“tota pulcra es, María, et macula originales non es in te”.
Con esta frase tan profunda y corta comenzamos a tratar
el tema que nos ocupa; La Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, San Mateo en
su evangelio nos narra con lujo de detalles la aparición de San Gabriel a la Santísima
Virgen María por lo que de mas esta traerla a colación en el presente artículo.
En el Génesis es el Padre eterno nos dice una palabras no
tan hermosas como las del Evangelio sino todo lo contrario, palabras que
encierran en sí mismas llenas de un castigo tremendo sobre la humanidad
representada en Adán y Eva. Castigo llena de un misterio profético muy oscuro y
amargo para quienes lo oyeron y para el género humano, castigo que se
prolongara hasta el fin de los tiempos causa de todas las desgracias del hombre
sobre la tierra, pero a la vez en el se nos daba la medicina muy veladamente
para nuestras dolencias y miserias en este mundo, o si se quiere, en este valle
de lágrimas, habla de esta manera Nuestro Señor: “Porque hiciste esto, dijo a
la serpiente, maldita serás entre todos los animales y bestias de la tierra: te
arrastraras sobre tu pecho y comerás tierra todos los días de tu vida. PONDRE
ENEMISTAD ENTRE TI Y LA MUJER, y tu descendencia y la de ella: Ella pisara tu
cabeza y tu andarás acechando su calcañar.” He aquí el oráculo divino que en el
Antiguo Testamento que durante mucho tiempo se mantuvo rodeado de un gran
misterio, ¿Quién sería esa mujer capaz de pisar la cabeza de la serpiente? ¿Si
todos somos deudores de ese pecado original? Isaías profeta nos da un dato
interesante, cuando menos es el más claro, dice: “He aquí que una virgen dará a
luz un hijo a quien pondrá por nombre Emanuel (que quiere decir Dios entre
nosotros), cuando menos ya se sabe que será una virgen y el nombre que le pondrá
al niño, pero para los judíos era poco y el misterio se ahondaba aún más por
donde la incertidumbre fue creciendo hasta que llego la tan esperada anunciación
del Arcángel San Gabriel a la Virgen María la cual no la narrare porque muchos
ya la conocen y esta como Evangelio de este día tan solemne.
La predestinación y todos los favores que se le
concedieron a la criatura más hermosa salida de las manos de Dios se dieron por
la alta misión a la que fue encumbrada, pero además de las gracias la Virgen María
gozaba de esas virtudes tan hermosas en su cuerpo como en su alma, la pureza o
virginidad en su cuerpo y la Humildad en su alma. A decir de san Bernardo la
humildad fue la que robo el corazón del Verbo eterno, claro sin descartar su
nimia caridad por la cual entrego su virginidad a Dios renunciando totalmente a
ser la Madre de Dios o del Hijo del Padre en un momento que todas las mujeres
capaces de procrear querían ser la Madre del salvador dado que los tiempos
anunciados por el profeta ya se habían cumplido y se esperaba el inminente
nacimiento del Verbo divino.
¡Cuán tan importante es para Dios la virtud de la
humildad! Y ¡Cuán tan difícil es practicarla en la vida espiritual del alma! Diría
que es además del esfuerzo que el alma debe poner para adquirirla cuenta la
gracia especial que Dios da para adquirirla. Por hoy es una perla preciosa difícil
de encontrar en las almas, ¡Cuantas gracias nos vendrían si la tuviésemos! Pero,
por desgracia, predomina más el pecado de la soberbia y en un alma soberbia no
habita Nuestro Señor Jesucristo y hasta la detesta sino miremos como castigo a Adán
y a Eva, a Caín hermano de Abel y a
otros personajes bíblicos.
Por este pecado la humanidad fue, es y será duramente
castigada su gravedad la vemos cada día, la sentimos sino en nosotros en los demás
y ¿quién puede decir que nunca ha caído en ella? Nadie. ¡Cuántas gracias pierde
el alma por la falta de esta virtud! Esta virtud nos es necesaria también para
adquirir no solo la gracia de Dios, sino también sus favores, virtudes
teologales y sus dones. Además de la Santísima Virgen tenemos lindos ejemplos
de esta virtud, uno de ellos es el del santo Job quien lea su historia queda
impregnado de su sencillez y humildad y de tal manera admira Dios esta virtud
que el mismo Dios le hizo ver al demonio la santidad de Job.
Después de haberse esposado con la Santísima Virgen el Espíritu
santo, tercera persona de la Trinidad, lo ha hecho con muchos santos y santas a
través de los siglos.
Todo cuanto
he dicho sobre esta virtud no es en detrimento de
las demás virtudes cardinales ni tampoco en desmedro de
las virtudes teologales sino todo lo contrario por su pequeñez viene a ser como
la corona de las demás virtudes y la puerta al cielo por la cual todos debemos
pasar y si la Santísima Virgen la practico con mayor razón su Hijo Santísimo la
llevo como brazalete de su hombro, he aquí lo que Él dijo de ella: “Aprendet de
mi que soy manso y humilde de corazón” y en otro lado: “Se humillo a si mismo
hasta la muerte y muerte de cruz”. Sea pues nuestro más íntimo deseo
asemejarnos en esta virtud a nuestro divino Maestro y para ello pidamos la
santa intercesión de Nuestra Santísima Madre y maestra de nuestras almas.
R. P. Arturo Vargas Meza
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