Durante
el pontificado de su S. Pío XII tuvo lugar una de las guerras más violentas y
sanguinarias de la historia actual, al termino de ella dijo estas palabras
escritas en el titulo porque en realidad la guerra termino, pero la paz
verdadera no vino con ella.
Hoy
sucede lo mismo pedimos paz y mas paz, pero la verdad es lamentablemente la paz
no llega, sino todo lo contrario podemos decir con certeza absoluta que una
guerra se está gestando y en ella encontramos asépticos, incrédulos, confiados en una
solución humana y los que dicen que Dios es misericordia y no permitirá esta
catástrofe. Los humanos somos muy olvidadizos o ignorantes pues con facilidad
olvidamos los hechos de la historia la cual nos restrega en el rostro no otra
cosa que su realidad.
¿Quién
olvido como las tropas de los romanos cercaron a Jerusalén allá por el año
setenta de nuestra era? ¿Quién podría referir las atrocidades que se cometieron
antes durante y después del sitio ejercido por los romanos? ¿Quiénes se
escaparon de esa terrible barbarie? La respuesta a esta última pregunta se las
dejo a quien esto lee.
¿Qué
es la paz? ¿Cómo la describen? En lo particular me quedo con esta respuesta: “La paz es la tranquilidad en el
orden” si tienen otra definición más acertada con gusto la recibiré,
pero mediten en la definición antes dicha o, mejor dicho meditemos en ella.
Si hay
algo que tanto desea el hombre porque está en su naturaleza es la paz, una paz
que lo englobe todo, es decir, el orden espiritual debido a su alma, el orden
físico para su cuerpo y en el orden social porque como ser humano forma parte
de una sociedad debido a su misma definición de hombre: “Animal racional sociable”.
Por
donde se ve que no basta la paz en el primer y tercer orden sino que
principalmente rige a esta paz verdadera el orden primero. El alma como tal no
se conforma con tener en si la paz en orden físico ni tampoco social sino tiene
su principio y fin en el espiritual. En esto quizá haya discrepancia, pero la
realidad nos dice otra cosa, nuestra alma tiene una sed insaciable de infinito
por tanto lo que ella apetece no es algo efímero y pasajero sino algo duradero
y eterno tal cual lo ambiciona ella y en el encuentra su descanso o su reposo. Ahora
me pregunto, ¿Puede haber paz cuando esta no se encuentra en el alma como fin
inmediato y como fin mediático en Dios? La respuesta es no ¿Por qué? Porque la
paz de la cual se habla no es de orden natural, no es un invento del hombre
tampoco es patrimonio de una nación x, la paz verdadera procede de su autor que
es Dios, nuevamente será esta última frase tema de debate por quienes opinen de
otra manera, pero hay verdades universales que no dependen del hombre sino que
tienen su objetividad propia o intransferible y una de estas es Dios verdad
suprema y única.
Su S.
Pío XII cuando dice: “Paz,
paz” solo coreaba lo que en aquel momento se decía por todo el mundo
porque la II guerra mundial había terminado, el enemigo había sido vencido, los
soldados regresaban a sus casas las naciones firmaban tratados y todo parecía
volver a la normalidad, no había porque ser esépticos, negativos o descreídos.
Luego, podrían decir, vino el progreso, la tecnología, pero todo esto no estaba
bien fundamentado por tal razón era es y será una paz falsa porque de ella fue excluido Dios.
Por
tal razón el Pontífice concluía: “ET NON HABEMUS PACEM”, es decir, “y no tenemos paz”. Palabras
que siguen resonando desde entonces en nuestra sociedad sin Dios, la cual se ha
engañado a si misma o se ha hecho sorda a las sirenas suenan anunciando la
guerra, que está por venir, la III Guerra mundial.
Pero a
esta sociedad se le ha olvidado el sentido de la vista y, que nos muestra ella?
Un escenario patético. Se puede escapar de los hechos metiendo la cabeza en el
agujero como lo hacen los avestruces, pero la realidad queda afuera o como si el
elefante quisiera esconderse tras de un árbol para no ser visto y para qué
sirve la acción del avestruz y la estrategia del elefante? Al fin la realidad
superara tanto a quienes se comportan como avestruces o a quienes prefieren la
estrategia del elefante.
TAMORES DE GUERRA
El
sonido de los tambores de guerra cada vez están más cerca de lo imaginado y,
forma de ver, ya estamos librado una muy fea batalla con todos los medios de
comunicación divididos entre sí, narrando las más horribles pesadillas y los escenarios
más tétricos y, a la verdad, son tan subjetivos que no se puede confiar en
ellos so pena de morir de un paro cardiaco. Mas, dentro de su funesta
subjetividad, algo hay de cierto. Podríamos decir: “Mucho ruido y pocas nueces”,
pero cuidado pues en esas pocas nueces puede camuflarse, como de hecho está
sucediendo, aquello más atemorizante: LA GUERRA MUNDIAL.
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