NOTA._ ¿Puede la nación mexicana consagrarse de
nuevo al Sagrado Corazón de Jesús cuando ya se hizo al comienzo del siglo
pasado? No necesita una “nueva consagración” cuando la primera y última se hizo
con toda la pompa y solemnidad de aquel tiempo y esta consagración no tiene límite
de tiempo sino aquel dispuesto por la Voluntad Divina o sea hasta el fin del
mundo.
Las calamidades de aquel tiempo y el profundo
sentimiento católico del pueblo mexicano, fueron los que inspiraron al episcopado
mexicano compuesto de eminentísimos prelados como Mons. Mora y del Rio,
arzobispo de México y presidente del episcopado mexicano, Mons. Francisco
Orozco y Jiménez quien es por hoy beato y otras tantas eminencias.
Dicha consagración, en medio de la profunda crisis
no solo económica sino también y ante todo religiosa, fue cimentada en la
sangre de muchos mártires como consecuencia de la gran persecución religiosa
que desato el gobierno contra el pueblo mexicano.
Es a esta consagración a la cual los mexicanos de
nuestro tiempo deben de dirigir su atención y devoción y no andar promoviendo
otra “consagración”.
ANTECEDENTES:
La
Consagración de un país al Sagrado Corazón de Jesús tiene por objeto
protegerlo, de este modo, de los planes revolucionarios, anticristianos y
masónicos, enemigos de la Religión Católica.
La
idea de la Consagración específica a la Nación Mexicana partió del señor
arzobispo de Linares, Monterrey; quien se dirigió al Arzobispo de México Dr.
José Mora y del Río. Y este a su vez, aceptó la idea escribiendo a fines del
año de 1911, una circular a sus hermanos los señores arzobispos y obispos de
todas las diócesis mexicanas, pidiendo su parecer respecto a organizar una
reunión de todos los prelados, para preparar la Consagración de México al
Sagrado Corazón de Jesús.
Esta
moción para consagrar la República Mexicana el 6 de enero de 1914 y su
consiguiente proclamación de Cristo como Rey de la Nación, el día 11 de enero
del mismo año; tuvo su antecedente en la Encíclica “Annum Sacrum” que S. S.
León XIII había emitido el 25 de mayo de 1899; consagrando al género humano
entero al Corazón de Jesucristo.
Pero,
en vista del amago revolucionario con sus desórdenes. Los Obispos mexicanos no
pudieron organizarse hasta el mes de marzo de 1913, que gracias a un gobierno
fuerte, bajo la autoridad y apoyo del General Victoriano Huerta; se dieron las
condiciones necesarias para el acuerdo del Venerable Episcopado Nacional,
quienes por medio de su Superior el Arzobispo José Mora del Río, pidiera a S.S.
Pío X el beneplácito para la Consagración de México al Sagrado Corazón de
Jesús. Durante ese año hubo intercambio de correspondencia entre el Arzobispado
de México y la Santa Sede, dando por resultado la Carta de San Pío X a los
Obispos mexicanos del 12 de noviembre de 1913.
Carta
que existe en el Archivo Arzobispal y, que el 12 de noviembre de 2013 se cumplió
el Centenario de su emisión. A continuación, la transcribiré íntegra en este
texto.
Pero
antes, para mayor explicación, conviene transcribir el primer párrafo de la
Segunda Carta pastoral que escribió el Ilmo. y Revmo. Sr. Dr. y Mtro. Don
Francisco Orozco y Jiménez, quinto arzobispo de Guadalajara, con motivo de la
solemne Consagración de la República Mexicana al Sacratísimo Corazón de Jesús.
“A moción del Ilmo. Revmo. Sr. Arzobispo de México y por unánime
acuerdo del V. Episcopado Nacional, la Santidad del Señor Pío X, ha accedido
con gusto a que la República de México se consagre solemnemente y rinda vasallaje
al S. Corazón de Jesús en demanda pública de remedio para las necesidades que
nos aquejan; -si así es del deífico beneplácito- la tan deseada paz nacional.”
CARTA DE SU SANTIDAD PÍO X AL EPISCOPADO MEXICANO
“A
NUESTROS VENERABLES HERMANOS LOS ARZOBISPOS Y OBISPOS DE LA REPÚBLICA
MEXICANA.”
PIO
PAPA X.
VENERABLES
HERMANOS, SALUD Y BENDICIÓN APOSTÓLICA.
“Nos
habéis propuesto un proyecto tanto más honroso para vosotros, cuanto para Nos
indeciblemente grato.”
“Porque
meditando vosotros con grande atención lo que Nuestro Predecesor León XIII, de
recordación feliz, escribió en su encíclica “Annum Sacrum”, relativo a la
consagración de los hombres al Sacratísimo Corazón de Jesucristo, habéis
resuelto consagrar, el próximo día seis de enero, al mismo Corazón Divino, Rey
Inmortal de los siglos, la República de México, y para dar mayor solemnidad
a esta consagración que pensáis hacer y mostrar a vuestros pueblos toda la
importancia trascendental de ella, determináis decorar las imágenes del Corazón
de Jesucristo con las insignias de la realeza.”
“Todo
esto, Nos lo aprobamos de buen grado. Más como quiera que el Rey de Gloria
eterna haya sido ornado con corona de espinas, la cual muy mucho más hermosa
aún que el oro y que las piedras preciosas vence en este esplendor a las coronas
de estrellas, las insignias de Majestad Regia son a saber: la Corona y el
Cetro, habrán de colocarse a los pies de las sagradas imágenes.”
“Desde
hace ya mucho tiempo que con grande solicitud hemos considerado a vuestra
Nación y a vuestros asuntos, perturbados por graves desórdenes, y bien sabemos
que para conservar y sostener la salud, y la paz de los pueblos, es de este
punto necesario conducir a los hombres a este puerto seguro de salvación, a
este Sagrario de la paz, que Dios por su infinita benignidad se dignó abrir al
humano linaje, en el Corazón Augusto de Cristo Su Hijo.”
“De
ese Corazón brote para vosotros Venerables Hermanos, y para vuestra Nación
entera agitada rudamente por incesantes discordias, la gracia que hacía
menester para la salvación eterna y la paz que como fuente inagotable de todos
los bienes, con tan indecible ansia anhelan a una voz vuestros conciudadanos.”
“En
presagio de ambos bienes y en testimonio de nuestra benevolencia sea esta
Nuestra Bendición Apostólica, a la cual, a vosotros, Venerables Hermanos, lo
mismo que al clero y al pueblo, encomendados a cada uno de vosotros, de lo
íntimo de nuestro Corazón enviamos en el Señor.”
Dado
en Roma, junto a San Pedro, el día doce de Noviembre de mil novecientos trece,
año undécimo de Nuestro Pontificado.
PIO PAPA X
COMENTARIOS
DEL ARZOBISPO D. FRANCISCO OROZCO Y JIMÉNEZ A LACARTA PAPAL.
“Las
letras citadas expresan el grande amor que nos profesa el Santo Padre,
interesándose por nuestra suerte e indicándonos los medios eficaces de
desagravio a Dios, ofendido por nuestros pecados.”
“En
verdad: ¿qué medio más oportuno que la proclamación pública del Reinado Social
de Jesucristo? Al coronarlo del modo
como Él puede ser coronado, y ofrecerle un cetro, símbolo del dominio que tiene
en las sociedades y en los individuos, en los reyes y en los súbditos,
en los emporios de la civilización y en las pequeñas aldeas, de todas partes se
elevará un himno grandioso de alabanza, de amor y desagravio al Corazón de
Dios, atribulado por nuestras iniquidades.”
“A
la vista de la situación de nuestra Patria, no cabe duda, según la expresión de
un Venerable Prelado, que algo de colectivo falta para desarmar el brazo
justiciero de Dios y que cesen las calamidades públicas; y ese algo bien puede
ser la nueva Consagración al Corazón de
Jesús.”
“En
ese acto estará interesada la Fe que heredamos de nuestros mayores, no menos
que la piedad y la beneficencia, por las obras de culto y caridad que aunemos a
la protestación de la vigorosa Fe, porque del amor de Dios es complemento el
amor al prójimo, al ser el precepto del segundo semejante al del primero, como
asevera el Salvador.”
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