domingo, 13 de octubre de 2019

EL APOCALIPSIS DE SAN JUAN. COMENTADO POR EL P. CASTELLANI



D. Thyatira (2,18 al fin)

Y yo le he dado tiempo para que se convierta
Y no quiere convertirse de su fornicación.

Nota._ El apocalipsis siempre lo a considerado la Iglesia como un libro profético que se aboca mas a nuestros días y los que están por venir y tenemos una reseña de estos tiempos en las siete Iglesias NO LO DEJEN DE LEER POR MAS QUE LES PAREZCA LARGO, ha sido la forma más fácil de redactarlo.

El tiempo de esta Iglesia (10 siglos) es mayor que el de todas las pasadas. "Fornicar con los reyes de la tierra" llama la Escritura a las debilidades y contubernios de la Religión (Sinagoga e Iglesia) para con el poder civil.

He aquí que yo la arrojo a la cama
Y a los adulterantes con ella en tribulación magna
Porque no se convierten de las obras de ella.

El instrumento del adulterio se convierte en instrumento de tortura; el lecho de los malos amores se vuelve cama de enfermo. No puede uno menos de recordar las tremendas epidemias de la Edad Media, y su culminación en la Muerte Negra, tremenda pestilencia desconocida que invadiendo desde los puertos del Mediterráneo cubrió casi toda Europa, diezmó su población en un tercio por lo menos, sembró el terror y el desaliento, paralizó el progreso – muchas de las grandes catedrales góticas han quedado hasta nuestros días inconclusas a causa del flagelo – y prácticamente cerró el auge de la Edad Media. Basta leer la vida de Santa Catalina de Siena por Surio o por San Francisco de Capua para ver la Tribulación Magna en que zozobró el siglo XIV. Guerras nacionales, cisma de Occidente, guerras feudales, conflictos eclesiásticos, corrupción del clero, divisiones en las familias, amenaza del Turco, banditismo, epidemias, hambres, sediciones … Así como fue grande la gracia otorgada a esta época, así fue grande el castigo que cayó sobre sus abusos.

Y a sus hijos los haré morir de muerte
Y sabrán todas las Iglesias
Que yo soy el sondeador
De riñones y corazones
Y doy a caduno según sus obras.

¿Cuáles son los hijos de la soberbia Jezabel, de la elación del ánimo de los príncipes pretendiendo usar de la religión, de la elación de los Prelados pretendiendo el poder político, y el poder de déspotas y no de pastores? Son los herejes, los rebeldes a los dos poderes. Y los herejes son puestos a muerte en la Edad Media. Entonces nace la pena de muerte por herejía, las hogueras, la Inquisición. No de cualquiera muerte se habla aquí: la reduplicación griega morir de muerte (apoteknoo enthanátoo) significa la muerte violenta, violenta y atroz. Nace en esta edad la pena capital por el delito de herejía, por primera vez aplicada al heresiarca español Prisciliano por un rey francés, Máximo Augusto, en el año 385. Sabemos que esta pena se puede justificar filosóficamente, y que Santo Tomás lo ha hecho; pero nada nos impide considerarla como un castigo de Dios; no solamente a los castigados sino también a los castigadores. Triste estado el de una sociedad que tiene que defenderse con este extremo; aunque evidentemente la sociedad debe defenderse.
La resbalada a los abusos es aquí fácil, y es atroz. Los abusos de la Inquisición la vuelven odiosa a toda Europa -palabras de Descartes después de la condena de Galileo – y precipitan la rebelión protestante; nacida con Santo Domingo después de la insurrección albigense para investigar (inquisitio ) con el fin de librar del Estado furioso por lo menos a los herejes aparentes o solamente engañados … por permisión de Dios la represión religiosa inflige la muerte a Juana de Arco, a Savonarola, a Jordán Bruno, y – prácticamente – al arzobispo Bartolomé Carranza; y después a centenares y centenares de católicos ingleses, escoceses e irlandeses en manos de la Jezabel del Norte, Isabel I la Sanguinaria.
El "sondeador de corazones", que no está con ningún partido sino con "cada individuo según sus obras", permitió que la Represión Religiosa terminara en un gran lago de sangre y en contra de los que la habían inventado; para que no se renueven más hasta los últimos días los pavorosos días del Caballo Bayo . Más a vosotros os digo

Los restantes de Thyatira -
Todos los que tenéis esta doctrina -
Los que no sabéis (como dicen)
Las profundidades de Satán:
No arrojo sobre vos otra carga -
Solamente, lo que tenéis, agarraos fuerte
Hasta que yo venga

Perícopa sumamente difícil, que hace sudar a los intérpretes de cualquier sistema o escuela. Diremos modestamente lo que Dios nos dé a entender.
La admonición se dirige a los "que quedan", a las "reliquias", como llama siempre la Escritura a los que permanecen fieles en una corrupción general: " Y las reliquias de Israel serán salvas". [9] Éstos son los que no tendrán en este período la mala enseñanza, la doctrina pagana o racionalista de los "juristas" de uno y otro bando; los que no conocerán (conocer en el sentido hebreo, como conocer una mujer) , los que no se desvirginarán con "los abismos de Satán"... ¿Por qué "profundidades de Satán"? ¿Por ventura éste de aquí es el mayor de los pecados? Son mucho más graves los pecados cometidos en pleno apogeo cristiano que los de las Iglesias anteriores. [10] Cuando la Iglesia se debatía entre los paganos, Satán estaba como en un trono (Iglesia anterior), manifiesto y patente en los cultos idolátricos. Ahora la idolatría se vuelve encubierta y profunda, trabaja por debajo.
Ahora los pecados se hacen hondos, muchos de estos pecadores son tenidos por grandes Prelados o Reyes gloriosos, porque triunfan en sus empresas temporales.
La avaricia y el concubinato sacrílego en el Clero, la crueldad y el orgullo de los Príncipes, vigen en medio del respeto del pueblo a las autoridades. Los escritores protestantes se han regodeado con las historias de curas amancebados o putañeros en la Edad Media; es uno de los grandes argumentos de la apologética protestante, la popular al menos: en la Tate Gallery de Londres he visto lo menos cuatro cuadros de ingleses contemporáneos acerca de las fechorías de los curas de la Edad Media, y de los frailes españoles e italianos de todas las Edades. Rudyard Kipling describió como él sólo sabe hacerlo las hazañas amorosas y guerreras del abad medieval N. N. en el cuento N. N., del libro N. N., que se perdió en el traslado de mis libros – puesto que no está en ninguno de los que tengo aquí; pero hemos quedado en que "la erudición es provinciana", y mis lectores, que son también lectores de revistas, se las saben todas – y menos mal que después describió un cura católico francés santo, aunque un poco simplón – Rudyard Kipling, quiero decir – en The Miracle of Saint Jubanus. Bien, estas hazañas, en que el judío Rojas se regodea también en La Celestina, aunque graves, no son quizá lo más grave que había en nuestros abuelitos, los cristianos de la Edad Medía. Y esas otras serían, a nuestro entender, "las profundidades de Satán" – como dicen –, estrechas como la matriz, hondas como el abismo y oscuras como el corazón del hombre.
No arrojare contra vosotros otra carga.
El mismo peso de la corrupción de la Iglesia Medieval la llevará a su ruina: la Represión Religiosa llevada al extremo (la hoguera de Savonarola) incendiará la rebelión protestante, según Hilaire Belloc; los Príncipes alemanes regalistas la harán triunfar en Alemania con su apoyo; un Rey "teólogo" y sifilítico, "Defensor de la Fe", en Inglaterra, y consiguientemente en Europa.
Cerróse el lazo en torno la áurea gola
Cayó la escala, el cuerpo sacudido
Cimbró un momento y se apagó en gemido
La voz temible de Savonarola.
Las llamas envolvieron de aureola
Atroz el semi-mártir atrevido
Que Florencia a los Borgias ha ofrecido
Y a su lujuria y su furia española.
Sí. La desobediencia no reforma,
Caro Newman. Reforma mucho menos,
La crueldad, mi caro Cardenal.
Lutero pronto romperá la forma
De una Europa que enferman los venenos
De esas cenizas y ese atroz dogal,
escribió un poeta menor de estos reinos.

Solamente, lo que tenéis, tenedlo fuerte
Hasta que yo venga.

La Parusía aparece en el horizonte: primera mención de ella en estas cartas. La Tradición – en el sentido de fijación o conservadorismo – aparece también como ley de la Iglesia posterior: lo que tenéis, krateésate, conservadlo, reforzadlo, hacedlo fuerte. El Concilio de Trento fija las instituciones de la Iglesia Medieval, y desde entonces no se hacen cambios, en el sentido de reformas, reestructuraciones, creaciones. La Iglesia Antigua y la Iglesia Medieval crean el culto, la liturgia, el derecho canónico, la Monarquía Cristiana, las costumbres católicas: de todo eso, que parece definitivamente dado, vivimos nosotros.
Esta recomendación de agarrarse a lo tradicional se repite en forma más apremiante y dramática en la Iglesia siguiente, como veremos: "¡Consolida lo que te queda, aunque de todas maneras haya de perecer!".

Y al victorioso y al observante hasta el fin de mis obras
Le daré el dominio sobre los Gentiles.

De hecho la Edad Media terminó con el paganismo, contrarrestó las irrupciones asiáticas (Carlos Martel, Carlomagno, los Cruzados, la Reconquista de España, Sobieski, Juan de Austria), dominó las herejías "sociales" de tipo comunista, como los aibigenses, y señoreó el Gentilismo en todo el orbe con los grandes Descubrimientos y Conquistas, que la cierran como un broche de oro. Realmente, la Monarquía Cristiana, "salió venciendo para vencer", coronada de oro, y con un arco en la mano que llegaba lejos, como dirá dentro de muy poco el texto sacro.

Y los conduciré con vara de hierro
Como se quiebran los vasos de arcilla
Así como yo recibí de mi Padre.

El mundo moderno se ha olvidado bastante de que Cristo es Rey, cosa que ha recibido de su Padre; por lo cual se instituyó poco a la festividad de Cristo Rey, contra la herejía del liberalismo. El mundo de hoy está muy contento con la imagen tolstoyana del "dulce nazareno", con sus crenchas doradas, su sonrisita triste, su corazón en la mano y su aspecto de Carlitos Gardel o Rodolfo Valentino.
Como se quiebran los vasos de arcilla con un barrote de hierro, así quebrará también Cristo a este mundo blandengue cuando vuelva, si es que ya no lo está haciendo. La Edad Medía, envestida por la fe, fue una imagen de la Reyecía de Cristo; y los reyes cristianos no fueron muy dulzones con los que estaban en el error, o los que amenazaban el orden de la sociedad cristiana. Los cetros reales no son de turrón y merengue. De sobra lo sabemos hoy, en que el poder ha conservado toda su dureza, y ha perdido por su impiedad la contraparte de la antigua clemencia.
La Monarquía Cristiana, que duró 10 siglos, fracasó parcialmente en su misión de instaurar una Sociedad y un Estado del todo cristianos; como había fracasado totalmente Bizancio; lo cual fue causa del Cisma Griego, y luego muy pronto de la ruina de Bizancio. Fue la Reyecía de Cristo lo que no alcanzaron a instaurar de hecho: y el espíritu pagano y herético que tiende a relegar la Religión al Templo y absolutizar al Estado fuera del Templo, resistió obcecadamente, progresó lentamente y al fin venció con Lutero y la Revolución Francesa.
La Inquisición, separada de su objetivo primigenio, que era simplemente inquirir; y convertida en instrumentum regni , o sea fórceps político, se hizo un abuso pagano, en el cual cayeron tanto reyes como sacerdotes. No que sea imposible defenderla como institución. Mas fue una institución expuesta a peligrosos y aún atroces abusos, aunque nunca tan atroces como cuenta Llórente y sus seguidores (Medina, Leuvin) de la española.
El "premio" prometido a esta Iglesia, a los que vencieren – de hecho el poder mundial de la Monarquía Cristiana se manifiesta al final de ella –, a diferencia de todos los otros seis, es temporal , como ya está notado. Para los que tienen la teoría milenista, esta anomalía no hace dificultad ninguna: todas las promesas de Cristo "a los que vencieren" se cumplen en el período de paz, triunfo y esplendor religioso (el Milenio) que seguirá a la Parusía y al derrocamiento del Anticristo; y son a la vez como si dijéramos temporales y eviternos. Para los que rechazan esa teoría –algunos con gran horror –, daremos también nuestra pequeña explicación: hay que acudir a la observación del 4 + 3, patente en los otros tres septenarios. Todas estas series de 7 miembros, los Siete Sellos, las Siete Tubas y las Siete pialas, están interrumpidas después de la Cuarta por visiones interpuestas: las series de siete netamente divididas en dos grupos; y así es también en las Siete Epístolas, aunque ellas sean seguidas.
Las Cuatro Primeras Iglesias representan la creciente histórica del Cristianismo; y desde la Cuarta comienza la bajante de las aguas, la decadencia – externa – el Kali-Yuga, o Tiempo Negro, como dicen los Hindúes. Hay una pleamar y una bajamar en todo ciclo histórico, eso no puede extrañar a ninguno que conozca por ejemplo las obras de Giambattista Vico. Por eso, al terminar la pleamar, el profeta indica la característica común de este lapso de cénit, que es el crecimiento, el triunfo, el poder exterior; como la carrera de Cristo hasta el Domingo de Ramos. Desde aquí comenzará el tiempo en que las fuerzas adversas a Cristo recibirán paulatinamente "el poder de hacer guerra a los Santos y vencerlos", como dirá luego San Juan del Anticristo. Viene la crisis del llamado Renacimiento con su infaustísima Reforma; y después las otras dos crisis aún más graves, de las cuales la tercera es la decisiva…

Y le daré la Estrella de la Mañana.

He aquí a su turno la promesa espiritual. El lucero prenuncia la salida del Sol; el Sol es Cristo en su Segunda Venida. Desde ahora los fieles no deben poner sus ojos en triunfos temporales, que les serán negados – como vemos hoy día hasta de sobra –, eso terminó; sólo la Segunda Venida ha de ser su indefectible Lucero.

El que tenga oídos que oiga
Lo que el Espíritu dice a las Iglesias.

La exhortación a entender el arcano que hay detrás de la letra, está puesta aquí al final y no antes de la promesa: las promesas y profecías que seguirán son las más grandes y misteriosas. Ojo a los tres misterios que vienen.

E. Sardes (3,1-6)

Y al Ángel en la Iglesia de Sardes escríbele:

Sardes es la edad llamada el Renacimiento, desde Carlos V hasta la Revolución Francesa; o bien hasta nuestros días. Elijan. Yo no lo sé simplemente, para qué voy a mentir. Sardes, capital del reino de Lydia, era proverbial en la antigüedad por sus riquezas: su rey Creso, hoy día todavía se usa su nombre para designar a los multimillonarios; y otro de sus reyes legendarios, Midas, obtuvo de Jove el poder de convertir en oro todo lo que tocara, a manera de un Morgan o Vanderbildt; y se arrepintió terriblemente de su taumaturgo privilegio. Holzhauser dice que Sardes significa "estampa de hermosura", no sabemos de dónde saca ese étimon; pero ese mote también le cuadraría a la vistosa y en el fondo desastrosa edad que los historiógrafos han bautizado Renacimiento.
Desde aquí nos separamos de Holzhauser, para quien Sardes duraría "desde Carlos V y León X hasta el Emperador Santo y el Papa Angélico", que él esperaba vendrían; por la sencilla razón de que no vinieron; ni tenemos la menor esperanza de que vengan. Esa leyenda medieval de que vendría un tiempo de inimaginable esplendor y triunfo de la Iglesia, por obra de un gran Rey y un Pontífice comparable a un Ángel, que inspiró numerosas profecías privadas, no tiene fundamento escriturístico ni de ninguna clase: es una ilusión poética. Parece ser fue inventada en el siglo XV por el monje Petrus Galatinus en su libro De Arcanis Fidei Mysteriis Contra Judaeos. Justamente el actual Pontífice Romano Pío XII [11] debería ser el Pastor Angelicus de las leyendas, si es auténtica la conocida profecía del Abad Malaquías; y vemos cuán lejos está de realizarlas.


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