TRUM Y PUTIN
«Tenemos
que conversar sobre todos los temas, desde el comercio hasta lo militar, los
misiles, la cuestión nuclear, China.» Con esas palabras inició el presidente
Trump la cumbre de Helsinki. «Ha llegado el momento de hablar en detalle de
nuestras relaciones bilaterales y de los puntos neurálgicos internacionales»,
subrayó Putin.
Pero
los dos presidentes no decidirán solos cómo serán las relaciones entre Estados
Unidos y Rusia en el futuro.
No es
casual que, precisamente en el momento en que el presidente de Estados Unidos
estaba a punto de reunirse con el presidente d Rusia, el fiscal especial Robert
Mueller inculpara a 12 rusos acusándolos de haber manipulado la elección
presidencial estadounidense penetrando en el sistema informático del Partido
Demócrata para perjudicar a la candidata Hillary Clinton. Los 12 inculpados,
acusados de ser agentes del GRU –la inteligencia militar de la Federación Rusa–,
han sido definidos oficialmente como «los conspiradores» y se les inculpa por
«conspiración en detrimento de Estados Unidos».
Al
mismo tiempo, Daniel Coats, director de la Inteligencia Nacional estadounidense
y principal consejero del presidente en la materia, acusaba a Rusia de haber
«socavado nuestros valores básicos y nuestra democracia». Y después afirmaba
que la «amenaza de ataques cibernéticos ha alcanzado un punto crítico» análogo
al que antecedió el 11 de septiembre, no sólo de parte de Rusia –país que
calificó como «el agente extranjero más agresivo»– sino también de parte de
China e incluso de Irán.
Simultáneamente,
en Londres, los «investigadores» británicos anunciaban que la inteligencia rusa
(de nuevo el GRU) también envenenó en Inglaterra a un ex agente ruso, Serguei
Skripal, y a su hija, quienes sobrevivieron inexplicablemente a la intoxicación
con un gas extremadamente letal.
Es
evidente el objetivo político de esas «investigaciones»: afirmar que a la
cabeza de esos «conspiradores» está el presidente ruso Vladimir Putin, con
quien el presidente Donald Trump se sentó a la mesa de negociaciones a pesar de
la gran oposición de demócratas y republicanos a que lo hiciese. Inmediatamente
después de la inculpación contra los «conspiradores», los demócratas exigieron
a Trump que anulara su encuentro con Putin. No lo lograron, pero siguen
presionando fuertemente en contra de todo tipo de conversación.
Lo que
Putin está tratando de obtener de Trump es a la vez simple y complejo: un
relajamiento de la tensión entre los dos países. Con ese objetivo propuso a
Trump, quien aceptó, una investigación conjunta sobre la «conspiración».
No se
sabe cómo va a desarrollarse la discusión sobre los temas cruciales: Crimea,
Siria, armamento nuclear, etc. Tampoco se sabe lo que Trump va a solicitar. Lo
que sí se sabe es que cualquier concesión que haga podrá ser utilizada para
acusarlo de complicidad con el enemigo. Al relajamiento de la tensión con Rusia
se oponen no sólo los demócratas (que han asumido el papel de «halcones») sino
también numerosos republicanos entre los que se cuentan importantes miembros de
la administración del propio Trump. No sólo se trata del establishment
estadounidense sino incluso del establishment europeo, cuyos poderes y
ganancias dependen de la existencia de tensiones y guerras.
No
serán las palabras sino los hechos lo que demostrará si el clima de distensión
de la Cumbre de Helsinki puede convertirse en realidad. Ante todo con una
desescalada de la OTAN en Europa, o sea con la retirada de las fuerzas, incluso
nucleares, que Estados Unidos y la OTAN han desplegado contra Rusia y también
con el cese de la expansión de la OTAN hacia el este.
Incluso
si un acuerdo sobre esos temas llegara a producirse entre Putin y Trump, ¿podrá
este último ponerlo en práctica? ¿O en realidad estaría la decisión final en
manos de los poderosos círculos del complejo militaro-industrial?
Lo que
sí es seguro es que no podemos, en Italia y en Europa, mantenernos como simples
espectadores de decisiones que determinarán nuestro futuro.
Manlio Dinucci
Nuestra Señora de la Salette
Nota de Atanasius. Era necesario un
encuentro entre estas dos potencias velicas, pero de ahí a que se realice lo
que han dicho en la conferencia de prensa de los dos presidentes de ambos países
hay mucho trecho por recorrer. También es verdad que no podemos, por más
tiempo, estar en una “paz” aparente, porque bien sabemos que esta NO EXISTE y
cada día el mundo se acerca más bien a una tercera guerra mundial, por ahora
regional, cuyo alcance en la actualidad se acerca a esa temida guerra mundial
ya anunciada tanto por el Apocalipsis de San Juan, como de los secretos de la Santísima
Virgen en Francia como en Fátima, secretos que trasciende la creencia o no de
quienes lo aceptamos como de los asépticos. La respuesta a la situación actual
lo dice la Virgen en la Salette con estas palabras: “Dios va a castigar de una manera sin
precedentes. ¡Ay de los habitantes de la tierra! Dios va a derramar su cólera y
nadie podrá sustraerse a tantos males juntos.” La razón de este castigo esta mas adelante:
“Los libros malos abundaran sobre la tierra y los
espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento
universal en todo lo relativo al servicio de Dios y obtendrán poder
extraordinario sobre la naturaleza: habrá iglesias para servir a esos
espíritus. Algunas personas serán trasladadas de un lugar a otro por esos
espíritus malvados, incluso sacerdotes, por no seguir el buen espíritu del
Evangelio, que es espíritu de humildad, de caridad y de celo por la gloria de
Dios. Resucitaran algunos muertos y justos (*es decir, que estos muertos
tomaran la figura de las almas justas, que vivieron en la tierra, para así
mejor reducir a los hombres; estos, que diciéndose muertos resucitados no serán
otra cosa que el demonio bajo esas figuras, predicaran otro Evangelio contrario
al verdadero de Cristo Jesús, negando la existencia del cielo, y también las
almas de los condenados. Todas estas almas aparecerán como unidas a sus
cuerpos). Habrá por todas partes prodigios extraordinarios, porque la verdadera
fe se ha extinguido y la falsa luz iluminara al mundo. ¡Ay de los príncipes de
la Iglesia que se hayan dedicado a amontonar riqueza sobre riqueza, a poner a
salvo su dignidad y a gobernar con orgullo! Y termina diciendo: “Dado el
olvido de la santa fe de Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser
superior a sus semejantes. Se abolirán los poderes civiles y eclesiásticos;
todo orden y justicia serán pisoteados; no se verán más que homicidios, odio, envidia,
mentira y discordia, ni amos por la patria ni por la familia”.
Nuevamente
vuelvo a preguntarme, ¿Qué papel juega Rusia en este misterio de la tercera
guerra mundial? Dado que Nuestra señora (cuando menos mía) de Fátima pide
insistentemente la consagración de Rusia a su INMACULADO CORAZON, es para
meditarse al ver como este país actualmente tiene suficientes ojivas nucleares,
un buen armamento y un ejército de lo más competente para enfrentar no solo al
enemigo sino para aniquilarlo con sus ojivas nucleares y, con ello, provocar
una gran mortandad como jamás el mundo la ha conocido.
Nuestra señora de Fatima amordasada
Rusia por
desgracia no ha sido consagrada, esta es la gran tragedia del mundo actual pues
en estos momentos estamos asistiendo a la fase diplomática para evitar esta
enorme tragedia, pero si ella fracasa; ¿Que sigue? La temida tercera guerra
mundial y, ¿Estamos preparados a ella? Hay tanta gente tan ingenua como
ignorante la cual se conforma con esta “paz mundial” aparente y les es difícil aceptar
lo que a sus incrédulos ojos se está gestando.
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