2. El
Vicariato de Senegal
El territorio confiado a la solicitud
del joven Obispo comprendía la extensión de Senegal salvo el distrito de
Casamance, al sur, Atlántico en que se adentra Cabo Verde, y el macizo de
Fouta-Djalon en Guinea, se extendía Senegal con sus 199.000 km2 de arenas. ¡Qué
diferencia con Gabón! Sin embargo, el Prelado no tardaría en encariñarse con
aquellos paisajes, con esa estepa semidesértica sembrada de baobabs gigantes,
de palmeras y de matorrales espinosos; con esos senderos arenosos que
serpenteaban a través de los campos de mijo o de maní, esos estanques de donde
se elevaban, con rápido vuelo, los patos salvajes; esos «tannsv" que
atravesaban los antílopes con brincos ágiles y graciosos; esos estuarios
indolentes que abrazaban pintorescos islotes en los que se acurrucaban
encantadores pueblos de pescadores.
Los 2.500.000 habitantes de Senegal,
a los que había que restar los 300.000 de Casamance, no contaban más que con
55.000 católicos (mitad senegaleses y caboverdianos, y mitad europeos y
sirio-libaneses) enfrentados a un mundo de 1.500.000 musulmanes y de 250.000
animistas", estos últimos enfrentados a su vez a un Islam conquistador.
El Islam, el
tráfico de hombres y la cruz"
La historia de Senegal está, en
efecto, dominada por las guerras islámicas. Los moros del bajo Senegal,
islamizados en el siglo VIII, se apropiaron, en el siglo XI, del reino sarakolé
de Ghana, que se extendía desde el Atlántico hasta Níger, y luego conquistaron
Marruecos y España. En el siglo XIII Sundiata Keita, el niño tullido que logró
recuperarse de sus piernas, sometió las regiones vecinas y fundó el imperio
mandinga de Malí; su epopeya, transmitida por tradición oral, recuerda las
virtudes guerreras de
los malinké, su sentido del honor y la antigüedad de su civilización. Ahora
bien, Sundiata se hizo musulmán, y arrastró al Islam a Malí, y luego al vecino
reino songay. En el siglo XVI, los songay y los peul continuaron por su cuenta
la guerra santa; el centro de su poder era Tombuctú, capital de un Islam
comercial y urbano.
Pero, en 1660, los bambara animistas
se apoderaron de Tombuctú, y los Estados que Malí había reagrupado lograron,
poco a poco, recuperar su independencia. Sobre el río Senegal, el mismo reino
de Tekrur, donde se había fundado la raza de los tukolor, perdió su señorío
sobre las provincias wolof meridionales, que se dividieron entre sí.
Los peul prosiguieron la islamización
por medio de las cofradías turup, creadoras de un Islam popular mezclado de
animismo.
Finalmente, en el siglo XVIII,
llegaron al Sine los príncipes guelouar, procedentes del noroeste; prefirieron
el exilio a la adopción del Islam, y se llamaron «sererabe», «los que se
separaron», o serer.
Donde los musulmanes dominaban,
se dedicaban al tráfico de hombres; pronto se unieron al negocio los
portugueses, que descubrieron en 1445 la desembocadura del Senegal, y luego los
franceses, que fundaron en 1663 la Compañía Comercial de Cabo Verde, tras haber
construido en la isla de Ndar un fuerte llamado «San Luis».El Padre Alexis, capuchino de
Saint-Ló, implantó las primeras misiones en la costa de Rufisque a partir de
1635; luego se confió a la Congregación del Espíritu Santo la prefectura
apostólica de Senegal, fundada por Roma en San Luis. No obstante, los
holandeses en el siglo XVII, y los ingleses en el siglo XVIII, interrumpieron
frecuentemente la evangelización. La cruz de Cristo volvió a San Luis y a Gorée
con los Espiritanos (1818) y las Hermanas de San José de Cluny, que llegaron
con la Madre Javouhey (1820); ésta envió a Francia a algunos jóvenes negros, de
los cuales tres, ordenados sacerdotes, regresaron al país: Moussa, Fridoil y
Boilat.
En 1845 el Gobernador Bouet-Willaumez
convocó a los Padres de Libermann y a los Hermanos de Ploérrnel. Así fue como,
tras la tragedia del Cabo Palmas en Liberia, un segundo grupo de misioneros del
Corazón de María desembarcó en la isla de Gorée en junio de 1845. Llamaron a la
puerta del presbiterio. Desde arriba el Padre Moussa preguntó:
-¿Qué desean, Señores?
-Nos han enviado para establecemos
en estos lugares -respondió el ardiente Padre Arragon.
La expresión no podía ser más
desafortunada; el sacerdote indígena protestó:
-¡Establecerse! ¡Ni lo sueñen!
Aquí todo depende del Seminario del Espíritu Santo y de la Prefectura
Apostólica de San Luis.
Todo se arregló al final,
porque los hijos de Libermann establecieron su misión en la península de Cabo
Verde.
La Misión y la
administración
Hasta 1854 los franceses sólo
ocuparon las zonas costeras. A partir de esa fecha Faidherbe, Gobernador de
Senegal, emprendió la conquista territorial del país. En 1857 el marino Protét
fundó Dakar, y el puerto, construido por Pinet- Laprade, se inauguró en 1866.
En 1876 los habitantes de las «viejas comunas» de la costa, muy mestizados,
recibieron el título de ciudadanos franceses. Un decreto de 1855 creó el AOF y
le asignó Dakar como capital. Sin embargo, al no predicar la ley de Cristo, con
sus escuelas laicas, la laicidad republicana favoreció el Islam, la
oficialización de la justicia islámica y la imposición de jefes musulmanes a
los animistas.
Muy pronto los misioneros se
vieron enfrentados a esa alianza entre la administración y la islamización. Por
lo demás, la moral cristiana parecía difícil, porque rechazaba la poligamia que
el Islam, en cambio, aceptaba. El africano islamizado tenía la impresión de
entrar en una familia espiritual africana, antigua, gloriosa y eficaz.
El comerciante musulmán, el
dioula, era su propagandista infatigable. El morabito, por su parte, estaba por
todos lados; conocía algo del Corán, organizaba la oración y la escuela
coránica, en la que se repetían los suras en árabe. Hada también de hechicero:
obraba sobre las fuerzas ocultas para curar enfermedades, hacer llover y conjurar
las potencias maléficas.
Se entiende la dosis de fe que
debieron tener los pioneros de la evangelización en esta tierra doblemente
árida. El primer Superior nombrado por Libermann, Eugene Tisserant, uno de sus
dos primeros compañeros, ni siquiera llegó a Dakar, pues murió en el naufragio
del Papin en noviembre de 1846. En mayo de 1847 llegó a la Misión otro hijo de
Libermann, el Padre Benoit Truffet, nombrado Vicario Apostólico de las Dos
Guineas. No le fue mejor: su solicitud por la indigenización de la alimentación
lo mató a los dos años, y su desconfianza de las «intrornisiones» de la
administración civil casi mató también a la Misión", Su sucesor, Monseñor
Bessieux, se instaló en Gabón, y en 1849 Monseñor Aloys Kobes (1820-1872), consagrado
Obispo después de sólo tres años de sacerdocio, se le unió para residir en
Dakar.
«La Boca del
León»
Conquistas de
la cruz.
El plan de Monseñor Kobes era
ocupar la mayor cantidad posible de lugares, incluso arriesgándose a algunos
fracasos, con el fin de progresar rápidamente dentro de las poblaciones
dispuestas a recibir el Evangelio, es decir, los animistas serer del Sine y los
de Gambia o de algunas regiones wolof del interior. Así, los misioneros se
instalaron en la Pequeña Costa de Joal, a petición del Rey de Sine, y en Ngazobil
(los pozos de piedra»), donde los misioneros invitaron a las familias
cristianas a establecerse alrededor de la Misión, de sus plantaciones y de sus
escuelas, para formar un verdadero poblado cristiano. En el interior, las
Misiones de Fatick y Kaolack fueron creadas de 1859 a 1861.
En 1874 se fundó una Misión en
la isla de Fadiout, cerca de la desembocadura del Sine. La isla se convirtió en
un bastión cristiano de dos mil católicos, a pesar de algunos paganos
refractarios.
La cruz se implantó en Thies y
en Popenguine, Misión que, por desgracia, debió ser abandonada en 1914 a causa
de la movilización de los sacerdotes, y que fue luego islamizada por una
propaganda encarnizada. En julio de 1921, tras la trágica muerte en el mar de Monseñor
jalabert, Monseñor Louis Le Hunsec se convirtió en Vicario Apostólico de
«Senegambia», entidad que agrupaba a Senegal y Gambia. Fundó la Misión de
Kaolack y varias otras en Gambia y en Casamance.
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