
se coloca."
Se
cierra este periodo de gobierno con la celebración del Congreso Eucarístico
Mexicano celebrado el 5 de octubre de 1923 donde el pueblo promete morir antes
que ver ultrajada su religión. El 9 del mismo mes se dejó sentir la represalia
del gobierno suspendiendo el Congreso Eucarístico "por el delito de
violación a las leyes de reforma, suspendiendo de sus cargos públicos a las
personas que participaron en el Congreso.
En 1925 sube al poder el hasta entonces
secretario de guerra Plutarco Elías Calles hombre de rudos modales y de genio
terrible nada astuto ni diplomático. Da comienzo a su gestión de gobierno con
un cisma al fundar la Iglesia Católica Apostólica Mexicana poniendo al mando de
la misma al sacerdote Joaquín Pérez asignándole, como sede, el templo de
Nuestra Señora de la Luz.
Ante tal
cisma el Episcopado Mexicano respondió con esta memorable pastoral: "No
podemos callar ante el escándalo, ni ocultar el dolor de nuestra alma ante la
prevaricación de dos mal aconsejados sacerdotes que, desconociendo la suprema
autoridad del Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra, apostatan
precipitándose en el abismo del cisma y de la herejía... No, no tememos al
cisma, porque no dudamos, ni por un momento, de la fidelidad y sumisión de
todos los católicos mexicanos y de todo nuestro clero... pedimos a Dios, y os
encarecemos a vosotros que lo pidáis también, que estos hijos y ministros
suyos, que redimió con su sangre, y ennobleció a la dignidad sacerdotal,
vuelvan sobre sus pasos y se arrepientan."
El 9 de marzo de 1926, las diferentes asociaciones católicas aprobaron y
publicaron en la prensa un manifiesto que por su amplio contenido nos es
imposible citarlo en este corto y modesto trabajo.
Anacleto Gonzales Flores fundador de la A. C. J. M.
El 2 de
Julio vino lo que todos esperaban la ruptura entre la Iglesia y el Estado con
la publicación oficial de la famosa Ley Calles que consta de 33 artículos
netamente anticlericales en donde no se restringe en nada las anteriores reformas,
sino que se les da una aplicación más amplia, es decir, se extiende también al
pueblo pues. Según esta inicua ley "son ministros del culto toda persona
que ejecuta actos religiosos (antes eran solamente los sacerdotes) o pronuncian
públicamente prédicas doctrinales, o hace públicamente labor de proselitismo
religioso" sin más incluye a los catequistas, oradores religiosos y a todo
católico que realiza actos religiosos como rezar el rosario u otras devociones
del católico. Además, prohíbe a las personas de uno y otro sexo el huso de
trajes especiales, de distintivos que los caractericen imponiendo multas hasta
de 500 pesos para quienes infrinjan esta ley; con esto adiós alzacuellos,
crucifijos, escapularios, medallas, rosarios, estampas etc. Roma envió a Mons.
Crespi, pero todo fue en vano el gobierno se mantuvo intransigente.
El mismo
mes el Episcopado aprobó el proyecto de boicoteo presentado por las
asociaciones católicas que se realizó a fines de año y trajo como consecuencia
una fuerte crisis económica, mientras enviaba al Vaticano la decisión a la que
habían llegado: "El Comité Episcopal ha resuelto hacer un esfuerzo supremo
para conservar la vida de la Iglesia, y emplear el único medio que cree eficaz,
y que consiste en que, unidos todos los obispos, presten contra ese decreto
declarando que no obedecer y que no obliga en conciencia, y suspender el culto
público en toda la nación por no poderse ejercitar conforme lo piden los
sagrados cánones y la estructura divina de la Iglesia." La aprobación de Roma el 23 de Julio y, al
día siguiente el Comité Episcopal, en una pastoral colectiva, decidió la
suspensión del culto para cuando el decreto de Calles entrara en vigor, esto
es, el 31 de Julio. Al Gobierno tal pastoral no le agrado mucho y contesto con
una circular muy dura que cayo mal en el ánimo del pueblo católico que ya se
preveía una violenta reacción a tal grado que Calles dijo: "Creo que
estamos en el momento en que los campos van a quedar deslindados para siempre;
la hora se aproxima en la cual se va a librar la batalla definitiva, vamos a
saber si la revolución ha vencido a la reacción o si el triunfo ha sido efímero."
Efectivamente
a partir del 31 de Julio se empezaron a manifestar los primeros levantamientos
armados en distintos Estados de la República en defensa de la fe y de la
Iglesia Católica, pero, por desgracia, fueron tan desordenaron que no
inquietaron al gobierno quien tenía no solo organización sino también
armamento. Fue una triste experiencia que duro afortunadamente un año pues la
Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa busco afanosamente un líder
que adiestrara, ordenara y uniera a todos los grupos levantados en armas. La
Providencia quiso que encontrara a este jefe supremo en el General Enrique
Gorostieta militar de carrera conocedor del arte militar quien, en poco tiempo
supo organizar al ejército cristero.
Tomo el
mando del ejército cristero en Julio de 1927, y murió en el campo de batalla en
los primeros días de Mayo de 1929 poco antes de los "arreglos entre Roma y
el Gobierno" no siendo católico al principio pero de moral natural integra
supo, en su corto periodo como jefe supremo, organizar un ejército que al
correr de los meses supo darle muchos dolores de cabeza al ejército federal y
ponerlo, incluso, al borde de una bochornosa derrota si es que no hubiese
intervenido Roma y Los Estados Unidos.
La
organización y la integridad moral de los hombres y mujeres que participaron en
esta gran cruzada es admirable y digna de ser emulada. La Liga Nacional
Defensora de la Libertad Religiosa se encargaba de los fondos, reclutamiento y
parque, la A. C. J. M., colaboraba tanto en el campo de batalla como en el
reclutamiento, espionaje y distribución de propaganda y servía de correo entre
los combatientes, la Brigada Femenina Santa Juana de Arco que jugó un papel muy
importante en esta cruzada por la defensa de la fe. Estaba integrada por
jóvenes de 15 a 25 años; fue fundado por el beato Anacleto González Flores y
llego a reunir cerca de 17,000, ante todo y sobre todo era una sociedad
mexicana exclusivamente femenina, cívica, libre, autónoma y racionalmente
secreta, es decir, sus miembros juraban guardar todo y solo aquel secreto que
sea necesario para la vida de la institución, la de sus miembros y el amplio
desenvolvimiento de su finalidad y de su objeto. Su fin era ayudar a los
cruzados en organización, guerra, finanzas, investigación, comunicaciones,
beneficencia. Cada rubro exige de nuestra parte un estudio más profundo solo
así valoraremos las palabras del General Gorostieta con respecto a esta Brigada
Santa Juana de Arco: "Si no fuera por las fuentes de aprovisionamiento que
he organizado (habla de la Brigada) para que cada regimiento se surta de
pertrechos... ya hubiéramos sucumbido todos."
La Unión
Popular o L. D. L. R., tuvo al Sr. Rafael Ceniceros Villareal como su jefe más
importante y otros grupos más que colaboraron en esta guerra cristera.
Los arreglos, como ya dijimos, se
pactaron a principios del mes de junio de 1929, entre la Iglesia y el Estado
bajo la anuencia de los Estados Unidos representado por su embajador Morrow sin
la intervención de un jefe cristero. Mons. Ruiz y flores y Mons. Pascual Díaz y
Barreto representaron a Roma, estos Sres. Obispos no estuvieron nunca con los
cristeros ni tampoco los consultaron para los arreglos y el Sr. Presidente
interino Emilio Portes Gil masón de profesión.
El
silenciamiento de las tropas cristeras llego y los valientes cristeros que no
fueron vencidos en el campo de batalla fueron asesinados después de los
arreglos dado que el "Modus vivendi" se convirtió en el " Modus
Moriendi" a tal grado de que murieron más hombres después de la guerra que
durante el transcurso de ella.
Muchos fueron los mártires que dio esta
gran cruzada quizá muchos de ellos no los veremos en los altares, en el año de
1994, se abrió el proceso de canonización de ocho hombres que en el Estado de
Jalisco dieron su vida por la fe, he aquí algunos de esos nombres: Mons. Orozco
y Jiménez, Miguel Gómez Loza, Luis Padilla, Jorge y Ramón Vargas González y
Anacleto González Flores podríamos agregar al P. Miguel Agustín Pro. El 25 de
mayo de 2000 su Santidad Juan Pablo canonizo a 25 mártires mexicanos entre
ellos a los antes mencionados
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